sistema nervioso central

¿Cuáles Son los Tipos de Tics Nerviosos?

Los trastornos de tics constan de cuatro categorías diagnósticas: el trastorno de Tourette, el trastorno de tics motores o vocales persistentes (crónico), el trastorno de tics transitorio y los otros trastornos de tics especificados y no especificados. El diagnóstico de cualquier trastorno de tics se basa en la presencia de tics motores o vocales (Criterio A), en la duración de los síntomas de los tics (Criterio B), en la edad de comienzo (Criterio C) y en la ausencia de cualquier causa conocida, como otra afección médica o el uso de sustancias (Criterio D). Los trastornos de tics siguen un orden jerárquico seguido por el trastorno de tics transitorio, seguido por los otros trastornos de tics especificados y no especificados de tal forma que se ha diagnosticado un trastorno de tics en un nivel de la jerarquía, no se puede hacer otro diagnóstico situado por debajo de él (Criterio E). Los tics son movimientos o vocalizaciones súbitos, rápidos, recurrentes y no rítmicos. Un individuo puede tener varios tics a lo largo del tiempo, pero en cualquier momento, el repertorio de los tics puede recurrir de manera característica. Aunque los tics pueden involucrar casi cualquier grupo de músculos o vocalización, ciertos tics, como parpadear los ojos o carraspear, son frecuentes en todas las poblaciones de pacientes. Los tics generalmente se experimentan como involuntarios, pero se pueden suprimir voluntariamente durante diferentes periodos de tiempo. Los tics pueden ser simples o complejos. Los tics motores simples son de duración corta (milisegundos) y pueden incluir el parpadeo de ojos, encogimiento de hombros y la extensión de las extremidades. Los tics vocales simples consisten en carraspear, olfatear y gruñir, muchas veces por la contracción del diafragma o de los músculos de la orofaringe. Los tics motores complejos tienen una duración más larga y muchas veces consisten en combinaciones de tics simples, como girar la cabeza, encoger los hombros simultáneamente. Los tics complejos pueden parecer intencionados, como los gestos sexuales u obscenos o las imitaciones de los movimientos de otro. Además, los tics vocales complejos consisten en repetir los sonidos o palabras de uno mismo, repetir la última palabra o frase que se haya escuchado o decir palabras socialmente inaceptables, como obscenidades o insultos étnicos, racionales o religiosos. Es importante señalar que la coprolalia es algo que se expresa como un ladrido o un gruñido abrupto y que carece de la prosodia del habla inapropiada similar que se observa en las interacciones humanas. La presencia de tics motores y vocales varía entre los cuatro tratarnos de tics (Criterio A). En el síndrome de la Tourette deben estar presentes tanto los tics motores como tics vocales, mientras que en el trastorno de tics motores o vocales persistentes (crónico) se va a presentar solo tics motores o tics vocales. En el trastorno de tics transitorio se pueden presentar tics motores y/o vocales. En los otros trastornos de tics especificados o no especificados, si el tic es la mejor forma de caracterizar el trastorno del movimiento, pero se trata de tics atípicos en su presentación o edad del comienzo, o que tienen una etiología conocida. El criterio de duración mínima de un año (Criterio B) garantiza que los individuos diagnosticados de síndrome de la Tourette o trastorno de tics motores o vocales persistente (crónico) han tenido síntomas persistentes. La gravedad de los tics fluctúa y algunos individuos pueden pasar de semanas a meses sin tics; sin embargo, en un individuo que ha tenido síntomas de tics durante más de 1 año desde el comienzo del primer tic se consideraría que tiene síntomas persistentes a pesar de la duración de los periodos libres de tics. Para un individuo con tics motores y/o vocales de menos de 1 año desde el comienzo del primer tic, se puede considerar el diagnóstico de trastorno de tics transitorio. No hay una duración concreta para los otros trastornos de tics especificados y no especificados. El comienzo de los tics debe producirse antes de los 18 años de edad (Criterio C). Los trastornos de tics normalmente empiezan en el periodo prepuberal, con una media de edad de inicio entre los 4 y los 6 años, y con una incidencia de nuevos trastornos de tics que es más baja en la adolescencia. Es muy raro que aparezcan los síntomas de tics en la edad adulta y frecuentemente se asocian a la exposición a drogas. Aunque el comienzo de los tics es poco común en los adolescentes y en los adultos, no es infrecuente que éstos acudan para una evaluación diagnóstica inicial y que, cuando se les evalúe cuidadosamente, expliquen una historia de síntomas más leves que empezaron en la infancia. La aparición de movimientos anormales indicativos de tics fuera del intervalo de edad usual debería conducir a una evaluación en busca de otros trastornos del movimiento o de otras etiologías específicas. Los síntomas de tics no pueden atribuirse a los efectos fisiológicos de una sustancia ni a otra afección médica (Criterio D). Cuando hay datos importantes en la historia, la exploración física o los resultados de laboratorio que sugieren una causa creíble, próxima y probable para el trastorno de tics, se debería usar el diagnóstico de “otro trastorno de tics especificado” Si previamente se ha cumplido los criterios diagnósticos del trastorno de Tourette, esto niega la posibilidad de diagnosticar un trastorno de tics motores o vocales persistentes (Criterio E). Del mismo modo, un diagnóstico previo de trastorno de tics motores o vocales persistentes impide el diagnóstico de trastorno de tics transitorio o de trastorno de tics especificado o no especificado (Criterio E). (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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¿Son necesarios los tranquilizantes para la ansiedad?

El nombre genérico de los tranquilizantes se aplica a distintos fármacos con diferentes acciones y aplicaciones, que se comercializan casi siempre en forma de píldoras. Existe una distinción entre tranquilizantes mayores y menores; los primeros se utilizan para tratamientos psiquiátricos, mientras que los segundos, entre los que figuran barbitúricos (somníferos) y las benzodiacepinas, son de uso más extendido y en demasiados casos, indiscriminado. Todos tienen numerosos efectos secundarios perjudiciales para el organismo, causan adicción y si se suspende su consumo de un modo brusco, causan síndromes de abstinencia muy desagradables. Por todo ello deben administrarse con precaución, durante cortos periodos de tiempo, por prescripción y bajo control médico, no debiendo ser consumidos por las embarazadas, niños y aquellas personas que tengan que realizar tareas que requieran atención, como conducir un vehículo Tranquilizantes mayores Los tranquilizantes mayores se usan para los tratamientos de la psicosis y otros trastornos mentales como la esquizofrenia, las manías y el delirium tremens, éste originado por la abstinencia de bebidas alcohólicas. Entre los más usados se encuentran la reserpina, el haloperidol, la butirofenona, las tioxantinas, las fenotiacinas y sus derivados. Estos fármacos se conocen como neurolépticos, que proviene de las palabras griegas neuro (nervio), y lepto (atar). El efecto básico que producen consiste en la indiferencia emocional, aunque sin alteración de las percepciones ni de las funciones intelectuales. Entre sus efectos secundarios están las disfunciones sexuales, como la frigidez, las inhibiciones en la eyaculación y la disminución del deseo. Al anular las emociones también inhiben la iniciativa de las personas que los consumen, así como su capacidad afectiva. Cuando se administran estos fármacos suelen producirse un incremento de apetito, con el considerable aumento de peso. También pueden producir, cuando se consumen dosis altas, estreñimiento, retención urinaria, irregularidad menstrual, alergias de la piel, trastornos hepáticos y otros problemas más graves, como Parkinson, arritmia cardiaca, bruscos ataques de parálisis muscular, tics involuntarios, que afectan a los músculos de la cara y excitación. Pueden considerarse como medicamentos peligrosos ya que como tienen un alto índice de tolerancia, el organismo se acostumbra a ellos con facilidad, además aun cuando se administren en dosis muy bajas, pueden producirse los efectos antes mencionados. Los tranquilizantes mayores deben administrarse con suma precaución y solo en aquellos casos en que el paciente sufra delirios y manías persecutorias que pongan en peligro su vida o la de los demás. Tranquilizantes menores Los tranquilizantes menores tienen un efecto depresivo sobre la función cerebral. A pesar de sus múltiples efectos secundarios y de gran adicción que producen, son consumidores en grandes cantidades en todo el mundo, e incluso algunos médicos los prescriben de forma habitual. Dentro de los tranquilizantes menores pueden distinguirse dos tipos distintos: los barbitúricos y las benzodiacepinas. Barbitúricos Los barbitúricos o somníferos, se utilizan para tratar la ansiedad, como inductores del sueño y en los casos de epilepsia. Existen diferentes tipos de barbitúricos para lograr acciones distintas; por ejemplo, el pentotal que se utiliza como anestésico en las intervenciones quirúrgicas, es de acción breve. Entre sus efectos secundarios figuran los trastornos del hígado y del riñón, el dolor en las articulaciones, las erupciones cutáneas, la hipotensión, el estreñimiento y los problemas cardiacos. En dosis medias y altas pueden producir falta de coordinación motriz, confusión mental, falta de reflejos e irritabilidad. Una sobredosis puede causar la muerte del paciente y cuando dejan de administrarse, causan un síndrome de abstinencia que muchas veces requiere tratamiento hospitalario y se manifiesta con alucinaciones y convulsiones Benzodiacepinas Los compuestos derivados de las benzodiacepinas se comercializan nombres como el diacepan, el nitracepam y el clorodiacepóxido, entre otros. Administrados en dosis pequeñas deprimen parcialmente el sistema nervioso y actúan como sedantes. Utilizados en dosis altas actúan como hipnóticos o inductores del sueño y relajantes musculares. Como los anteriores, producen dependencia física y si se suspenden de manera brusca su administración se padece un síndrome de abstinencia parecido al de la heroína, es decir, un malestar general con temblores, escalofríos, secreciones nasales y retortijones que en este caso, además, se presentan con lentas convulsiones. Los efectos secundarios que causan pueden ser depresión respiratoria, excitabilidad, vértigos y disminución de la capacidad intelectual, expresada con amnesia, aturdimiento y dificultad para hablar, entre otros síntomas. Por ello están contraindicadas para aquellas personas que deban hacer uso de su coordinación mental o corporal, por ejemplo, si tienen que hacer un examen o conducir un vehículo. Fármacos anti adrenérgicos Las personas que padecen ansiedad acusan ciertos síntomas como tensión muscular, temblores, aceleración del ritmo cardiaco, sudoración y molestias digestivas. En los casos de ansiedad crónica, el médico puede prescribir medicinas anti adrenérgicas que interrumpen y bloquean estas emociones del sistema nervioso simpático y de esta manera evitar posibles trastornos físicos, como la hipertensión o las enfermedades cardiacas que pueden derivar de esta dolencia. Entre las sustancias anti adrenérgicos o betabloqueantes, se incluye el propanodol que reduce la frecuencia de las contracciones del corazón. Alternativas naturales Las personas que padecen ansiedad, estrés o insomnio tienen la posibilidad de recurrir a tratamientos naturales en lugar de consumir tranquilizantes que a la larga solo agravan el problema Realizar algunas actividades físicas, ejercicios de relajación y de respiración, como deportes, yoga y paseos al aire libre ayuda a aliviar las tensiones Algunas hierbas naturales, como la manzanilla o la tila, preparadas en infusión, pueden ser un buen recurso para facilitar el sueño. (Extraída información de Guía médica familiar, 1994)

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