trastorno de personalidad

¿Por qué me cuesta tanto adaptarme a los cambios?

La rigidez cognitiva es un término utilizado en psicología para describir un patrón de pensamiento inflexible, que puede interferir en la capacidad de una persona para adaptarse a cambios o resolver problemas de manera eficiente. Aunque todos experimentamos momentos de inflexibilidad mental, cuando la rigidez cognitiva se convierte en un patrón constante, puede tener un impacto significativo en la vida diaria. ¿Qué es la Rigidez Cognitiva? La rigidez cognitiva se refiere a la tendencia a pensar de manera rígida o a apegarse a un único modo de pensar ante diversas situaciones. Las personas con rigidez cognitiva pueden tener dificultades para cambiar de opinión, adaptarse a nuevas perspectivas o modificar comportamientos ante nuevas circunstancias. Esto puede llevar a problemas tanto en la vida personal como profesional. Causas de la Rigidez Cognitiva La rigidez cognitiva puede ser influenciada por diversos factores: Factores Genéticos: Algunas personas pueden estar predispuestas a la rigidez cognitiva debido a su genética. Trastornos Psicológicos: La rigidez cognitiva es un síntoma común en trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno del espectro autista. Estrés y Ansiedad: El estrés prolongado o la ansiedad pueden hacer que el cerebro se enfoque en una única solución o en patrones de pensamiento repetitivos, lo que aumenta la rigidez cognitiva. Condiciones Neurológicas: Algunas afecciones neurológicas, como la demencia o las lesiones cerebrales traumáticas, pueden afectar las funciones cognitivas y resultar en patrones de pensamiento inflexibles. Consecuencias de la Rigidez Cognitiva Cuando la rigidez cognitiva se vuelve crónica, puede tener varios efectos negativos: Relaciones Interpersonales: Las personas con rigidez cognitiva a menudo tienen dificultades para aceptar diferentes puntos de vista, lo que puede causar conflictos en sus relaciones. Problemas en el Trabajo o la Escuela: La incapacidad para adaptarse a nuevas tareas o métodos puede llevar a una baja productividad o a la frustración. Estrés y Ansiedad: La rigidez cognitiva puede aumentar la preocupación y la ansiedad, ya que las personas a menudo se sienten atrapadas en su propia forma de pensar. ¿Cómo Superar la Rigidez Cognitiva? Aunque la rigidez cognitiva puede ser un desafío, existen varias estrategias para gestionarla y fomentar una mayor flexibilidad mental: Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC es una de las terapias más efectivas para cambiar patrones de pensamiento inflexibles. Ayuda a las personas a identificar pensamientos automáticos y a reemplazarlos por formas más adaptativas de pensar. Mindfulness y Técnicas de Relajación: Las prácticas de mindfulness pueden ayudar a las personas a ser más conscientes de sus pensamientos y emociones, promoviendo una mayor apertura y flexibilidad. Desafiar los Pensamientos: Intentar cuestionar las creencias o pensamientos rígidos y buscar alternativas puede ser un paso importante para aumentar la flexibilidad cognitiva. Aprender Nuevas Habilidades: Practicar habilidades cognitivas que fomenten la resolución creativa de problemas, como pensar en múltiples soluciones a un problema, puede ayudar a romper la rigidez mental. Exposición Gradual al Cambio: Salir poco a poco de la zona de confort y enfrentarse a nuevos retos o situaciones puede ayudar a desactivar los patrones de pensamiento rígidos.  

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¿Te Has Preguntado Quién Eres Realmente?

La confusión sobre el propio ser es una experiencia que muchos de nosotros atravesamos en diferentes momentos de la vida. Puede manifestarse como una sensación de desconexión interna, incertidumbre sobre quiénes somos realmente, o una incapacidad para comprender cuál es nuestro propósito en el mundo. Esta sensación puede surgir de varias circunstancias, como cambios importantes en la vida, crisis emocionales, o simplemente la necesidad de cuestionar nuestras creencias y valores. ¿Qué es la Confusión sobre el Propio Ser? La confusión sobre el propio ser se refiere a la dificultad para entender nuestra identidad o nuestras metas. Es un fenómeno común en diversas etapas de la vida, desde la adolescencia hasta la adultez, y puede ser desencadenado por experiencias de vida como la pérdida, el fracaso personal o la presión social. También puede ser parte de un proceso de crecimiento personal y autoconocimiento. En muchos casos, la confusión está relacionada con la falta de claridad sobre nuestras pasiones, intereses y valores, lo que lleva a una sensación de «vacío» o de estar perdidos. No tener respuestas claras sobre quiénes somos o qué queremos puede generar ansiedad, estrés y un sentimiento general de desconcierto. Factores que Contribuyen a la Confusión sobre el Propio Ser Presión Social y Expectativas Externas: Vivimos en un mundo donde las expectativas sociales y familiares a menudo dictan cómo debemos vivir, qué debemos hacer y cómo debemos ser. Esta presión puede hacer que perdamos de vista lo que realmente queremos y necesitamos. Crisis de Vida: Cambios importantes, como una ruptura, un cambio de trabajo o una pérdida significativa, pueden generar sentimientos de incertidumbre. Estas transiciones nos obligan a cuestionar nuestra identidad y nuestro propósito. Falta de Autoconocimiento: La introspección es esencial para el crecimiento personal. Sin embargo, muchos evitamos enfrentarnos a nosotros mismos o no sabemos cómo explorar nuestras emociones y deseos más profundos. Condiciones de Salud Mental: Trastornos como la ansiedad, la depresión o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) pueden aumentar la confusión sobre el propio ser, ya que nos desconectan de nuestro sentido interno de seguridad y control. Cómo Afrontar la Confusión sobre el Propio Ser Autoconocimiento y Reflexión Personal: Una de las maneras más efectivas de superar la confusión sobre el propio ser es dedicar tiempo a conocerse a uno mismo. Esto puede incluir prácticas como la meditación, la escritura reflexiva o incluso buscar el apoyo de un terapeuta que nos ayude a explorar nuestras emociones y pensamientos. Aceptar la Incertidumbre: La vida está llena de incertidumbres, y la confusión sobre el propio ser puede ser parte del proceso de aprendizaje y crecimiento. Aceptar que no siempre tenemos todas las respuestas nos libera de la presión de «tener que saber» quiénes somos en todo momento. Buscar Apoyo Profesional: Si la confusión sobre el propio ser está relacionada con un trastorno de salud mental, es fundamental buscar la ayuda de un profesional. La terapia cognitivo-conductual, la psicoterapia y otras modalidades pueden proporcionar herramientas efectivas para aclarar pensamientos y emociones. Establecer Metas Claras: A veces, la falta de claridad sobre nuestra identidad proviene de no tener un rumbo definido. Establecer metas personales o profesionales, aunque sean pequeñas, puede ayudarnos a recuperar el control y avanzar con mayor propósito. Conectar con Otras Personas: Hablar sobre nuestros sentimientos con amigos cercanos o seres queridos puede ser un alivio. No siempre es necesario tener respuestas claras, pero compartir nuestras dudas y preocupaciones con otros puede ayudarnos a ver las cosas desde otra perspectiva. Reflexión Final La confusión sobre el propio ser no es algo que debamos temer. Es una etapa normal en la vida que puede ofrecer una oportunidad invaluable para el autodescubrimiento y el crecimiento. Aunque puede resultar incómoda y desorientadora, al enfrentarla con paciencia y apertura, podemos aprender más sobre quiénes somos realmente y encontrar un camino más auténtico hacia nuestra felicidad y realización personal.  

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¿Por qué te saboteas emocionalmente?

La autodestrucción emocional es un patrón de pensamientos, comportamientos y sentimientos negativos que, de forma inconsciente o consciente, perjudican el bienestar psicológico de una persona. Esta conducta puede manifestarse de muchas formas: desde la autosabotaje en las relaciones hasta la autoexigencia extrema, pasando por la incapacidad de poner límites saludables o la perpetuación de emociones dolorosas. A lo largo de este artículo, exploraremos las causas subyacentes, las señales de alerta y, lo más importante, las estrategias para sanar y liberarse de esta dinámica destructiva. ¿Qué es la autodestrucción emocional? La autodestrucción emocional no se refiere únicamente a una acción puntual que cause daño, sino a un patrón persistente de comportamientos que reflejan una falta de amor propio y un profundo malestar interno. Las personas que atraviesan esta fase pueden sentirse atrapadas en un ciclo de autocrítica, dependencia emocional y relaciones tóxicas, lo que afecta su salud mental, emocional y, a largo plazo, su bienestar general. Causas comunes de la autodestrucción emocional Baja autoestima: Las personas con una percepción negativa de sí mismas a menudo sienten que no merecen ser felices, amadas o exitosas. Esto puede llevarlas a tomar decisiones que refuercen estos sentimientos de indignidad. Trauma no procesado: Las experiencias dolorosas, como el abuso emocional, físico o psicológico, pueden dejar cicatrices profundas en la psique de una persona. Si no se abordan adecuadamente, estos traumas pueden alimentar conductas autodestructivas. Perfeccionismo: La necesidad de ser perfecto o cumplir con expectativas irreales puede llevar a la autocrítica constante. En lugar de aceptar los errores como parte natural del proceso de aprendizaje, el perfeccionista se castiga por cualquier tipo de fracaso. Dependencia emocional: Las personas que buscan constantemente la validación o el amor de los demás pueden caer en relaciones codependientes o destructivas, donde sus necesidades emocionales nunca se ven realmente satisfechas, lo que genera más sufrimiento. Estrés y ansiedad crónica: La presión constante, las expectativas externas o la incapacidad para manejar el estrés pueden llevar a la persona a adoptar mecanismos de defensa que, a largo plazo, se convierten en patrones destructivos. Señales de autodestrucción emocional Es importante saber identificar las señales de la autodestrucción emocional para poder abordarla de manera adecuada. Algunas de estas señales incluyen: Autosabotaje: Hacer cosas que van en contra de los propios intereses, como procrastinar, no tomar decisiones importantes o evitar oportunidades de crecimiento personal. Relaciones tóxicas: Mantener vínculos que no solo no aportan nada positivo, sino que además son perjudiciales para el bienestar emocional. Pensamientos negativos constantes: Estar atrapado en un ciclo de pensamientos autocríticos o pesimistas sobre uno mismo y el futuro. Sentimiento de inutilidad: Experimentar sensaciones de vacío o de no tener un propósito claro en la vida. Aislamiento social: Alejarse de amigos y familiares, prefiriendo la soledad por miedo al juicio o rechazo. Estrategias para superar la autodestrucción emocional Afortunadamente, la autodestrucción emocional se puede superar con el tiempo y el esfuerzo adecuado. Algunas estrategias que pueden ayudar incluyen: Terapia psicológica: Contar con el apoyo de un terapeuta o psicólogo es crucial para explorar las causas profundas de la autodestrucción emocional y trabajar en sanar esas heridas internas. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es particularmente eficaz para modificar patrones de pensamiento negativos. Prácticas de autocuidado: Establecer rutinas que favorezcan el bienestar emocional y físico, como el ejercicio, la meditación o el descanso adecuado, puede mejorar la salud mental de manera significativa. Desarrollar la autocompasión: Aprender a ser amable contigo mismo, a perdonarte por los errores pasados y a aceptar que todos somos humanos, puede ser una herramienta poderosa en el proceso de sanación. Fomentar relaciones saludables: Rodearse de personas que respeten tus límites, te apoyen y te valoren es fundamental para mejorar tu autoestima y romper con patrones de dependencia emocional. Establecer metas realistas: En lugar de buscar la perfección, es importante enfocarse en objetivos alcanzables y aprender a celebrar los pequeños logros. Esto ayuda a construir una mentalidad positiva y constructiva. Educación emocional: Aprender a identificar y gestionar las emociones de manera adecuada puede ser un paso importante hacia la autorregulación y el bienestar emocional.  

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¿Qué leer sobre el trastorno bipolar? Los mejores títulos y recursos bibliográficos

El trastorno bipolar es una afección compleja que ha sido objeto de numerosos estudios e investigaciones. Para comprender mejor esta enfermedad y sus diversas facetas, es fundamental acceder a fuentes bibliográficas confiables que proporcionen información actualizada y basada en la evidencia. A continuación, se presentan algunas de las obras y recursos más relevantes sobre el trastorno bipolar, que son esenciales tanto para profesionales de la salud como para aquellos interesados en profundizar en el tema. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) – American Psychiatric Association El DSM-5 es el manual de referencia estándar utilizado por profesionales de la salud mental para diagnosticar trastornos mentales. En su última edición, se describen los criterios diagnósticos para el trastorno bipolar, incluidos los diferentes tipos (Bipolar I, Bipolar II, ciclotimia) y los episodios maníacos y depresivos. Este texto es fundamental para comprender los fundamentos clínicos del trastorno bipolar, sus características y su diagnóstico. Referencia completa: American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing. Manic-Depressive Illness: Bipolar Disorders and Recurrent Depression – Goodwin & Jamison Este libro, escrito por G. M. Goodwin y K. R. Jamison, es una de las obras más influyentes sobre el trastorno bipolar. Publicada por primera vez en 1990, esta obra ofrece una visión profunda sobre la naturaleza clínica del trastorno, su tratamiento y su impacto en los pacientes. Los autores exploran los aspectos biológicos, psicológicos y sociales del trastorno bipolar, además de analizar los avances en su tratamiento. Es un texto clave tanto para investigadores como para clínicos. Referencia completa: Goodwin, G. M., & Jamison, K. R. (2007). Manic-Depressive Illness: Bipolar Disorders and Recurrent Depression. Oxford University Press. The Bipolar Disorder: A Guide to Diagnosis and Treatment – Fountoulakis & Vieta Este libro ofrece una guía completa sobre el diagnóstico y tratamiento del trastorno bipolar, y es muy útil para médicos y profesionales de la salud mental. Fountoulakis y Vieta exploran los enfoques más recientes en cuanto a medicamentos, psicoterapia y otras modalidades de tratamiento. También analizan el impacto del trastorno bipolar en la vida del paciente y en su entorno social y familiar. Referencia completa: Fountoulakis, K. N., & Vieta, E. (2018). The Bipolar Disorder: A Guide to Diagnosis and Treatment. Cambridge University Press. Bipolar Disorder: A Clinician’s Guide to Biological Treatments – Vieta, Colom & Martinez-Álvarez Este libro está enfocado principalmente en los tratamientos biológicos del trastorno bipolar, cubriendo desde los medicamentos tradicionales, como los estabilizadores del ánimo y los antipsicóticos, hasta tratamientos más recientes y emergentes. Es una fuente confiable para comprender la evolución de los tratamientos farmacológicos y sus efectos. Referencia completa: Vieta, E., Colom, F., & Martínez-Álvarez, M. (2014). Bipolar Disorder: A Clinician’s Guide to Biological Treatments. Wiley-Blackwell. Bipolar Disorder: Understanding and Overcoming the Mental Illness – Nolen En este libro, W. A. Nolen ofrece una visión accesible del trastorno bipolar, explicando tanto sus aspectos científicos como humanos. El texto aborda los diversos tipos de trastorno bipolar, las causas subyacentes, así como los enfoques terapéuticos más comunes, haciendo énfasis en la importancia de la comprensión y el manejo adecuado de la enfermedad. Referencia completa: Nolen, W. A. (2009). Bipolar Disorder: Understanding and Overcoming the Mental Illness. Oxford University Press. Artículos científicos y revisiones en revistas especializadas Existen numerosos artículos revisados por pares que se publican periódicamente en revistas científicas como The American Journal of Psychiatry, Bipolar Disorders, Journal of Affective Disorders y Psychiatry Research. Estos artículos ofrecen información actualizada sobre investigaciones en curso, avances en el tratamiento farmacológico y psicológico, y estudios sobre la genética y la neurociencia del trastorno bipolar. Ejemplos de artículos clave: Perlis, R. H. (2016). «The genetics of bipolar disorder». The American Journal of Psychiatry. Miklowitz, D. J. (2018). «The role of family therapy in the treatment of bipolar disorder». Bipolar Disorders. Recursos en línea y bases de datos científicas Además de los libros y artículos impresos, las bases de datos científicas como PubMed, PsycINFO y Google Scholar son excelentes fuentes para acceder a artículos, revisiones y estudios sobre el trastorno bipolar. Estas plataformas ofrecen acceso a investigaciones científicas de vanguardia, facilitando a los profesionales y estudiantes mantenerse al día con los avances en el campo. Referencias en línea: National Institute of Mental Health (NIMH). (2023). Bipolar Disorder. Recuperado de https://www.nimh.nih.gov/health/topics/bipolar-disorder. World Health Organization (WHO). (2021). Mental health: Strengthening our response. Recuperado de https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response. Conclusión La bibliografía sobre el trastorno bipolar es extensa y multidisciplinaria, abarcando desde estudios genéticos y biológicos hasta enfoques terapéuticos y psicológicos. Para aquellos interesados en comprender profundamente este trastorno, es crucial consultar tanto los textos fundamentales como las investigaciones más recientes. La integración de diversos enfoques, que incluyen la genética, la neurociencia, el tratamiento farmacológico y la psicoterapia, es clave para abordar eficazmente el trastorno bipolar y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.  

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¿Cómo afectan los trastornos de personalidad tu vida?

Los trastornos de personalidad son condiciones psicológicas que afectan profundamente cómo una persona piensa, siente y se relaciona con los demás. Aunque pueden sonar como algo «ajeno», la realidad es que todos conocemos a alguien que podría estar luchando con uno de estos trastornos, sin siquiera saberlo. Pero, ¿qué los causa y cómo se manifiestan? Aquí desglosamos lo esencial para entenderlos mejor. ¿Realidad o mito? Lo que creemos vs. lo que es verdad Mito 1: «Las personas con trastornos de personalidad son malas o peligrosas.» Realidad: No son malas, son personas que luchan con patrones de comportamiento que a menudo nacen de experiencias traumáticas o desequilibrios genéticos. Mito 2: «No tienen cura, así que no hay nada que hacer.» Realidad: Con tratamiento adecuado, muchas personas con trastornos de personalidad pueden mejorar significativamente su calidad de vida. Mito 3: «Son fáciles de identificar.» Realidad: Muchos trastornos pasan desapercibidos porque las personas suelen ocultar sus luchas detrás de máscaras sociales. Los trastornos de personalidad más comunes y cómo reconocerlos Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) Señales: Cambios emocionales intensos, miedo al abandono, relaciones inestables. Lo que no sabías: Las personas con TLP suelen ser increíblemente empáticas, pero luchan con cómo manejar sus emociones. Trastorno Narcisista de la Personalidad Señales: Sentido exagerado de importancia, necesidad de admiración constante, falta de empatía. Lo que no sabías: Detrás de la aparente arrogancia, a menudo hay una autoestima muy frágil. Trastorno Antisocial de la Personalidad Señales: Falta de respeto por las normas sociales, comportamiento impulsivo, manipulación. Lo que no sabías: No todos los que tienen este trastorno son criminales; muchos buscan formas de encajar en la sociedad. ¿Qué causa los trastornos de personalidad? La ciencia detrás de la mente Los trastornos de personalidad son el resultado de una combinación de factores: Genética: Algunas personas nacen con una predisposición biológica. Experiencias traumáticas: Abuso, negligencia o pérdida en la infancia son detonantes comunes. Entorno social: Relaciones disfuncionales y estrés continuo pueden agravar los síntomas. Cómo apoyarlos (y por qué todos deberíamos hacerlo) Si conoces a alguien con un trastorno de personalidad, aquí hay algunas formas de ayudar: Infórmate: Conocer más sobre su condición te ayudará a comprender mejor su comportamiento. Sé paciente: Los cambios no ocurren de la noche a la mañana, pero el apoyo constante marca la diferencia. Anímalos a buscar ayuda profesional: La terapia es clave para su recuperación. ¿Por qué deberíamos hablar más sobre esto? El estigma es uno de los mayores obstáculos para quienes viven con trastornos de personalidad. Hablar de estos temas abiertamente puede ayudar a normalizar las conversaciones sobre salud mental, romper barreras y brindar esperanza. Conclusión: Una invitación al cambio La próxima vez que escuches sobre alguien con un trastorno de personalidad, recuerda: detrás de sus luchas hay una persona que merece comprensión, apoyo y respeto. Compartir este artículo es un primer paso para crear conciencia.    

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¿Cómo evitar hacer el tonto?

Lo socialmente hoy más penalizado es hacer el tonto (O ser ingenuo), pero quien hace el bien espontáneamente  y sin trastienda suele ser ingenuo. ¿Qué es hacer el tonto? El Diccionario de María Moliner se queda corto diciendo que “se aplica a personas de poca inteligencia”; el Diccionario de la Academia es aun peor: lo define por otro vocablo igualmente popular pero ya fuera de uso: “mentecato” y añade “de escaso entendimiento o razón”. Quien hace el bien no da muestras de “escaso entendimiento o razón” ni de poca inteligencia. Lo más da muestras de poca picardía, de ingenuidad, de falta de malicia y de falta de sagacidad práctico-social.  Si alguien presta una ayuda por auxiliar sin más  se le desprecia; si dice que ayuda para manipularles y ganarlo para su conveniencia y tenerle a su disposición, se le perdona haber hecho el bien. Pero la ingenuidad o la excesiva confianza o la gratuidad bonachona no indican en absoluta “falta de inteligencia” ni merma de razón como los diccionarios dicen. Básicamente “tonto” es quien no es lucido acerca de los asuntos que le atañen; pero ni este sesgo de la aceptación coincide del todo con la falta de inteligencia ni todas las aceptaciones tienen que ver con la razón ni con la inteligencia sin que reflejan perfiles emocionales e incluso sociales de la tontería. Tonto es quien no acierta a emplear su dinero, quien se deja despojar fácilmente sus bienes, quien carece de la necesaria sagacidad para administrarse y naturalmente es presa fácil de aprovechados. También al que no acierta a sacar provecho de los servicios o favores que dispensa y los hace con total gratuidad. Tonto es quien imagina que los seres humanos que con él se relacionan con mejores de lo que son, que se puede confiar en ellos, en sus promesas de devolución o en sus quejas de desgracia  y escasez. Y los primeros que se ríen de tales idealistas son quienes más se benefician de su ingenuidad engañándolos. La sociedad es despiadada y cuando se conmueve con ternura por algo es histriónica y superficial. Muy pronto se le pasa el sofoco que le produce la desgracia ajena…Tonto es quien se ilusiona con poder regenerar a alguien dejándose conscientemente engañar por él o el idealista que concibe proyectos altruista y magnánimos de los cuales se aprovechan los sinvergüenzas de siempre. En un tercer campo semántico tonto es el ingenuo y ¿qué es ser ingenuo? La definición de María Moliner es la adecuada “persona que no tener malicia o picardía; que supone siempre buena intención en los otros y cree lo que dicen y a su vez habla y obra de buena fe y sin reservas”. Lo peor es que es verdad. No se puede ir por la vida confianza y dando crédito a quienes se oye y a lo que dicen, ni actuando de buena fe y sin reservas. A quien va así por la vida, le devoran, le destruyan y encima se le burlan. Es mejor hacer el bien que quedar bien Se ha de procurar al haber el bien no quedar mal de alguna de las maneras en que esto suele suceder (proteccionismo, paternalismo, impersonalidad, etc.) mas ante todo hay que ser prudente en el modo, aunque sea generoso en la sustancia. Y por encima de todo hay que guardarse de los aprovechados y los manipuladores: Fresco es el cínico Aprovechado, el cazurro que va a lo suyo aprovechando las figuras que se le ofrecen para meterse más de la cuenta a saco o a sorprender la buena fe del otro, sin casi aparentarlo. Manipulador es quien aun no teniendo necesidad se gana al bienhechor con otros fines, so capa de necesitar remedios; pero ello es para utilizarle según conveniencias Cualquiera de estos descuidos crea la imagen de ingenuo y de despreciable y los primeros que levan a despreciar a usted son los beneficiarios cínicos, aprovechados y manipuladores. Ante todo hay que hacer el bien serio, no un tratar de remediar totalmente males o necesidades sin importancia y por ello desatender otras necesidades y fines de verdadera urgencia hay que hacer además el bien caro y puro, no barato y aguado. Se podría caracterizar esta actitud como conducta generosa pero prudente. Esta es la trampa común en la que a veces ha caído la jerarquía católica: Ser tan inmensamente prudente que no se actúe para no arriesgar nada. Si usted se arriesga, sepa que vale mucho mas lo hecho por el bien aun perdiendo que la preservación del posible beneficio hecho por haberse defendido demasiado. Solo el amor hace que se lance al riesgo sin demasiada prudencia. Pero el amor es ya otra cosa, y lo que realmente acaba valiendo es el amor con que se hizo y por quien se hizo. Perder por amor es desde luego peligroso, pero no triste. A veces hay que perder bastante para gran más o de mejor calidad que lo que se tenía. Es necesario fijar cuatro advertencias para, con amor o sin amor, hacer el bien serio y seguro: No confiar No confidenciar No franquear No prodigar No confiar. Hay que hacer el bien sabiendo que aquellos a quienes se hace no estarían dispuestos a su vez a hacerlo e incluso más bien nos harían mal si pudiesen. Y esto sin prejuzgar nada, por pura experiencia de la vida y puro sentido común. El bien hay que hacerlo por ser bien no por ser útil, porque útil de inmediato o durante el tiempo de la existencia más bien no lo es, salvo el bienestar que se genera en torno. Aunque hay destinos, destinos muy extraños y no lógicos, a los que cuando más hacen el bien peor les va; pero esto han de asumirlo como un estilo propio de irles en la vida. No confidenciar. No conviene en absoluto dar parte a nadie de las propias intimidades o asuntos personales y menos de las debilidades ¡ni siquiera a la pareja! Conviene tener un amigo de toda

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¿Cómo detectar a una persona con personalidad histérica?

Las personalidades histéricas se llaman también histriónicas. Son personas extravertidas, reaccionan ante la frustración con ansiedad, fobias o convirtiendo los conflictos en síntomas somáticos. Son egocéntricas, emocionalmente inestables con reacciones fuertes y prontos. Una de sus características más importantes es la necesidad de centralizar la atención y de manipular su entorno, lo que consiguen con los medios más sofisticados y llamativos, utilizando con frecuencia una forma teatral de expresarse que recuerda el histrionismo. La histeria ha estado asociada durante siglos a las mujeres, como una enfermedad femenina derivada del útero. Ya en el siglo XX se supo que la histeria tiene mucho que ver con una alteración de la personalidad, a menudo reforzada por la educación, que afecta tanto a hombres como a mujeres. En los niños pequeños, los comportamientos histéricos son bastante normales, porque todavía no han logrado establecer lazos afectivos altruistas. Los niños son egocéntricos y narcisistas y quieren que el mundo gire a su alrededor. Eso es normal hasta que aprenden a decir te quiero y a querer realmente, es decir, a anteponer el bienestar de los demás a su propio bienestar. Pero si el niño tiene tendencia a desarrollar una personalidad histérica, será más difícil que alcance esa etapa de altruismo y mantendrá el egocentrismo durante toda su vida. Esto puede deberse en gran parte al refuerzo, es decir, a la facilidad que le dan los adultos para que consiga lo que desea accediendo a sus crisis y pataletas. Otras veces, aunque los adultos no se presten al chantaje del niño, éste desarrollará la personalidad histérica que le acompañará durante toda su vida. También se da con frecuencia en los ancianos, que regresan a etapas infantiles y a comportamientos propios de los niños. Muchos ancianos recurren a crisis histéricas para llamar la atención constantemente. Hay ancianos que se quejan de la comida, de la temperatura y hasta del trato que reciben en instituciones, residencias, hospitales e incluso en su propia familia. Si las quejas son infundadas, cosa que siempre conviene investigar, podemos estar ante un caso de llamada de atención de tipo histérico. Esa persona que monopoliza la atención en una reunión social, que trata de seducir a todos, que es capaz de convertir una sonrisa encantadora en la más feroz de los gestos si alguien escapa a su manejo, tiene un comportamiento histérico. Esa madre que hace una crisis de llanto y suspiros cuando sus hijos le dicen que van a cenar fuera con unos amigos tiene un comportamiento histérico. Si consigue culpabilizar a sus hijos para que no salgan, habrá conseguido su objetivo y dispondrá de un arma inestimable la siguiente vez que no quiera quedarse sola. Las personalidades histéricas tienen las siguientes características: Conducta teatral. En muchas ocasiones estas personas parece que estén representando una obra en el escenario, sobre todo cuando se presenta una situación conflictiva. Se enfrentan a los conflictos con teatralidad y desde la posición de victimas de un ser maléfico superior que se empeña en hacerlas desgraciadas. El comportamiento teatral va acompañado de planteamientos fantasiosos y poco realistas. Muchas veces, las personas histéricas mienten, pero no siempre son conscientes de que es mentira, porque llegan a confundir su fabulación con la realidad. Les gusta llamar la atención y les importa mucho la opinión de los demás. Si alguien les muestra antipatía, tienden a creer que se debe a envidia o se sitúan inmediatamente en la posición de la victima que no sabe qué ha hecho para merecer ese rechazo. Suelen hacer amistades con facilidad, pero se vuelven posesivos y exigentes, reclamando atención de forma constante, porque necesitan gran atención y dedicación. Si no se les presta toda la atención que demandan, manipulan y culpabilizan valiéndose de cualquier método, desde enfermar hasta hacer intentos de suicidios. Sus reacciones son desproporcionadas, debido a su excesiva sensibilidad emocional. Son típicas las lágrimas, gritos y desmayos ante una situación que otra persona enfrentaría con un gesto o una exclamación de dolor o angustia Son inestables emocionalmente, con cambios bruscos de actitud, apasionamiento y escaso raciocinio. Esto les hace volubles en sus afectos. Quieren y odian apasionadamente en cuestión de segundos. En realidad, las personas histéricas solo se aman a sí mismas, porque son extremadamente narcisistas y egocéntricas y no han llegado a superar esa etapa y alcanzar la etapa del altruismo. Si algo va mal, suelen adoptar el papel de victimas. Es frecuente que una de estas personas se eche la culpa de algo malo que ha sucedido, pero se culpa en público y de forma teatral, como una víctima del destino. Son chantajistas y manipuladores, consiguen sus fines manejando y culpabilizando su entorno. Si es necesario recurren a enfermedades reales, no fingidas porque son capaces de somatizar sus conflictos. Pero este mecanismo no es consciente, es decir, la persona histérica que enferma para evitar que la familia salga de vacaciones, por ejemplo, no lo hace a propósito de una manera consciente, sino que se sugestiona con el malestar hasta llegar a enfermar realmente. Tienden a convertir sus conflictos en síntomas físicos que aceptan con resignación. Se llama belle indiferente a la aceptación resignada y casi mística con que el histérico admite sus síntomas fiscos con lo que se libra de otra situación y además culpabiliza a alguien. Las personalidades histéricas son muy sugestionables y pueden transformar fácilmente su malestar psíquico en una enfermedad física real. Hay niños que llegan a tener vomito e incluso fiebre el mismo día en que sus padres han decidido salir a divertirse y dejarlos con la canguro. Y es fiebre de verdad, de la que hay que llamar al médico, no una simulación. Hay personas adultas que llegan a padecer cólicos cuando han de enfrentarse a una situación no deseada. La somatización no es en absoluto voluntaria, sino totalmente inconsciente, pero en las personalidades histéricas tienen una finalidad conductual que muchas veces es la atención médica continuada y la preocupación de las personas del entorno. En la Edad Media algunos médicos equipararon la histeria de la

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¿Cómo se diagnostica el trastorno de identidad disociativo?

La característica definitoria de un trastorno de identidad disociativo es la presencia de dos o mas estados de personalidad distintos o una experiencia de posesión (Criterio A). Sin embargo, la manifestación o no de estos estados de personalidad varía en función de la motivación psicológica, el nivel actual de estrés, la cultura, los conflictos internos y dinámicos y la tolerancia emocional. Puede haber periodos continuos de interrupción de la identidad en el contexto de presiones psicosociales graves y/o prolongadas. En muchos casos de trastorno de identidad disociativo en forma de posesión y en una pequeña proporción de casos sin manifestación de posesión son muy evidentes las manifestaciones de las identidades alternativas. Durante largos periodos de tiempo, la mayoría de los individuos con trastorno de identidad disociativo sin manifestaciones de posesión no muestran abiertamente la discontinuidad de su identidad y solo una pequeña minoría presenta una alternancia clínicamente observable entre las identidades. Cuando no se observan directamente los estados de personalidad alternativa, el trastorno puede ser identificado por dos grupos de síntomas: 1) las alteraciones repentinas o la discontinuidad sobre el sentido del yo y el sentido de la entidad (Criterio A), y 2) las amnesias disociativas recurrentes (Criterio B). Los síntomas del Criterio A están relacionados con las interrupciones en la experiencia que pueden afectar a cualquiera de los aspectos del funcionamiento de un individuo. Los individuos con trastorno de identidad disociativo pueden referir la sensación de que, de repente, se han convertido en observadores despersonalizados de su “propio” discurso y acciones, y que pueden sentirse impotentes para detenerlos (sentido del yo). Tales individuos también pueden informar sobre la percepción de voces (p. ej., la voz de un niño, el llanto, la voz de un ser espiritual). En algunos casos, las voces se experimentan como múltiples, desconcertantes e independientes de pensamiento y sobre ellos el individuo no tiene ningún control. Las emociones fuertes, los impulsos e incluso el habla u otras acciones pueden surgir de repente, sin un sentido de control o de pertenencia personal (sentido de entidad). Estas emociones e impulsos son con frecuencia comunicadas como egodistónicas y desconcertantes. Las actitudes, la perspectiva y las preferencias personales (p.ej., acerca de la comida, las actividades, el vestido) pueden cambiar de repente y después pueden cambiar nuevamente. Los individuos pueden referir que sienten sus cuerpos diferentes (p. ej., como un niño pequeño, como del género opuesto, enorme y musculado). Las alteraciones en el sentido del yo y la pérdida de identidad personal pueden estar acompañadas por la sensación de que estas actividades, emociones y comportamientos, incluso el propio cuerpo, “no son míos y/o no están bajo mi control”. Aunque la mayoría de los síntomas del Criterio A son subjetivos, muchas de estas interrupciones bruscas del habla, del efecto y de la conducta pueden ser observadas por la familia, los amigos o el clínico. La amnesia disociativa de las personas con trastorno de identidad disociativo se manifiesta de tres formas principales: 1) como lagunas en la memoria remota de los acontecimientos vitales personales (p. ej., periodos de la niñez o de la adolescencia, algunos eventos importantes de la vida, como la muerte de un abuelo, casarse, dar a luz), 2) como lapsos de memoria reciente (p. ej., de lo que sucedió hoy, de habilidades tales como la forma de trabajar, usar un ordenador, leer, conducir), y 3) el descubrimiento de una evidencia de sus acciones diarias y de las tareas que no recuerdan haber realizado (p. ej., la búsqueda de objetos inexplicables en sus bolsas de la compra o entre sus posesiones, encontrar escritos o dibujos desconcertantes que parecen haber realizado, descubrir lesiones, “regresar” justo en el momento de la realización de una acción). Las fugas disociativas, en las que la persona experimenta viajes disociativos son frecuentes. Por lo tanto, las personas con trastorno de identidad disociativo experimentan viajes disociativos pueden comunicar que, de repente, se han encontrado en la playa, en el trabajo, en un club nocturno o en algún lugar del hogar, sin acordarse de cómo llegaron allí. La amnesia en los individuos con trastorno de identidad disociativo no se limita a los acontecimientos estresantes o traumáticos, si no que estas personas a menudo tampoco pueden recordar los acontecimientos diarios. Los individuos con trastorno de identidad disociativo varían en su conciencia y actitud hacia sus amnesias. Es frecuente en estos individuos que minimicen sus síntomas amnésicos. Algunos de sus comportamientos amnésicos pueden ser evidentes para los demás, como cuando estas personas no recuerdan algo que los demás habían presenciado que había hecho o dicho, cuando no pueden recordar su propio nombre o cuando no reconocen a su cónyuge, a sus hijos o los amigos cercanos. Las identidades en forma de posesión en el trastorno de identidad disociativo normalmente se manifiestan como conductas en que parece que un “espíritu”, un ser sobrenatural o una persona ajena ha tomado el control, de tal manera que la persona comienza a hablar o actuar de una manera muy diferente. Por ejemplo, el comportamiento de un individuo puede semejar que su identidad ha sido sustituida por el “fantasma” de una niña que se suicidó en la misma comunidad años atrás, hablando y actuando como si todavía estuviera viva. O una persona puede ser “suplantada” por un demonio o una divinidad, lo que origina un deterioro profundo, y éstos pueden exigir que el individuo o un pariente sea castigado por un acto pasado, seguido de periodos más sutiles de alteración en la identidad. Sin embargo, la mayoría de los estados de posesión en el mundo son normales, por lo general forma parte de la práctica espiritual y no cumplen con los criterios para el trastorno de identidad disociativo. Los individuos con trastorno de identidad disociativo típicamente presentan comorbilidad con la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias, las autolesiones, las convulsiones no epilépticas u otros síntomas comunes. A menudo disimulan, o no son plenamente conscientes de las interrupciones en la consciencia, la amnesia u otros síntomas disociativos. Muchas personas con trastorno de identidad disociativo informan

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¿Cómo se define un Trastorno de Personalidad?

Podríamos definir la personalidad como aquello que es único y singular de cada individuo, es decir, las características más o menos consistentes y duraderas en el tiempo que lo distinguen de los demás y que le llevan a relacionarse con el entorno. La forma de pensar, de sentir, de comportarse y de relacionarse nos ayuda a conocer a la persona en su totalidad e individualidad. ¿Cómo se define un Trastorno de Personalidad? El problema surge cuando estos patrones de funcionamiento más o menos consistentes y duraderos se tornan fijos, inflexibles, persistentes y desadaptativos, provocando sufrimiento a la persona, familiares y allegados. En este contexto estaríamos hablando de trastorno de personalidad. Es decir, ciertos rasgos, que se consideran propios de la personalidad de ciertos sujetos, resultan perjudiciales, interfiriendo en la vida de la persona, causando malestar personal y en su entorno. Estos patrones rígidos y desadaptativos aparecen en diferentes áreas de la vida de la persona: En el pensamiento, es decir, en la forma de percibir e interpretar las cosas, personas y situaciones. En el estado de ánimo, esto es, en la intensidad y adecuación de la afectividad y de su respuesta emocional. En el comportamiento, con posibilidades de tener reacciones hacia el entorno inadecuadas y exageradas. En las relaciones con los demás. Los trastornos de personalidad comienzan en la infancia tardía o en la adolescencia, si bien, en muchos casos, no se suelen detectar hasta el inicio de la edad adulta, cuando se considera que la personalidad ya está plenamente formada. Previamente, la persona pudo haber recibido otro/s diagnóstico/s o manifestar dificultades en distintos contextos. ¿Cuáles son los Trastornos de Personalidad? Los principales manuales diagnósticos de referencia para los profesionales de la salud mental, clasifican los trastornos de personalidad en tres grandes grupos, según sus similitudes. A continuación, repasamos las principales características de cada uno de ellos, según el manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, el DSM-5: GRUPO A El grupo A incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico de la personalidad. El trastorno paranoide de personalidad se caracteriza por la desconfianza y suspicacia intensa frente a los demás, interpretando sus motivos como malévolos. El trastorno de personalidad esquizoide se caracteriza por el distanciamiento de las relaciones sociales (no demuestra interés en mantener relaciones con otros, escasas relaciones íntimas, prefiere actividades en solitario, se muestra frío emocionalmente, entre otras) y restricción de la expresión de las emociones en situaciones interpersonales. El trastorno esquizotípico de personalidad se caracteriza por déficits sociales e interpersonales marcados por un malestar agudo y una capacidad reducida en las relaciones cercanas, así como la presencia de distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del comportamiento (ejemplo: creencias extrañas y/o extravagantes, pensamiento y discurso extraño, comportamiento peculiar, miedos paranoides, ansiedad excesiva). GRUPO B El grupo B se incluye el trastorno límite de personalidad, junto con el antisocial, límite, histriónico y narcisista de la personalidad. Estas personas suelen ser percibidas como dramáticos, emotivos o inestables, por su variabilidad emocional e imprevisibilidad. El trastorno antisocial de personalidad se describe como un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás. Ejemplos de comportamientos característicos: conductas agresivas, problemas legales por incumplir normales sociales, engaños y mentiras con el objetivo de sacar provecho, ausencia de remordimiento. El trastorno límite de personalidad se caracteriza por la inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos (emociones), junto con una notable impulsividad. El trastorno histriónico de personalidad se caracteriza por la presencia de emotividad generalizada y excesiva y el comportamiento de búsqueda de atención. Su comportamiento se caracteriza por la teatralidad y seducción. El trastorno narcisista de personalidad se caracteriza por un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía. Pueden ser vistos como arrogantes, considerándose únicos y/o especiales, buscando destacar y la admiración de otros. GRUPO C El grupo C incluye los trastornos por evitación, por dependencia y obsesivo-compulsivo de la personalidad. Se caracterizan por su tendencia a la ansiedad, inhibición, temor. El trastorno de la personalidad evitativo se caracteriza por la inhibición social, sentimientos de incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa. Suelen ser tímidas, con miedo a la desaprobación de los demás, muy sensibles a la crítica ajena, sintiéndose inferiores o inadecuadas. El trastorno de la personalidad dependiente se caracteriza por una necesidad dominante y excesiva de que le cuiden, lo que conlleva un comportamiento sumiso y apegado a los demás, junto con miedo a la separación del otro. Existe una falta de confianza de sí mismo que predispone a una gran dependencia. El trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo se caracteriza por la preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control a expensas de la flexibilidad y la eficiencia. EL TRASTORNO LÍMITE DE PERSONALIDAD Haremos mención aparte al trastorno límite de personalidad (TLP), describiéndolo más detenidamente, al ser las personas con este diagnóstico las que contactan con mayor frecuencia con ASVATP. Específicamente el TLP es un síndrome complejo y heterogéneo caracterizado por la inestabilidad emocional y la impulsividad. Estas personas tienen una dificultad en su capacidad para regular sus emociones, siendo sus relaciones interpersonales inestables y problemáticas. Características del TLP Los manuales diagnósticos de referencia en salud mental, establecen unos criterios que describen comportamientos, sentimientos, problemas, que caracterizan el TLP.¡ Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado. Son personas que la pasan muy mal estando solas, incluso pueden tener este sentimiento cuando están rodeada de otras personas. Pueden sentirse rechazados o ignorados muy fácilmente, reaccionando de una manera muy intensa y desproporcionada. Otro criterio es el de mantener un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación. Esta dependencia hacia la otra persona y el miedo al abandono hace que sus relaciones sean caóticas. Por momentos pueden alternar entre “eres lo más importante para mí” y luego “eres lo peor que me ha pasado, no quiero volver a verte nunca más”. ¿Qué es lo que sucede? Debido a su gran sensibilidad, cualquier pequeño detalle puede desatar un sentimiento de traición o profundo dolor, alternando entre idealización y desvalorización. Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo. Tienen

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¿Qué es el desdoblamiento de la personalidad?

El desdoblamiento de la personalidad no es exactamente una enfermedad, sino más bien el signo de varias enfermedades mentales, muy diferentes entre sí. Como su nombre indica, este fenómeno no concierne a la unidad de la personalidad. Es decir, a la consciencia – que se posee normalmente – de tener una individualidad propia única, insustituible. Con otras palabras, la suma de los diferentes factores que hacen que cada uno de nosotros pueda decir “Yo”, sin ambigüedad. La ruptura de esta unidad de la personalidad adopta un carácter diferente según las diversas enfermedades de que procede. Por ejemplo, en ciertos delirios llamados paranoides, el enfermo está convencido de que existen en él dos seres completamente diferentes, cada uno con su propia vida. Describe sus actos y sus pensamientos como si le fueran extraños, impuestos desde el exterior por algún otro. Del hecho, es otro “yo” que actúa y que aparece, en el curso del análisis hecho por el médico como la parte de su personalidad que normalmente está sumergida en el subconsciente. Estos delirios van a menudo acompañados de otras manifestaciones morbosas, que definen entonces una enfermedad llamada esquizofrenia. En otros enfermos, por el contrario se da una sucesión en el tiempo de dos personalidades diferentes. Es lo que ocurre, por ejemplo, en los “estadios segundos” de la epilepsia, de la histeria o en las psicosis maniaco-depresivas. Los histéricos son siempre los que presentan más a menudo este síntoma; muy útil para el psiquiatra porque le permite diagnosticar la afección de su paciente. La forma más frecuente de estos desdoblamientos sucesivos en el tiempo es el sonambulismo. El sujeto dormido se levanta y camina. Sin dudar, con la mirada fija, es insensible a lo que se interponga en su camino. Hace, sin embargo, ciertas cosas que le son habituales. Puede incluso hablar. Pero es excepcional que realice actos graves, como un homicidio. Pasado un cierto tiempo, el sonámbulo vuelve a acostarse y continúa su sueño. A la mañana siguiente no se acuerda de nada. Sin embargo, la realización de exploraciones médicas puede hacer resurgir en la memoria del enfermo alguno de los actos realizados en el trascurso de la crisis. Un estado muy próximo a este sonambulismo (generalmente histérico) se da en los sujetos hipnotizados. En este caso, el “dormido” no se encuentra sometido a su subconsciente, sino a una persona (el hipnotizador), ante la cual manifiesta una perfecta docilidad. Ejecuta las órdenes recibidas no solo durante su sueño, sino incluso después de despertar (y sin saber por qué). Así, por ejemplo, un sujeto hipnotizado a quien durante su sueño se le ha dicho: “Cuando despierte, usted irá a lavar el coche”, va efectivamente a lavarlo, movido por un irresistible impulso, en cuanto sale de su hipnosis Finalmente, ciertos desdoblamientos de la personalidad afectan la imagen del cuerpo se trata de la “autoscopia”: el enfermo experimenta la existencia de su propio cuerpo como si estuviera fuera de él, como si lo viera reflejado en un espejo. Este otro cuerpo puede ser completo o reducirse a una parte; así, el enfermo ve a veces en el exterior uno de sus órganos profundos: el cerebro, el corazón, por ejemplo. Pero, aunque de hecho a veces ocurre que el sujeto ve verdaderamente a su doble como si existiera, lo más frecuente es que el desdoblamiento se reduzca a una simple sensación: el enfermo tiene la impresión de tener otro yo a su lado, pero sabe que es él mismo, el que está ahí y no ningún otro. El desdoblamiento de la personalidad puede observarse, al margen de toda enfermedad mental en individuos sanos. Tales incidentes pueden, en efecto, producirse en estado de adormecimiento o en periodos de gran fatiga. También la tristeza, la idea de la muerte, parecen favorables a la eclosión de este trastorno. (Información extraída de El médico informa, 1973)

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