Clasificación de los tipos de trastorno bipolar

Ser bipolar es una enfermedad crónica mental que afecta al estado de ánimo. No es fácil de detectar porque a menudo se confunde con la depresión. Es algo crónico, pero con tratamiento adecuado el paciente puede hacer una vida normal en todos los ámbitos de la vida.

Trastorno bipolar de tipo 1

Corresponde al patrón clásico de la enfermedad, y su rasgo diferencial básico es la presencia de manía. El patrón más frecuente es el de manía seguida de depresión mayor. Los síntomas psicóticos pueden aparecer tanto en la fase maniaca como en la depresiva, pero también es posible que estén ausentes. Las principales dificultades en el diagnóstico diferencial se producen con la esquizofrenia, probablemente por la sobrevaloración de la eventual presencia de síntomas psicóticos aparatosos, como los que Kurt Schneider consideró de “primer rango” y porque no se presta la debida atención al curso previo de la enfermedad

Trastorno bipolar de tipo 2

Consiste en la combinación de episodios depresivos mayores con hipomanías espontáneas. La comunidad científica está dividida entre quienes consideran que los pacientes depresivos con hipomanías asociadas a tratamientos antidepresivos deben clasificarse como bipolares II y quienes prefieres clasificarlos como unipolares con episodios hipomaníacos inducidos por sustancias, opción que se corresponde con la clasificación DSM-IV. Diversos estudios indican que el trastorno bipolar tipo II es una categoría válida, distinta del trastorno bipolar tipo I y del trastorno unipolar en aspectos genéticos, biológicos, clínicos, evolutivos y farmacológicos. El trabajo pionero de Ayuso y Ramos ya apuntó, como han demostrado estudios posteriores, que el hecho de que el tipo II se asociara a una mayor benignidad clínica iba acompañado con frecuencia de una mayor malignidad evolutiva, en el sentido de un mayor número de episodios. Aunque ésta es una categoría bastante estable, entre un 5 y un 15% de los afectados acaban presentando algún episodio maniaco y convirtiéndose en bipolares I. Muchos bipolares II son diagnosticados y tratados como si fueran pacientes unipolares, porque el paciente solo acude a su médico cuando está deprimido. Todo paciente deprimido debe ser interrogado, si es posible con asesoramiento familiar, acerca de eventuales antecedentes de hipomanía. El trastorno bipolar II podría ser una de las categorías con mayor comorbilidad y mayor riesgo de suicidio.

Ciclotimia

Se considera una variante menor del trastorno bipolar y a menudo evoluciona hacia el tipo II con menor frecuencia hacia el tipo I. Para Akiskal, evocando a Kraepelin, la ciclotimia constituye el sustrato temperamental de los trastornos bipolares. Se caracteriza por su curso crónico y la elevada frecuencia de los episodios, hasta el punto que el DSM-IV considera un criterio de exclusión la ausencia de episodios durante solo 2 meses. Se trata de episodios de intensidad leve, pero su elevada frecuencia y los cambios de conducta que los acompañan acaban comportando complicaciones psicosociales. A muchos pacientes ciclotímicos se les diagnostica un trastorno límite de la personalidad. En algunos casos existe comorbididad con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad del adulto. Estos pacientes son resistentes a los tratamientos antidepresivos, sobre todo con tricíclicos, pero también con IMAO, y responden mejor a eutimizantes.

 

Otros trastornos bipolares

Algunos autores han propuesto nuevos subtipos categóricos, como el trastorno bipolar de tipo III (Akiskal, 2000) para pacientes con antecedentes familiares de trastorno bipolar que presentan depresiones e hipomanías únicamente durante el tratamiento antidepresivo. Este mismo autor define la existencia de pacientes con temperamento hipertímico que presentan episodios depresivos cuyas características psicobiológicas les acercarían más al espectro bipolar que al unipolar, y depresiones ansiosas que podrían considerarse estados mixtos. En el otro extremo, también los trastornos esquizoafectivos y las psicosis cicloides podrían formar parte del espectro, aunque los primeros tienen un lugar reconocido en las dos taxonomías vigentes.

 

 

(extraído de Manual de psicoeducación para el trastorno bipolar. Autores: Francesc Colom, Eduard Vieta, 2004)

 

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