Trastornos de la Sexualidad

Por Qué Pierdo el Interés Sexual: Las Razones Más Comunes y Qué Hacer al Respecto

El deseo sexual fluctúa naturalmente a lo largo de la vida, pero cuando el interés disminuye de manera persistente, puede generar preocupación. A continuación, exploramos las razones más comunes detrás de esta situación y cómo abordarlas para recuperar el equilibrio en tu vida íntima. Razones Psicológicas Estrés y Ansiedad: Las preocupaciones diarias y el estrés pueden suprimir el deseo sexual. Depresión: Este trastorno afecta tanto la libido como la capacidad para disfrutar de las relaciones íntimas. Problemas de Pareja: Los conflictos emocionales, la falta de comunicación o las expectativas no cumplidas pueden impactar directamente en la sexualidad. ¿Qué hacer? Habla abiertamente con tu pareja sobre tus emociones. Considera la terapia psicológica o de pareja como un recurso valioso. Factores Físicos Desequilibrios Hormonales: Cambios en los niveles de testosterona, menopausia o problemas tiroideos pueden afectar el deseo sexual. Fatiga Crónica: La falta de energía puede disminuir el interés en la intimidad. Enfermedades Crónicas: Diabetes, problemas cardiovasculares o dolores persistentes son factores influyentes. ¿Qué hacer? Consulta a un médico para evaluar tus niveles hormonales y tu estado de salud general. Mejora tus hábitos de sueño y alimentación para aumentar tu energía. Efectos Secundarios de Medicamentos Antidepresivos, anticonceptivos hormonales o medicamentos para la presión arterial pueden tener un impacto negativo en la libido. ¿Qué hacer? Habla con tu médico sobre alternativas o ajustes en la medicación. Factores Culturales o Sociales Estigma Sexual: Tabúes culturales o religiosos pueden inhibir la expresión del deseo. Expectativas Irrealistas: Influencias de los medios o la pornografía pueden distorsionar la percepción de la sexualidad. ¿Qué hacer? Educa tu perspectiva sexual con información confiable. Busca grupos de apoyo o espacios seguros para dialogar sobre estos temas. Cómo Recuperar el Deseo Sexual Comunicación Abierta: Hablar con tu pareja sobre tus necesidades y preocupaciones. Autocuidado: Ejercicio regular, alimentación saludable y técnicas de relajación. Terapia Sexual: Un especialista puede ofrecer herramientas personalizadas para superar los desafíos. Conclusión La pérdida de interés sexual puede ser frustrante, pero es importante recordar que no estás solo. Identificar las causas subyacentes y tomar medidas proactivas puede marcar una gran diferencia en tu bienestar emocional y físico.  

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¿Es Normal Sentir Dolor Durante el Sexo?

El dolor durante el sexo es una preocupación que muchas personas experimentan, pero es un tema que a menudo se evita o se minimiza. Sin embargo, sentir dolor durante la actividad sexual no es algo que se deba ignorar, y puede ser indicativo de diversas causas físicas y emocionales. En este artículo, exploraremos las razones más comunes detrás del dolor durante el sexo y lo que se puede hacer al respecto. ¿Qué es el dolor durante el sexo? El dolor durante el sexo, conocido médicamente como dispareunia, se refiere a cualquier tipo de malestar o dolor que se experimenta durante o después de la penetración sexual. Este dolor puede ocurrir en diversas áreas del cuerpo, como los genitales, la pelvis o incluso la parte baja de la espalda. Puede variar en intensidad, desde molestias leves hasta un dolor intenso que puede interferir con la actividad sexual. Causas físicas comunes del dolor durante el sexo Existen varias razones físicas por las cuales una persona puede sentir dolor durante el sexo. Algunas de las más comunes incluyen: Sequedad vaginal La falta de lubricación adecuada puede causar fricción excesiva durante el sexo, lo que puede resultar en dolor o incomodidad. La sequedad vaginal puede ser el resultado de varios factores, como cambios hormonales, medicamentos, estrés o simplemente falta de excitación. Infecciones o enfermedades Las infecciones como las infecciones del tracto urinario (ITU), las infecciones por hongos, las enfermedades de transmisión sexual (ETS) o la vaginitis pueden causar dolor durante el sexo. Además, las enfermedades inflamatorias pélvicas pueden ser una causa subyacente. Endometriosis Esta es una afección en la cual el tejido que normalmente recubre el interior del útero crece fuera de él, causando dolor durante el sexo, especialmente durante la penetración profunda. La endometriosis también puede ir acompañada de dolor pélvico crónico y otros síntomas. Fibromas uterinos Los fibromas son tumores no cancerosos que pueden desarrollarse en el útero. Dependiendo de su tamaño y ubicación, pueden causar dolor o presión durante el sexo. Disfunción del suelo pélvico La disfunción del suelo pélvico ocurre cuando los músculos que soportan la pelvis están tensos, debilitados o fuera de lugar. Esto puede causar dolor durante el sexo, dificultades para alcanzar el orgasmo o sensación de presión en la zona pélvica. Problemas con el pene o la vulva En algunas personas, el dolor puede estar relacionado con condiciones específicas como el síndrome de la vulvodinia, que se refiere al dolor crónico en la vulva sin una causa aparente, o el síndrome de dolor peneano, que afecta a los hombres y puede estar relacionado con la sensibilidad del pene o la aparición de cicatrices. Causas emocionales y psicológicas del dolor durante el sexo El dolor sexual no siempre tiene una causa física; las emociones y los factores psicológicos también juegan un papel importante. Algunas causas emocionales comunes incluyen: Estrés y ansiedad El estrés puede afectar tanto a la mente como al cuerpo, e incluso puede alterar la respuesta sexual. La ansiedad, particularmente la ansiedad sobre el desempeño sexual o el miedo al dolor, puede hacer que los músculos se tensen, lo que puede llevar a incomodidad o dolor durante el sexo. Trauma o abuso sexual Las experiencias pasadas de trauma o abuso sexual pueden tener un impacto profundo en la salud sexual y emocional de una persona. El dolor durante el sexo podría ser el resultado de recuerdos o respuestas físicas asociadas con el trauma. Problemas en la relación Los conflictos de pareja, la falta de comunicación y las tensiones emocionales también pueden afectar la vida sexual. Las dificultades en la relación pueden contribuir a la falta de deseo, lo que puede generar incomodidad o dolor durante el sexo. ¿Qué hacer si experimentas dolor durante el sexo? Si experimentas dolor durante el sexo, es fundamental no ignorarlo y buscar soluciones adecuadas. Aquí hay algunas acciones que puedes considerar: Consultar a un profesional de la salud Es importante visitar a un médico o ginecólogo si el dolor persiste. Ellos pueden realizar pruebas para identificar si existe una condición médica subyacente que necesite tratamiento, como infecciones, endometriosis, o disfunción del suelo pélvico. Revisar los medicamentos Algunos medicamentos pueden afectar la lubricación y la función sexual, causando dolor. Habla con tu médico si sospechas que algún medicamento está influyendo en tu experiencia sexual. Mejorar la lubricación Si la sequedad vaginal es la causa, considera usar lubricantes a base de agua durante el sexo. Esto puede reducir la fricción y mejorar la comodidad. Terapia sexual Si el dolor está relacionado con factores emocionales o psicológicos, la terapia sexual puede ser útil. Un terapeuta especializado puede ayudarte a abordar el estrés, la ansiedad o el trauma que pueda estar afectando tu vida sexual. Fortalecer el suelo pélvico La fisioterapia del suelo pélvico puede ser beneficiosa para tratar la disfunción del suelo pélvico. Esto incluye ejercicios para relajar y fortalecer los músculos del área pélvica, lo que puede reducir el dolor y mejorar la función sexual. Conclusión Es importante recordar que no es «normal» sentir dolor durante el sexo, y que hay muchas razones por las cuales esto puede suceder. Identificar la causa del dolor es crucial para encontrar el tratamiento adecuado. Ya sea una cuestión física o emocional, buscar ayuda profesional es el primer paso hacia una vida sexual más cómoda y satisfactoria. No dudes en hablar con un médico o terapeuta si el dolor persiste, ya que tu bienestar sexual y emocional es fundamental.

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¿Qué es la Aversión Sexual?

La aversión sexual, también conocida como trastorno de aversión sexual, es una condición en la que una persona siente un fuerte rechazo o incomodidad hacia la actividad sexual, a menudo acompañada de un sentimiento de ansiedad o incluso repulsión. Esta condición puede interferir significativamente en la vida de una persona, afectando tanto su bienestar emocional como sus relaciones de pareja. Es importante destacar que la aversión sexual no es lo mismo que una baja libido o la falta de deseo sexual. Mientras que la libido baja implica una falta de interés en el sexo, la aversión sexual se refiere a un rechazo activo hacia las actividades sexuales. Señales de Aversión Sexual Si estás comenzando a preguntarte si podrías tener aversión sexual, aquí hay algunas señales que podrían indicar la presencia de esta condición: Sentimiento de repulsión o incomodidad ante el sexo: Si piensas en la actividad sexual y experimentas una sensación de incomodidad, ansiedad o incluso asco, podrías estar lidiando con aversión sexual. Evitar el contacto físico o la intimidad: Evitar actividades sexuales o cualquier tipo de contacto físico que pueda llevar a la intimidad sexual es un indicio común de aversión sexual. Falta de deseo sexual: Aunque la falta de deseo sexual por sí sola no indica aversión, en algunos casos, las personas con aversión sexual experimentan una total ausencia de interés por el sexo. Sentimientos de ansiedad o pánico: Algunas personas con aversión sexual pueden experimentar ansiedad, miedo o pánico ante la idea de tener relaciones sexuales. Dolor durante o después del sexo: Si el sexo te resulta doloroso o incómodo, tanto física como emocionalmente, esto puede contribuir a la aversión hacia la actividad sexual. Culpa o vergüenza: Sentirse culpable o avergonzado por no disfrutar del sexo, o por rechazarlo, puede ser una consecuencia emocional de la aversión sexual. Causas Comunes de la Aversión Sexual Las causas de la aversión sexual pueden ser diversas y variar de una persona a otra. Algunas de las más comunes incluyen: Experiencias traumáticas previas: El abuso sexual, la violencia o cualquier otro tipo de trauma emocional relacionado con el sexo pueden crear una aversión duradera. Problemas de relación: Los conflictos de pareja, la falta de comunicación o una relación poco satisfactoria pueden afectar negativamente la actitud de una persona hacia el sexo. Trastornos psicológicos: Trastornos como la depresión, la ansiedad o el estrés pueden contribuir a la aversión sexual al disminuir el deseo o aumentar la incomodidad emocional. Factores físicos o médicos: Trastornos hormonales, infecciones o problemas de salud física también pueden desencadenar una aversión al sexo. Cultura y creencias: En algunas personas, los valores culturales o religiosos pueden influir en la forma en que perciben el sexo, llevándolas a rechazarlo. Soluciones para Superar la Aversión Sexual Si experimentas aversión sexual, hay soluciones y enfoques que pueden ayudarte a superar esta dificultad: Terapia psicológica: Un terapeuta especializado en problemas sexuales o terapia de pareja puede ayudarte a abordar las causas emocionales y psicológicas de la aversión sexual. Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC puede ser útil para cambiar patrones de pensamiento negativos y evitar que los temores o la ansiedad interfieran en la actividad sexual. Mejorar la comunicación en la pareja: Hablar abierta y sinceramente con tu pareja sobre tus sentimientos y preocupaciones puede aliviar tensiones y mejorar la relación. Educación sobre sexualidad: Informarte sobre sexualidad y aprender sobre el consentimiento, la intimidad y las preferencias personales puede ayudarte a redefinir tu relación con el sexo. Cuidado médico: Si la aversión sexual está relacionada con problemas de salud, como desequilibrios hormonales o dolor físico, es importante consultar a un médico para recibir tratamiento adecuado. Mindfulness y relajación: La práctica de técnicas de relajación o mindfulness puede ser útil para reducir la ansiedad y crear un ambiente más cómodo para la intimidad. Conclusión La aversión sexual es una condición que puede afectar profundamente la vida de una persona y sus relaciones. Reconocer los signos y entender sus causas es el primer paso hacia la recuperación. Si estás lidiando con la aversión sexual, no dudes en buscar apoyo profesional para encontrar las soluciones adecuadas que te ayuden a superar esta dificultad y mejorar tu bienestar emocional y sexual.  

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Fobias Sexuales: Cuando el Miedo Impide la Intimidad

La intimidad es una parte esencial de las relaciones humanas, pero para algunas personas, puede convertirse en una fuente de ansiedad y temor extremo. Las fobias sexuales son un tipo de trastorno de ansiedad que puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes las padecen, interfiriendo con su bienestar emocional y sus relaciones interpersonales. En este artículo, exploraremos qué son las fobias sexuales, sus causas, síntomas y posibles tratamientos. ¿Qué son las fobias sexuales? Las fobias sexuales son miedos irracionales y persistentes relacionados con aspectos de la sexualidad o la intimidad. Estos miedos pueden manifestarse en diferentes áreas, como el contacto físico, la desnudez, el acto sexual o incluso la idea de estar en una situación íntima. Aunque el miedo puede parecer desproporcionado o injustificado para los demás, es completamente real y paralizante para quienes lo experimentan. Algunas fobias sexuales comunes incluyen: Genofobia: Miedo al acto sexual. Gymnofobia: Miedo a la desnudez propia o ajena. Erotofobia: Temor a hablar sobre temas sexuales o relacionados con la sexualidad. Parafobias: Miedo a ciertas parafilias o preferencias sexuales percibidas como amenazantes. Causas de las fobias sexuales Las fobias sexuales pueden tener diversas causas, que a menudo son complejas y multifactoriales. Entre las principales, se incluyen: Experiencias traumáticas: Abuso sexual, violencia o humillación pueden generar una asociación negativa con la sexualidad. Factores culturales o religiosos: Creencias restrictivas o mensajes negativos sobre el sexo pueden contribuir al desarrollo de miedos. Ansiedad generalizada: Las personas con trastornos de ansiedad pueden ser más propensas a desarrollar fobias sexuales. Falta de información: Ideas erróneas sobre la sexualidad pueden generar temor y malestar. Síntomas de las fobias sexuales Los síntomas de las fobias sexuales pueden variar de una persona a otra, pero generalmente incluyen: Reacción física intensa: Palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar o náuseas ante la idea de una situación sexual. Evitación: Evitar cualquier situación que pueda involucrar intimidad o contacto sexual. Malestar emocional: Ansiedad, vergüenza o culpa asociadas con los pensamientos o encuentros sexuales. Impacto en la vida diaria: Dificultad para mantener relaciones románticas o afectivas debido al temor. Tratamientos disponibles Afortunadamente, las fobias sexuales son tratables, y muchas personas logran superarlas con la ayuda adecuada. Algunos enfoques terapéuticos incluyen: Terapia cognitivo-conductual (TCC): Ayuda a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos y comportamientos evitativos. Terapia de exposición gradual: Permite enfrentar el miedo de manera progresiva en un entorno seguro. Psicoterapia individual o de pareja: Puede abordar problemas subyacentes y mejorar la comunicación y la confianza. Educación sexual: Proporcionar información precisa puede ayudar a desmitificar conceptos erróneos y reducir la ansiedad. Medicación: En algunos casos, se pueden recetar ansiolíticos o antidepresivos para manejar los síntomas. Conclusión Las fobias sexuales pueden ser debilitantes, pero es importante recordar que no estás solo y que hay ayuda disponible. Buscar apoyo profesional es un paso crucial para superar estos miedos y recuperar una vida íntima satisfactoria. La comprensión, la paciencia y el cuidado pueden marcar la diferencia en el camino hacia la sanación.    

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Hombres y andropausia: Lo que necesitas saber sobre el cambio hormonal

El término andropausia hace referencia al proceso por el que las capacidades sexuales del hombre van declinando con la edad, a la par de otras funciones orgánicas. Así como en la mujer se produce un proceso de envejecimiento reproductivo, el hombre va perdiendo potencia sexual aunque sin ciclos tan marcados ni pérdidas tan abruptas. De hecho, el término andropausia no sería correcto ya que dibuja una engañosa analogía con el término menopausia que no es tal en el hombre. Algunos autores proponen el uso del término climaterio masculino aunque este tampoco sería del todo correcto puesto que no se produce un cambio abrupto y puntual, sino más bien progresivo. Así pues, aceptamos el término andropausia, aunque con matices, para referirnos a las alteraciones que comienzan a afectar al varón desde los 50 años de edad y que están relacionados con la aparición de un cierto hipogonadismo. Éste se caracteriza por una disminución natural y progresiva de la función testicular, con descenso progresivo en el nivel de andrógenos. La actividad de estas hormonas repercute en muchos procesos del organismo, por lo que al igual que en la mujer, existe una gran variedad de síntomas que son percibidos y vivido de manera muy diferente entre los individuos. Entre los síntomas que podemos observar más frecuentes destacan: Disminución de la calidad seminal y la capacidad de fecundar Pérdida de volumen y proyección de la eyaculación Disminución de la erección debido a una pérdida más rápida de la vaso congestión genital. Hay mayor necesidad de estímulos físicos y la excitación requiere más tiempo. El orgasmo sufre modificaciones, volviéndose menos intenso y de menor duración Ginecomastia (agradamiento de las mamas) Disminución de la masa muscular y aumento de la acumulación de grasas Fatiga Depresión Disminución de la libido y Alteraciones más o menos graves de las capacidades cognitivas   (Información extraída de Hormonas, estado de ánimo y función cognitiva / Sonia Martínez Sanchis (coordinadora); Mercedes Almela Zamorano… [et al.], 2007)

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Cómo hablar de sexo con un adolescente

La adolescencia es una etapa de nuevas experiencias con los demás, las cuales, sin duda, están delimitadas por la aparición de una nueva forma de vivir y expresar la sexualidad. El deseo que siente el adolescente debe ser independiente y su mayor desarrollo intelectual le llevan a querer resolver sus propios problemas sin solicitar ayuda, aunque a veces no tenga la competencia suficiente para hacerlo, lo cual puede tener graves implicaciones para su sexualidad. Con el comienzo de la pubertad aparece también el deseo sexual. Es un deseo diferente de todos los que hasta ese momento se habían experimentado. El deseo sexual dirige la atención y la conducta hacia otras personas, provocando la necesidad de contacto, de comunicación de conocimiento mutuo. Esta nueva adquisición será la principal responsable de que algunos adolescentes decidan iniciarse en conductas propiamente sexuales antes de estar preparados para encajar emocionalmente los que éstas suponen. Las características de la conducta sexual de esta etapa son diferentes de las de periodos anteriores. Se trata de una conducta de mayor intensidad y mas impulsiva. Los chicos y las chicas pueden empezar a salir en pareja, iniciarse en besos y caricias de índole sexual, auto estimularse, tener fantasías homosexuales, etc. todos estos comportamientos son naturales tanto en adolescentes como en adultos y es importante que el adolescente no se sienta culpable por su práctica, ya que constituye el primer avance de lo que más adelante será una sexualidad bien desarrollada. Curiosidad, aprendizaje, acceder al mundo de los adultos, intercambio de afectos… de alguna forma, estas sensaciones y deseos permiten desarrollar relaciones y vínculos más allá del hogar paterno, lo cual es necesario para el proceso de socialización del adolescente. El desarrollo adecuado de habilidades de comunicación y de resolución de problemas; saber decir que no, expresar opiniones contrarias, pedir cambios y negociar con otras personas, ser capaces de establecer un grupo de amigos, conseguir citas, vencer la timidez, saber resolver los sentimientos y expresarlos correctamente, todas estas herramientas básicas en esta etapa para manejar los conflictos que en torno a la sexualidad se les van planteando La primera vez Les guste o no a los padres, la adolescencia es la etapa en que la mayoría de los chicos tiene sus primeras experiencias sexuales. En general, las características del entorno social influyen en que estas primeras experiencias sexuales sean cada vez más precoces. Dicha precocidad conlleva una serie de dificultades añadidas por varios motivos. En primer lugar, se suelen dar en un momento evolutivo en el que el resto de competencias, cuyo desarrollo debe ir parejo al de la sexualidad, no se ha completado. Este hecho implica que el adolescente no sepa gestionar los sentimientos y emociones que una relación tan intima le puede producir. Al mismo tiempo, la inexperiencia y la inmadurez, así como la ausencia en muchos casos de una educación sexual adecuada, o muy mediatizada por tópicos, conducen a creencias erróneas, mitificaciones, información parcial y ambigua, miedos, dudas, etc. que en muchos casos no superan la presión del grupo de iguales y pueden desembocar en embarazos no deseados, contagio de enfermedades, relaciones ajenas a un contexto afectivo, miedos, tensiones, problemas sexuales futuros, baja autoestima, etc. Cómo hablar de sexo con un adolescente La alternativa no puede ser la de prohibir las relaciones sexuales sino dar información adecuada y mantener una actitud de respeto por parte de los adultos. Este tipo de consecuencias desafortunadas tenderán a evitarse en mayor medida si se propicia en los adolescentes una aproximación a la sexualidad de manera progresiva, fomentando la idea de no tener prisa en tener relaciones sexuales completas y no obsesionándose por el aspecto puramente genital. Es importante asimilar que la educación sexual de los hijos no se improvisa, no es cosa de un día. Quien más quien menos, todos hemos sido “victimas” de la charlita de papá y mama, encabezada casi siempre por el consabido “hija creo que hay determinadas cosas que tienes que saber, porque ya no eres una niña” La realidad es que no existe o no debería existir una edad concreta para hablar sobre sexualidad con los hijos. No hay que esperar a la adolescencia para tener el primer encuentro comunicativo con ellos. Probablemente, a esa edad los hijos disponen ya de un alto porcentaje de información adulterada y equivoca. Nos hacemos cargo de que no siempre es fácil hablar con los hijos acerca del sexo. En muchas ocasiones, los padres se sienten abrumados ante la expectativa de tener que informar de determinadas cosas a sus hijos menores, razón por la que muchos de ellos reciben con alivio las negativas de sus hijos a hablar de algo que “ya conocen de sobra”. Obviamente, el hecho de que a los padres les resulte violento hablar de sexo con sus hijos no les exime de hacerlo, de ejercer su responsabilidad como formadores. Pensando en estas limitaciones, no tanto de índole intelectual cuanto emocional, se proponen una serie de pautas que pueden facilitar y orientar esta completa labor de los padres. Informar, ¿hasta dónde? Cuando un chico/a llega a la adolescencia, debe tener ya una determinada información sexual, como por ejemplo: Saber que la sexualidad es una forma de relación entre personas que supone una fuente de placer tanto físico como psíquico Saber que el cauce natural para tener hijos es la relación hombre-mujer Tener conocimientos básicos sobre los aspectos fisiológicos del aparato reproductor y los caracteres sexuales que diferencian al hombre de la mujer Saber lo que es la auto estimulación y la función que cumple Ir tomando conciencia de la importancia de implicar los sentimientos en la experimentación de la sexualidad. Ya en la adolescencia, nuestra forma de comunicación con los hijos deberá ser más clara y especifica. Hay que tener en cuenta que a diferencia de lo que ocurría en la niñez, ahora sí van a tener la oportunidad de poner en práctica la información que reciben. Al llegar a la adolescencia, el menor debería ser informado como mínimo de los siguientes temas: Es habitual,

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¿En qué consiste la terapia sexual?

La terapia sexual ayuda a modificar los pensamientos que distorsionan (creencias y actitudes) la conducta y esto se hace de una manera tan directa como sea posible, aunque los terapeutas sexuales reconocen también el papel de los conflictos en la infancia y la influencia de la relación de pareja. Así, atacan el problema con diferentes terapias, según lo requiera el problema. Aunque las aproximaciones particulares varían, las terapias sexuales ayudan a: Cambiar las creencias y las actitudes derrotistas Aprender habilidades sexuales Mejorar el conocimiento sexual Aumentar la comunicación sexual Reducir la ansiedad La terapia sexual normalmente involucra a ambos miembros de la pareja, aunque en algunos casos se prefiere la terapia individual. Los terapeutas han descubierto que dar permiso para experimentar acerca del sexo, o discutir acerca de actitudes negativas hacia el sexo, ayuda a muchas personas a superar problemas sexuales sin necesidad de una terapia más intensa. ¿Cuál es el enfoque de Masters y Johnson en terapia sexual? Masters y Johnson fueron los pioneros en la utilización de aproximaciones conductuales al tratamiento de las disfunciones sexuales. Un equipo de terapia formado por un hombre y una mujer, se centra en las parejas como unidad de tratamiento durante un programa residencial de dos semanas. Ellos consideran disfuncional no al individuo sino a la pareja. Una pareja puede describir el problema como la disfunción eréctil del marido. Un hombre cuya mujer tenga un trastorno orgásmico seguramente sufrirá ansiedad acerca de su capacidad para proporcionar estimulación sexual eficaz. El enfoque del equipo de terapia de un hombre y una mujer permite a cada miembro de la pareja discutir los problemas con alguien de su propio género. Ello permite que la terapia no se incline a favor del miembro femenino o masculino de la pareja. Permite a cada miembro de la pareja escuchar sus preocupaciones, expresadas por otro miembro del otro género. Las ansiedades y los resentimientos son expuestos públicamente, pero el enfoque del tratamiento es el cambio conductual. A las parejas se les asignan tareas sexuales diarias y ejercicios de focalización sensorial que deben realizar en la intimidad de sus dormitorios. Las sesiones de focalización sensorial las realizan los miembros de la pareja en la intimidad y desnudos. Los miembros de la pareja se turnan para darse y recibir estimulación en zonas no genitales del cuerpo. Sin tocar los pechos ni los genitales, el que da el masaje acaricia a su pareja para proporcionarle placer en un estado de relajación y sin pedir nada a cambio. Como la actividad genital está restringida a ciertas zonas, no hay presión para funcionar. El que da el masaje está liberado para hacer pruebas con ensayo y error acerca de las preferencias sensoriales de la persona receptora. El receptor también está liberado para disfrutar de la experiencia sin sentirse presionado para ser reciproco o estar obligado a funcionar y excitarse. La única responsabilidad del miembro receptor de la pareja es dirigir al compañero/a que da el masaje, como sea necesario, como prefiera recibirlo. Además de estos ejercicios, Masters y Johnson emplean asignaciones de tareas específicas para cada disfunción, para ayudar a las parejas a superarlas. Masters y Johnson fueron los pioneros en el desarrollo de las terapias sexuales y aun hoy muchos terapeutas sexuales toman como punto de partida su formato. Muchos no tratan a sus pacientes en un programa residencial intensivo y otros cuestionan la necesidad del equipo de terapia mujer-hombre. El beneficio terapéutico no parece depender en gran medida de si las sesiones son dirigidas en un periodo de tiempo corto, o espaciadas en el tiempo. ¿Cuál es el enfoque de Kaplan a la terapia sexual? Kaplan (1974) llama a su enfoque terapia psicosexual que combina métodos conductuales y psicoanalíticos. Kaplan cree que las disfunciones sexuales tienen tanto causas inmediatas como remotas. Kaplan comienza la terapia con el enfoque conductual. Ella se centra en mejorar la comunicación de la pareja, eliminar la ansiedad  y alentar las destrezas y el conocimiento sexual. Emplea una forma de terapia breve orientada a la comprensión, cuando parece que las causas remotas dificultan la respuesta al programa conductual. De esa manera espera traer a la conciencia conflictos inconscientes, por haber reprimido los deseos o la sensibilidad sexuales. Aunque Kaplan informa de buen número de éxitos en los casos tratados no existen estudios controlados que demuestren la combinación de técnicas conductuales y las orientadas al conocimiento o psicoanalíticas sean más efectivas que las técnicas conductuales solas. (Información extraída de Sexualidad humana / Spencer A. Rathus, Jeffrey S. Nevid, Lois Fichner-Rathus; traducción, Roberto Leal Ortega; revisión técnica, prólogo y adaptación, Félix López, 2005)  

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¿Cómo puede uno resistir el acoso sexual?

La responsabilidad del acoso sexual siempre recae en el perpetrador y en la organización que permite que el acoso sexual tenga lugar, no en la persona que es objeto del acoso Transmite una actitud profesional. El acoso es a menudo frenado de repente respondiendo al acosador con una actitud profesional Desanima la conducta acosadora y anima la conducta apropiada. El acoso también puede pararse de repente moldeando la conducta del acosador. Tus reacciones ante el acosador pueden animar la conducta profesional y desanimar los flirteos o la conducta sugerente. Si el profesor acosador sugiere que regreses después de las clases para revisar tu trabajo sin que seáis molestados, establece los límites con seguridad. Dile al profesor que te sentirás mas a gusto discutiendo tu trabajo durante el horario lectivo. Mantente en tu objetivo. Cíñete a los temas que tratáis. El acosador debería entender rápidamente el mensaje de que insistes en mantener una relación profesional. Si el acosador insiste, no te culpes. Eres responsable solo de tus propias acciones. Cuando el acosador insiste, puede ser apropiada una respuesta más directa: “Profesor, querría mantener nuestra relación sobre una base estrictamente profesional, ok?” Evitar estar a solas con el acosador. Si estas siendo acosado por tu profesor pero necesitas alguna orientación sobre la preparación de tu trabajo, acércate a él o ella después de clase, cuando otros estudiantes están alrededor, no en privado, durante las horas de tutoría. También puedes ir acompañado de un amigo que espere fuera del despacho mientras consultas al profesor. Guarda un registro. Haz un registro de todos los incidentes de acoso para utilizarlo como documentación en el caso de que decidas hacer una denuncia oficial. El registro debería incluir lo siguiente: Donde tuvo lugar el incidente La fecha y la hora Lo que ocurrió, incluyendo las palabras exactos que se pronunciaron, si puedes recordarlas Como te sentiste Los nombres de los testigos Habla con el acosador. Puede ser incomodo tratar el asunto directamente con el acosador, pero hacerlo coloca al ofensor sobre la noticia de que eres consciente del acoso y quieres pararlo. Puede resultar de ayuda enmarcar tu enfoque en términos de una descripción de las acciones ofensivas especificas, tus sentimientos sobre la conducta ofensiva y lo que tu querrías que hiciera el ofensor. Tener una charla con el acosador puede ponerle freno. Si el acosador niega las acusaciones, puede ser necesario llegar más lejos de las acciones. Escribe una carta al acosador. Anota en un papel un registro de la conducta ofensiva y pon en conocimiento del acosador que el acoso debe parar. Tu carta podría: Describir lo que ocurrió Describir cómo te sientes Describir lo que te gustaría que hiciera el acosador (Quiero que dejes de hacer comentarios sexistas sobre mi) Busca apoyo. El apoyo de personas en las que confías puede ayudarte a través del proceso de resistir el acoso sexual. Hablar con otros te permite expresar tus sentimientos y recibir apoyo emocional, estimulo y consejo. Además, puede reforzar tu causa si tienes la oportunidad de identificar y hablar con otras personas que han sido acosadas por el ofensor. Pon una denuncia. La ley exige a las empresas y organizaciones que respondan de manera razonable de las denuncias de acoso sexual. En las empresas grandes, se designa un funcionario para que se haga carga de estas quejas. Organiza una cita con este funcionario para discutir tus experiencias. Consúltale sobre los procedimientos de reivindicación en la organización y sobre tu derecho a la confidencialidad. Pon a su disposición, el registro de las fechas de los incidentes, lo que ocurrió, cómo te sentiste por ello, etc. Busca soluciones legales. El acoso sexual es ilegal y perseguible. Si estás considerando acciones legales, consulta a un abogado que esté familiarizado con estos casos. Puedes tener derecho a recibir las pagas atrasadas a que se te restaure tu empleo y a daños y perjuicios. Es necesario preguntarse qué podemos hacer todos para moldear la sociedad de manera que el sexo no se utilice mas como instrumento de poder, coacción y violencia.   (Información extraída de Sexualidad humana / Spencer A. Rathus, Jeffrey S. Nevid, Lois Fichner-Rathus; traducción, Roberto Leal Ortega; revisión técnica, prologo y adaptación, Félix López, 2005)

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Trastornos del orgasmo masculino

Bajo este epígrafe del DSM-IV-TR se encuentra la eyaculación retardada y la aneyaculación; como puede haber orgasmo sin eyaculación, parece lo más adecuado el título de trastorno orgásmico, ya que, en cierta forma, existe una equivalencia con la anorgasmia femenina. A pesar de todo, el DSM-IV-TR establece los mismos criterios diagnósticos para ambos cuadros. Es una obviedad que uno de los fines de la sexualidad es la reproducción, por lo tanto, mal le iría a la especie humana si no dispusiera de un mecanismo eyaculatorio difícilmente maleable. Hay que pensar, desde un punto de vista evolucionista, que la selección natural habrá pulido dicha mecanismo de tal forma que los casos de fracaso eyaculatorio sean una excepción. De hecho, solo un 0,4% de las consultas al IASP obedecen a ese motivo. Seguramente por esta causa, las investigaciones realizadas a tal efecto son escasas y se tiende a equiparar los dos cuadros (aneyaculación y eyaculación retardada) en el mismo apartado y a entenderlos como un continuo del mismo proceso. Sin embargo, la experiencia clínica revela que ambas entidades no parecen tener mucho que ver, sobre todo desde el punto de vista de la etiología y del pronóstico. Definición Si en el caso de la EP se ha visto cómo algunos autores han establecido márgenes temporales a la hora de definirla, no existe ese paralelismo en la eyaculación retardada. Tampoco se han postulado criterios según el número de empujes en el coito. Por tanto, no existen unos niveles objetivos de tiempo a partir de los cuales se pueda hablar de demora eyaculatoria. Es bastante más fácil definir la aneyaculación pues como su nombre indica, sería la imposibilidad de eyacular tras una estimulación erótica adecuada. En todo caso, no deja de ser una mala definición, toda vez que se especifica lo que se entiende por estimulación erótica adecuada. Pero sin entrar en discusiones filosóficas, hay que tener en cuenta la presencia o no de la sensación orgásmica, pues, aunque infrecuente, se dan casos donde no hay fluido eyaculatorio y la impresión orgásmica persiste. Por otra parte, hay ocasiones donde la emisión seminal no se corresponde con la percepción subjetiva del orgasmo. Quizá por eso, ya en el DSM-III-R se hablaba de orgasmo masculino inhibido y no de aneyaculación. Como se ha citado, en el DSM-IV-TR se ha cambiado por la denominación de trastorno orgásmico masculino, el cual debe cumplir los siguientes criterios: Ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal, en el trascurso de una relación sexual que el clínico, teniendo en cuenta la edad del individuo, considera adecuada en cuanto a tipo de estimulación, intensidad y duración El trastorno provoca malestar acusado o dificultades en las relaciones interpersonales El trastorno orgásmico no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I (excepto otra disfunción sexual) y no es debido exclusivamente a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o de una enfermedad médica. Obviamente, en la definición no se tiene en cuenta a las personas con eyaculación retrógrada que pueden percibir la sensación del orgasmo y no expulsar el liquido seminal, el cual pasa por la vejiga urinaria y se mezcla con la orina. Esta situación, junto con la eyaculación sin orgasmo placentero y la eyaculación asténica (cuando el liquido seminal no sale propulsado, sino de forma babeante) deben diagnosticarse como trastornos sexuales no especificados. Los trastornos de la eyaculación se dividen en alteraciones por exceso (eyaculación precoz) y por defecto. Estas últimas se clasificarán en función de la fase eyaculatoria afectada: Aneyaculación, si existe alteración de la fase de emisión Eyaculación retrógrada, si la alteración es de la fase uretral Eyaculación asténica, cuando está afectada la fase de expulsión Según otros autores, la anorgasmia propiamente dicha sería la ausencia de orgasmo en presencia de eyaculación. A diferencia de lo que pudiera pensarse, el nivel de excitación de los afectados puede ser excelente. De hecho, la erección casi nunca se ve perjudicada; sin embargo, el placer alcanza unas cotas de las cuales no es capaz de dispararse y el paciente no detecta sensaciones premonitorias de que la eyaculación va a ocurrir. Generalmente, se encuentra excesivamente atento, evaluando un posible cambio en su respuesta que sirva de desencadenante para eyacular y ya se agobia a medida que pasa el tiempo, hasta alcanzar unos niveles de ansiedad que mantienen el bloqueo eyaculatorio. Alteraciones orgánicas Obstrucción de las vías seminales, generalmente debido a agenesia de vesículas seminales u obstrucción de los conductos eyaculadores, lo que suele suceder como consecuencia de procesos infecciosos. Pérdida o disminución de la movilidad de las vías semianales, debido a la alteración mecánica o farmacológica de la inervación responsable de la eyaculación. Entrarían en este apartado las lesiones medulares, las mielopatias, la neuropatía diabética y la neuropatía alcohólica, además de todos los fármacos y drogas que interfieren en la inervación. El 95% de los afectados por lesiones medulares altas padecen trastornos eyaculatorios. El orgasmo es raro debido a la insensibilidad y a veces tras la estimulación erótica aparece una hiperreflexia autonómica (sudoración, hipertensión, cefaleas, etc.) que algunos lesionados experimentan como placenteras por condicionamiento clásico. En las lesiones medias la erección refleja puede permitir, en teoría, la penetración, pero no existirá eyaculación ni orgasmo. Hay que tener presente que el centro responsable de la eyaculación se corresponde con los niveles L1 y L2. En las lesiones bajas el orgasmo y eyaculación son posibles, si bien, ésta no va acompañada de propulsión del líquido seminal. Es común sentir el orgasmo como una sensación placentera en la parte baja del abdomen y en la región interna de los muslos. Problemas hormonales. La hiperprolactinemia se ha descrito como responsable de este trastorno en algunas ocasiones, y se retorna a la normalidad tras el tratamiento adecuado Causas iatrogénicas, como la cirugía abdominopelviana, la lifadenectomía retroperitoneal, la resección transuretral, etc. Factores psicológicos Resulta más difícil precisar los factores psicológicos que inciden en la aparición del trastorno. Masters y Johnson destacan un alto grado de rigidez religiosa, el

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Adicciones y sexualidad

Las drogas de abuso, como el alcohol, los opiáceos, la cocaína y el cannabis, son usadas por muchas personas, en ocasiones, debido a sus supuestas propiedades afrodisiacas. Hemos de saber que aparte de los efectos subjetivos, estas drogas afectan negativamente a la respuesta sexual. Los opiáceos alteran el eje hipotálamo hipófiso gonadal y producen un aumento de los niveles de prolactina, lo que interfiere en la respuesta sexual masculina y femenina. Los efectos de la intoxicación aguda de cocaína pueden parecer estimulantes principalmente por sus propiedades dopaminérgicas, pero a la larga, la intoxicación crónica causa disfunciones sexuales, debido principalmente a un aumento de prolactina. El cannabis, consumido en altas dosis, podría alterar el eje hipotálamo hipófiso gonadal y reducir la fertilidad. En general, el abuso de sustancias potencialmente tóxicas acaba produciendo efectos psicológicos, neurológicos, vasculares, hormonales o metabólicos que pueden alterar la esfera sexual. Sexualidad y enfermedad alcohólica De todas las adicciones que pueden afectar a la salud sexual, el alcoholismo es la que posee la más elevada prevalencia. El alcohol es una droga institucionalizada y totalmente insertada en nuestra cultura. Su consumo está ampliamente generalizado y se le suele atribuir erróneamente, la propiedad de facilitar el encuentro sexual. Contrariamente a esta suposición, se sabe que el alcohol es un tóxico depresor del sistema nervioso central cuya intoxicación aguda y aun más la crónica, perjudican la respuesta sexual Causas orgánicas y psicosociales Las disfunciones sexuales en la enfermedad alcohólica tienen un origen multifactorial son provocadas por causas orgánicas y causas psicosociales. Entre las causas psicosociales destacan la desinserción laboral y el rechazo social y familiar, que contribuyen a la pérdida de autoestima, uno de los principales problemas psicológicos del enfermo alcohólico. El deterioro de la relación familiar tiene una especial incidencia en las relaciones de pareja y en las relaciones sexuales. En las causas orgánicas intervienen factores metabólicos y de malnutrición, factores hepáticos, vasculares y neurológicos, así como factores endocrinos. Todo ello incide negativamente en los mecanismos de la respuesta sexual. Neurotransmisores alterados por trastornos metabólicos, alteraciones vasculares por deposito de lípidos, poli neuropatías y trastornos del SNC, y alteraciones del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, puesto que el alcohol tiene efectos tóxicos directos sobre las gónadas (testículos y ovarios) y el hígado (aumentando el catabolismo de la testosterona y su trasformación en estrógenos). Todos los factores, tanto los orgánicos como los psicosociales, contribuyen a producir graves problemas en la vida sexual del enfermo de alcoholismo crónico. Y esto influirá negativamente en las ya deterioradas relaciones de pareja y aumentará los graves problemas de autoestima que la enfermedad alcohólica produce. Sexualidad en la rehabilitación de la enfermedad alcohólica En la enfermedad alcohólica la persona va perdiendo la conexión con la vida. La desinserción laboral, la ruptura de relaciones sociales, la desestructuración familiar, la destrucción de las relaciones de pareja y la incapacidad creciente para disfrutar de la comida, de la sexualidad, de un paisaje o de muchas de las sensaciones que hacen que nos sintamos vivos, provocan el aislamiento de quien padece la enfermedad alcohólica respecto de su entorno vital. Por esta causa, cuando la persona con alcoholismo comienza su rehabilitación empieza también su retorno a la vida. Volver a vivir es una experiencia que no solemos tener los demás. Recuperar lo que se ha perdido suele revalorizar aquello que se poseía y proporciona una oportunidad especial para mejorarlo. La sexualidad suele ser una de las preocupaciones que los alcohólicos rehabilitados afrontan, cuando intentan recuperar su relación de pareja. El miedo al fracaso, la ansiedad de rendimiento y una autoestima aun muy deteriorada por un lado y los rescoldos de problemas anteriores en la pareja; además de los restos del efecto del alcohol sobre el organismo, por otro, pueden dificultar la reanudación de unas relaciones sexuales normalizadas. Ayudar a la persona alcohólica a superar todos estos obstáculos es fundamental. Así, la sexualidad puede ser un valioso instrumento un camino para ello. En la rehabilitación alcohólica, la pareja del enfermo es el apoyo más importante. En este sentido, es necesario investigar más a fondo, pero al parecer, las diferencias entre hombres y mujeres son palpables. Igual sucede en el caso de la violencia domestica generada por el alcoholismo. Los hombres alcohólicos suelen encontrar en sus parejas más apoyo que las mujeres alcohólicas. Es un aspecto más de las desigualdades, sobre las que hay que seguir trabajando para conseguir disminuirlas. La recuperación de las relaciones de pareja es imprescindible. La recuperación de la comunicación, del afecto y de la comprensión, y de la resolución de los conflictos son tareas importantes, pero se quedarán cortas sin la recuperación de la vida sexual. La sexualidad puede ser un magnifico puente para el reencuentro, un factor determinante para elevar la autoestima, un instrumento rehabilitador y en suma, una oportunidad para la enfermedad alcohólica. Sexualidad y tabaquismo El tabaquismo tiene efectos negativos sobre el sistema cardiovascular y sobre los neurotransmisores implicados en la respuesta sexual. Ello puede afectar al mecanismo vascular de los cuerpos cavernosos del pene y aumentar la prevalencia de disfunción eréctil entre los fumadores. Los hechos acumulados tras más de 2 décadas de investigaciones son contundentes: de acuerdo con la mayor parte de estudios publicados hasta la fecha, fumar duplica el riesgo de padecer impotencia en hombres de entre 30 y 40 años. El riesgo oscila, en  función del estudio, entre el 50 y el 60% de posibilidades con respecto a hombres no fumadores, aunque algunos trabajos lo elevan hasta un 80%. La cantidad de tabaco consumido para alcanzar estas cotas de riesgo sed sitúa alrededor de los 20 cigarrillos diarios y se considera que tiende a crecer paralelamente al consumo. Los diferentes componentes del humo del tabaco pueden tener un efecto sumatorio sobre la respuesta sexual. El efecto vasoconstrictor de la nicotina se suma el aumento del depósito de lípidos sobre las arterias helicinas de los cuerpos cavernosos del pene   (Información extraída de Introducción a la sexología clínica / Manuel Lucas Matheu, 2007)

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