¿Cómo identificar las fases de un episodio disociativo?
Los episodios disociativos son una experiencia compleja que afecta a la mente y la percepción de la realidad de quienes los experimentan. Estos episodios pueden variar en intensidad y duración, pero suelen estar ligados a trastornos disociativos como el Trastorno de Identidad Disociativa (TID), el Trastorno de Despersonalización y Desrealización, entre otros. En este artículo, exploraremos qué sucede durante un episodio disociativo y cómo se pueden identificar sus fases. Fase Inicial: Desconexión con la Realidad La disociación comienza cuando una persona experimenta una desconexión de la realidad o de sí misma. Durante esta fase, la persona puede sentirse como si estuviera observando su vida desde fuera de su cuerpo, o incluso puede tener dificultades para recordar momentos recientes. La percepción del tiempo, el espacio y las sensaciones físicas pueden volverse confusas o alteradas. En algunos casos, la persona puede sentirse como si estuviera en un sueño o en una película, sin poder controlar lo que sucede a su alrededor. Fase Intermedia: Sentimientos de Despersonalización y Desrealización A medida que avanza el episodio, es común que las personas experimenten dos sensaciones clave: despersonalización y desrealización. Despersonalización: En esta etapa, la persona puede sentir que su cuerpo no le pertenece o que no está en control de sus pensamientos y emociones. Es como si estuviera viendo su vida en tercera persona, pero sin poder interactuar plenamente con ella. Desrealización: En esta fase, el mundo exterior puede parecer extraño, irreal o distante. Las personas, los lugares y los objetos pueden parecer fuera de foco, como si fueran parte de un sueño. Esto puede generar angustia y confusión, ya que la persona siente que su entorno no es lo que parece. Fase Avanzada: Amnesia y Fragmentación de la Identidad En algunos casos más graves de disociación, especialmente en el Trastorno de Identidad Disociativa, las personas pueden experimentar una fragmentación de su identidad. Esto significa que pueden tener períodos de amnesia, donde no recuerdan acciones, decisiones o eventos que ocurrieron durante el episodio disociativo. Pueden sentirse como si fueran «otras personas», a menudo con comportamientos, actitudes y recuerdos que no reconocen como propios. Además, en esta etapa puede haber un sentimiento de pérdida de control, como si la mente estuviera funcionando independientemente del cuerpo, lo que puede generar una profunda sensación de miedo y desesperación. Fase de Recuperación: Regreso a la Realidad A medida que el episodio disociativo llega a su fin, la persona comienza a regresar a su estado de conciencia habitual. La intensidad de los síntomas disminuye gradualmente, y la persona recobra la sensación de control sobre su cuerpo y sus pensamientos. Sin embargo, el proceso de recuperación no es siempre inmediato ni lineal. A menudo, las personas pueden sentirse confundidas o desorientadas durante este periodo de transición. Es importante destacar que la recuperación no siempre implica un regreso completo a la «normalidad». Algunas personas pueden experimentar efectos residuales, como fatiga emocional, ansiedad o dificultades para concentrarse. ¿Por Qué Ocurren los Episodios Disociativos? Los episodios disociativos suelen estar relacionados con el trauma psicológico, aunque no siempre es el caso. El estrés, la ansiedad extrema, los recuerdos traumáticos no procesados y la exposición prolongada a situaciones de abuso o violencia pueden desencadenar disociación como una forma de defensa mental. En otras palabras, la disociación puede ser una respuesta del cerebro para «protegerse» de experiencias emocionalmente abrumadoras o dolorosas. Al desconectarse de la realidad o de sí mismos, las personas intentan evitar enfrentar directamente un trauma o estrés emocional. Tratamiento y Manejo de los Episodios Disociativos El tratamiento de los episodios disociativos suele centrarse en abordar las causas subyacentes, como el trauma o el estrés crónico. La terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia de exposición y la integración de recuerdos traumáticos son algunas de las intervenciones más comunes. También es esencial aprender a reconocer los primeros signos de disociación y desarrollar estrategias de afrontamiento para minimizar la severidad de los episodios. Las técnicas de relajación, mindfulness y grounding (anclaje a la realidad) son herramientas efectivas para las personas que experimentan disociación.
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