El programa de Camp y Bash: Piensa en voz alta (1998)

El programa de Camp y Bash cuya edición original es de 1981 y su primera revisión de 1985, en realidad es el resultado de una larga trayectoria de investigaciones por parte de estas investigadoras. Una de las características del programa es que está diseñado para hacerlo con parejas de niños con problemas de conducta, tales como la agresividad.  Esto no es así caprichosamente, sino que responde a necesidades de investigación.

Camp y Bash (1998) afirman que, en principio, iría dirigido a niños agresivos de entre 6 y 8 años.  También a cualquier niño con un déficit cognitivo similar y con una capacidad intelectual adecuada a lo que el programa requiere. Asimismo, creen que sería beneficioso con niños impulsivos, con problemas de aprendizaje, puramente académicos (en lectura o matemáticas) o de relaciones sociales.

Cuando han utilizado el programa con niños retardados o psicóticos ha funcionado bien, pero, eso sí adaptando las lecciones del programa de forma que quedarán sujetas a sus necesidades de tiempo (ya que requieren más para aprender) y de progresos (ir aumentando la tarea paso a paso, más lentamente que otros niños). Las autoras han identificado tres tipos de niños: niños con habilidades cognitivas superiores o inferiores a las que se requieren para realizar el programa, niños perturbados emocional o motivacionalmente y niños conflictivos de familias desestructuradas.

Distinguen cinco estudios a partir a partir de lo que han podido ir depurando el programa. Así el primero de ellos lo realizaron con 24 chicos agresivos que fueron asignados de forma aleatoria en dos grupos: uno que iba a recibir el entrenamiento en el programa de forma individual (equipo A) y otro que no (Equipo B). A la vez utilizaron otro grupo de chicos normales (equipo C) con el que comprar a los otros dos. Se tomaron algunas medidas a los tres equipos antes y después de la puesta en práctica del proyecto, que fueron de tres tipos:

  • Los profesores informaban de las conductas agresivas de todos los chicos
  • Se pasaron escalas de conducta social que informaban sobre cómo se comportaban esos chicos socialmente en la escuela
  • Un conjunto de pruebas de índole cognitiva (inteligencia, memoria, lectura, escritura, etc.)

Los resultados que obtuvieron indicaron que los chicos del Equipo A (el que fue entrenado con el Piensa en Voz Alta-Think Aloud) mejoraron muchísimo mas que los del equipo B, tanto en su ejecución de tareas cognitivas como en sus conductas en clase. Además, no se diferenciaban mucho de los del equipo C, es decir, de los que no eran agresivos. Todo esto quiere decir que los del equipo A mejoraron, incluso llegaron a comportarse como los “normales”, es decir, a no ser agresivos gracias al programa. El problema fue que sus conductas sociales en general no mejoraron, los profesores decían que los chicos habían mejorado en cuanto a su comportamiento en clase, pero no tenían mejores relaciones sociales. Esto llevó a las autoras a revisar el programa y tratar de fortalecer este aspecto ¿cómo? Fue así como decidieron entrenar a parejas de chicos, en vez de hacerlo individualmente.

De este modo, y tras un estudio de prueba, realizaron un entrenamiento de 8 semanas a 63 chicos agresivos. Los dividieron de nuevo en dos grupos: uno iba a ser entrenado en el programa “Piensa en Voz Alta” (PA) y otro en un programa cuyo objetivo era aumentar la autoestima para chicos impulsivos. Este era el programa “Grandes Expectativas (GE)”. Los resultados que obtuvieron fueron buenos en cuanto a los aspectos cognitivos. Los chicos del PA mejoraron más que los del GE, y sus mejoras tendían hacia la normalidad (tanto a corto como a largo plazo). Sin embargo, los aspectos sociales y de la conducta en clase volvieron a no ser tan claros. A corto plazo, parecía que los chicos del PA realizaban las conductas agresivas en clase de un modo más apropiado que los del programa GE. De hecho, estos últimos seguían agrediendo físicamente a sus compañeros, mientras que los otros realizaban conductas tales como ha<ser ruido, levantarse de la silla, etc. Las autoras afirman que estos chicos quizá estaban utilizando en clase las técnicas aprendidas en el entrenamiento, y no es que fueran menos agresivos que sus compañeros del otro programa, sino que “canalizaban” su agresividad de una manera menos perturbadora. En cuanto a los resultados que obtuvieron pasado un tiempo, los profesores admitían que ya no había diferencias entre ellos, es decir, lo poco bueno parecía haberse disipado.

Finalmente, tras estos resultados decidieron depurar aun mas los procedimientos con mayor impacto en las relaciones sociales y en el aula, y realizaron un programa-repaso tanto del PA como del GE a los dos grupos. Los resultados apuntan a que los chicos que se beneficiaron del repaso, también obtuvieron mejoras en la conducta en clase, en la hiperactividad, la impulsividad medida con el MFFT, etc. Los que no se beneficiaron de estas sesiones de repaso no mejoraron en ninguno de los tres aspectos mencionados anteriormente. Las autoras llegaron a la conclusión de que el programa de repaso de PA beneficia a aquellos que evolucionaron favorablemente en cuanto a lo cognitivo en la primera fase, pero no a las conductas de clase y sociales. Así, esto puede desarrollarse mediante el programa de repaso debido a su énfasis en la resolución de problemas sociales.

 

(información extraída de El Niño impulsivo : estrategias de evaluación, tratamiento y prevención / Gualberto Buela-Casal, Hugo Carretero-Dios, Macarena de los Santos-Roig, 2002)

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