Terapia cognitivo-conductual

¿Por Qué la Terapia es Clave para Sanar Emocionalmente?

La alianza entre el paciente y terapeuta se desarrolla mediate un trabajo compartido. El trabajo de la terapia es tanto una labor de amor como un compromiso de colaboración. Aunque la alianza terapéutica tiene algo de las costumbres de las negociaciones normales, no es un mero acuerdo de negocios. Y aunque evoca todas las pasiones de las relaciones humanas, no se trata de una relación amorosa ni de una relación paternofilial. Es una relación de compromiso existencial en la que ambos socios se comprometen en la labor de recuperación. Este compromiso adopta la forma de un contrato de terapia. Los términos de este contrato son los necesarios para promover una alianza de trabajo. Ambas partes son responsables de la relación. Algunas de las tareas como respetar las citas son iguales para paciente y terapeuta. Algunas tareas son diferentes y complementarias: la terapeuta contribuye con sus conocimientos y sus capacidades y la paciente paga una tarifa por el tratamiento; la terapeuta promete confidencialidad, mientras que la paciente se compromete a abrirse; la terapeuta promete escuchar y ser testigo y la paciente decir la verdad. La terapeuta debería poner un gran énfasis desde el principio en la importancia de decir la verdad y abrirse del todo, ya que es probable que la paciente tenga muchos secretos, incluso algunos guardados a ella misma. La terapeuta debería dejar claro que decir la verdad es una meta por la que se debe luchar y que, aunque al principio es difícil conseguirlo, se irá haciendo más fácil con el paso del tiempo. Con frecuencia, los pacientes tienen muy clara la importancia de comprometerse a decir la verdad. Para facilitar la terapia una superviviente aconseja al terapeuta: “que se sepa la verdad. No partícipes en taparla. Cuando se pongan tan claros, no dejéis que se callen. Es como ser un buen entrenador. Empujarles a que corran y que luego consigan sus mejores marcas. Está bien relajarse en los momentos adecuados, pero siempre es bueno enseñarle a la gente cuál es su potencial”. Además de la regla fundamental de decir la verdad, es importante que destaquemos la naturaleza cooperativa del trabajo. La psicóloga Jessica Wolfe describe el contrato terapéutico que establece con los veteranos de guerra: “está claramente deletreado como una sociedad, para evitar cualquier repetición de la pérdida del poder del trauma. Nosotros (los terapeutas) somos gente que sabe algo del tema, pero ellos saben mas y acordamos compartir. En algunas cosas debemos recomendar, servimos como guía”. Terence Keane añade su propia metáfora para las reglas básicas y los objetivos de la relación de terapia “cuando empecé me sentía como un entrenador. Era porque solía jugar al baloncesto y lo sentía así: yo era el entrenador y esto era un partido y así es como juegas el partido, y así es como se hacen y el objetivo es ganar. Yo no se lo digo así a los pacientes, pero así es como lo veo yo”. La paciente entra en la relación de terapia habiendo sufrido un grave daño en su capacidad para crear una confianza apropiada. Como la confianza no está presente al principio del tratamiento, tanto la terapeuta como la paciente deben prepararse para probar cosas, para sortear los obstáculos y para reconstruir la relación terapéutica. Cuando la paciente se involucra, experimenta inevitablemente la intensa ansia de rescate que tenia en el momento del trauma. La terapeuta también puede desear, consciente o inconscientemente, compensar las atroces experiencias que ha vivido la paciente. De esta manera surgen expectativas imposibles que se ven decepcionadas. La mejor protección contra las reacciones de transferencia y contratransferencia excesivas e inmanejables es prestar una cuidadosa atención a los límites de la relación terapéutica. Los limites solidos crean un terreno solido en el que se puede desarrollar la labor de recuperación. La terapeuta acceded a estar disponible para la paciente dentro de unos limites que están claros, son razonables y tolerables para ambas. Los limites de la terapia existen en beneficio y para la protección de ambas partes y están basados en el reconocimiento de las necesidades legitimas tanto de la terapeuta como de la paciente. Estos limites incluyen una clara comprensión de que el contrato de terapia excluye cualquier otro tipo de relación social, una clara definición de la frecuencia y duración de las sesiones de terapia y unas reglas básicas claras en referencia a los contactos de urgencia fuera de las sesiones ya planeadas. Las decisiones sobre los limite se toman basándose en si devuelven la sensación de poder a la paciente y estimulan una buena relación de trabajo y nunca en sí la paciente debería sentir complacida o frustrada. La terapeuta no insiste en que existan unos límites claros para controlar, racionar o privar a la paciente, sino que reconoce desde el principio que es un ser humano limitado y falible que necesita que se den ciertas condiciones para poder vincularse en una relación emocionalmente exigente. Como dice Patricia Ziegler, una terapeuta con una larga experiencia con pacientes traumatizados: “Los pacientes tienen que acceder a no volverme loca. Les digo que yo también soy sensible al abandono. Es la condición humana. Les digo que yo invierto todo en este tratamiento y que no quiero dejarles y que no quiero que ellos me dejen. Les digo que me deben el respeto de no matarme de un susto”. A pesar de los esfuerzos de la terapeuta para definir unos límites claros, es lógico que la paciente encuentre zonas de ambigüedad. Normalmente las terapeutas descubren que también es necesario tener cierto grado de flexibilidad: los limites aceptables para ambas partes no se crean por mandato, sino mediante un proceso de negociación y pueden evolucionar con el paso del tiempo. Una paciente describe su opinión sobre el proceso: “mi psiquiatra tiene lo que él llama reglas que yo he definido como objetivos volantes. Los limites que ha establecido entre nosotros parecen flexibles y a menudo intento modificarlos o estirarlos. En ocasiones él lucha con esos límites, intentando equilibrar sus reglas con el respeto

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¿En qué puede ayudar la hipoterapia?

La hipoterapia tal y como indica su terminología, esta actividad tiene un carácter terapéutico. Esta tipología consiste en animar al jinete a que realice diferentes ejercicios pie a tierra y sobre el caballo en forma de juegos. Tales ejercicios, combinados con el movimiento tridimensional y rítmico del animal, permiten trabajar aspectos físicos, psicológicos, emocionales y sensoriales del jinete, en función de las necesidades particulares que planteé. Hay que buscar juegos y ejercicios con los que sea posible realizar diferentes movimientos, posturas y sonidos, a fin de que todo ello ayude a desarrollar de manera integral los distintos aspectos de la persona. Dependiendo del perfil del jinete, el plan de centrado se centra en secuencias encaminadas a lograr los objetivos generales marcados inicialmente por el equipo multidisciplinar. Los planes de trabajo suelen realizarse trimestralmente, aunque el terapeuta evalúa el progreso cada mes. Se establecen objetivos específicos a corto plazo y a medida que se van cumpliendo se van integrando nuevos ejercicios o variantes de las actividades iniciales, que se centran en un solo ámbito o en varios, en función de los objetivos. En ocasiones, todo este trabajo se realiza de manera involuntaria, ya que el caballo, por medio de su movimiento y su presencia, nos aporta diferentes estímulos al que nuestro cuerpo responde sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, el movimiento del caballo ya proporciona por sí mismo una relajación o estimulación de los músculos y articulaciones del jinete. Además, el ritmo producido por el paso del animal ejerce un vaivén en la pelvis y el tronco del jinete que le transmite una sensación muy similar al caminar de las personas. Mientras el movimiento y el calor del cuerpo del animal ayudan a relajar toda la parte física del jinete, se puede llevar a cabo ejercicios para estimular aspectos que nos interese trabajar o reforzar: ejercicios sensoriales, logopédicos, afectivos o lúdicos. Equipo humano En hipoterapia, el jinete no dirige al caballo, sino que este es dirigido por un auxiliar ecuestre con conocimiento en este ámbito. Se encarga de controlar, dirigir el ritmo y la dirección del caballo siguiendo las directrices del terapeuta. Su función es esencial, ya que proporciona seguridad, calma y confianza al animal. El terapeuta dirige la sesión. Su posición es cercana al jinete para darle seguridad y confianza a la vez que marca la secuencia de los ejercicios. Es esencial contar con un equipo multidisciplinar que se reúna de manera periódica para llevar a cabo diferentes evaluaciones iniciales y de control. Debe estar formado por distintos profesionales: médicos, fisioterapeutas, psicólogos, educadores o trabajadores sociales, logopedas, etc. Este equipo debe planificar un trabajo integral de la persona, que incluya todos los aspectos de nuestro jinete; así, el trabajo es mas completo y los beneficios se multiplican. Estos especialistas pueden estar presentes en todas las sesiones o bien participar solo puntualmente en ellas cuando se necesite un soporte especifico relacionado con su área de conocimiento. El terapeuta o los especialistas que intervendrán directamente en la sesión harán una primera evaluación del jinete para familiarizarse con él y conocer sus particularidades antes de iniciar la sesión. Esta evaluación previa es muy importante, ya que nos dice si el jinete está animado y listo para empezar, o tal vez cansado, dolorido y muy enfadado. Dependiendo de su estado en el momento de comenzar la sesión, los ejercicios serán unos u otros. Monta gemelar En la monta gemelar, también conocida como backriding o Bobath, el terapeuta monta en el caballo y se sitúa detrás del jinete. Se recurre a esta posición cuando el jinete tiene dificultad para controlar su tronco y el terapeuta le sirve de ayuda o apoyo para mantener el equilibrio y fortalecer la musculatura de la zona. A medida que el jinete gana fuerza en su tronco y mejora el equilibrio, el terapeuta reduce el tiempo de la monta gemelar. Equipo para el caballo Dependiendo del trabajo planificado, existen diferentes opciones de preparación del caballo, en función de estos factores: el perfil y las necesidades del jinete, la comodidad de nuestro caballo o bien el objetivo de la sesión. A menudo, se requiere usar algunos equipos complementarios para el caballo, por ejemplo, el cinchuelo o una montura adaptada. Asimismo, por lo general, se emplea la cabezada con una cuerda para que el auxiliar pueda controlar el caballo durante la sesión. Cuando el terapeuta considera necesario hacer determinadas actividades encaminadas a que el jinete empiece a tomar el control del caballo, se recurre también a la brida. Ejemplo práctico Se muestra un ejemplo de plan de trabajo inicial de hipoterapia para una persona con autismo. Cada persona requiere un plan de trabajo individualizado que no debe extrapolarse a otros casos Reconocer los colores Ámbitos. Contenido cognitivo. Físico Objetivos específicos: Distinguir los aros por colores Reconocer y nombrar los colores Relacionar elementos del mismo color Actividades: Colocar los aros en los palos del mismo color Agarra el aro del color que el terapeuta indica Nombra el color del aro que el terapeuta muestra Trabajar el manejo del caballo Ámbitos: emocional, psicológico, contenido cognitivo, físico Objetivos específicos: Cepillar de forma autónoma al caballo Preparar al caballo sin ayuda Llevar al caballo pie a tierra Actividades: Reconocer los elementos de cepillado Cepilla el caballo de manera adecuada Elige el cepillo adecuado para cada zona del caballo Reconoce las guarniciones del caballo Aprende el orden adecuado de colocación de las guarniciones Conduce el caballo por diferentes obstáculos Trabajar el vínculo afectivo Ámbitos: emocional, psicológico Objetivos específicos: Fomentar el contacto táctil y visual con el caballo Fomentar el contacto táctil y visual con el terapeuta y el auxiliar Actividades: Acariciar el caballo Abrazar al caballo Mantener contacto visual con el caballo Acariciar, abrazar y mantener contacto visual con el terapeuta Aprender a controlar las emociones durante la sesión Ámbitos: emocional, psicológico Objetivos específicos: Reconocer las propias emociones Actividades: Busca el motivo que ha desencadenado una emoción Ayuda a reconducir la emoción expresada (información extraída de Equinoterapia terapias asistidas con caballos / textos, Cristina Cañadas

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¿Cuál es la técnica de exposición y prevención de la respuesta y qué eficacia tiene en el tratamiento del T.O.C.?

El tratamiento psicosocial más eficaz para el trastorno obsesivo-compulsivo es la exposición y la prevención de la respuesta, consistente en exponer al paciente a un entorno o estimulo aversivo (como puede ser tocar un objeto “contaminado”: la tapa del wáter) y lograr que evite el ritual compulsivo de lavarse las manos. La hipótesis subyacente es que la ansiedad disminuye al efectuar el individuo suficientes contactos con un objeto que le repugna y comprobar que de ello no se siguen consecuencias nocivas. Los dos factores principales del tratamiento por exposición es que se haga in vivo (en una situación real) y que se evite la respuesta, fundamentalmente a base de que el paciente ejerza gran fuerza de voluntad y no lleve a cabo el ritual acostumbrado. Cuando no sea posible que el paciente experimente con el objeto real, se le indica que imagine la situación que desencadena la reacción compulsiva. Se ha demostrado por numerosos estudios que la prevención exposición/ritual da buenos resultados en menos de un mes, con retrocesos inferiores al 20%. Incluso con esta breve duración de tratamiento, los índices de recaída son relativamente bajos y los beneficios del tratamiento persisten hasta cinco años después. Se ha recurrido a combinar los efectos de la prevención exposición/ritual de diversos ensayos para analizar la eficacia general del tratamiento en distintos entornos. Los resultados de estos meta-análisis, sugieren que el tratamiento conductual es eficaz para controlar los síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo y superiores al nulo tratamiento. Por los meta-análisis presentan inconvenientes: el primero es que, dada la combinación de ensayos, siempre se produce una mezcla en detalles específicos de un determinado experimento, como por ejemplo la manera en que se aplicaron los diversos tratamientos; o tal vez en uno de ellos se incluyeron ejercicios a domicilio y en otros no. Se han agrupado ensayos con diverso grado de control y éstos, por otra parte, difieren en duración, implicación del terapeuta, rigor del control del ritual y empleo de exposición imaginaria (cuando no es posible in vivo), por lo que hay razones para llegar a la conclusión de que los resultados de los meta-análisis no son concluyentes. No obstante, independientemente de la confusión de combinar los resultados de varios ensayos, se ha observado que los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo mejoran si acuden semanalmente al terapeuta y practican además por su cuenta la exposición con prevención de respuesta. Tal vez la principal desventaja de este método sea la generalización de los resultados o el efecto que ejerce sobre el propio trastorno obsesivo-compulsivo. A veces, por ejemplo, el efecto del tratamiento queda restringido al estimulo concreto y al acto compulsivo asociado y no se generaliza a otros entornos y estímulos. Como sucede con casi todas las terapias, se trabaja constantemente para descubrir la mejor combinación de tratamientos. En el caso del T.O.C. se han probado diversos elementos combinados con variado grado de éxito. Alguno de ellos son: En general, con el empleo de exposición en imaginación (en la que el paciente se imagina la exposición a los estímulos), en contraste con la exposición real, se consigue paliar los síntomas y mantener los beneficios del tratamiento, pero no es tan eficaz como la terapia in vivo. La terapia auto dirigida, que incluye acceso a la información y ejercicios de relajación, no parece ejercer efectos positivos sobre los síntomas asociados al T.O.C. Con otro enfoque cognitivo se obtuvieron beneficios pero menos que los logrados con el grupo sometido a exposición y tratamiento exclusivo de prevención a la respuesta No aparece haber diferencia entre la terapia individual y la de grupo en cuanto reducción de síntomas en el T.O.C. y las dos parecen igualmente eficaces en el momento del tratamiento y seis meses después. El tratamiento en grupo es mucho más económico y eficaz, pues se llega a reunir mucho mayor número de pacientes por menos gasto. No hay diferencia en cuanto al resultado tratando a los pacientes individualmente o integrando a los miembros de su familia. La severidad del T.O.C. disminuye en ambos casos, pero con la exposición con prevención de respuesta combinada con un intenso programa de apoyo familiar se logró más mejoría.       (Información extraída de Tratamiento de trastornos mentales: una guía de tratamientos que funcionan / Peter E. Nathan, Jack M. Gorman, Neil J. Salkind ; traducción de Francisco Martin Arribas, 2005)

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¿Cómo ayudar a una persona con trastorno obsesivo compulsivo?

Los síntomas característicos del TOC son la presencia de obsesiones y compulsiones (Criterio A). Las obsesiones son pensamientos (ej., contaminación), imágenes (p.ej., de escenas violentas o terroríficas) o impulsos (ej., de apuñalar a alguien) de naturaleza repetitiva y persistente. Es importante destacar que las obsesiones no son placenteras ni se experimentan como voluntarias: son intrusivas y no deseadas, y causan malestar o ansiedad en la mayoría de los individuos. El individuo intenta ignorar o suprimir esas obsesiones (ej., evitando los factores desencadenantes o mediante la supresión de pensamiento) o neutralizarlas con otro pensamiento o acción (ej., la realización de una compulsión). Las compulsiones o rituales son conductas (ej., el lavado, la comprobación) o actos mentales (ej., contar, repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo que el individuo se siente impulsado a realizar en respuesta a una obsesión o de acuerdo con unas normas que se deben aplicar de manera rígida. La mayoría de los individuos con TOC tiene tanto obsesiones como compulsiones. Las compulsiones se realizan en respuesta a una obsesión (ej., pensamientos de contaminación que conducen a los rituales de lavado o cuando algo es incorrecto, se produce una repetición de rituales hasta que se siente “correcto”). El objetivo es reducir la angustia provocada por las obsesiones o prevenir un acontecimiento temido (p.ej., enfermar). Sin embargo, estas compulsiones o bien no están conectadas de forma realista con el evento temido (ej., disponer las cosas de forma simétrica para evitar el daño a otro ser querido) o excesivas (ej., ducharse durante horas todos los días). Las compulsiones no se hacen por placer, aunque algunos individuos experimentan un alivio de la ansiedad o la angustia. El Criterio B destaca que las obsesiones y las compulsiones deben consumir mucho tiempo (ej., más de una hora al día) o provocar un malestar clínicamente significativo o deterioro para justificar un diagnostico TOC. Este criterio ayuda a distinguir la enfermedad de los pensamientos intrusivos ocasionales o de las conductas repetitivas, que son comunes en la población general (ej., un doble control de que una puerta esté cerrada). La frecuencia y la gravedad de las obsesiones y las compulsiones puede variar entre los individuos con TOC (p.ej., algunas personas tienen síntomas de leves a moderados, pueden pasar 1-3 horas por día obsesionadas o haciendo las compulsiones, mientras que otros tienen casi constantemente pensamientos intrusivos o compulsiones que pueden ser incapacitantes. Características asociadas El contenido especifico de las obsesiones y compulsiones varía entre los individuos. Sin embargo, estos aspectos o dimensiones son frecuente, entre las que están la limpieza (obsesiones de contaminación y compulsiones de limpieza), la simetría (la obsesión por la simetría y las compulsiones de repetir, ordenar repentinamente y contar, los pensamientos prohibidos o tabú (ej. las obsesiones de agresión, sexuales y religiosas y las compulsiones relacionadas) y el daño (ej. el temor a hacerse daño a uno mismo o a otras personas y las compulsiones de comprobación). Algunas personas también tienen dificultades para desechar cosas y almacenar objetos (acumulación) como consecuencia de las obsesiones y compulsiones típicas como el temor a dañar a los demás. Estos aspectos que se repiten en las diferentes culturas son relativamente constantes en el tiempo entre los adultos con este trastorno y pueden estar asociados con diferentes sustratos neurales. Es importante destacar que los individuos a menudo tienen síntomas en más de una dimensión. Los individuos con este trastorno experimentan una variedad de respuestas afectivas cuando se enfrentan a las situaciones que provocan las obsesiones y compulsiones. Por ejemplo, muchos individuos experimentan una marcada ansiedad que puede incluir ataques de pánico recurrentes. Otros reportan un angustioso sentido de la “perfección” que genera malestar hasta que las cosas se ven, se sienten o parecen “correctas”. Es común que las personas con este trastorno tiendan a evitar personas, lugares y cosas que puedan desencadenar las obsesiones y las compulsiones. Por ejemplo, los individuos con preocupación por la contaminación podrían evitar las zonas públicas (ej. restaurantes, baños públicos) para reducir la exposición a los agentes contaminantes temidos; los individuos con pensamientos intrusivos referentes a causar daño, podrían evitar las interacciones sociales. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Cómo Se Trata el Síndrome de Abstinencia al Alcohol?

La característica esencial de la abstinencia de alcohol es la presencia de un síndrome de abstinencia característico que se desarrolla tras varias horas o pocos días después del cese (o la reducción) del consumo intensivo y prolongado de alcohol. El síndrome de abstinencia incluye dos o más síntomas que reflejan la hiperactividad autonómica y la ansiedad enumeradas en el Criterio B junto con los síntomas gastrointestinales. Los síntomas de abstinencia provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del funcionamiento. Los síntomas no deben ser atribuibles a otra afección médica y no se explican mejor por otro trastorno mental incluyendo la intoxicación o la abstinencia de otra sustancia. Los síntomas pueden aliviarse mediante la administración de alcohol o benzodiacepinas (p. ej., diazepam). Los síntomas de abstinencia suelen comenzar cuando las concentraciones en sangre de alcohol disminuyen notablemente (en el plazo de 4-12 horas) después de que se haya detenido o reducido el consumo de alcohol. Como reflejo del metabolismo relativamente rápido del alcohol, los síntomas de abstinencia de alcohol presentan el pico de intensidad durante el segundo día de abstinencia y son susceptibles de mejorar notablemente al cuarto o quinto días. Tras la abstinencia aguda, sin embargo, los síntomas de ansiedad, el insomnio y la disfunción autonómica pueden persistir hasta 3-6 meses con menor intensidad. Menos del 10% de las personas que desarrollan abstinencia de alcohol desarrollará alguna vez síntomas radicales (ej., una hiperactividad autonómica grave, temblores, delirium). Las convulsiones tónico-clónicas generalizadas ocurren en menos del 3% de las personas. Características asociadas Aunque la confusión y los cambios en la conciencia no son criterios básicos para la abstinencia de alcohol, puede aparecer un delirium. Tal y como ocurre con cualquier estado confuso y agitado, independientemente de la causa que la produzca, pues puede aparecer un estado confusional, además de una alteración de la conciencia y de la cognición y alucinaciones visibles, táctiles o (raramente) auditivas. Cuando se desarrolla el delirium de la abstinencia de alcohol, es probable que exista una afección medica importante a nivel clínico (ej., una insuficiencia hepática, una hemorragia gastrointestinal, las secuelas de un traumatismo craneoencefálico, una hipoglucemia). Prevalencia Se estima que aproximadamente el 50% de las personas con un trastorno de consumo de alcohol de clase media y altamente funcionales ha experimentado alguna vez un síndrome de abstinencia de alcohol completo. Entre las personas con este trastorno que están hospitalizadas o sin hogar, la tasa puede ser mayor del 80%. Menos del 10% de los individuos en abstinencia llega a desarrollar un delirium o convulsiones. Desarrollo y curso La abstinencia de alcohol aguda se manifiesta como un episodio que suele durar 4-5 días y que solo aparece tras periodos de consumo excesivo y prolongado. La abstinencia es relativamente rara en las personas menores de 30 años y el riesgo y la gravedad aumenta con la edad. Factores de riesgo y pronóstico Ambientales. La probabilidad de desarrollar abstinencia de alcohol aumenta con la frecuencia y cantidad de consumo de alcohol. La mayoría de las personas que presentan abstinencia bebe diariamente y consume grandes cantidades (aproximadamente más de ocho bebidas por día) durante varios años. Sin embargo, existen grandes diferencias entre individuos, con riesgo incrementado para las personas con afecciones medicas comórbidas, con antecedentes familiares de síndrome de abstinencia de alcohol (es decir, un componente genético), con historia personal de abstinencias previas y con consumo de fármacos sedantes, hipnóticos o ansiolíticos. Marcadores diagnósticos La hiperactividad autonómica en el contexto de unos niveles de alcohol en sangre modernamente altos, pero en descenso y los antecedentes de un consumo excesivo de alcohol prolongado aumenta la probabilidad de una abstinencia de alcohol Consecuencias Los síntomas de abstinencia pueden servir para perpetuar comportamientos con la bebida y contribuyen a la recaída, lo que ocasiona una alteración continuada del funcionamiento social y laboral. Los síntomas requieren que la desintoxicación se realice bajo supervisión médica, lo que implica el uso de recursos hospitalarios y la pérdida de productividad laboral. En general, la presencia de la abstinencia se asocia con un mayor deterioro funcional y con mal pronóstico. Diagnostico diferencial Otras afecciones médicas. Los síntomas de la abstinencia de alcohol pueden parecerse a algunas afecciones médicas (p. ej., hipoglucemia y cetoacidosis diabética). El temblor esencial, un trastorno que se da con frecuencia en los miembros de una misma familia, puede plantear erróneamente un diagnóstico de temblor asociado con la abstinencia de alcohol. Abstinencia de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos. Esta abstinencia produce un síndrome muy similar al del alcohol. Comorbilidad Es más probable que aparezca abstinencia con un consumo de alcohol más grave y que se observa más a menudo en las personas con trastornos de personalidad antisocial y de conducta. Los estados de abstinencia también son más graves en las personas mayores, en las personas que también son dependientes de otras drogas depresoras (sedantes, hipnóticos o ansiolíticos) y en los individuos que han tenido más experiencias de abstinencia de alcohol en el pasado. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Cuál es el objetivo de la terapia cognitivo conductual?

Si los pensamientos catastróficos son el primer ingrediente en la cadena de hechos psicológicos que conforman la fobia social, puesto que provocan las emociones negativas y obligan a la persona a dar a conductas de seguridad, parece lógico pensar que, si aprendiéramos a cambiar estos pensamientos, empezaríamos a tener control sobre la ansiedad. Controlando la ansiedad, no tendríamos necesidad de protegernos dando conductas de evitación y escape. Y esto nos pondría en las condiciones experimentales óptimas para constatar que nuestros temores son infundados. La terapia cognitiva es un potente método terapéutico para controlar los pensamientos negativos automáticos, reduciendo sensiblemente el nivel de malestar y permitiéndonos eliminar las conductas de seguridad, lo que a su vez dinamita los pilares en los que se sustenta la fobia social. Es un conjunto de procedimientos, dentro de la terapia de conducta, que surge en la década de los sesenta en Estados Unidos, gracias al trabajo del carismático psicólogo neoyorkino Albert Ellis. Más tarde, en los setenta otros clínicos norteamericano Aaron T. Beck, demuestra científicamente la eficacia de la terapia cognitiva en la depresión. Desde entonces la terapia cognitiva se ha aplicado con éxito a campos como los trastornos de ansiedad, los problemas de ingesta o las adicciones, y actualmente es una de las áreas más fértiles de investigación dentro de la terapia de conducta La terapia cognitiva paso a paso Para la adecuada aplicación de la terapia cognitiva es necesario seguir sistemáticamente una serie de pasos. Estos pasos deben ser conceptualizador por el lector como consecutivos y progresivos. De tal manera que cada uno de ellos se asiente sobre el anterior. Los pasos son: aprender a identificar los pensamientos negativos automáticos, aprender a cuestionar y discutir los pensamientos negativos automáticos y buscar alternativas de pensamiento más realistas. Aprender a identificar los pensamientos negativos automáticos  El primer paso para aplicar con éxito la terapia cognitiva es identificar los pensamientos negativos automáticos. No es posible luchar contra algo si no definimos exactamente en qué consiste. Identificar los pensamientos negativos es un procedimiento complicado por las siguientes razones: Son automáticos. Surgen rápida e involuntariamente. Esta automatización ha hecho que, a lo largo de los años, se convierta en verdaderos hábitos de pensamiento. La persona está tan habituada a la aparición de estos pensamientos que, a menudo está en mucho mejores condiciones de identificar los efectos que provocan (la ansiedad) que los propios pensamientos. No es posible sentir ansiedad sin un juicio o interpretación que la provoque. En ocasiones se expresa de manera confusa. Es corriente que los pensamientos negativos automáticos aparezcan en forma de frases incompletas o de palabras sueltas o inconexas como ¡qué horror!, “vergüenza”, “ridículo”. Aparezcan mezclados con otro tipo de pensamiento. Los más frecuentes son: Pensamiento sobre la situación social. Son pensamientos descriptivos sobre la situación social en la que la persona está o va a estar. Por ejemplo, hay mucha gente, hay gente que no conozco, estará mi jefe, etc. no son juicios de valor, ni interpretaciones, son meras percepciones de la realidad. Directamente no provocan emociones negativas, pero suelen facilitar la aparición de pensamientos negativos automáticos. Por ejemplo, hay mucha gente podría ser seguido de no sabré qué decir, haré el ridículo. Percepción de emociones, sensaciones o conducta propias. Es ser consciente de lo que la persona está sintiendo emocional y físicamente en esos momentos: me estoy poniendo nervioso, me sudan las manos. Aunque no ayudan a controlar la ansiedad, estrictamente tampoco la producen. Pero desafortunadamente, como las percepciones de la situación social, suelen ir acompañados de los pensamientos catastróficos que producen ansiedad. Por ejemplo, el pensamiento de la percepción física me suda las manos podría ir seguido por el pensamiento negativo se darán cuenta y pensarán que soy débil. Pensamientos positivos. Son intentos vanos de auto tranquilización: no me preguntaran a mí, tranquilo, no te pongas nervioso, no pasa nada. Desafortunadamente no suelen ser eficaces e incluso pueden dificultar la localización de los pensamientos negativos. Pensamientos sobre planes de acción. Serian pensamientos en forma de instrucciones que la persona se da a sí misma sobre lo que va a hacer. Aunque a veces puedan ser mensajes positivos, corrientemente son el principio de una conducta de seguridad: no puedo hacerlo, voy a poner una excusa, me tengo que marchar de aquí, etc. Pensamientos distractores. Son pensamientos voluntarios que la persona introduce para sentirse mejor, para intentar aliviar la ansiedad. Estrictamente son conductas de seguridad, en concreto de escape. La variabilidad es amplia: desde recordar escenas agradables, pasando por centrarse en aspectos de la situación, como por ejemplo los muebles de la habitación o hasta métodos más sofisticados como hacer cálculos mentales. Estas estrategias dificultan la identificación de los pensamientos negativos automáticos y lo que es aun peor, son en parte responsables del mantenimiento de problema. Pueden tener forma de imagen. Aunque la mayor parte de los pensamientos se expresa en forma de lenguaje y puede ser conceptualizados como lo que uno se dice a sí mismo, no es extraño que aparezcan pensamientos en forma de imagen, a modo de escenas. Cuando aparecen imágenes en fobia social, suelen ser amenazantes, la persona se ve a sí misma siendo víctima del desprecio de los demás, actuando ineficazmente, siendo ridiculizado o sufriendo situaciones físicas tan dramáticas como verse inundado por su propio sudor Evitación de pensamientos. Como estos pensamientos suelen ser dolorosos, avergonzantes, humillantes, aterrorizantes o por lo menos desagradables, la persona que los sufre trata de no pensar en ellos. Cuando aparecen, aparecen. Son involuntarios y no los puede controlar, pero puede tratar de no pensar en ellos e incluso de manera casi inconsciente, negarse a rememorarlos posteriormente. Es lógico, duelen. Sin embargo, el primer paso para tener control sobre ellos es ser perfectamente consciente de cuáles y cómo son. Conductas de evitación. Otra dificultad importante para identificar los pensamientos es la evitación de las situaciones difíciles. Aunque cada persona es diferente y el grado de evitación varía, los fóbicos sociales tienden a no afrontar las situaciones en que lo pasan mal. Cortan

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