¿Cuáles pueden ser las dificultades del sueño en el bebé?

Los niños no nacen sabiendo relajarse y dormir. El principal instinto de supervivencia que sí llevan incorporando al nacer es el de succión, que les permite alimentarse. Los recién nacidos cambian día a día, evolucionando a nivel mental, fisco y social, lo que puede alterar e interferir en el proceso de aprendizaje del sueño. Hay que prever estos cambios en nuestro hijo y adaptarse a ellos para que nuestra tarea de enseñarle a dormir se lleve a cabo con éxito.

Existen dos factores fundamentales, además de la falta de hábitos adecuados, que son los responsables de las dificultades de que el bebé aprenda a dormirse con facilidad: uno es el orden físico y otro el orden psicológico.

Los motivos de la dificultad de aprendizaje del sueño son:

  • Físicos. Tono muscular, luz, sonidos, hambre, frio, ritmo de evacuación de esfínteres
  • Psicológicos. Carácter, personalidad, miedos, inseguridad
  • Descronización con el horario solar
  • Relaciones sociales. Padres primerizos con ansiedad o excesivamente rígidos

El tono muscular del bebé

Ésta puede ser la causa principal de las dificultades el pequeño a la hora de conciliar el sueño. No todos los bebés tienen el mismo tono muscular; hay algunos que siempre están relajado y otros que siempre están tensos. En consecuencia, los hipotónicos o relajados tienen un gran facilidad para dormirse en cualquier sitio o circunstancia, mientras que los hipertónicos o tensos, que son aquellos bebés que al cogerlos en brazos se arqueña y se ponen rígidos, les cuesta mucho lograr un nivel de relajación muscular apto para conciliar el sueño.

A los niños hipertónicos o tensos también les suele ocurrir que se mueven mucho durante la noche a medida que crecen y sus propios movimientos, los despiertan a menudo al chocar contra las barandillas a no ser que tengan una cuna muy amplia.

Para estos bebés lo adecuado es aplicarles un método de relajación que los ayude a superar la tensión musculan que padecen mediante masajes, baños de agua caliente y música relajante

Según el tono muscular del bebé nos encontraremos con mayores o menores dificultades para conseguir que se duerma. Los más conflictivos en este aspecto son los niños tensos y los hipertónicos. Son bebés con un elevado grado de desarrollo psicomotriz; enseguida casi al cumplir los dos meses, aguantan perfectamente la cabeza, reptan por la cuna y se sientan y gatean muy pronto. Son niños muy estimulados y fáciles de entretener; todo les produce curiosidad. Pero, por el contrario, desde edades muy tempranas les cuesta relajarse lo suficiente para dormirse sin dificultad.

Los niños tensos e hipertónicos precisan una combinación de varias técnicas y mucha paciencia para aprender a dormirse, pero lo consiguen bastante de prisa. La combinación ideal para ellos es la música clásica combinada con los masajes y baños de agua caliente.

Notareis que al principio rechaza los masajes, porque está muy tenso y le molesta que lo toquen. Conviene entonces que le pongáis música suave, como las nanas de Brahms, música de Bach, Mozart o el Adagio de Albinoni, mientras le dais un baño de agua caliente a una temperatura máxima de 36-38 grados. Si tenéis preferencia por la música contemporánea podéis utilizar baladas de Elvis Presley (Love me tender), Beatles (Yesterday), Elton John o alguna canción más actual como las de Coldplay.

Es importante resaltar que hay que dejarlo en la cuna a su aire; se moverá mucho, incluso querrá sentarse o darse la vuelta. Hay que dejarlo, no hay que intentar que se quede quieto, tiene que encontrar la manera de relajarse él solo. Si lo mecemos o lo intentamos acostar para que no se mueva, se resistirá. Hay que evitar las sabanas. Aconsejamos el uso de pijamas manta, son más cómodos y reducen los problemas de enredos con las sabanas.

La ansiedad de la separación

Ésta es la gran dificultad de origen psicológico que puede tener un bebé para relajarse y dormirse. La ansiedad de la separación de sus padres o de sus seres más queridos aumenta a medida que el bebé crece y se desarrollan sus sentidos y sus vínculos afectivos.

Los niños empiezan a desarrollar la memoria y a partir de los 6 meses ya son capaces de darse cuenta de que alguien se va, pero como todavía no han aprendido que luego volverá, se desesperan. Les falta experiencia y control sobre el concepto espacio-temporal. Si desapareces de su vista, aunque te oigan, para ellos no estás.

No todos los bebés son iguales de ansiosos; algunos son tranquilos por naturaleza y otros, muy ansiosos. Independientemente de lo que los padres hagan, el grado de tranquilidad-ansiedad depende del carácter individual de cada niño.

La ansiedad puede hacer que la hora de dormir se convierta en un problema ya que el bebé se desespera cuando se queda solo. Por eso es básico tener en cuenta estos dos aspectos a la hora de analizar las causas de las dificultades para dormir de nuestro bebé y sobre todo, para plantearse cómo solucionarlo.

Si un bebé sufre la ansiedad de la separación no es adecuado utilizar un método conductista ya que con las esperas a solas entre cada intervención nuestra, el bebé se va desesperando progresivamente lo cual no consigue sino aumentar el problema.

En este caso, se aconseja trabaja una rutina con música y con la presencia de los padres, siguiendo el método con entradas programadas, luz tenue y puertas abiertas. La clave del éxito está en nuestra actitud de comprensión y contención de su ansiedad.

La comunicación padres-hijos en estas primeras etapas de la vida del niño es subliminal y no verbal. El niño capta nuestras sensaciones y sentimientos mas allá de lo que podamos expresar conscientemente. Nuestro cuerpo nos delata: la tensión en los músculos, la fatiga, cuando perdemos los nervios también por falta de sueño, etc.

Hay que reprogramarse mentalmente y ser consciente de que es nuestro bebé el que realmente lo pasa mal, porque se siente inseguro y que nuestra función es la de protegerlo. Nuestro niño captará enseguida esas nuevas vibraciones y empezará a relajarse sin apenas darse cuenta.

Rutinas y hábitos incorrectos

Un bebé puede tener dificultades para conciliar el sueño porque ha adquirido hábitos o rutinas incorrectas; es decir, porque el pequeño ha aprendido lo contrario de lo que debe. Por ejemplo:

  • Asocia la hora de dormir con un castigo, ya que a menudo se le castiga a su cuarto cuando se porta mal
  • Se siente rechazado porque sus padres, que están agotados, no ven el momento de que se duerma y los deje tranquilos.
  • Relaciona oscuridad con juegos y se duerme de día. Tiene el horario cambiado
  • Se va a dormir muy tarde porque los padres esperan a que esté agotado. Lo que ocurre, sin embargo, es que la irritabilidad y el estrés aumenta su nivel de cortisol, lo que bloque toda posibilidad de que el niño concilie el sueño
  • No se respetan los biorritmos del bebé; se le acortan las horas de sueño, tanto diurnas como nocturnas.
  • No se ha establecido una rutina que le permita al niño aprender el hábito del sueño. Siempre se improvisa.
  • Se duerme en el sillón o en la cama de los padres y una vez dormido, se le cambia a su cama
  • Los padres se quedan con él en la habitación hasta que se duerma y luego se van

Con todas estas conductas no se fomentan los buenos hábitos de sueño, sino que se propicia lo contrario, a menudo de forma inconsciente, pensando que hacemos lo correcto. Lo que ocurre entonces es que el niño le coge miedo o fobia a la hora de irse a dormir

El hecho de cambiar al niño del lugar donde se ha dormido o de que se despierte a medianoche y no esté todo igual le ocasiona un gran desasosiego e inseguridad. Si el niño se duerme con su padre o madre al lado y al abrir los ojos en medio de la noche se encuentra solo, se lleva un gran susto; puede pensar que lo han dejado solo o que los padre han desaparecido ya que todavía es incapaz de racionalizar la situación. Por eso son tan importantes las rutinas diarias para los pequeños porque les dan seguridad y saben en cada momento lo que va a pasar y lo que han de esperar. La improvisación les causa una gran desesperación, al contrario que a nosotros los adultos; por eso a veces nos cuesta ponernos en su piel y comprender sus sentimientos.

Trastornos más habituales

Los trastornos más habituales relacionados con las dificultades para dormir son las siguientes:

  • Despertares continuos. Se trata de niños que siguen despertándose cada dos horas, como cuando dependían de la alimentación materna o del biberón.
  • Tomas nocturnas. Algunos pequeños mantiene durante mucho tiempo las tomas de la noche y lo acaban convirtiendo en una rutina
  • Despertar temprano. Son niños que se despiertan de forma natural casi cuando amanece, plenamente activos
  • Síndrome de ingesta recurrente. Se trata de niños que han aprendido a reclamar comida siempre que lloran y eso es la única manera de calmarlos.

 

 

(Información extraída de Dulces sueños, sin mimos ni lloros / Mª Luisa Ferrerós; [edición a cargo de Mercedes Villena], 2010)

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