La depresión en la historia

La depresión se conoce desde el principio de la Historia de la Medicina. Hasta hace más o menos un siglo, se llamó melancolía. Los médicos de todos los tiempos han buscado las causas de esta terrible enfermedad y han aplicado remedios más o menos válidos. Dos han sido las causas históricas más importantes y frecuentes de la depresión:

  • Exceso de bilis negra
  • La cólera de los dioses

La medicina humoral imputó la causa de la depresión a un exceso de bilis negra. Durante siglos, los médicos han creído que la salud es el resultado del equilibrio de cuatro humores principales: sangre, linfa o flema, bilis amarilla y negra. Si uno de esos humores prevalecía constantemente en el organismo, se hablaba de propensión. Si el humor preponderante era la bilis negra, el individuo era constitucionalmente propenso a la melancolía. Si la cantidad de bilis negra del organismo solamente excedía su cupo durante un periodo de tiempo, el individuo sufría melancolía. El tratamiento consistía en evacuar el exceso de humor acumulado en la sangre por medio de dietas, sangrías, evacuantes, diuréticos y eméticos.

Otra de las causas históricas de la depresión ha sido el resultado de la cólera de algún dios que castiga implacable al humano transgresor de sus leyes. Y el tratamiento ha sido, por tanto, místico. Oración, rituales, sacrificios al dios enojado. Eso la enlaza con el sentimiento de culpa y muchos filósofos han entendido que el sentimiento de culpa procede del pecado original.

Adán y Eva incumplen la ley de Dios y Dios les castiga arrojándoles para siempre del Paraíso. Los pecadores lamentarán siempre la pérdida de aquel estado de gracia e inocencia y llorarán hasta el fin de sus vidas su mala acción, a causa de la cual se han acabado sus días de felicidad.

La situación de Adán y Eva es una excelente metáfora para comprender cómo el homínido se convirtió en hombre al adquirir la conciencia que lo distingue de los animales y cómo al adquirir la conciencia y darse cuenta de las cosas, perdió la ingenuidad animal que caracterizaba la vida en el Paraíso. Se acabó el vivir conforme a los instintos, se acabó el comportarse según las tendencias de la especie, se acabó el actuar siguiendo la programación genética. La conciencia hizo al hombre dueño de su destino y le embarcó en un proyecto existencial de futuro, de planificación y de entendimiento. Ya les había augurado la serpiente que serian como dioses.

Y con la conciencia vino la culpa. La culpa supone concienciar que hemos trasgredido la norma social a sabiendas. Que hemos hecho algo prohibido y que esa acción nos va a costar el rechazo de nuestro grupo social. La culpa implica algo más que la conciencia, implica una conciencia moral.

El sentimiento de culpa de Adán y Eva por haber perdido el bienestar del Paraíso es el sentimiento de culpa del hombre que pierde la tranquilidad de su conciencia. El sentimiento de vergüenza de Adán y Eva al hallarse desnudos ante Dios es la vergüenza del hombre que se siente indigno del amor de su Dios y rechazado por su grupo, porque ha trasgredido las normas.

La culpabilidad por la pérdida de ese objeto de amor, de bienestar  o de tranquilidad espiritual es, casi siempre la causa de la depresión.

 

 

(Información extraída de Los errores del alma: convivir con personas difíciles / Ana Martos Rubio, 2004)

 

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