El desarrollo infantil es un proceso complejo que ocurre de manera progresiva desde el nacimiento y que involucra diversas áreas como el lenguaje, la motricidad, la sociabilidad y la cognición. Detectar posibles retrasos o alteraciones en estas áreas puede ser clave para una intervención temprana que favorezca el bienestar del niño. A continuación, se presentan algunas señales tempranas del neurodesarrollo que los padres deben conocer para estar alerta ante posibles dificultades.
- Desarrollo Motor
- 0 a 3 meses: Dificultad para sostener la cabeza o movimientos asimétricos.
- 4 a 6 meses: No gira sobre sí mismo o no utiliza ambos lados del cuerpo por igual.
- 7 a 12 meses: No se sienta sin apoyo, no gatea o no intenta ponerse de pie.
- 12 a 18 meses: No camina o tiene una marcha inestable con caídas constantes.
- 2 años en adelante: Torpeza extrema o dificultades para correr y saltar.
- Desarrollo del Lenguaje y la Comunicación
- 0 a 6 meses: Falta de balbuceo o poca respuesta a los sonidos.
- 6 a 12 meses: No responde a su nombre o no intenta imitar sonidos.
- 12 a 18 meses: No dice palabras sencillas como «mamá» o «papá».
- 2 años: No forma frases simples de dos palabras.
- 3 años: Dificultad para articular palabras o expresarse de manera clara.
- Desarrollo Social y Emocional
- 0 a 6 meses: Falta de contacto visual o sonrisas sociales.
- 6 a 12 meses: No muestra interés por jugar con otras personas.
- 12 a 24 meses: No imita gestos o acciones de los adultos.
- 2 a 3 años: Prefiere jugar solo de manera repetitiva y no busca interacción con otros niños.
- Desarrollo Cognitivo y de Atención
- 0 a 6 meses: Falta de exploración con las manos o la boca.
- 6 a 12 meses: No busca objetos que desaparecen de su vista.
- 12 a 18 meses: No muestra curiosidad por su entorno o pierde interés rápidamente.
- 2 a 3 años: Dificultad para seguir instrucciones simples o para resolver problemas básicos.
Cuándo Buscar Ayuda
Si los padres notan una o varias de estas señales en el desarrollo de su hijo, es recomendable consultar con un pediatra o un especialista en neurodesarrollo. La detección temprana permite aplicar estrategias de estimulación adecuadas y mejorar significativamente las oportunidades de desarrollo del niño.
Conclusión
Cada niño tiene un ritmo único de desarrollo, pero conocer las señales de alerta puede ayudar a los padres a actuar a tiempo. La observación atenta y la orientación profesional son clave para asegurar el crecimiento saludable y el bienestar infantil.