Tartamudez: evaluación, diagnóstico y análisis

La tartamudez es un problema universal conocido desde hace miles de años. Demóstenes padecía este trastorno del habla que habría corregido metiéndose piedrecitas en la boca cuando hablaba. Este trastorno ha sido objeto de un considerable interés desde hace siglos.

Cuadro clínico

En el lenguaje popular, la tartamudez se refiere a la repetición de silabas, palabras o sonidos. Cuando las repeticiones, los bloqueos o las prolongaciones son frecuentes o dificultan la comunicación, los interlocutores identifican al individuo como tartamudo. Pese a la aparente facilidad para identificar a los tartamudos en la vida cotidiana, los especialistas no se ponen de acuerdo para definir este comportamiento. Los teóricos adoptan una definición de tartamudez en función de su interés, formación y de la orientación técnica.

La prevalencia de la tartamudez en el niño es del 3 al 4%. No obstante, en la edad adulta sería del 1% de la población  general. La mayoría de los casos comienzan a tartamudear antes de los cinco años. No se observa ningún caso de inicio después de los 11 años. En alrededor del 75% de los casos, la tartamudez es un fenómeno transitorio que desparece sin tratamiento. Aunque no hay que alarmarse si su hijo empieza a tartamudear, es importante consultar a un profesional que conozca el tema, pues este trastorno nunca desaparece espontáneamente tras la infancia.

Las principales características de este trastorno del lenguaje son alteraciones frecuentes e involuntarias en la fluidez verbal tales como repeticiones, pausas, prolongaciones e interjecciones. El paciente presenta una alteración del ritmo respiratorio, una tensión muscular en las mejillas y en la garganta y en ocasiones, unos movimientos de algunas partes del cuerpo. Finalmente estas características se acompañan a menudo de un estado de ánimo desagradable, como ansiedad o irritación.

Evaluación, diagnóstico y análisis funcional

El DSM-III-R define el tartamudeo de manera muy vaga: “frecuentes repeticiones o prolongaciones de sonido o de silabas que dificultan claramente la fluidez verbal”. Estos criterios serán poco útiles para que el clínico pueda determinar la presencia de una tartamudez clínicamente significativa.

La mayoría de los especialistas reconocen cuatro elementos al respecto para definir este trastorno del lenguaje:

  • Vacilación: la persona empieza la palabra o la sílaba, pero vacila antes de completarla
  • Repetición: la persona pronuncia la palabra o silaba correctamente, pero las repite por completo
  • Prolongación: la persona pronuncia la silaba de manera prolongada
  • Bloqueo: la persona es incapaz de iniciar una palabra o una silaba

Se emplean dos categorías de medición: las medidas comportamentales y las medidas subjetivas. Las primeras hacen referencia al porcentaje de silabas tartamudeadas y al flujo verbal. Se trata de contar el número total de silabas pronunciadas respecto al número de silabas tartamudeadas (ST) y calcular un porcentaje.

Los 4 criterios que serán útiles para identificar los tartamudeos:

  1. Vacilación. Se caracteriza por un ligero sonido antes de completar la palabra
  2. Repetición. Repetición de la unidad. Ej. Tú tú tú llevas un un bonito sombrero
  3. Prolongación. Estiramiento o prolongación del sonido o de las palabras. Ej. Túuuuuu llevas un bonitoooo sombrero
  4. Pausas con un esfuerzo muscular, pero sin sonido

Una medida subjetiva muy útil es el test de Erickson que evalúa los comportamientos de evitación del tartamudo. Este instrumento de medida es interesante tras la terapia, el paciente no deberá seguir presentando conductas de evitación.

Tratamiento

El abordaje comportamental ha significado importantes progresos en el tratamiento de la tartamudez. Se han desarrollado múltiples técnicas basadas en el aprendizaje de un nuevo ritmo de expresión. En general, los resultados son excelentes a corto plazo, pero la generalización y el mantenimiento de los beneficios terapéuticos han planteado serios problemas. Esta intervención comprende los siguientes componentes básicos:

  1. El entrenamiento en la toma de conciencia permite al sujeto tomar conciencia de sus tartamudeos. Esta toma de conciencia facilita la disminución de la tartamudez. El terapeuta le presenta al principio al sujeto, la definición de tartamudez y la señala cada vez que la presenta. El propio sujeto indica sus tartamudeos. Esta fase del tratamiento se prosigue hasta que el sujeto identifica el 85% de sus tartamudeos durante dos sesiones consecutivas
  2. Respiración regularizada se compone de los elementos presentados por Azrin y Nunn (1974)
    1. Puesta en evidencia de los inconvenientes
    2. Entrenamiento en relajación
    3. Anticipación del tartamudeo
    4. Actividades incompatibles
    5. Entrenamiento correctivo
    6. Entrenamiento preventivo
    7. Práctica positiva
    8. Ayuda social
    9. Ejercicio en público
    10. Ejercicios tras el tratamiento
  3. El aumento gradual del flujo verbal facilita la integración de la respiración regularizada y permite la introducción de los objetivos próximos. Con el fin de alcanzar el flujo verbal ideal, el terapeuta cronometra algunas muestras de su conversación. A esta velocidad, cada palabra es pronunciada lentamente, lo cual favorece la seguridad verbal.
  4. La reestructuración cognitiva pretende corregir las cogniciones negativas e inadecuadas de la persona. El sujeto explica sus pensamientos negativos y automáticos relativos a su tartamudez en ciertas situaciones sociales.
  5. Práctica en grupo. Los efectos son numeroso: generalización de los beneficios terapéuticos, sugerencias del medio para participar en situaciones difíciles, aprendizaje de actuación para la solución de problemas y entrenamiento en las habilidades sociales.
  6. Actitudes de los padres. Para el entrenamiento de los niños tartamudos, se invita a los padres a participar en sesiones terapéuticas con el fin de aprender el método y utilizarlo en casa con el niño. Del mismo modo, si el profesor manifiesta interés lo integramos en el tratamiento. Con los padres identificamos las actitudes negativas desarrolladas respecto al niño tartamudo. Las principales actitudes a corregir o a favorecer:
    1. Evitar culpabilizar al niño por sus vacilaciones
    2. Evitar interrumpir al niño cuando habla
    3. Evitar acabar sus palabras
    4. Evitar acabar sus frases
    5. Evitar adivinar lo que el niño quiere o intenta decir
    6. Evitar hacerle preguntas al niño sin parar y sin darle tiempo a responder
    7. Evitar corregir constantemente el comportamiento verbal del niño (Ser menos critico)
    8. Dar refuerzos positivos cuando se expresa con mayor fluidez
    9. Mirar al niño cuando habla
    10. Hablar lentamente
    11. Utilizar un lenguaje sencillo
    12. Identificar y modificar las circunstancias que parecen incrementar las vacilaciones
    13. Animar al niño a hablar durante situaciones que faciliten un buen flujo verbal

 

 

(Información extraída de Terapia cognitiva y comportamental / Robert Ladouceur, Ovide Fontaine, Jean Cottraux, 1994)

 

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