Trastornos psicosomáticos en la salud mental

Este grupo de trastornos se caracteriza por síntomas físicos causados por factores emocionales y que afectan a un único órgano o sistema, inervado por el sistema nervioso autónomo. Los cambios fisiológicos que acompañan estos trastornos son aquellos que se unen normalmente a ciertos trastornos emocionales, pero que en este caso son más intensos y mantenidos. El paciente puede no ser consciente de su estado emocional (DSM-II).

Algunos ejemplos de trastornos psicosomáticos son: acné, alergias, alopecias, edema angioneurótico, arritmias, asma bronquial, jadeo asmático, cardio espasmo, diabetes mellitus, úlcera duodenal, hipertensión esencial, úlcera gástrica, cefaleas, hiperinsulinismo, hipertiroidismo, hipoglucemias, enfermedades autoinmunes, colon irritable, cefalea migrañosa, colitis mucosa, náusea, neuro dermatitis, obesidad, dismenorrea, prurito anal, piloroespasmo, enteritis regional, artritis reumatoide, dolor sacroilíaco, enfermedad de la piel, colitis espástica, taquicardias, cefalea tensional, tuberculosis, colitis ulcerosa, urticaria, vómitos, verrugas.

Los autores de este libro quieren destacar por la importancia en las consultas médicas cuatro de ellos para ahondar en mayor profundidad: síndrome de hiperventilación, colon irritable, úlcera péptica e hipertensión esencial.

Síndrome de hiperventilación

Poco referido en la clínica para la altísima morbilidad de este trastorno. Clínicamente se manifiesta, en los casos más dramáticos, por pérdida de conciencia y en los menos por una progresiva secuencia de síntomas como vacío en la cabeza, vértigo/náuseas, zumbido de oídos, visión borrosa, parestesias. Otros síntomas pueden ser sequedad de boca, llanto o risa incontrolable. Ocasionalmente, tras la hiperventilación, le siguen períodos de apnea. A todo ello se une la aprensión y angustia. La sintomatología es fácilmente reproducible pidiendo al paciente que hiperventile durante unos minutos en la consulta.

La hiperventilación es un síndrome fisiológicamente asociado a situaciones de miedo, ansiedad, dolor o rabia. El mecanismo fisiológico consiste en una alcalosis respiratoria que provoca el vaso construcción de las arterias medias del cerebro y del corazón. En el electroencefalograma se aprecia un aumento de ondas lentas de alto voltaje. La aparición de sintomatología se facilita por tres circunstancias: bipedestación, hipoglucemia y edad inferior a 35 años.

Es necesario hacer un diagnostico diferencial con epilepsia, histeria, hipoglucemia, crisis vagales, infarto agudo de miocardio, síndrome de StokeAdams y arritmia cardiaca. El tratamiento de la crisis aguda es fácil: el paciente debe inspirar su propio aire preferiblemente en decúbito, ayudándose, por ejemplo, de una bolsa de plástico, hasta que remita la alcalosis. A largo plazo, resulta útil una reeducación de la dinámica respiratoria (relajación, yoga, etc.). En pacientes neuróticos puede ser necesaria una psicoterapia que ponga de manifiesto las situaciones ansiógenas o fóbicas del paciente, por lo que procede la interconsulta para la evaluación y, en su caso, la derivación al especialista.

Síndrome de colon irritable

Este impreciso síntoma es referido a un estado más o menos crónico durante el cual hay periodos de cambios evidentes en los hábitos intestinales, a menudo asociados con dolor y flatulencia.

Supone más del 50% de las consultas realizadas a especialistas del aparato digestivo. Es necesario indicar que un buen número de pacientes diagnosticados de síndrome de colon irritable (SCI) no padecen ningún trastorno gastrointestinal, sino algún trastorno psiquiátrico como trastorno por somatización, neurosis de conversión, preocupaciones hipocondriacas como parte de una sintomatología compulsiva o caracterial más compleja. Otros son ansiosos o depresivos que hipervaloran sus molestias y se auto vigilan. En otro grupo, el síndrome lo motivan dietas inadecuadas, aerofagia o consumo de alcohol. Rara vez es la toma de laxantes o antiácidos lo que subyace tras la sintomatología intestinal.

En cualquier mamífero se producen cambios del ritmo intestinal en función de sus vivencias y emociones. En los pacientes con SCI se ha encontrado una alteración fisiológica de mayor reactividad intestinal a esos cambios, fundamentalmente a expensas de un aumento del porcentaje de las ondas de bajo ritmo (tres ciclos por minuto, uno de los dos tipos de ondas intestinales). Asimismo, se ha apreciado que estos pacientes tendrían un bajo umbral al dolor por cambios en la motilidad intestinal.

Aunque se ha querido describir un prototipo psicopatológico del paciente con SCI, ha sido imposible. En todos ellos son reconocibles alteraciones crónicas, ya sea en relación con la ansiedad, depresión, resentimiento y la culpa, siempre en un grado moderado. Se ha querido relacionar la diarrea con rasgos de personalidad agresivos y explosivos, y el estreñimiento con la contención de agresividad, tacañería y meticulosidad.

No se ha encontrado un tratamiento eficaz para este trastorno. Los ansiolíticos y antidepresivos parecen actuar como un placebo y son los cuidados y atenciones del médico por sí mismos, los que consiguen mayor eficacia. A las personas en las que este trastorno provoca una incapacitación social o un grave deterioro de la autoimagen personal se les debería orientar a una psicoterapia clásica, por lo que deben ser derivadas, para su evaluación al escalón especializado.

Úlcera péptica

Una gran cantidad de estudios demuestran que los factores psicológicos afectan a la función gástrica. La influencia de estos cambios de función en la producción de úlceras no está del todo aclarada. Quizás, las áreas hiperémicas, la hipersecreción e hipermovilidad que se aprecia en personas que sufren de sentimientos de rabia, frustración o rencor, unido a la fragilidad de la mucosa, dejan el campo abierto a la acción del jugo gástrico sobre la pared.

Se han desarrollado múltiples teorías acerca del perfil del paciente ulceroso, de las que la más importante es la de Alexander: una personalidad extraordinariamente dependiente, hecho inconsciente para el propio sujeto y que estaría encubierta con una aparente actitud de hiperdependencia, ambición, emprendedor y competitivo, lo que provocaría una sensación de insatisfacción crónica (“hambre crónica”) que conduciría a una hiperactividad vagal o de hiperproducción de pepsinógeno, que concluiría en hipersecreción de ácido y formación de úlceras.

No hay estudios sistematizados sobre la eficacia de los tratamientos de abordaje psiquiátricos. Parece que tanto el asesoramiento para llevar un estilo de vida más familiar como las técnicas cognitivas para reducir el estrés han tenido utilidad fundamentalmente en la prevención de las recaídas.

Hipertensión esencial

Si bien no se ha encontrado una causa única precipitante de la hipertensión esencial (HE) han sido propuestas, sustentadas en observaciones y estudios epidemiológicos, una variación de causas ambientales y psicológicas.

Estudios comparativos sociológicos, han mostrado una mayor incidencia de HE en poblaciones de bajo nivel sociocultural, con tasas elevadas de criminalidad y bajas incidencias en sociedades de tradiciones firmes y estructuras sociales estables.

Por otro lado, los intentos de hacer un perfil del paciente hipertenso han sido muy criticados por imprecisos. Sí está confirmado que la tensión arterial varía durante el día en función de factores internos y externos. En profesiones de alto estrés (controladores de vuelo, etc.), se aprecian elevaciones mantenidas de tensión arterial inducidas por un permanente estado de excitación del sistema nervioso autónomo. El uso de terapias psicofarmacológicas y psicológicas (comportamentales, dinámicas y otras) se han practicado como auxilio al tratamiento dietético y/o antihipertensivo, pero no existen bases para sostenerlo como una forma de proceder de rutina.

En general, el grado de implicación de los factores psicológicos en la génesis y el mantenimiento de los trastornos denominados psicosomáticos, es incierta en la mayor parte de los casos. El abordaje terapéutico eficaz debe incluir cambios en la actitud vital del sujeto, comprensión de la vivencia emocional y modificación de la respuesta de la misma.

Ocasionalmente, el empleo de psicofármacos puede ser de utilidad, bien para el tratamiento de trastornos por ansiedad o afectivos asociados al trastorno psicosomático o bien, como coadyuvante del tratamiento médico.

(extraída información de Salud Mental / A.I. Romero Hidalgo, A. Fernández Liria, 1990)

 

 

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