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TDAH y Biodescodificación: ¿El Trastorno Tiene un Origen Emocional?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos más comunes en la infancia, afectando tanto a niños como a adultos. Sus características incluyen dificultad para mantener la atención, impulsividad y, en muchos casos, hiperactividad. Si bien la ciencia médica tradicional ha ofrecido tratamientos eficaces, como medicamentos y terapias conductuales, existe un enfoque alternativo que ha ganado popularidad en los últimos años: la biodescodificación. Pero, ¿qué es la biodescodificación y cómo se relaciona con el TDAH? ¿Qué es la Biodescodificación? La biodescodificación es una terapia alternativa que se basa en la idea de que las enfermedades y trastornos son manifestaciones físicas de conflictos emocionales no resueltos. Según esta corriente, cada dolencia tiene una causa emocional o psicológica subyacente que debe ser identificada y «descodificada» para sanar el cuerpo y la mente. En lugar de centrarse exclusivamente en los síntomas, la biodescodificación busca explorar las emociones y situaciones pasadas que podrían haber influido en la aparición del trastorno. El TDAH desde la Perspectiva de la Biodescodificación Desde el punto de vista de la biodescodificación, el TDAH no solo es visto como un trastorno neurobiológico, sino como un reflejo de conflictos emocionales o psicológicos que se manifestan a través de los síntomas del TDAH. Estos pueden incluir la falta de atención, la impulsividad y la hiperactividad. Algunos terapeutas que utilizan la biodescodificación sugieren que estos síntomas pueden estar relacionados con experiencias de estrés, traumas infantiles o falta de una estructura emocional adecuada en la infancia. Posibles Causas Emocionales según la Biodescodificación Falta de atención o concentración: Desde la biodescodificación, la incapacidad para mantener la atención podría estar asociada a un sentimiento de desvalorización o a la percepción de no ser reconocido o comprendido. Los niños con TDAH podrían haber vivido situaciones donde no recibieron la atención emocional que necesitaban o se sintieron rechazados, lo que afectó su capacidad para concentrarse. Hiperactividad: La hiperactividad podría interpretarse como una respuesta al miedo o la ansiedad interna. La necesidad constante de moverse y de estar en acción podría estar relacionada con un intento inconsciente de escapar de emociones o situaciones que generan incomodidad o estrés. Impulsividad: La impulsividad es vista como una forma de lidiar con emociones intensas que no se gestionan adecuadamente. Los niños que actúan sin pensar podrían estar reaccionando ante sentimientos de inseguridad o frustración, ya que no han aprendido a regular sus emociones de manera efectiva. ¿Cómo la Biodescodificación Aborda el TDAH? El proceso de biodescodificación para tratar el TDAH implica la identificación de las emociones subyacentes que podrían estar causándolo. Los terapeutas ayudan a los pacientes (y a sus familias) a explorar eventos o traumas pasados que podrían estar vinculados con los síntomas del TDAH. A través de técnicas como la meditación, la visualización, el trabajo con el inconsciente y la reprogramación emocional, se busca sanar los conflictos emocionales que están afectando la mente y el cuerpo. En este enfoque, no solo se trata de aliviar los síntomas del TDAH, sino también de liberar al individuo de los patrones emocionales limitantes que podrían estar interfiriendo en su bienestar general. Integración con Tratamientos Convencionales Es importante resaltar que la biodescodificación no debe ser vista como un sustituto de los tratamientos médicos tradicionales, sino como un complemento. Muchas personas encuentran beneficios al combinar la biodescodificación con terapias convencionales, como la terapia cognitivo-conductual (TCC) o el uso de medicamentos recetados. Esto puede ayudar a abordar tanto los aspectos emocionales como los biológicos del TDAH. ¿Es Efectiva la Biodescodificación para el TDAH? La biodescodificación, aunque popular, no está universalmente aceptada en la comunidad científica y médica. Si bien hay testimonios de personas que han experimentado mejoras significativas con este enfoque, la evidencia científica que respalde su efectividad sigue siendo limitada. Como con cualquier tratamiento alternativo, es fundamental que los pacientes y sus familias hagan una investigación adecuada y consulten con profesionales de la salud antes de optar por este tipo de terapia. Reflexiones Finales La biodescodificación ofrece una visión alternativa y profunda sobre el TDAH, buscando encontrar y sanar los conflictos emocionales que pueden estar detrás de los síntomas. Si bien no reemplaza los tratamientos convencionales, puede ser una herramienta valiosa para aquellos que buscan una comprensión más holística del trastorno y cómo sus experiencias emocionales pueden influir en su bienestar. Si estás considerando la biodescodificación como una opción, asegúrate de hacerlo de la mano de un profesional capacitado y, si es posible, como parte de un enfoque integrador que incluya tratamientos médicos tradicionales. ¿Tienes alguna experiencia o reflexión sobre el TDAH y la biodescodificación? ¡Nos encantaría conocer tu opinión en los comentarios!  

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¿Dónde está el límite entre la rebeldía y un trastorno mental?

En muchas ocasiones, nos encontramos con comportamientos destructivos en adolescentes o incluso adultos que tienden a ser etiquetados como simples «etapas» o «crisis temporales». Sin embargo, lo que en un principio podría parecer una reacción normal frente a cambios o dificultades emocionales, podría estar relacionado con un trastorno psicológico más serio que necesita atención y tratamiento. El Estigma de la «Etapa» Es común que cuando un joven se comporta de manera impulsiva, destructiva o autodestructiva, los adultos tiendan a restarle importancia, pensando que simplemente están pasando por una fase rebelde o que eventualmente «lo superarán». Frases como «es solo una etapa» o «todos pasamos por eso» son muy frecuentes. Sin embargo, este tipo de razonamiento puede tener consecuencias graves, ya que puede llevar a la minimización de un trastorno subyacente. El Trastorno de Comportamiento Destructivo: Más Allá de la Rebeldía Los comportamientos destructivos pueden estar vinculados a diversos trastornos mentales que requieren una evaluación profesional adecuada. Algunos de estos incluyen: Trastorno de Conducta (TC): Este trastorno implica patrones persistentes de comportamiento en los que la persona viola normas sociales, legales y éticas. Los adolescentes con trastorno de conducta pueden mostrar conductas agresivas, vandalismo, mentiras y manipulación, entre otras actitudes que no deben ser confundidas con simples travesuras. Trastorno Límite de la Personalidad (TLP): Las personas con TLP pueden experimentar emociones intensas y, en ocasiones, comportamientos impulsivos y destructivos. Esto puede incluir autolesiones, destrucción de pertenencias personales, entre otros, como resultado de la inestabilidad emocional. Trastornos del Ánimo (como la Depresión o el Trastorno Bipolar): La depresión no siempre se manifiesta con tristeza o desesperanza; en algunos casos, puede estar vinculada con comportamientos autodestructivos o destructivos hacia los demás. Los episodios maníacos de personas con trastorno bipolar también pueden incluir conductas irresponsables o dañinas. Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT): Las personas con TEPT, especialmente aquellas que han experimentado trauma, pueden mostrar comportamientos destructivos como una forma de lidiar con el dolor emocional que sienten. Trastornos Alimentarios: La anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón pueden llevar a una persona a desarrollar comportamientos autodestructivos que incluyen no solo conductas alimentarias, sino también el rechazo o el daño a su cuerpo de diversas maneras. ¿Por Qué No Es Solo una Etapa? Identificar que un comportamiento destructivo es un trastorno y no solo una fase es fundamental para prevenir complicaciones a largo plazo. Estos trastornos, si no son tratados adecuadamente, pueden tener efectos devastadores en la vida emocional, social y profesional de la persona. Emocionales: La persona afectada podría enfrentarse a una constante sensación de vacío, desesperación o incapacidad para manejar sus emociones, lo que a menudo puede generar una espiral destructiva de pensamientos negativos y autoengaños. Sociales: La familia y los amigos pueden verse distanciados o incluso abandonados debido a la incapacidad de la persona para manejar sus relaciones. A medida que se perpetúan los comportamientos destructivos, las relaciones interpersonales pueden deteriorarse gravemente. Físicos: Los daños autoinfligidos, el abuso de sustancias, o las conductas alimentarias peligrosas son solo algunas de las consecuencias físicas que pueden surgir si no se busca ayuda. ¿Qué Hacer al Respecto? Si bien cada trastorno requiere un enfoque individualizado, existen varias acciones clave que pueden hacer la diferencia: Reconocimiento Temprano: Reconocer que lo que parece ser una simple fase podría ser un trastorno puede ser crucial para iniciar el tratamiento adecuado. Es vital no ignorar las señales de alarma. Buscar Ayuda Profesional: Psicólogos, psiquiatras y terapeutas son fundamentales en el diagnóstico y tratamiento de trastornos mentales. La terapia cognitivo-conductual, la terapia dialéctico-conductual (especialmente útil en el TLP) y otras modalidades pueden ser de gran ayuda. Apoyo Familiar y Social: La participación de la familia y los amigos en el proceso de tratamiento y recuperación puede ser un factor importante. Estar informados y ser comprensivos ayudará a la persona a sentirse más apoyada y menos aislada. Educación y Conciencia: Muchas veces, el desconocimiento es uno de los principales obstáculos para el tratamiento. Cuanto más se hable sobre los trastornos mentales, más personas se sentirán capacitadas para identificar señales de alerta y buscar ayuda. Conclusión Lo que parece ser una simple «etapa» de rebeldía o crisis temporal podría, en realidad, ser un trastorno serio que requiere atención. La clave está en identificar estos comportamientos de manera temprana y buscar la ayuda adecuada. No permitir que los prejuicios o el estigma se interpongan en el camino de una intervención eficaz puede ser crucial para la salud mental y el bienestar general de una persona.  

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¿Cómo ha sido entendida y tratada la depresión a lo largo de la historia?

La depresión se conoce desde el principio de la Historia de la Medicina. Hasta hace más o menos un siglo, se llamó melancolía. Los médicos de todos los tiempos han buscado las causas de esta terrible enfermedad y han aplicado remedios más o menos válidos. Dos han sido las causas históricas más importantes y frecuentes de la depresión: Exceso de bilis negra La cólera de los dioses La medicina humoral imputó la causa de la depresión a un exceso de bilis negra. Durante siglos, los médicos han creído que la salud es el resultado del equilibrio de cuatro humores principales: sangre, linfa o flema, bilis amarilla y negra. Si uno de esos humores prevalecía constantemente en el organismo, se hablaba de propensión. Si el humor preponderante era la bilis negra, el individuo era constitucionalmente propenso a la melancolía. Si la cantidad de bilis negra del organismo solamente excedía su cupo durante un periodo de tiempo, el individuo sufría melancolía. El tratamiento consistía en evacuar el exceso de humor acumulado en la sangre por medio de dietas, sangrías, evacuantes, diuréticos y eméticos. Otra de las causas históricas de la depresión ha sido el resultado de la cólera de algún dios que castiga implacable al humano transgresor de sus leyes. Y el tratamiento ha sido, por tanto, místico. Oración, rituales, sacrificios al dios enojado. Eso la enlaza con el sentimiento de culpa y muchos filósofos han entendido que el sentimiento de culpa procede del pecado original. Adán y Eva incumplen la ley de Dios y Dios les castiga arrojándoles para siempre del Paraíso. Los pecadores lamentarán siempre la pérdida de aquel estado de gracia e inocencia y llorarán hasta el fin de sus vidas su mala acción, a causa de la cual se han acabado sus días de felicidad. La situación de Adán y Eva es una excelente metáfora para comprender cómo el homínido se convirtió en hombre al adquirir la conciencia que lo distingue de los animales y cómo al adquirir la conciencia y darse cuenta de las cosas, perdió la ingenuidad animal que caracterizaba la vida en el Paraíso. Se acabó el vivir conforme a los instintos, se acabó el comportarse según las tendencias de la especie, se acabó el actuar siguiendo la programación genética. La conciencia hizo al hombre dueño de su destino y le embarcó en un proyecto existencial de futuro, de planificación y de entendimiento. Ya les había augurado la serpiente que serian como dioses. Y con la conciencia vino la culpa. La culpa supone concienciar que hemos trasgredido la norma social a sabiendas. Que hemos hecho algo prohibido y que esa acción nos va a costar el rechazo de nuestro grupo social. La culpa implica algo más que la conciencia, implica una conciencia moral. El sentimiento de culpa de Adán y Eva por haber perdido el bienestar del Paraíso es el sentimiento de culpa del hombre que pierde la tranquilidad de su conciencia. El sentimiento de vergüenza de Adán y Eva al hallarse desnudos ante Dios es la vergüenza del hombre que se siente indigno del amor de su Dios y rechazado por su grupo, porque ha trasgredido las normas. La culpabilidad por la pérdida de ese objeto de amor, de bienestar  o de tranquilidad espiritual es, casi siempre la causa de la depresión.     (Información extraída de Los errores del alma: convivir con personas difíciles / Ana Martos Rubio, 2004)  

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¿Sabes si sufres de agorafobia?

La característica esencial de la agorafobia es un marcado o intenso miedo o ansiedad provocados por la exposición real o anticipatoria a una amplia gama de situaciones (Criterio A). El diagnóstico requiere ser corroborado por los síntomas que se producen en al menos dos de las cinco situaciones siguientes: 1) el uso de medios de transporte público; 2) encontrarse en espacios abiertos, tales como estacionamientos, plazas); 3) estar en espacios cerrados, tales como tiendas, teatros, cines; 4) estar de pie haciendo cola o encontrarse en una multitud; 5) estar fuera de casa solo. Los ejemplos para cada situación no son exclusivos; se pueden temer otras situaciones. Al experimentar el miedo y la ansiedad desencadenados por tales situaciones, los individuos suelen experimentar pensamientos de que algo terrible podrá suceder (Criterio B). Los individuos con frecuencia creen que podría ser difícil escapar de este tipo de situaciones (p.ej., “no se puede salir de aquí”) o que sería difícil disponer de ayuda en el momento en que se presentaran síntomas similares a la angustia u otros síntomas incapacitantes o embarazosos (p.ej., “no hay nadie que me ayude”). “Los síntomas similares al pánico” se refieren a cualquiera de los trece síntomas incluidos en los criterios del ataque de pánico, tales como mareas, desmayos o miedo a morir. Otros síntomas incapacitantes o embarazosos podrían ser los vómitos y los síntomas inflamatorios del intestino, así como, en las personas mayores, el miedo a caerse, o en los niños una sensación de desorientación y de encontrarse perdidos. La cantidad de miedo experimentado puede variar con la proximidad a la situación temida puede ocurrir en anticipación o en presencia de la situación agorafóbica. Además, el miedo o ansiedad pueden tomar la forma de un ataque de pánico de síntomas limitados o completos (esto es un ataque de pánico esperado). El miedo o la ansiedad se evocan casi cada vez que el individuo entra en contacto con la situación temida (Criterio C). Por lo tanto, una persona que desarrolla ansiedad y solo de vez en cuando se produce una situación agorafóbica (ej., desarrolla ansiedad cuando hace cola en solo una de cada cinco ocasiones) no sería diagnosticada de agorafobia. El individuo evita activamente la situación o, si no puede o decide no evitarla, la situación provoca un miedo o una ansiedad intensa (Criterio D). La evitación activa significa que el individuo se comporta de una manera intencionada para prevenir o minimizar el contacto con las situaciones de agorafobia. La naturaleza de la evitación puede ser comportamental (ej., cambiar las rutinas diarias, la elección de un trabajo cercano para evitar el uso del transporte público, encargar las compras a domicilio para evitar entrar en las tiendas y los supermercados) o cognitiva (ej., usar la distracción para superar las situaciones de agorafobia). La evitación puede llegar a ser tan grave que la persona se quede completamente confinada en casa. A menudo, la persona se encuentra en mejores condiciones para hacer frente a la situación temida si va acompañada de alguien, como un amigo o profesional de la salud. El miedo, la ansiedad y la evitación deben ser desproporcionados para el peligro que realmente suponen las situaciones de agorafobia y para el contexto sociocultural (Criterio E). Es importante, por varias razones, diferenciar los temores agorafóbicos clínicamente significativos de los temores razonables (ej., salir de casa durante una fuerte tormenta) o de las situaciones que se consideren peligrosas (ej., caminar por un aparcamiento o usar el transporte público en un área de alta criminalidad). En primer lugar, la evasión puede ser difícil de juzgar a través de la cultura y el contexto sociocultural (ej., en ciertas partes del mundo, es socioculturalmente aceptable que las mujeres musulmanas ortodoxas, eviten salir de casa solas y esta evitación no se consideraría indicativa de agorafobia). En segundo lugar, los adultos mayores son propensos a juzgar sus miedos como desproporcionados con respecto al riesgo real. En tercer lugar, las personas con agorafobia tienden a sobrestimar el peligro de los síntomas similares al pánico u otros síntomas corporales. La agorafobia se debe diagnosticar solo si el miedo, la ansiedad o la evitación persiste (Criterio F) y si causa un malestar significativo o un deterioro en las áreas sociales u ocupacionales, o en otras áreas importantes del funcionamiento (Criterio G). La duración de “típicamente 6 meses o más” pretende excluir a las personas con problemas transitorios de corta duración. Sin embargo, el criterio de duración se debería utilizar como guía general, permitiendo un cierto grado de flexibilidad. En sus formas más severas, la agorafobia puede motivar que los individuos se queden totalmente confinados en casa, que no puedan salir de su hogar y que dependan de los demás para los servicios o la asistencia e incluso para las necesidades básicas. Son frecuentes la desmoralización y los síntomas depresivos, así como el abuso de alcohol y los medicamentos sedantes y los intentos indebidos de automedicación. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Es el fetichismo un trastorno mental?

El interés parafílico del trastorno de fetichismo implica un uso repetitivo y persistencia o la dependencia de objetos inanimados o un gran interés especifico por ciertas partes del cuerpo (típicamente no genitales) como elementos primarios asociados a la excitación sexual (Criterio A). El diagnóstico del trastorno de fetichismo debe incluir malestar personal clínicamente significativo o deterioro de los roles psicosociales (Criterio B). Objetos fetiches frecuentes son: ropa interior femenina, zapatos de hombre o de mujer, artículos de goma, ropa de cuero y otros tipos de prenda de vestir. Entre las partes del cuerpo más erotizadas que se asocian al trastorno de fetichismo se incluyen los pies, los dedos del pie y el cabello. No es inusual que en los fetiches sexualizados se incluyan ambas clases, objetos inanimados y partes del cuerpo (p.ej., calcetines sucios y pies). La definición del trastorno de fetichismo ahora reincorpora el término parcialismo (el interés especifico en una parte concreta del cuerpo) en su definición. El parcialismo, previamente considerado un trastorno parafílico no especificado, se había subsumido históricamente en el fetichismo antes de DSM-III. Muchas personas que se identifican a sí mismas como practicantes de fetichismo no necesariamente refieren un deterioro clínico asociado a su comportamiento fetichista. Se podría considerar que esos individuos tienen un fetiche, pero no un trastorno de fetichismo. El diagnostico del trastorno de fetichismo requiere cumplir de forma concurrente tanto los comportamientos del Criterio A, como el malestar clínicamente significativo o el deterioro del funcionamiento del Criterio B. El trastorno de fetichismo puede ser una experiencia multisensorial que incluya agarrar, degustar, frotar, introducir u oler el objeto fetiche mientras se lleva a cabo una masturbación o preferir que el compañero sexual vista o utilice un objeto fetiche durante los encuentros sexuales. Algunos individuos pueden llegar a reunir una gran colección de objetos fetiches muy deseados.     (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Es el exhibicionismo un trastorno mental?

Los criterios diagnósticos del trastorno de exhibicionismo pueden aplicarse tanto a los individuos que en mayor o menos medida admiten libremente este tipo de parafilia como aquellos otros que niegan categóricamente cualquier tendencia sexual, a exponer sus genitales a personas desprevenidas, a pesar de haber datos objetivos de lo contrario. Si los individuos que lo admiten refieren también problemas psicosociales causados por sus preferencias o el deseo sexual de exponer sus genitales, pueden ser diagnosticados del trastorno de exhibicionismo. Por el contrario, si refieren no sufrir malestar (ejemplificado por la ausencia de ansiedad, obsesiones y culpa o vergüenza por los impulsos parafílicos), no hay deterioro en otras áreas importantes del funcionamiento debido a sus intereses sexuales y los antecedentes psiquiátricos, legales o referidos por el propio individuo indican que no actúan de esa manera, entonces puede afirmarse que tienen un interés sexual de exhibicionismo, pero no deben ser diagnosticados de trastorno de exhibicionismo. Ejemplos de individuos que no lo admiten son los que se han expuesto repetidamente a personas desprevenidas en diferentes ocasiones, pero niegan cualquier deseo irrefrenable o fantasía relacionada con dicho comportamiento sexual. Otros individuos pueden reconocer episodios anteriores de exposición genital, pero rechazan cualquier interés sexual significativo o continuado en ese comportamiento. Desde el momento en que niegan tener deseos irrefrenables o fantasías de exposición genital estos individuos también negarán sentirse subjetivamente mal o presentar deterioro social dentro de sus impulsos. A pesar de su negativa a aceptarlo, estos individuos pueden ser diagnosticados por el trastorno de exhibicionismo.  El comportamiento exhibicionista recurrente constituye un argumento suficiente para el exhibicionismo (Criterio A), y simultáneamente demuestra que ese comportamiento de motivación parafílica causa daño a terceras personas (Criterio B). La exposición genital “recurrente” a personas desprevenidas (varias víctimas, diferente ocasión) puede interpretarse, como norma general, como la existencia de tres o más víctimas en diferentes ocasiones. Un menor número de víctimas puede también satisfacer el criterio siempre que la víctima de la exposición sea la misma en varias ocasiones o si hay pruebas que confirman en exponer los genitales a personas desprevenidas. Nótese que la presencia de varias víctimas, como se ha sugerido anteriormente,  es condición suficiente pero no necesaria para el diagnóstico, ya que los criterios pueden cumplirse si el sujeto reconoce su interés sexual exhibicionista intenso con malestar o deterioro. El marco temporal del Criterio A, por el que los signos o síntomas de exhibicionismo debe haber persistido durante al menos 6 meses, debe entenderse como una pauta general, no como un umbral estricto, con el fin de asegurar que el interés sexual por la exposición genital a personas desprevenidas no sea meramente transitorio. Esto podría expresarse mediante pruebas claras de comportamientos repetidos o malestar durante un periodo no transitorio menos de 6 meses. Prevalencia La prevalencia del trastorno de exhibicionismo se desconoce. Sin embargo, basándose en los casos de exhibicionismo observados en muestras no clínicas o la población general, la máxima prevalencia posible del trastorno de exhibicionismo es del 2-4% en los varones. La prevalencia del trastorno de exhibicionismo en las mujeres es más desconocida si cabe, pero se cree que, en general es muy inferior a la de hombres. Desarrollo y curso Los hombres adultos con trastorno de exhibicionismo a menudo refieren que la primera vez que se dieron cuenta de su interés sexual en exponer sus genitales a personas desprevenidas fue durante su adolescencia, un poco más tarde del desarrollo típico del interés sexual normativo en hombres o mujeres. Aunque no hay una edad mínima establecida para diagnosticar el trastorno de exhibicionismo, puede ser difícil diferenciar los comportamientos exhibicionistas de la curiosidad sexual propia de la edad en la adolescencia. Mientras que los impulsos exhibicionistas parecen surgir en la adolescencia o en las primeras etapas de la edad adulta, se conoce poco sobre su persistencia en el tiempo. El trastorno de exhibicionismo requiere, por definición, uno o mas factores contribuyentes que pueden variar en el tiempo, con o sin tratamiento: malestar subjetivo (culpa, vergüenza, frustración sexual), comorbilidad con un trastorno mental, hipersexualidad e impulsividad sexual, deterioro psicosocial y propensión a comportarse sexualmente exponiendo los genitales a personas desprevenidas. Por lo tanto, el curso del trastorno de exhibicionismo es probable que cambie con la edad tal y como ocurre con otras preferencias sexuales, el aumento de la edad puede asociarse a una disminución del comportamiento y las preferencias sexuales de carácter exhibicionista. Factores de riesgo y pronostico Temperamentales. Puesto que el exhibicionismo es condición previa necesaria del trastorno de exhibicionismo, los factores de riesgo del exhibicionismo deberían a su vez incrementar las tasas del trastorno de exhibicionismo. Los antecedentes antisociales, el trastorno de la personalidad antisocial, el abuso de alcohol y las preferencias sexuales pedófilas pueden incrementar el riesgo de recidiva en las agresiones sexuales exhibicionistas. De ahí que el trastorno de personalidad antisocial, el trastorno de consumo de alcohol y el interés pedófilo puedan considerarse factores de riesgo del trastorno de exhibicionismo en los hombres con preferencias sexuales exhibicionista Ambientales. El abuso emocional y sexual en la infancia y la hipersexualidad/preocupación sexual se ha sugerido como factores de riesgo para el exhibicionismo, aunque la relación causal con el exhibicionismo es incierta y la especificidad no está clara. Aspectos diagnósticos relacionados con el género El trastorno de exhibicionismo es muy inusual en mujeres, si bien pueden producirse episodios aislados de excitación sexual exhibicionista con una frecuencia que, como mucho, llega a ser de la mitad en comparación con los hombres Consecuencias funcionales del trastorno Las consecuencias funcionales del trastorno de exhibicionismo no se han abordado en los estudios de individuos que no han actuado sexualmente exponiendo sus genitales a personas desprevenidas pero que cumplen el Criterio B de experimentar un malestar emocional intenso con esas preferencias. Diagnóstico diferencial Los posibles diagnósticos diferenciales del trastorno de exhibicionismo también son a veces trastornos comórbidos con él. Por tanto, normalmente es necesario evaluar los signos del trastorno de exhibicionismo y de las otras posibles afecciones por separado Trastorno de conducta y trastorno de la personalidad antisocial. El

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¿Cuáles son los síntomas de la piromanía?

La característica principal de la piromanía es la presencia de varios episodios de provocación deliberada e intencionada de incendios (Criterio A). Los individuos con este trastorno experimentan tensión o excitación afectiva antes de provocar el incendio (Criterio B). Hay fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y su contexto (Criterio C). Los individuos con este trastorno a menudo son “mirones” de incendios en su vecindario, pueden crear falsas alarmas y obtener placer con las instituciones, el equipamiento y el personal asociado al fuego. Pueden pasar ratos en el servicio de bombero local, provocar fuegos para estar vinculados a él, o incluso llegar a ser bomberos. Los individuos con este trastorno sienten placer, gratificación o alivio al provocar incendios o al presenciar o ser partícipes de sus consecuencias (Criterio D). El incendio no se provoca para obtener beneficios económicos, ni como expresión de una ideología sociopolítica, ni para ocultar una actividad criminal, ni para expresar rabia o venganza, ni con el fin de mejorar las condiciones de vida personales, ni en respuesta a un delirio o una alucinación (Criterio E). La provocación del fuego no es el resultado de una alteración del juicio. El diagnóstico no se realiza si la provocación del incendio se explica mejor por un trastorno de la conducta, un episodio maníaco o un trastorno de la personalidad antisocial (Criterio F). Criterios diagnósticos Provocación de incendios de forma deliberada e intencionada en más de una ocasión Tensión o excitación afectiva antes de hacerlo Fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y su contexto Placer, gratificación o alivio al provocar incendios o al presenciar o participar en sus consecuencias No se provoca un incendio para obtener un beneficio económico, ni como expresión de una ideología sociopolítica, ni para ocultar una actividad criminal, expresar rabia o venganza, mejorar las condiciones de vida personales, ni en respuesta a un delirio o alucinación, ni como resultado de una alteración del juicio La provocación de incendios no se explica mejor por un trastorno de la conducta, un episodio maníaco o un trastorno de la personalidad antisocial. Características asociadas que apoyan el diagnóstico Los individuos con piromanía pueden preparar con considerable antelación el inicio del fuego. Pueden mostrarse indiferentes a las consecuencias del fuego para la vida o la propiedad, o sentir satisfacción por el resultado de la destrucción de propiedades. Estas conductas pueden ocasionar daños en propiedades, consecuencias legales, lesiones o pérdida de vidas, incluida la del propio inquisidor del fuego. Los individuos que provocan fuegos impulsivamente (y que pueden o no presentar piromanía) suelen tener antecedentes de trastorno por consumo de alcohol o presentarlo en la actualidad Prevalencia La prevalencia de la piromanía entre la población se desconoce. La prevalencia-vida de la provocación de fuegos, que es sólo uno de los componentes de la piromanía y no es suficiente para establecer el diagnóstico por sí misma, se ha calculado que es del 1,13% en una muestra de población, pero la comorbilidad más frecuente fueron el trastorno de personalidad antisocial, el trastorno por consumo de sustancias, el trastorno bipolar y el trastorno por juego (ludopatía). En cambio, la piromanía como diagnóstico primario parece ser muy rara. Entre una muestra de personas que llegaron al sistema penal por provocar incendios repentinamente, solamente el 3,3% tenía síntomas que cumplían todos los criterios de la piromanía. Desarrollo y curso No hay suficientes datos para establecer una edad típica de inicio de la piromanía. La relación entre provocar incendios en la infancia y la piromanía en la edad adulta no está bien documentada. En los individuos con piromanía, los incidentes en los que se provoca el fuego son episódicos y pueden fluctuar en frecuencia. Se desconoce su curso longitudinal. A pesar de que la provocación de incendios es un problema importante en niños y adolescentes, la piromanía en la infancia parece ser rara. Provocar incendios en una etapa juvenil suele asociarse con el trastorno de conducta, el trastorno por déficit de atención/hiperactividad o un trastorno de adaptación. Aspectos diagnósticos relacionados con el género La piromanía se presenta más frecuentemente en los hombres, especialmente en aquellos con peores habilidades sociales y problemas de aprendizaje Diagnóstico diferencial Otras causas de provocación de incendios intencionados. Es importante descartar otras causas de provocación de incendios antes de establecer el diagnóstico de piromanía. La provocación de incendios intencionada puede darse por beneficio, sabotaje o venganza, para encubrir un crimen, para hacer una declaración política o para llamar la atención o ganar reconocimiento. La provocación de incendios también puede darse como parte del desarrollo de la experimentación infantil. Otros trastornos mentales. No se realiza un diagnóstico separado de piromanía cuando la provocación de incendios se produce como parte de un trastorno de conducta, un episodio maníaco, un trastorno de la personalidad antisocial en respuesta a un delirio o alucinación o por los efectos fisiológicos de otra afección médica. El diagnóstico de piromanía tampoco debería hacerse cuando la provocación del fuego es el resultado de un deterioro de juicio asociado a un trastorno neurocognitivo mayor, una discapacidad intelectual o una intoxicación por sustancias. Comorbilidad Parece haber una alta concurrencia de la piromanía con los trastornos por consumo de sustancias, la ludopatía, los trastornos depresivos y bipolar, y otros trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Se nace con esquizofrenia?

La esquizofrenia se trata del trastorno psicótico más frecuente. Independientemente de razas y culturas afecta a cerca del 1% de la población. Ocurre con más frecuencia en poblaciones urbanas y en clases sociales bajas, aunque no es la pobreza lo que causa la enfermedad al condicionar su accesibilidad, evolución y posibilidades terapéuticas. Afecta por igual a ambos sexos, con una edad media de aparición entre 25-28 años. Hay una multi determinación en la aparición del síndrome esquizofrénico (genética, biológica, social, ambiental, psicológica). Se trata de un síndrome clínico, no de una enfermedad específica y su diagnóstico es un diagnóstico clínico, así como el de sus cinco sub variedades. Aunque la naturaleza de la enfermedad es desconocida, la posibilidad de realizar un diagnóstico adecuado con criterios validados es mucho más viable actualmente. Clínica La mayoría de los pacientes presentan sintomatología activa solo una pequeña parte de su vida y pasan muchos años en una fase residual durante la cual los signos clínicos identificables son mínimos. Fase prodrómica. Algunos presentan una personalidad previa típica, “personalidad presisótica” caracterizada por timidez, retraimiento, aislamiento familiar y social progresivo, dificultades de atención, concentración y rendimiento, con fracaso escolar, a pesar de tener una inteligencia normal, pérdida de interés por las tareas que desempeña previamente, frialdad afectiva y carácter huidizo, tendencia a la soledad y desinterés por la sexualidad. Hay que estar atentos si un paciente refiere esto en una consulta y debemos preguntar sobre extrañezas, rarezas, conductas sin sentido, risas inapropiadas, etc. pues será el médico de Atención Primaria quien, en muchos casos, escuche la queja de una madre, que puede aparecer marginalmente o vehiculada a través de otras quejas. La derivación al psiquiatra correspondiente es mandataria por pura prevención primaria. Fase aguda. Un paso más adelante se sitúa el cuadro agudo o primer brote esquizofrénico, que aparece sobre finales de la segunda década y principio de la tercera (15-25 años). A veces se puede identificar una causa desencadenante, pero no siempre. El cuadro agudo presenta una mezcla variable de algunos de los siguientes síntomas: Trastorno formal del pensamiento. Pensamiento ilógico, incomprensible e incoherente con: Pérdida de asociaciones. Ideas desconectadas, alternando unas y otras hasta hacerse incoherentes. Palabras nuevas realizadas con trozos de otras, incomprensibles El paciente interrumpe su discurso en mitad de una frase por diversos motivos (alucinaciones, etc.) durante segundos o minutos. Repetición de palabras o frases sin interés de cara a la comunicación Tendencia a ligarse a lo formal de la expresión con pérdida del simbolismo Pobreza del contenido. Puede hablar mucho y decir poco Trastorno del contenido del pensamiento. Delirios. Ideas, creencias, vivencias, etc. más allá de la credibilidad y que no se modifican ante evidencias en su contra. Aparecen en algunos trastornos psicóticos, aunque algunas formas específicas son particularmente frecuentes en la esquizofrenia. Cuanto más aguda es la psicosis, mayor es la tendencia a que el delirio sea desorganizado y no sistematizado. Existen diversos tipos: persecutorio, no sistematizado, de grandeza, de influencia, de referencia, etc. Trastorno de la percepción. Lo más comunes son las alucinaciones auditivas, menos olfativas y táctiles y casi nunca visuales. Las alucinaciones auditivas (voces) son percibidas como provenientes del espacio externo o de su cabeza y sentidas como reales sin posibilidad de resistirse a ellas. Pueden comentar sus actos o darle órdenes imperativas y acompañarse de ilusiones, despersonalización, desrealizacion y tener carácter corporal. Trastorno afectivo. Lo más habitual es la inestabilidad, con cambios frecuentes de uno a otro polo, la afectividad inapropiada e inmotivada, o la falta de afecto que aparece como monocorde, careciendo sus verbalizaciones del menor contenido emocional Trastorno de la conducta. Cabe cualquier conducta, desde la más extravagante e inapropiada, carente de sentido y finalidad lógica hasta conductas agresivas disruptivas. Conductas sexuales inapropiadas, infantiles, rituales, etc. todo lo imaginable, desde motivaciones de carácter delirante o alucinatorio. Los apartados descritos en una combinación variable constituyen un brote esquizofrénico que puede durar días o meses, a veces años, dependiendo de qué tratamiento siga. Muchos pacientes tienen brotes a lo largo de su vida separados por meses o años. Durante los tiempos entre brotes presentan algunos síntomas residuales, aunque algunos pacientes retornan a la normalidad entre brotes. Hay que estar atentos a los primeros signos que nos indican que comienza un nuevo brote, típicamente serán: mayor inquietud, excitabilidad, dificultad para dormir, apatía y tristeza, dificultades de concentración, anhedonia, pérdida de apetito y comienzo de conductas o gestos no habituales. Ante estos signos, de nuevo la derivación cuanto antes al psiquiatra es lo apropiado. Fase residual. Después de algunos brotes y con la lógica variación de un paciente a otro, entran en lo que se llama fase residual. Los pacientes están aislados, retirados de la vida productiva, con cierto grado de marginación social y familiar, han perdido sus amigos y trabajos, incluso por su propia falta de interés o por sus comportamientos. Su pensamiento y lenguaje es vago, sentido como vacío o absurdo por los demás. Se sienten diferentes de los demás, a veces con la idea de poseer poderes o sensibilidades especiales, acompañados de experiencias psíquicas diversas. Su apariencia personal y modales se habrían deteriorado y tendrán una actitud afectiva fría, lineal o inapropiada. Son incapaces de experimentar placer y tienen dificultades para llevar una vida autónoma con un espectro que va desde la acogida familiar, pasando por instituciones, hasta la marginación total. Ya no tienen la aparatosidad y el dramatismo de la época en que tenían brotes agudos y permanecen en esa fase durante muchos años. Éstos son los signos más comunes que se observarán en consultas de medicina primaria, en relación con sus tratamientos, efecto de éstos, problemas incurrentes, etc. La mayoría de los esquizofrénicos presentan una clara falta de conciencia de enfermedad, aunque su trastorno sea evidente para los demás. Eso hace que su tratamiento no sea fácil ni siquiera para el médico, ni para la familia a la hora de instrumentar ayudas Diagnóstico Catatónica. Muy poco frecuente en la actualidad. Predominio de la esfera motora en la sintomatología con poca o nula

¿Se nace con esquizofrenia? Leer más »