Aprende a perdonarte

¿Qué ocurre cuando no estamos tranquilos y pensamos que actuamos de manera frívola?¿debemos perdonarnos también en aquellas ocasiones en las que nuestros fines no eran tan intachables?¿cuándo hicimos algo sabiendo que podía ir en detrimento o perjuicio de alguien?¿cuándo actuamos incluso con la intención de aprovecharnos de las circunstancias?¿cuándo abusamos del cariño o de la confianza que nos tenían?¿Qué hacemos cuando pensamos que no merecemos el perdón?

Si analizamos lo que ocurrió, seguro que encontramos una explicación a los hechos. El análisis objetivo de lo que sucedió nos puede facilitar las claves que nos permitirán descubrir tanto las respuestas a los principales interrogantes de aquellos sucesos como las motivaciones últimas que nos impulsaron a actuar de determinada manera.

La psicología es una ciencia que analiza las conductas e identifica las motivaciones que subyacen e impulsan nuestra forma de actuar. Hay que señalar que muchas personas pueden confundir perdonar con olvidar, y perdonar y perdonarnos no implica necesariamente olvidar lo ocurrido.

Podemos perdonarnos algo que hicimos, pero eso no significa que lo borremos de nuestra mente, al contrario, si queremos aprender y no cometer los mismos fallos, convendrá que no olvidemos lo que no debió suceder o aquello que no debimos hacer. Además, ser sensibles y buenas personas no significa que dejemos nuestra vida en manos de los demás, que les concedamos la potestad de dirigir y gobernar nuestras emociones ni que sean ellos quienes con su dictamen puedan favorecer nuestra felicidad o provocar nuestro sufrimiento.

El perdón autentico es interno, personal e intransferible. Si nos sentimos culpables de determinados hechos, por mucho que nos perdone los demás, hasta que no nos perdonemos nosotros mismos, su perdón no nos servirá. Cuando nos hemos perdonado algo, no debería condicionarnos el juicio contrario o la calificación negativa que puedan hacer otros de nosotros, pero la reacción y la emoción dependerá de la seguridad o la inseguridad que tenga cada persona.

Solo nosotros conocemos en profundidad cómo vivimos cada situación: lo que sentimos, lo que nos condiciona, lo que está en la raíz de nuestras conductas y en el origen de nuestras emociones; por ello, si dejamos que quienes nos rodean sean nuestros jueces, nuestra vida dependerá de su veredicto.

Conviene recordar que:

  • Reconocer nuestra culpa no supone que no podamos perdonarnos. El perdón no justifica nuestra mala acción, pero nos ayudará a reparar, en lo posible, el perjuicio que hayamos causado.
  • Asumir e identificar los errores del pasado para no repetirlos en el futuro es necesario, ya que a veces no tenemos posibilidad de repararlos.
  • Recuperar en el presente el control perdido en el pasado es imprescindible cuando alguien ha cometido errores. Únicamente así tendrá la fuerza, el coraje y la determinación para perdonarse.
  • Nos sentimos condicionados por el juicio contrario o la calificación negativa que de nosotros puedan hacer otras personas cuando nos hemos perdonado por algún error. Debemos poder perdonarnos, aunque no nos perdonen los demás.
  • No vivir a la espera del perdón de los demás, porque entonces estaríamos renunciando a controlar nuestras vidas.
  • Perdonarnos es un derecho al que siempre debemos aspirar

(información extraída de Las 3 claves de la felicidad : perdónate bien, quiérete mejor y coge las riendas de tu vida / Mº Jesús Álava Reyes, 2014)

 

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