En el mundo de los trastornos de la conducta alimentaria, la mayoría de las miradas se centran en diagnósticos como la anorexia nerviosa o la bulimia. Sin embargo, existe un trastorno poco conocido pero igualmente importante por sus implicaciones físicas y psicológicas: la pica. Su rareza no la hace menos preocupante, y su invisibilidad la convierte en un desafío para pacientes, familias y profesionales.
¿Qué es exactamente la pica?
La pica es un trastorno alimentario que se caracteriza por el deseo irresistible y persistente de ingerir sustancias que no son nutritivas ni están destinadas al consumo humano. Esta conducta no es un acto aislado, sino un patrón que se repite de forma regular y que puede durar semanas, meses o incluso años.
Entre las sustancias que suelen consumir las personas con pica se encuentran:
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Tierra, barro o arcilla (geofagia)
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Hielo (pagofagia)
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Cabello o hilos (tricofagia)
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Yeso, pintura, tiza
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Cenizas de cigarrillo
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Jabón, detergente, goma, papel, plástico
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Excrementos (coprofagia) o orina (urofagia) en casos extremos
Estas sustancias, además de no tener valor nutricional, pueden representar un riesgo grave para la salud física y emocional de quienes las ingieren.
¿Por qué no se trata solo de una conducta extraña?
Es importante aclarar que la pica no debe confundirse con comportamientos exploratorios normales en la infancia temprana. Los bebés y niños pequeños tienden a llevarse objetos a la boca como forma de conocer el mundo, pero en el caso de la pica, la conducta:
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Persiste más allá de los dos años de edad.
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No forma parte de una costumbre cultural.
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Se produce de forma intencionada y repetida.
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Tiene consecuencias médicas y psicológicas potenciales.
También puede presentarse en adolescentes y adultos, aunque en estos casos suele estar asociada a otros factores como el embarazo, deficiencias nutricionales o trastornos psiquiátricos.
Una conducta con múltiples raíces
Las causas de la pica son diversas y aún no del todo comprendidas, pero se han identificado varios factores que contribuyen a su aparición:
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Déficit de minerales: La falta de hierro, zinc o calcio puede generar deseos atípicos de consumo, como el de tierra o hielo.
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Factores psicológicos y ambientales: El estrés crónico, la negligencia infantil, el trauma o situaciones de pobreza pueden actuar como desencadenantes.
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Trastornos del desarrollo neurológico: Es más frecuente en personas con autismo, discapacidad intelectual o esquizofrenia.
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Embarazo: En mujeres gestantes, la pagofagia (consumo de hielo) ha sido asociada con la anemia ferropénica.
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Factores culturales o espirituales: En algunas culturas, comer barro o ceniza forma parte de rituales o creencias populares, pero en contextos clínicos se evalúa si esa práctica causa daño.
¿Por qué es importante visibilizar la pica?
A menudo, las personas que padecen pica no hablan abiertamente de su comportamiento, por miedo al estigma, la incomprensión o la burla. Incluso en entornos médicos, la pica puede pasar desapercibida si no se pregunta explícitamente por ella.
Este silencio contribuye a que el diagnóstico se retrase y a que las complicaciones aumenten. Entre las consecuencias más comunes están:
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Intoxicaciones (plomo, productos químicos)
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Infecciones parasitarias o bacterianas
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Obstrucción intestinal o perforación del sistema digestivo
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Desnutrición
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Problemas dentales y digestivos
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Rechazo social, baja autoestima, aislamiento
Cómo se diagnostica y trata la pica
El diagnóstico de pica lo realiza un profesional de salud mental o un médico, basándose en los criterios del DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales). No existe una prueba específica, pero sí una evaluación clínica, junto con análisis físicos que identifiquen carencias nutricionales o daños provocados por la conducta.
El tratamiento es multidisciplinar y puede incluir:
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Suplementación de hierro o zinc, si hay deficiencias.
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Terapia cognitivo-conductual, para modificar la conducta y trabajar emociones subyacentes.
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Psicoeducación para la familia, especialmente si se trata de un menor o de una persona dependiente.
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Intervención médica, en caso de daños físicos o intoxicaciones.
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Seguimiento psiquiátrico, si hay otros trastornos asociados.
Un trastorno que merece atención
La pica es un trastorno poco visible, a menudo escondido entre la vergüenza y la ignorancia. Pero nombrarla, comprenderla y ofrecer un tratamiento adecuado puede cambiar la vida de quienes la sufren. No se trata de una rareza sin importancia, sino de un llamado urgente de atención del cuerpo y de la mente.
En un momento en que la salud mental y los trastornos de alimentación cobran cada vez más relevancia, dar espacio a realidades como la pica en espacios de divulgación como este es un paso necesario hacia una comprensión más amplia e inclusiva.
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