Características de los dependientes emocionales

Se pueden dividir en tres áreas relevantes del ser humano y de las personas afectas de este problema como son el área de las relaciones de pareja, de relaciones con otras personas y el de la autoestima y estado anímico. Como es obvio, no es preciso que se cumplan todas y cada una de las siguientes características para poder afirmar que alguien sufre de dependencia emocional.

Área de las relaciones de pareja

  • Necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constante hacia él
  • Deseos de exclusividad en la relación
  • Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa
  • Idealización del objeto
  • Relaciones basadas en la sumisión y la subordinación
  • Historia de relaciones de pareja desequilibradas
  • Miedo a la ruptura
  • Asunción del sistema de creencias de la pareja

Área de las relaciones con el entorno interpersonal

  • Deseos de exclusividad hacia otras personas significativas
  • Necesidad de agradar
  • Déficit de habilidades sociales

Área de autoestima y estado anímico

  • Baja autoestima
  • Miedo e intolerancia a la soledad
  • Estado de ánimo negativo y comorbilidades frecuentes

Área de las relaciones de pareja

Sin lugar a duda, ésta es el área más relevante y manifiesta en los dependientes emocionales. También es el contexto más frecuente en el que están inmersos a pesar de que pueden tener situaciones de soledad, más o menos deseada o incluso relaciones de pareja ficticias, como determinados noviazgos por internet o a distancia, que son mas fruto de su propia ilusión que de la realidad. Las características de los dependientes emocionales que se producen dentro de las relaciones de pareja:

  • Necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constancia hacia él. Es la expresión de la necesidad psicológica que el dependiente tiene hacia su pareja. Se puede traducir en deseos constantes del hablar con él, llamadas continuas al teléfono, mensajes de texto en el móvil, apariciones inoportunas en lugares como el trabajo o el gimnasio, realizar cualquier actividad junto a la otra persona sea de trabajo o de ocio, ser incapaz de hacer algo solo sin sentir la necesidad de tener contacto con la pareja, etc. Los dependientes describen en ocasiones esta sensación como de “hambre” de la pareja, una necesidad insaciable que recuerda a la de los adictos a sustancias. La reacción de los objetos suele ser de agobio. Esto puede traer consecuencias de diferentes tipos, como puede ser la ruptura precoz de la relación, o la más frecuente, la demarcación de límites estrictos. Poco a poco, la pareja restringe las continuas invasiones del dependiente basándose en amenazas mas o menos explicitas, con lo que a éste no le queda más remedio que aceptar las reglas y contenerse en su afán desmedido del otro. Es muy usual también que los objetos aprovechen este tipo de ocasiones en el que el agobio es muy evidente para establecer sus reglas generales sobre la relación, afirmando, por ejemplo, que su idea es la de tener una pareja libre o abierta o que simplemente son amigos. El dependiente aceptará estas reglas muy a su pesar. Por tanto, a nivel conductual el dependiente puede no aparentar esta necesidad excesiva hacia la otra persona, pero sin duda la está sintiendo con toda su fuerza como algo que le impulsa hacia ella y que produce un torrente de ideas obsesivas alrededor de la pareja.

 

  • Deseos de exclusividad en la relación. La exclusividad se extiende aquí en ambos sentidos, en el del propio dependiente, que voluntariamente se aísla en mayor o menor medida de su entorno para dedicarse por entero a su pareja y en el del anhelo de que el objeto haga lo propio. No obstante, esto último le resulta más difícil por la reacción de la pareja, que en lugar de participar en esa burbuja imaginaria en la que ambos se fusionarían y se distanciarían de los demás, intentará marcar sus propias pautas. Existe una modalidad de dependencia emocional en la que el sujeto que la padece sí consigue imponer sus deseos al otro. Obviamente, la exclusividad es una de las reglas que se imponen consiguiendo que la pareja se aísle casi por completo de su entorno. Si hubiera alguna frase que pudiera ilustrar con claridad los deseos de exclusividad del dependiente emocional hacia su pareja, podría ser “yo soy solo para él y el es solo para mi, nosotros nos bastamos mutuamente”. La exclusividad aparecerá también en las relaciones con otras personas significativas. Por ejemplo, los dependientes emocionales se encuentran más cómodos en las relaciones de amistad con una sola persona perdiéndose en las situaciones de grupo

 

  • Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa. Es una de las características más frecuentes y mas observables por el entorno social, entre otros motivos porque éste está directamente afectado al sentirse minusvalorado o simplemente despreciado. El dependiente emocional considera a su pareja el centro de su existencia, el objeto predilecto de su atención, el sentido de su vida. no habrá nada más importante, incluyéndose a sí mismo o incluso a sus hijos. Si la pareja considera que algo debe hacerse se hará sin dudar, si ella piensa que habría que mudarse de casa o que el dependiente debería cambiar de trabajo, también se procederá a hacerlo porque la otra persona es lo más importante. Ocupará continuamente el pensamiento con él, reproduciría sus frases, se esperará con exceptuación cualquier gesto, movimiento o palabra porque el objeto se habrá convertido en lo más importante y necesario de la vida, pasado todo lo demás a un segundo plano mucho más discreto.

 

  • Idealización del objeto. El dependiente suele idealizar enormemente a su pareja a lo largo de la relación a pesar de ser consciente con el paso del tiempo de sus defectos. El objeto representa todo aquello que no tiene el dependiente, como es seguridad en sí mismo, auto aprecio y una posición de superioridad sobre los demás; por esto supone su tabla de salvación, la persona a la que tiene que aferrarse para encontrar lo que le falta. Esta carencia, la del afecto de los demás y la de su propia autoestima, es la que genera esa visión de sí mismo tan negativa y empequeñecida y esa concepción de la pareja como alguien endiosado y salvador. El dependiente busca al otro pero no sabe ralamente hacerlo bien, tiene un concepto distorsionado de lo que significa el mayor y de lo que supone una relación; por otra parte, la pareja también suele tener una idea distorsionada entendiendo la relación como la pleitesía que el dependiente debe rendirle y como un ámbito en el que él es la única persona relevante. El dependiente suele percibir muy pronto el tipo de personas que le gustan, que puede encumbrar por su ego tan pronunciado. Digamos que queda fascinado por su aplomo, soberbia y su autoconfianza excesiva, cualidades que en otra persona resultaron más bien repulsivas. De la misma firma los objetos también detectaran con facilidad esta admiración de los dependientes, por otra parte poco disimulada y ponen en marcha sus mecanismos de seducción potenciando su narcisismo, exhibiendo sus cualidades y especialmente intentando desplegar su supuesto encanto. La fascinación que el dependiente emocional siente hacia su pareja guarda muchos paralelismos con los sentimientos que un fan adolescente tiene hacia su ídolo. El estado de adorar cada gesto y cada movimiento y de casi quedarse con la boca abierta con el comportamiento del ídolo, por otra parte también idealizado y sobrevalorado, es propio de la dependencia emocional, salvando las diferencias. La idealización del objeto consiste en primer lugar en sobrevalorar sus cualidades, desde físicas hasta intelectuales

 

  • Relaciones basadas en la sumisión y subordinación. la sumisión del dependiente hacia su objeto es una respuesta casi inmediata, no tiene gran problema en plegarse ante la persona que admira. La sumisión es una ofrenda como pago a que el objeto tenga a bien estar próximo al dependiente. Es un medio para preservar la relación, es lo que se utiliza para asegurarse al máximo la continuidad de la misma, a sabiendas de que el comportamiento caprichoso de la pareja y la ansiedad de separación del propio dependiente no le darán a éste la tranquilidad que desea. La subordinación no se da únicamente para consolidar la relación, sino que también es el resultado de la falta de autoestima del dependiente y de su idealización de la pareja. El auto desprecio que se profesa deriva en un empequeñecimiento de él mismo y en un engrandecimiento del otro. La consecuencia es una relación desequilibrada en la que se produce sumisión por una parte y dominación por la otra. La sumisión que el dependiente no tiene problema en aceptar y que lleva a cabo activamente desde el principio es la de otorgar todo tipo de atención y privilegios al objeto. Solo se hará lo que él quiera, se irá a sitios que desee, el dependiente se vestirá como le guste, comerá en el restaurante los platos que le indique, etc. El dependiente será feliz si la pareja muestra su agrado y satisfacción porque su bienestar es lo único que importa. Al final, el dependiente se ve inmerso en una espiral de dolor y humillaciones de la que le resulta muy difícil escapar, porque aun así lo verdaderamente insoportable, seria la ruptura y la consiguiente soledad. La única salida posible es encontrar a otra persona antes de la ruptura, pero esto no es muy común porque a pesar de lo nefasta que es la relación, el individuo solo tiene ojos para el objeto, sentido de su vida y centro de su existencia

 

  • Historias de relaciones de pareja desequilibradas. La vida amorosa del dependiente emocional es una sucesión de relaciones de pareja tormentosa y desequilibrada, prácticamente desde el principio, que podemos establecer en la adolescencia o principio de la adultez. El entorno familiar o las amistades pueden pensar que se trata de mala suerte cuando esto sucede una o dos veces, pero si la sucesión es muy evidente o si se trata de una relación, muy prolongada que se mantiene sobre todo por la persistencia del dependiente, dejan de responsabilizar a factores externos o a la casualidad. La pareja suele tener varias crisis en las que existen connatos de ruptura, algunas veces propiciados incluso por el dependiente en un intento fútil de hacer reaccionar o cambiar a su compañero; ni que decir tiene que este tipo de medidas son absortadas por el objeto con buenos propósitos o con una simple llamada de teléfono solicitando la vuelta a la rutina. Esta tendencia a establecer relaciones parejas desequilibradas se debe a la conjugación de todas las características que anteriormente hemos enumerado. Si sumáramos baja autoestima, facilidad para la subordinación, miedo e intolerancia a la soledad, idealización exagerada de ciertas personas con un ego muy marcado y adhesión y aferramiento a este tipo de personas, es consecuencia lógica que lo que realmente motive al individuo sean relaciones en las que el desequilibrio sea evidente

 

  • Miedo a la ruptura. Se corresponde con la ansiedad de separación, término acuñado por Bowlby (1993). El dependiente vive las relaciones, una vez superadas las fases iniciales con una tremenda inquietud ante la disolución de las mismas. El fantasma de la ruptura vuela sobre su cabeza y el objeto se da cuenta de esta vulnerabilidad con lo que en ocasiones puede utilizar esta temida amenaza. Por muy nefasta que sea la relación, por mucho que el sujeto sea capaz de aguantar en forma de humillaciones, desprecios o malos tratos, lo peor con diferencia que le puede ocurrí es que la relación se rompa, que la persona a la cual admira y a la que se ha aferrado para compensar sus carencias pueda marcharse y dejarle solo. Esta ansiedad de separación es la responsable parcial del aferramiento que el dependiente efectúa hacia su objeto. Este miedo permanente tiene varias causas: importante papel que el objeto cumple con el dependiente. Éste le considera su guía, su tabla de salvación, la persona perfecta con la que unirse y evitar el doloroso sentimiento de la soledad, de estar consigo mismo. Por otra parte, el comportamiento de la pareja es cada vez más distante y explotador, algo que puede percibir el individuo como un indicio de un posible desinterés hacia él. Además de todo esto, el dependiente emocional es una persona acostumbra al desengaño interpersonal, a la frialdad y la explotación, por lo que suele ser suspicaz en cuanto a posibles abandonos y decepciones. Cuando este miedo se convierte en realidad, también podemos entender mejor el porqué de esta continua aprensión y es que el síntoma de abstinencia que el dependiente sufre hacia su ex pareja es tan brutal que nos manifiesta con toda su crudeza la necesidad psicológica que tenia de ésta.

 

  • Asunción del sistema de creencias de la pareja. En fases avanzadas de la relación, el dependiente puede interiorizar y asumir como propias ciertas ideas que pertenecen al objeto. Estas ideas pueden girar sobre tres grandes temas: la superioridad o peculiaridad del objeto, la inferioridad del dependiente y el concepto de la relación. Las ideas sobre la superioridad del objeto se comparten sin gran dificultad, es tal su narcisismo y la idealización que le profesa el dependiente que es una consecuencia natural. Esto produce que durante las aseveraciones de grandiosidad que la pareja efectué sobre sí misma, el dependiente las recibirá e interiorizará asumiéndolas como verdades irrefutables. El objeto realiza con frecuencia comentarios negativos sobre el dependiente, sea sobre su físico, inteligencia, personalidad, familia o amistades. También le suele culpar de todo lo negativo que le sucede tanto a él como en general a la relación. Por ejemplo, si no hay suficiente dinero para comprar algo, la culpa siempre es del dependiente, aunque sea el único que genere ingresos.

 

Área de las relaciones con el entorno interpersonal

A pesar de que el dependiente emocional expresa su patología interpersonal principalmente en sus relaciones de pareja, también presenta ciertas peculiaridades en el trato con otras personas significativas, como familia, amigos o compañeros de trabajo. Destacan tres características en esta área:

  • Deseos de exclusividad hacia otras personas significativas. El dependiente pretende la exclusividad en el conjunto de sus relaciones interpersonales, principalmente con su pareja, pero también con otras personas significativas. De hecho, esta exclusividad suele manifestarse con más fuerza en el entorno, porque con la pareja los dependientes se ven obligados a aceptar sus normas y restricciones. Se trata de individuos con una necesidad desmedida de los otros, acostumbrados a buscar en los demás lo que no encuentran en sí mismos, siempre pendientes de un entorno en el que les ha faltado aceptación y del que continuamente esperan atención. Cuando en la adolescencia y la adultez cambia el circulo de personas significativas cobrando mayor importancia las relaciones con iguales, sean amigos, compañeros de estudio o de trabajo, dicha necesidad desmedida y búsqueda de la aceptación que no han recibido juega en su contra. Los dependientes emocionales focalizan en exceso su interés y su exigencia en los demás, pudiendo resultar personas difíciles con las que tratar por su insaciable demanda de atención. No han sabido fundamentar sus relaciones interpersonales en un equilibrio, en una correspondencia afectiva que además respete la autonomía y la individualidad del otro. La exclusividad en las relaciones con otras personas significativas tiene como principal consecuencia una excesiva absorción hacia las mismas, un sentimiento de posesión insaciable que se manifiesta en desear que un amigo, por ejemplo, esté continuamente a disposición del dependiente, que escuche sus interminables conversaciones sobre su situación actual o su ex pareja, que este pendiente de él, que se encuentre siempre accesible en persona o telefónicamente, etc. Las otras personas viven esta exclusividad con una mezcla de sentimientos encontrados; por una parte, les afecta ver cómo el dependiente sufre y sienten remordimientos si no atienden sus peticiones; por otra se dan cuenta de que cada vez pierden más libertad e intimidad. Con el paso del tiempo la sensación de agobio por parte del entorno es mayor, porque el dependiente preferirá tener relación con sus otras personas significativas de uno en uno.

 

  • Necesidad de agradar. sea o no sea de su entorno, el dependiente tenderá a agradar a cualquier persona. La aprobación de los demás es tan necesaria que un solo gesto puede ser malinterpretado como antipatía o desinterés. Así como la ansiedad de separación en la relación de pareja es algo grabado en su pensamiento, el temor al rechazo o a no gustar es su equivalente en las relaciones con otras personas. Cuando un dependiente emocional conoce a una persona, suele tener dudas de si le habrá caído bien, si le habrá gustado, si le habrá parecido mal algo que él haya dicho. Los dependientes emocionales están siempre pendientes de su entorno buscando agarrarse a él, intentando ser aceptados y bien recibidos, con la amenaza de ser rechazados. Una de las consecuencias de esta continua necesidad de aprobación es que suelen estar muy pendientes de su apariencia y de su físico. También influye en el momento de observar las reacciones d ellos demás, de decir cosas que sabe agradarán a los otros o de asumir roles impuestos directa o indirectamente por los otros. En cierto modo, la sumisión que el dependiente lleva a cabo hacia su pareja no es más que una exageración de esta necesidad general de agradar, es como si hubiera interiorizado y asumido que es la mejor manera de ganarse a los demás. La necesidad de agradar es otra manifestación de autorrechazo de los dependientes y de su continua focalización en los demás para sentirse mejor; en definitiva, son personas que se menosprecian y que buscan en los otros el sentido de su existencia.

 

  • Déficit de habilidades sociales. Las personas con dependencia emocional suelen tener un notable déficit de habilidades sociales. Por ejemplo, la necesidad de agradar deriva inevitablemente en falta de asertividad, en tanto el sujeto no hace valer sus derechos y puede permitir que otras personas se aprovechen de él. El medio atroz al rechazo conduce a no expresar con libertad los intereses y las demandas personales. Con personas más significativas, la falta de habilidades sociales se traduce más bien en carencia de empatía. Las pretensiones de exclusividad hacia los demás conlleva a una utilización de los mismos algo egoísta, convirtiéndose en sostenedores del dependiente, en personas que son un bálsamo para su malestar. Las conversaciones suelen ser monólogos del dependiente alrededor de sus temas favoritos como la ex pareja, la búsqueda de una nueva persona, etc. y en caso de ser diálogos tendrán que versar sobre estos asuntos. Cuando el interlocutor habla de sus problemas o inquietudes, se encuentra con el desinterés o el ensimismamiento del dependiente, algo que puede llegar a irritar y a deteriorar la relación. Es bastante complicado que el individuo pueda empatizar con alguien al que posiblemente ni siquiera está escuchando porque está demasiado centrado y preocupado en sus propias obsesiones. Lógicamente no se puede catalogar a los dependientes de egoístas porque son personas que están sufriendo y consideran que el remedio para este sufrimiento es agarrarse a otra persona. Si se trata de un compañero sentimental, entra en lo normal una relación cercana, aunque pueda ser asfixiante por la tremenda necesidad del dependiente, pero en otro tipo de relaciones interpersonales la demanda excesiva es inusual y mal recibida. Les cuesta dar cariño porque lo confunden con entrega, con sumisión; no entienden tampoco que recibir amistad no es tener a otra persona para ellos ni disponer de alguien para utilizarlo como paño de lágrimas. Tanto en la pareja como en el resto de relaciones interpersonales, los dependientes emocionales no han sabido comprender lo que significa la reciprocidad, la correspondencia en el afecto, cariño e interés.

Área de autoestima y estado anímico

Por la misma esencia de la dependencia emocional, parecería lógico pensar que casi exclusivamente se va a manifestar una fenomenología en las relaciones con los demás; al fin y al cabo, es una necesidad excesiva del otro, una inadecuada focalización en la pareja y también en los otros, muchas veces como sustitutivos de la misma. Los dependientes emocionales suelen ser personas tristes, cabizbajas, se valoran poco y dan una impresión de continuo sufrimiento cuando no encuentran lo que buscan, por ejemplo cuando están solos o su nefasta relación de pareja está al borde de la ruptura. La presencia de psicopatologías es tan habitual que suele ser el motivo de consulta más común, lo que acentúa su apariencia de personas infelices y preocupadas. Las características más importantes de esta área son las siguientes:

  • Baja autoestima. El gran responsable de toda la problemática de los dependientes emocionales es su baja autoestima. Es frecuente encontrar déficit de autoestima en una gran cantidad de trastornos mentales y del comportamiento, muchas veces como causa de los mismos y otras muchas como consecuencia, pero en la dependencia emocional este hecho requiere una relevancia singular al mismo tiempo que una intensidad tremenda. Los dependientes emocionales son personas que están prisioneras dentro de sí mismas, desean escapar de su cuerpo y sobre todo de su mente para refugiarse en otra persona, en una constante huida. Su miedo atroz a la soledad es uno de los mayores exponentes del autor rechazo que presentan, pero no es el único. Para conocerlos con toda su intensidad, suele bastar con interrogarles sobre ellos mismos, sobre los sentimientos que se profesan, sobre cómo se ven, si se quieren, si están a gusto consigo mismos, si se consideran merecedores de cariño, si son felices, si se cambiarían por otra persona. No suelen tener tapujos para contestar estas preguntas, más bien al contrario, expresan con toda su crudeza lo poco que se quieren y lo mucho que se desprecian.

 

  • Miedo e intolerancia a la soledad. Es consecuencia directa de la anterior, y es también uno de los tres distintivos fundamentales de la dependencia emocional. El individuo se siente prisionero de sí mismo, no solo no se ama, sino que se desprecia, lo que conduce a que tenga una especial aversión a la soledad, a estar consigo mismo. Es cuando experimenta esta desagradable sensación, el momento en que interiormente percibe que solo en compañía de otra persona de alguien especial puede ser feliz. Puede paliar su infelicidad y dejar de estar consigo mismo para centrarse en el otro. La intolerancia a la soledad es en parte la responsable de la necesidad de acceso constante hacia la pareja, es el motor que impulsa al dependiente a querer estar continuamente con ella a cualquier precio. El dependiente emocional considera que la relación con una persona idealizada, sea como sea, es la autentica solución a su dolor y sus penas. La situación ideal para el dependiente emocional es la de pareja, en consecuencia tras la ruptura intentan desesperadamente retomar la relación, por nefasta que haya sido. Pueden permanecer en esa tesitura mientras tengan esperanzas de que el recomienzo se pueda producir; no obstante, iniciarán una nueva relación lo antes posible.

 

  • Estado de ánimo negativo y comorbilidades frecuentes. La dependencia emocional no es un problema menor, un simple mal de amores o una experiencia negativa en una relación de pareja. Sin necesidad de que se produzca una psicopatología coexistente, el estado de ánimo usual de estos individuos ya es negativo, caracterizado por tristeza, preocupación en el rostro, notable nerviosismo e inseguridad personal. Son personas que aparentan infelicidad y angustia independientemente de sus circunstancias sin la presencia obligatoria de trastornos mentales comorbidos. Una de las pocas excepciones que se puede aducir a esta consideración es el periodo en el que el dependiente comienza una nueva relación o al menos acaba de tener contacto con una persona nueva apta para ser pareja y en la que ha podido detectar cierto interés. El entorno de los dependientes percibe estos periodos con rapidez, detectando que les cambia incluso el semblante mostrándose más vivaces e ilusionados. La sintomatología de estos trastornos estará condicionada por las situaciones concretas que se vivan, lo que evidenciará el carácter reactivo del mismo. La ansiedad suele ser muy prominente en los trastornos comorbidos y viene acompañado de sus complicaciones psicofisiologicas, como taquicardias, temblores, sudoración, nauseas, molestias gastrointestinales, ahogos, opresión torácida, dolores musculares, cefaleas tensionales, mareos, etc.

Por último añadir el concepto creado por Carlos Sirvent (2001), la biodependencia, se precisa tanto de dependencia emocional como la de presencia de un trastorno relacionado con sustancias, de manera que exista una doble dependencia, una a la pareja y otra a la sustancia de la que es adicto. En consecuencia, los trastornos relacionados con sustancias también pueden aparecer a la dependencia emocional.

 

(Información extraída de Dependencia emocional: características y tratamiento / Jorge Castelló Blasco, 2005)

 

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