trastorno sexual

¿Cómo puede uno resistir el acoso sexual?

La responsabilidad del acoso sexual siempre recae en el perpetrador y en la organización que permite que el acoso sexual tenga lugar, no en la persona que es objeto del acoso Transmite una actitud profesional. El acoso es a menudo frenado de repente respondiendo al acosador con una actitud profesional Desanima la conducta acosadora y anima la conducta apropiada. El acoso también puede pararse de repente moldeando la conducta del acosador. Tus reacciones ante el acosador pueden animar la conducta profesional y desanimar los flirteos o la conducta sugerente. Si el profesor acosador sugiere que regreses después de las clases para revisar tu trabajo sin que seáis molestados, establece los límites con seguridad. Dile al profesor que te sentirás mas a gusto discutiendo tu trabajo durante el horario lectivo. Mantente en tu objetivo. Cíñete a los temas que tratáis. El acosador debería entender rápidamente el mensaje de que insistes en mantener una relación profesional. Si el acosador insiste, no te culpes. Eres responsable solo de tus propias acciones. Cuando el acosador insiste, puede ser apropiada una respuesta más directa: “Profesor, querría mantener nuestra relación sobre una base estrictamente profesional, ok?” Evitar estar a solas con el acosador. Si estas siendo acosado por tu profesor pero necesitas alguna orientación sobre la preparación de tu trabajo, acércate a él o ella después de clase, cuando otros estudiantes están alrededor, no en privado, durante las horas de tutoría. También puedes ir acompañado de un amigo que espere fuera del despacho mientras consultas al profesor. Guarda un registro. Haz un registro de todos los incidentes de acoso para utilizarlo como documentación en el caso de que decidas hacer una denuncia oficial. El registro debería incluir lo siguiente: Donde tuvo lugar el incidente La fecha y la hora Lo que ocurrió, incluyendo las palabras exactos que se pronunciaron, si puedes recordarlas Como te sentiste Los nombres de los testigos Habla con el acosador. Puede ser incomodo tratar el asunto directamente con el acosador, pero hacerlo coloca al ofensor sobre la noticia de que eres consciente del acoso y quieres pararlo. Puede resultar de ayuda enmarcar tu enfoque en términos de una descripción de las acciones ofensivas especificas, tus sentimientos sobre la conducta ofensiva y lo que tu querrías que hiciera el ofensor. Tener una charla con el acosador puede ponerle freno. Si el acosador niega las acusaciones, puede ser necesario llegar más lejos de las acciones. Escribe una carta al acosador. Anota en un papel un registro de la conducta ofensiva y pon en conocimiento del acosador que el acoso debe parar. Tu carta podría: Describir lo que ocurrió Describir cómo te sientes Describir lo que te gustaría que hiciera el acosador (Quiero que dejes de hacer comentarios sexistas sobre mi) Busca apoyo. El apoyo de personas en las que confías puede ayudarte a través del proceso de resistir el acoso sexual. Hablar con otros te permite expresar tus sentimientos y recibir apoyo emocional, estimulo y consejo. Además, puede reforzar tu causa si tienes la oportunidad de identificar y hablar con otras personas que han sido acosadas por el ofensor. Pon una denuncia. La ley exige a las empresas y organizaciones que respondan de manera razonable de las denuncias de acoso sexual. En las empresas grandes, se designa un funcionario para que se haga carga de estas quejas. Organiza una cita con este funcionario para discutir tus experiencias. Consúltale sobre los procedimientos de reivindicación en la organización y sobre tu derecho a la confidencialidad. Pon a su disposición, el registro de las fechas de los incidentes, lo que ocurrió, cómo te sentiste por ello, etc. Busca soluciones legales. El acoso sexual es ilegal y perseguible. Si estás considerando acciones legales, consulta a un abogado que esté familiarizado con estos casos. Puedes tener derecho a recibir las pagas atrasadas a que se te restaure tu empleo y a daños y perjuicios. Es necesario preguntarse qué podemos hacer todos para moldear la sociedad de manera que el sexo no se utilice mas como instrumento de poder, coacción y violencia.   (Información extraída de Sexualidad humana / Spencer A. Rathus, Jeffrey S. Nevid, Lois Fichner-Rathus; traducción, Roberto Leal Ortega; revisión técnica, prologo y adaptación, Félix López, 2005)

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¿Cómo afectan las adicciones a la salud sexual y las relaciones íntimas?

Las drogas de abuso, como el alcohol, los opiáceos, la cocaína y el cannabis, son usadas por muchas personas, en ocasiones, debido a sus supuestas propiedades afrodisiacas. Hemos de saber que aparte de los efectos subjetivos, estas drogas afectan negativamente a la respuesta sexual. Los opiáceos alteran el eje hipotálamo hipófiso gonadal y producen un aumento de los niveles de prolactina, lo que interfiere en la respuesta sexual masculina y femenina. Los efectos de la intoxicación aguda de cocaína pueden parecer estimulantes principalmente por sus propiedades dopaminérgicas, pero a la larga, la intoxicación crónica causa disfunciones sexuales, debido principalmente a un aumento de prolactina. El cannabis, consumido en altas dosis, podría alterar el eje hipotálamo hipófiso gonadal y reducir la fertilidad. En general, el abuso de sustancias potencialmente tóxicas acaba produciendo efectos psicológicos, neurológicos, vasculares, hormonales o metabólicos que pueden alterar la esfera sexual. Sexualidad y enfermedad alcohólica De todas las adicciones que pueden afectar a la salud sexual, el alcoholismo es la que posee la más elevada prevalencia. El alcohol es una droga institucionalizada y totalmente insertada en nuestra cultura. Su consumo está ampliamente generalizado y se le suele atribuir erróneamente, la propiedad de facilitar el encuentro sexual. Contrariamente a esta suposición, se sabe que el alcohol es un tóxico depresor del sistema nervioso central cuya intoxicación aguda y aun más la crónica, perjudican la respuesta sexual Causas orgánicas y psicosociales Las disfunciones sexuales en la enfermedad alcohólica tienen un origen multifactorial son provocadas por causas orgánicas y causas psicosociales. Entre las causas psicosociales destacan la desinserción laboral y el rechazo social y familiar, que contribuyen a la pérdida de autoestima, uno de los principales problemas psicológicos del enfermo alcohólico. El deterioro de la relación familiar tiene una especial incidencia en las relaciones de pareja y en las relaciones sexuales. En las causas orgánicas intervienen factores metabólicos y de malnutrición, factores hepáticos, vasculares y neurológicos, así como factores endocrinos. Todo ello incide negativamente en los mecanismos de la respuesta sexual. Neurotransmisores alterados por trastornos metabólicos, alteraciones vasculares por deposito de lípidos, poli neuropatías y trastornos del SNC, y alteraciones del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, puesto que el alcohol tiene efectos tóxicos directos sobre las gónadas (testículos y ovarios) y el hígado (aumentando el catabolismo de la testosterona y su trasformación en estrógenos). Todos los factores, tanto los orgánicos como los psicosociales, contribuyen a producir graves problemas en la vida sexual del enfermo de alcoholismo crónico. Y esto influirá negativamente en las ya deterioradas relaciones de pareja y aumentará los graves problemas de autoestima que la enfermedad alcohólica produce. Sexualidad en la rehabilitación de la enfermedad alcohólica En la enfermedad alcohólica la persona va perdiendo la conexión con la vida. La desinserción laboral, la ruptura de relaciones sociales, la desestructuración familiar, la destrucción de las relaciones de pareja y la incapacidad creciente para disfrutar de la comida, de la sexualidad, de un paisaje o de muchas de las sensaciones que hacen que nos sintamos vivos, provocan el aislamiento de quien padece la enfermedad alcohólica respecto de su entorno vital. Por esta causa, cuando la persona con alcoholismo comienza su rehabilitación empieza también su retorno a la vida. Volver a vivir es una experiencia que no solemos tener los demás. Recuperar lo que se ha perdido suele revalorizar aquello que se poseía y proporciona una oportunidad especial para mejorarlo. La sexualidad suele ser una de las preocupaciones que los alcohólicos rehabilitados afrontan, cuando intentan recuperar su relación de pareja. El miedo al fracaso, la ansiedad de rendimiento y una autoestima aun muy deteriorada por un lado y los rescoldos de problemas anteriores en la pareja; además de los restos del efecto del alcohol sobre el organismo, por otro, pueden dificultar la reanudación de unas relaciones sexuales normalizadas. Ayudar a la persona alcohólica a superar todos estos obstáculos es fundamental. Así, la sexualidad puede ser un valioso instrumento un camino para ello. En la rehabilitación alcohólica, la pareja del enfermo es el apoyo más importante. En este sentido, es necesario investigar más a fondo, pero al parecer, las diferencias entre hombres y mujeres son palpables. Igual sucede en el caso de la violencia domestica generada por el alcoholismo. Los hombres alcohólicos suelen encontrar en sus parejas más apoyo que las mujeres alcohólicas. Es un aspecto más de las desigualdades, sobre las que hay que seguir trabajando para conseguir disminuirlas. La recuperación de las relaciones de pareja es imprescindible. La recuperación de la comunicación, del afecto y de la comprensión, y de la resolución de los conflictos son tareas importantes, pero se quedarán cortas sin la recuperación de la vida sexual. La sexualidad puede ser un magnifico puente para el reencuentro, un factor determinante para elevar la autoestima, un instrumento rehabilitador y en suma, una oportunidad para la enfermedad alcohólica. Sexualidad y tabaquismo El tabaquismo tiene efectos negativos sobre el sistema cardiovascular y sobre los neurotransmisores implicados en la respuesta sexual. Ello puede afectar al mecanismo vascular de los cuerpos cavernosos del pene y aumentar la prevalencia de disfunción eréctil entre los fumadores. Los hechos acumulados tras más de 2 décadas de investigaciones son contundentes: de acuerdo con la mayor parte de estudios publicados hasta la fecha, fumar duplica el riesgo de padecer impotencia en hombres de entre 30 y 40 años. El riesgo oscila, en  función del estudio, entre el 50 y el 60% de posibilidades con respecto a hombres no fumadores, aunque algunos trabajos lo elevan hasta un 80%. La cantidad de tabaco consumido para alcanzar estas cotas de riesgo sed sitúa alrededor de los 20 cigarrillos diarios y se considera que tiende a crecer paralelamente al consumo. Los diferentes componentes del humo del tabaco pueden tener un efecto sumatorio sobre la respuesta sexual. El efecto vasoconstrictor de la nicotina se suma el aumento del depósito de lípidos sobre las arterias helicinas de los cuerpos cavernosos del pene   (Información extraída de Introducción a la sexología clínica / Manuel Lucas Matheu, 2007)

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¿Es la anorgasmia un trastorno temporal o crónico?

Resulta impensable que una mujer de antes de 1950 tuviera preocupación porque las relaciones no culminaran con el orgasmo. La cultura de la época propiciaba que la sexualidad tuviera, entre otras, la función de débito conyugal, o sea, las satisfacciones de las necesidades del varón. Muchos quienes atribuyen un papel importante al informe Kinsey en la desmitificación de la pasividad de la mujer y la aparición subsiguiente de demandas sexuales propias, ajenas a los intereses del compañero. Pero de una reivindicación legítima se ha pasado a una auto exigencia, a veces cargada de ansiedad, lo cual está reproduciendo en la mujer muchos de los factores limitantes a los que ya se había adscrito el varón. Definición La décima revisión de la clasificación internacional de las enfermedades se refiere a  los trastornos sexuales en su capítulo 5 y hace referencia a la disfunción orgásmica cuando el “orgasmo no ocurre o está notablemente retrasado”. La definición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales es más completa: “ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o intensidad de la estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnóstico de trastorno orgásmico femenino debe efectuarse cuando la opinión médica considera que la capacidad orgásmica de una mujer es inferior a la que le correspondería por edad, experiencia sexual y estimulación sexual recibida”. En The Second International Consultation on Sexual Medicin se definió el trastorno del orgasmo como “a pesar de una adecuada excitación hay ausencia, notable disminución de la intensidad o retraso del orgasmo con cualquier tipo de estimulación”. Para los amantes de las clasificaciones, sería conveniente establecer un periodo concreto durante el cual otorgarle una entidad clínica si la anorgasmia se mantiene, ya que a lo largo de la vida de la mujer son muchas las ocasiones en que la respuesta sexual no va a culminar con la sensación orgásmica, sin que se pueda considerar por ello patológico. Habría también que establecer un tiempo de aprendizaje, a partir del cual determinar que existe anorgasmia, porque para la mayoría de mujeres este aprendizaje acontece después de un tiempo de iniciadas las relaciones sexuales. Son las mujeres con experiencia en masturbación las que más fácilmente responden de forma satisfactoria. En el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología (IASP) casi el 98% de las mujeres que acuden a consulta quejándose de anorgasmia primaria no se ha masturbado con anterioridad. La forma más fácil de experimentar el orgasmo es por auto estimulación, especialmente del clítoris, un método utilizado por el 95,2% de las mujeres que se masturban. La inserción digital es uno de las formas menos facilitadoras de la respuesta y conduce al orgasmo solo al 0,9% de las mujeres. Otras fórmulas útiles para algunas mujeres, pueden ser la simple presión de las piernas 2,7% acariciarse los pechos 1,2% o únicamente fantaseando. Entre las mujeres que acuden al IASP, la forma más fácil de acceder al orgasmo, además de la estimulación manual, es a través de la estimulación bucal, a continuación la penetración en cabalgada con estimulación manual al mismo tiempo, después la penetración a tergo (ella tendida boca abajo y él penetrando por detrás) con estimulación clitoridea, posteriormente, la penetración en cabalgada, sin estimulación y por último la postura del misionero. La presión sociocultural, como ver escenas eróticas en el cine o leer revistas donde se refieren orgasmos explosivos, hace que quienes no experimentan esa sensación se sientan limitadas, interpretando su sexualidad como pobre, lo cual favorece la evitación y la falta de entrenamiento para acceder a una respuesta satisfactoria. Clases de disfunciones orgásmicas Masters y Johnson distinguían: Disfunción orgásmica primaria: mujeres que nunca han tenido orgasmo Disfunción orgásmica circunstancial o anorgasmia situacional, referida a mujeres que han conseguido el orgasmo pocas veces y bajo circunstancias concretas Disfunción orgásmica fortuita: mujeres que rara vez han alcanzado el orgasmo Disfunción orgásmica secundaria: mujeres que han tenido orgasmo pero a partir de cierto momento dejan de experimentarlo Otros autores también consideran anorgasmia secundaria la posibilidad de experimentar orgasmo con la masturbación pero no con la pareja. El DSM-IV-TR diferencia entre: Anorgasmia de toda la vida: cuando nunca ha habido orgasmo, ni en pareja, ni por masturbación, que es la modalidad más frecuente Anorgasmia adquirida: cuando tras una época de haber tenido orgasmos con normalidad, se deja de experimentarlos de forma sistemática. La experiencia propia señala que la anorgasmia adquirida o secundaria es de peor pronóstico que la primaria y casi siempre coincide con una mala relación de pareja más o menos encubierta. De hecho, es muy normal la aparición de molestias ante casi todas las iniciativas de la pareja, como cambios de ritmos, posturas, olores, además de aparecer ideas intrusivas, en el sentido de considerar que la relación no va a ir bien. En todo caso, ante una anorgasmia secundaria habrán que descartar factores orgánicos, especialmente ciertos fármacos o investigar la posibilidad de que haya ocurrido un hecho traumático. Anorgasmia general: si la mujer es incapaz de sentir un orgasmo ya sea inducido por el coito o por la estimulación del clítoris, en ninguna circunstancia Anorgasmia situacional: cuando se alcanza el orgasmo pero solo en determinadas circunstancias especificas. En el IASP se detectan las siguientes formas de presentación: Nunca ha habido orgasmo bajo ninguna circunstancia Anorgasmia salvo en sueños Orgasmo solo con auto estimulación Solo por presión del chorro de agua de la ducha Solo aprentando las piernas Solo en estimulación manual propia Solo por estimulación manual propia y de la pareja Solo con estimulación oral Solo por estimulación manual de la pareja, pero no con auto estimulación Orgasmo con penetración y estimulación clitoridea al mismo tiempo Con unas parejas pero no con otras Unas cuantas veces en su vida Orgasmo de baja intensidad Que no quieren tener más de un orgasmo seguido Que no están seguras de tener orgasmos A estas distintas formas de presentación habría que añadirle el apellido de “con fácil excitabilidad o con difícil excitabilidad”   (Información

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¿Es el fetichismo un trastorno mental?

El interés parafílico del trastorno de fetichismo implica un uso repetitivo y persistencia o la dependencia de objetos inanimados o un gran interés especifico por ciertas partes del cuerpo (típicamente no genitales) como elementos primarios asociados a la excitación sexual (Criterio A). El diagnóstico del trastorno de fetichismo debe incluir malestar personal clínicamente significativo o deterioro de los roles psicosociales (Criterio B). Objetos fetiches frecuentes son: ropa interior femenina, zapatos de hombre o de mujer, artículos de goma, ropa de cuero y otros tipos de prenda de vestir. Entre las partes del cuerpo más erotizadas que se asocian al trastorno de fetichismo se incluyen los pies, los dedos del pie y el cabello. No es inusual que en los fetiches sexualizados se incluyan ambas clases, objetos inanimados y partes del cuerpo (p.ej., calcetines sucios y pies). La definición del trastorno de fetichismo ahora reincorpora el término parcialismo (el interés especifico en una parte concreta del cuerpo) en su definición. El parcialismo, previamente considerado un trastorno parafílico no especificado, se había subsumido históricamente en el fetichismo antes de DSM-III. Muchas personas que se identifican a sí mismas como practicantes de fetichismo no necesariamente refieren un deterioro clínico asociado a su comportamiento fetichista. Se podría considerar que esos individuos tienen un fetiche, pero no un trastorno de fetichismo. El diagnostico del trastorno de fetichismo requiere cumplir de forma concurrente tanto los comportamientos del Criterio A, como el malestar clínicamente significativo o el deterioro del funcionamiento del Criterio B. El trastorno de fetichismo puede ser una experiencia multisensorial que incluya agarrar, degustar, frotar, introducir u oler el objeto fetiche mientras se lleva a cabo una masturbación o preferir que el compañero sexual vista o utilice un objeto fetiche durante los encuentros sexuales. Algunos individuos pueden llegar a reunir una gran colección de objetos fetiches muy deseados.     (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Cómo actúan las personas diagnosticadas de trastorno de pedofilia?

Los criterios diagnósticos del trastorno de pedofilia pueden aplicarse tanto a los individuos que admiten libremente este tipo de parafilia como a aquellos otros que niegan categóricamente cualquier atracción sexual hacia los niños prepúberes (generalmente menores de 13 años) a pesar de haber considerables pruebas objetivas de lo contrario. Entre los ejemplos de admisión de esta parafilia se incluyen el reconocimiento franco de un marcado interés sexual por los niños y la confesión de que ese interés sexual por los niños es mayor o igual que el interés sexual por las personas físicas maduras. Si los individuos también se quejan de que sus deseos o preferencias sexuales por los niños les están causando problemas psicosociales, pueden ser diagnosticados de trastorno de pedofilia. Sin embargo, si estos individuos refieren ausencia de sentimiento de culpa, vergüenza o ansiedad a causa de estos impulsos parafílicos, no están limitando funcionalmente por sus impulsos parafílicos y sus antecedentes legales, es como lo que ellos mismo refieren, indican que nunca han actuado bajo esos impulsos, entonces esos individuos tienen una orientación sexual de pedofilia, pero no un trastorno de pedofilia. Entre los ejemplos de individuos que niegan la atracción por los niños están los que se sabe que se han acercado a varios niños con intenciones sexuales en diferentes ocasiones, pero niegan cualquier deseo irrefrenable o fantasías sobre comportamientos sexuales con niños y además refieren además que dichos episodios descritos de contacto físico fueron todos no intencionados y no sexuales. Otros individuos pueden reconocer episodios anteriores de comportamiento sexual que incluyan a niños, pero rechazan a su vez cualquier interés sexual importante o persistente en ese comportamiento. Desde el momento en que los individuos niegan tener impulsos o fantasías que implican niños, pueden también negarse sentir malestar subjetivo. Estos individuos todavía pueden ser diagnosticados de trastorno de pedofilia a pesar de la ausencia de malestar que puedan referir siempre que haya prueba de comportamientos persistentes recurrentes durante 6 meses (Criterio A) y de que dichos individuos han actuado con deseos sexuales irrefrenables o tenidos problemas interpersonales como consecuencia del trastorno (Criterio B). La presencia de varias víctimas es una condición suficiente pero no necesaria para el diagnóstico; esto es, el individuo puede todavía cumplir el Criterio A simplemente reconociendo su interés sexual preferente o marcado por los niños. La cláusula del Criterio A en la que se indica que los signos o síntomas de pedofilia han persistido durante 6 o más meses se ha establecido con el objeto de asegurar que la atracción sexual por los niños no sea meramente transitoria. Sin embargo, el diagnóstico puede realizarse si hay signos clínicos de persistencia continuada de la atracción sexual hacia los niños, incluso si la duración de 6 meses no puede determinarse de forma precisa El uso frecuente de pornografía en la que aparezcan niños prepúberes es un indicador útil para el diagnostico del trastorno de pedofilia. Es un ejemplo concreto del caso general según el cual las personas probablemente consumen la clase de pornografía que se corresponde con sus intereses sexuales. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association,2014)

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Sustancias y sexualidad: lo que nadie te cuenta

El consumo de determinados fármacos o el abuso de ciertas drogas puede afectar negativamente a la respuesta sexual de distintas maneras, inhibiendo el deseo, dificultando la obtención de niveles satisfactorios de excitación o imposibilitando la obtención del orgasmo. En ocasiones su acción es directa sobre el funcionamiento cerebral y el sistema nervioso central, mientras que otras veces actúa afectando la producción de hormonas sexuales. Al valorar los efectos de la medicación sobre la sexualidad conviene tener presente que no todas las personas responden de la misma manera, viéndose algunas afectadas negativamente y no teniendo repercusión en otras. Las razones de esta variabilidad no han sido aún esclarecidas. El espectro de sustancias que pueden ocasionar un trastorno sexual es muy amplio. Cualquier droga que influya sobre los sistemas implicados en la respuesta sexual, neurológico, vascular o endocrino puede repercutir sobre el funcionamiento sexual. Dentro de este grupo estarían algunos medicamentos tomados para combatir la hipertensión o fármacos utilizados para el tratamiento de la depresión. Otro grupo de sustancias como el alcohol, la marihuana, la cocaína y los opiáceos, como la heroína y la morfina, tienen un claro efecto negativo sobre la sexualidad de aquellas personas que muestran un consumo continuado de las mismas.   (información extraída de Disfunciones sexuales femeninas / Mª José Carrasco, 2001)

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¿Es el voyerismo una enfermedad mental?

Los criterios diagnósticos del trastorno de voyerismo pueden aplicarse tanto en a los individuos que en mayor o menor medida admiten libremente este tipo de parafilias como a aquellos que niegan categóricamente cualquier tendencia sexual a observar a personas desprevenidas cuando estén desnudas, desnudándose o dedicadas a realizar actividades sexuales a pesar de haber pruebas de lo contrario. Si los individuos que lo admiten explican también malestar o problemas psicosociales debido a sus preferencias sexuales voyeurísticas, entonces se pueden diagnosticar de trastorno de voyerismo. Por otro lado, si refieren que no sufren malestar, demostrado por ausencia de ansiedad, obsesiones, culpa o vergüenza por estos impulsos parafílicos, no hay un deterioro en otras áreas importantes del funcionamiento debido a sus intereses sexuales y sus antecedentes psiquiátricos o legales indican que no actúan de esa manera, entonces puede afirmarse que tienen un interés sexual de voyerismo, pero no deben ser diagnosticados de trastorno de voyerismo. Entre los individuos que no lo admiten se incluyen, por ejemplo, los que han espiado repetidamente en distintas ocasiones a personas desprevenidas que están desnudas o dedicadas a una actividad sexual pero que niegan cualquier deseo irrefrenable o fantasía relacionada con dicho comportamiento sexual y que pueden explicar que los episodios conocidos de observación de personas desprevenidas que están desnudas o en actividad sexual fueran esporádicos y no sexuales. Otros individuos pueden reconocer episodios anteriores de observación de personas desprevenidas que estaban desnudas o sexualmente activas, pero rebatir cualquier interés sexual significativo o continuado de ese comportamiento. Desde el momento en que los individuos niegan tener fantasías con la observación de terceras personas desnudas o en actividad sexual, dichos individuos también negarán sentirse subjetivamente mal o presentar deterioro en lo social debido a sus impulsos. El comportamiento voyeurístico recurrente constituye un argumento suficiente a favor del voyerismo y simultáneamente demuestra que ese comportamiento de motivación parafílica causa daño a terceras personas Espiar “recurrentemente” a personas desprevenidas que están desnudas o manteniendo relaciones sexuales (varias víctimas, diferentes en cada ocasión) puede ser interpretado, como norma general, como la presencia de tres o más víctimas en diferentes ocasiones. Un menor número de víctimas puede satisfacer el criterio siempre que se espíe a la misma victima en varias ocasiones o si hay pruebas que confirman un interés distinto o preferente en observar a escondidas a personas desprevenidas que están desnudas o en actividad sexual. Nótese que la existencia de varias víctimas, como se ha sugerido anteriormente, es condición suficiente pero no necesaria para el diagnóstico; los criterios también pueden cumplirse si el sujeto reconoce un interés sexual voyeurístico intenso. El marco temporal del Criterio A, en el que los signos o síntomas del voyerismo deben a ver persistido durante al menos 6 meses, debe entenderse como una pauta general, no como un umbral estricto, con el fin de asegurar que el interés sexual en observar a escondidas a personas desprevenidas desnudas o en actividad sexual no es meramente transitorio. La adolescencia y la pubertad generalmente incrementan la curiosidad y la actividad sexual. Con el fin de atenuar el riesgo de patologizar el interés y el comportamiento sexual que son normales durante la adolescencia puberal, la edad mínima para el diagnóstico del trastorno de voyerismo se establece en 18 años (Criterio C). Criterios diagnósticos Durante un periodo de al menos seis meses, excitación sexual intensa y recurrente derivada de la observación de una persona desprevenida que está desnuda, desnudándose o dedicada a una actividad sexual y que se manifiesta por fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos El individuo ha cumplido estos deseos sexuales irrefrenables con una persona que no ha dado su consentimiento o los deseos irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. El individuo que experimenta la excitación y/o que actúa con un deseo irrefrenable tiene como mínimo 18 años de edad Especificar si: En un entorno controlado: este especificador se aplica sobre todo a individuos que viven en una institución o en otros ámbitos en los que la oportunidad de un comportamiento voyueurista es limitada. En remisión total: el individuo no ha cumplido sus deseos irrefrenables con una persona sin su consentimiento, y no ha existido malestar ni problemas sociales, laborales o en otros campos del funcionamiento durante al menos cinco años en los que ha estado en un entorno no controlado El especificador “en remisión total” no implica la presencia o ausencia continuada de vouyerismo per se, que puede estar presente después de que los comportamientos o el malestar hayan remitido. Prevalencia Los actos de voyerismo son los más frecuentes para un potencial comportamiento sexual delictivo. La prevalencia entre la población del trastorno de voyerismo se desconoce. Sin embargo, basándose en muestras no clínicas de actos sexuales voyeurísticos, la máxima prevalencia del trastorno de voyerismo a lo largo de la vida es aproximadamente el 12% en los hombres y el 4% en las mujeres. Curso y desarrollo Los hombres adultos con trastorno de voyerismo a menudo se dan cuenta por primera vez en la adolescencia de su interés por espiar a escondidas a personas desprevenidas. Sin embargo, la edad mínima para el diagnóstico del trastorno de voyerismo es de 18 años por la dificultad que entraña diferenciarlo de la curiosidad y la actividad sexual propias de la pubertad a esas edades. La persistencia del voyerismo a lo largo del tiempo no está clara. El trastorno de voyerismo, sin embargo, requiere por definición uno o más factores contribuyentes que pueden variar con el tiempo con o sin tratamiento: malestar subjetivo (p.ej., culpa, vergüenza, frustración sexual intensa, soledad), morbilidad psiquiátrica, hipersexualidad e impulsividad sexual, deterioro psicosocial y propensión a comportarse sexualmente espiando a personas desprevenidas desnudas o en actividad sexual. Por lo tanto, el curso del trastorno de voyerismo es probable que cambie con la edad., Factores de riesgo y pronóstico Temperamentales. El voyerismo es una condición previa necesaria del trastorno de voyerismo, por consiguiente, los factores de riesgo del voyerismo deberían a su vez incrementar las

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