Síndrome Down

¿Cómo afecta el Síndrome de Down al desarrollo del lenguaje oral en los niños?

La evolución pre lingüística evidencia retrasos significativos en los bebés con SD. Estos bebés responden menos al estimulo verbal de sus madres que los niños no retrasados (NR) o de edad cronológica similar. En la interacción se tienden a tomar la iniciativa con menos frecuencia. Las habilidades básicas de adopción de turnos que es fundamental para los futuros intercambios conversacionales se desarrollan lentamente. El tipo de fraseo plurilingüístico que puede observarse en los bebés NR comenzando aproximadamente a los tres meses de edad, es ligeramente diferente en los bebés con Síndrome de Down. El fraseo prelinguistico se define como un balbuceo intermitente de aproximadamente tres segundos de duración, caracterizado por un ritmo y una estructura que más tarde subyacen al lenguaje. Los bebés con Síndrome de Down presentan la misma organización rítmica en las frases pre lingüísticas que los niños NR. Sin embargo, tardan más tiempo en terminar una frase pre lingüística. El consejo que se debe dar a las madres es obvio: dar más tiempo a su niño con Síndrome de Down para lograr que participe en el marco pre conversacional adecuado. El sonido del balbuceo Los sonidos del balbuceo son en su mayor parte similares en cuanto a tipos y señales en los niños NR y con Síndrome de Down. Sus modelos combinatorios pueden ser más problemáticos con los niños con Síndrome de Down sin embargo. Contradiciendo una anterior observación de Smith y Oller sugieren que el balbuceo reduplicado se retrasa y es menos estable en los infantes con Síndrome de Down. El comienzo del balbuceo reduplicado se observa en torno a los seis meses en casa y a los nueve en estudios de laboratorio en niños NR, frente a ocho y diez meses, respectivamente en niños con Síndrome de Down. El balbuceo reduplicado puede ser un precursor del habla con significado. En datos de Lynch y otros, la edad de iniciación del balbuceo reduplicado estimada a partir de informes de los padres, guardaba una correlación significativa con los resultados de los niños con Síndrome de Down a los veintisiete meses de EM según las Escalas de Comunicación Social Temprana. El hecho es que el Síndrome de Down influye negativamente sobre la evolución vocal ya en el primer año de vida. El comienzo y la estabilidad del balbuceo reduplicado deben ser cuidadosamente investigados ya que pueden proporcionar claves interesantes sobre por qué el habla comunicativa se ve marcadamente retrasada en este síndrome. Habla significativa Tarda mucho tiempo en desarrollarse en el Síndrome de Down. Las primeras palabras convencionales se estabilizan tardíamente. Muchos niños con Síndrome de Down no demuestran una utilización coherente de las palabras convencionales antes de los tres años de edad. Las demoras en la evolución motriz y en la planificación que son características del Síndrome de Down guardan una correlación como factores de probable contribución al retraso del habla. El desarrollo semántico también se ve retrasado en el Síndrome de Down en proporción con el daño cognitivo característico de este síndrome. Parte de los factores que contribuyen tempranamente a la evolución cognitiva pueden ser el contacto visual y la atención conjunta por parte de la madre y del niño. Los infantes con Síndrome de Down presentan retardos en la iniciación del contacto visual sostenido con la madre y más retrasos. Los retrasos en las capacidades verbales y gestuales imitativas pueden contribuir al lento ritmo de evolución de la producción del habla significativa en el Síndrome de Down. Las primeras emisiones multipalabra Las primeras emisiones multipalabra que no son formulas no analizadas se observan en torno a los cuatro años en los niños con Síndrome de Down. La longitud media de emisión (LME) se usa profusamente como criterio variable para evaluar la evolución del lenguaje. Hasta cierto nivel de desarrollo casi cualquier adquisición morfosintáctica quedará directamente reflejada en el recuento de LME. Pragmática y comunicación Cada vez hay más trabajos escritos sobre la pragmática del lenguaje y la comunicación lingüística en MR. Es sabido que los niños pequeños con Síndrome de Down utilizan emisiones de una palabra para pedir objetos de interés situados fuera de su alcance. Varios estudios informan de pocas diferencias entre niños NR y con Síndrome de Down enfrentados por EM en la frecuencia de actos de habla. Pero existen limitaciones importantes en el uso de las formas lingüísticas que las personas NR encuentra apropiadas para la expresión de actos de habla particulares. Por ejemplo, los niños con Síndrome de Down tienen dificultades para usar formas convencionales a fin de suavizar sus peticiones o de hacerlas mas amables. (Información extraída de Síndrome de Down: perspectivas psicológica, psicobiológica y socio educacional / Jean A. Rondal … [et al.], 1997)  

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¿Qué significa el trabajo para las personas con Síndrome de Down?

El trabajo es una característica de la vida adulta para todas las personas discapacitadas o no. El tipo de empleo, el salario percibido y las oportunidades dadas afectan directamente a la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a la forma en que la sociedad nos valora, así como al grado de libertad que tenemos en el nivel económico y social. Todo el mundo aspira a conseguir un puesto de trabajo socialmente reconocido y a percibir un salario que te permita vivir con comodidad. Partiendo de esta idea, podemos comprender la situación de la persona discapacitada que se encuentra en un centro de asistencia o centro ocupacional, rodeada solo de personas con discapacidades y sin la posibilidad de realizar ningún trabajo remunerado. Dar a esta persona una oportunidad de emplea significa no solo el salario percibido, sino también el reconocimiento de su valor social por parte de la familia y la aceptación en el seno de la comunidad. Otra ventaja importante es la oportunidad de hacer amigos y establecer vínculos afectivos con personas no discapacitadas. El salario es un determinante importante de la calidad de vida, tanto en el ámbito emocional como maternal. Por lo general, cuanto mejor remunerada esté una persona, tanto mayor será su libertad para establecerse independientemente en la sociedad. Las personas son lo que hacen. Es por eso que el trabajo da al individuo con Síndrome de Down la capacidad de tomar decisiones, lo trasforma en una persona activa, dignifica su situación económica, le permite obtener lo que desea y le da seguridad y responsabilidad. Cualquier persona discapacitada cuya capacidad residual pueda ser convertida en valor útil debe ser considerada de por sí como un ser laboral. El valor social extraordinario de esta posibilidad significa que las personas con retraso mental pueden ser iguales a los no discapacitados en el trabajo allí donde sea posible que la tecnología compense las limitaciones humanas. La falta de fe de la sociedad en la capacidad de las personas discapacitadas para realizar un trabajo provechoso es el principal obstáculo para su facultad de integración socio-laboral. La integración laboral es la clave para la integración social. En un estudio llevado a cabo en las Islas Baleares (Asociación Síndrome de Down de Baleares, ASNIMO-SEMPRE VERD): Dieciséis sujetos con Síndrome de Down fueron controlados longitudinalmente durante cuatro años en el sector de la horticultura (cultivos en invernaderos). Mensualmente, profesionales responsables registraban datos sobre las familias y las personas para evaluar su progreso en el trabajo y sus logros en el campo de la autonomía económica social y personal. Veamos los resultados. Existe un marcado interés sobre las siguientes variables: Variables de tipo personal Autoestima y confianza en sí mismo Sensación de utilidad Definición de los rasgos de la propia personalidad Autonomía personal Capacidad de adaptación a lo nuevo Promoción de las capacidades Conciencia de la necesidad de realizar un esfuerzo Sentimiento de que el esfuerzo se traduce en nuevas capacidades y resultados Conciencia de las propias limitaciones Variables de tipo social Experiencia de integración Aprender a coexistir, compartir y relacionarse Aprender a competir Estatus social (participación en la vida comunitaria) Seguridad para el futuro (pensión-jubilación) Mejor conocimiento del valor del dinero Aumento en el nivel de aspiración Variables de tipo económico Dejar de ser sujetos pasivos (un cargo para la sociedad) Convertirse en sujetos productivos Se llegan a las siguientes conclusiones: Nunca es demasiado tarde para aprender en el caso de los adultos con Síndrome de Down. Aunque sean adultos, incluso aunque no haya asistido al colegio, aun cuando presenten daños significativos. La falta de intervención redunda en un aumento del retraso. O, en otras palabras, la intervención debe ser constante, sistemática, adecuada y basada en una motivación personal y efectiva Las personas con Síndrome de Down de cualquier edad y condición pueden trabajar: Si estudiamos sus limitaciones y sus posibilidades y capacidades especificas Si las preparamos adecuadamente     (Información extraída de Síndrome de Down: perspectivas psicológica, psicobiológica y socio educacional / Jean A. Rondal … [et al.], 1997)  

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¿Cómo afecta el Síndrome de Down al funcionamiento visual y auditivo de las personas?

Por lo que respecta a los aspectos oftalmológicos en los niños con Síndrome de Down, es bien sabido que los trastornos oculares se dan con mayor frecuencia en los niños con Síndrome de Down. Por ejemplo, ya se ha indicado que entre un 20 y un 30% de los niños con este síndrome padece estrabismo. La esotropía se da con mayor frecuencia en los niños con Síndrome de Down, mientras que es menos frecuente la exotropía. Las causas más importantes del estrabismo son la opacidad del cristalino y unos errores de refracción no corregidos. Otro trastorno ocular que se observa con frecuencia es el nistagmus, que está presente en un 10 a un 20% de los niños con Síndrome de Down. Puede ser el resultado de una lesión del sistema nervioso central o puede deberse a un error de refracción. Entre las anormalidades de la córnea figuran la opacidad corneal y el queratocono. Este problema se presenta en un 2 a un 7% de las personas con Síndrome de Down, fundamentalmente después de la pubertad. El queratocono se caracteriza por un aumento de la curvatura de la porción central ínfero-temporal de la cornea. El queratocono puede deberse a una combinación de factores internos y externos tales como el trastorno subyacente del tejido conectivo con irritación adicional por frotación del ojo. También se dan con más frecuencia las cataratas en personas con Síndrome de Down que en la población en general. Las cataratas congénitas afectan a aproximadamente un 3% de los recién nacidos. Por lo general, hay opacidades densas del cristalino que requieren una cirugía inmediata. Además, se han observado tres tipos de cataratas adquiridas en personas con Síndrome de Down: capacidades arqueadas, suturales y en copos de nieve. Se ha estimado que hasta un 40 ó 50% de las personas con Síndrome de Down desarrollan cataratas a una edad avanzada. Muchas de estas modificaciones cataráticas, sin embargo, no justifican una intervención quirúrgica. Se ha registrado una mayor frecuencia de errores de refracción como la miopía y la hipermetropía en afectados por el Síndrome de Down. Entre un 30 y un 50% de las personas con Síndrome de Down son miopes, mientras que entre un 20 y un 30% padecen hipermetropía. La mayor parte de los errores de refracción pueden corregirse. La ambliopía afecta a aproximadamente el 12% de los niños con Síndrome de Down. Es fundamental que los niños con Síndrome de Down sean sometidos a exámenes oftalmológicos desde comienzos de la niñez y que las afecciones sean tratadas adecuadamente a fin de poder garantizar un funcionamiento visual óptimo. Las principales cuestiones otoringológicas relacionadas con el Síndrome de Down son: Anomalías en la estructura del oído externo Canal auditivo estenótico/bloqueado con cera Anormalidades de la membrada del tímpano Otitis media Acumulación de liquido en el oído medio Anormalidades osiculares Disfunción de la trompa de Eustaquio Anormalidades del oído interno Cuestiones otolaringológicas En la literatura hay numerosos informes que atestiguan la elevada frecuencia con que se producen anormalidades estructurales, procesos infecciosos y otro tipo de anormalidades funcionales dentro del sistema otológico que a menudo desembocan en pérdidas importantes de la audición. Por ejemplo, los canales auditivos de los niños con Síndrome de Down por lo general son pequeños y estenóticos; también pueden presentarse obstruidos con cera. Las membranas del tímpano pueden estar retraídas, presentar protuberancias o ser escleróticas. El oído medio puede revelar una infección aguda o crónica, acumulación de líquido y/o anormalidades osiculares. También se han descrito disfunciones en las trompas de Eustaquio en los niños con Síndrome de Down. Puede haber otras cuestiones anatómicas y funcionales dentro del sistema otológico, todas las cuales pueden dar como resultado deficiencias en la audición. Según los informes, hasta un 80% de los niños con Síndrome de Down presentan alguna forma de disfunción auditiva. En la mayoría de los casos, la deficiencia auditiva se debe a un daño de los conductos auditivos. También hay una mayor prevalecía de pérdida auditiva sensor neural tanto en los niños como en los adultos con Síndrome de Down. Debido a la elevada frecuencia de anormalidades estructurales y funcionales del sistema otológico, es importante que los niños con Síndrome de Down sean sometidos a exámenes regulares, que se traten con eficacia las infecciones y que, dentro de lo posible, se corrijan las anormalidades estructurales. Esto permitirá que haya una percepción auditiva normal.   (Información extraída de Síndrome de Down: perspectivas psicológica, psicobiológica y socio educacional / Jean A. Rondal … [et al.], 1997)  

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¿Cómo influye el Síndrome de Down en la sexualidad y la vida familiar de los individuos?

El embarazo Las mujeres con Síndrome de Down pueden concebir y llevar a término un embarazo. Si bien su fertilidad parece estar relativamente disminuida. Se han descrito nacimientos vivos tanto con cómo sin el Síndrome de Down, cuyos padres eran hombres que no padecían este síndrome, dieron como resultado diez niños con Síndrome de Down, 18 sin Síndrome de Down, incluido un caso de gemelos y tres abortos espontáneos. Los bebés sin Síndrome de Down demostraron un número de anomalías congénitas superior a la media. Una revisión más reciente llevada a cabo en 1990 de la serie de Rani y otros de 31 embarazos de mujeres con Síndrome de Down agregaron un resultado de un embarazo normal a esta serie. Hace años se consideraba que los hombres con Síndrome de Down eran estériles. Un informe de 1989 de Sheridan y otros describe un bebé varón 46 XY nacido de un hombre con Síndrome de Down y una mujer sin Síndrome de Down. La paternidad se estableció mediante estudios citogenéticas y de ADN El matrimonio Un estudio realizado en 1973 por Edgerton sugirió que lo mismo sucede con muchos matrimonios dentro de la generalidad de la población, los matrimonios de personas mentalmente discapacitados suelen ser complementarios. En síntesis, las habilidades de un miembro de la pareja compensa las debilidades del otro y viceversa. Es de observar que en el estudio realizado en 1988 por Koller y otros de matrimonios entre personas mentalmente discapacitadas, ninguno de los miembros de la pareja tenía una discapacidad grave. La mayor parte de los sujetos casados incluidos en este estudio padecía una discapacidad leve y presentaba CI superior que el resto del segmento levemente discapacitado de la población general. Si bien las mujeres mentalmente discapacitadas presentaban más problemas maritales que las mujeres de la población general, casi la mitad de los sujetos hembra discapacitados parecían funcionar bien en sus matrimonios. No se observaron diferencias significativas de la tasa de problemas maritales entre los hombres mentalmente discapacitados y los controles “normales”. Los matrimonios con más problemas parecían ser aquellos en los cuales ambas partes de la pareja eran mentalmente discapacitados. A la luz de la tasa de divorcios actual que en los Estados Unidos es superior al 50% la tasa de fracasos en matrimonios con un miembro de la pareja discapacitado tal vez no representante necesariamente un riesgo conyugal desusado. Se cuentan con pocos datos sobre individuos con Síndrome de Down que se casan. Una encuesta realizada por Edwards describió a 38 personas casados con Síndrome de Down. De estos sujetos, 35 eran mujeres; los cónyuges de todas menos una no padecían el Síndrome de Down. La mayor parte de las parejas vivían en un medio estrecha y firmemente apoyados por familiares cercanos y personal de apoyo. Se dispone de poca información sobre la capacidad como padres de los individuos con Síndrome de Down, quizás porque son pocos los que funcionan como tales. La cuestión de la paternidad como derecho de las personas mentalmente discapacitados es una cuestión muy controvertida; muchos consideran que criar un hijo es una destreza que plantea demasiadas exigencias a las personas que padecen el Síndrome de Down. Parte de la literatura sobre abusos infantiles refleja la complejidad, la naturaleza controvertida y la historia negativa por lo que respecta a la aptitud de las personas con Síndrome de Down para la paternidad. Otros como Giovanna Nigro, consideran de una manera muy diferente a esos padres potenciales: “Conozco a muchas parejas levemente retrasadas que están criando a niños sanos y felices. Sus hijos no se desenvuelven peor que los cientos miles de niños nacidos de familias formadas por personas marginales, no consideradas retrasadas, cuyas limitaciones todos conocemos y a las que a veces llamamos “culturalmente desfavorecidas”. Los niños de estas parejas retrasadas en realidad se desenvuelven mucho mejor, ya que los padres retrasados saben que tienen deficiencias y saben que deben procurar el asesoramiento de profesionales” Aunque esta afirmación puede parecer excesivamente entusiasta, nos recuerda que no hay respuestas simples por lo que respecta a los individuos retrasados que quieren convertirse en padres.     (Información extraída de Síndrome de Down: perspectivas psicológica, psicobiológica y socio educacional / Jean A. Rondal … [et al.], 1997)  

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¿Cuáles son las principales observaciones conductuales en las personas con Síndrome de Down?

Durante las últimas décadas ha ido en aumento el interés por la conducta de los niños con discapacidades evolutivas. Carr y Hewitt (1982) informaron de que el 22% de las madres de niños con once años de edad con Síndrome de Down estaban preocupadas por la conducta de su hijo. Gath y Gumley (1986) describieron diversos problemas de conducta en 193 niños con Síndrome de Down. Encontraron que el 38% de ellos padecía importantes trastornos de conducta. Los autores indicaron una presencia más frecuente de trastornos de conducta en los niños con Síndrome de Down que en otros niños. Al revisar la literatura sobre la conducta en personas con Síndrome de Down, encontramos que muchos autores han descrito rasgos conductuales específicos en niños con Síndrome de Down. Se dice que son amigables, afectuosos, plácidos, abcecados, retraídos y presentan conductas desafiantes. Sin embargo, ya en 1953 Blacketter Simmonds informó de que el comportamiento social de las personas con Síndrome de Down no respondía al estereotipo y no era homogéneo. En 1973 Baron informó que la conducta de los niños con Síndrome de Down era similar al de la población “normal” si se tomaba en cuenta la edad mental. Además, otros investigadores indicaron que este antiguo estereotipo tal vez sea incorrecto y que los niños con Síndrome de Down presentan la misma variedad de atributos de la personalidad y conductuales que se observan en los demás niños que no tienen ese trastorno cromosomático. La Lista de Control de Achenbach sobre la conducta infantil fue pensada para registrar en un formulario normalizado los atributos y competencias conductuales de los niños comprendidos entre cuatro y dieciséis años. Hay dos agrupaciones de banda ancha en todos los grupos por sexo/edad a los que hace referencia Achenbach como dicotomía interiorización/exteriorización La Escala Ambiental de la familia tiene como objetivo medir las características sociales de todos los tipos de familias. Las diez subescalas de este instrumento evalúa tres ámbitos importantes: la relación, el crecimiento personal y el mantenimiento del sistema. La dimensión relación se mide con las subescalas de cohesión, expresividad y conflicto. La dimensión crecimiento personal comprende las subescalas de independencia, orientación hacia la consecución, orientación intelectual/cultural, activo-recreativa y moral/religioso. La Batería de Evaluación del temperamento para niños se centra en la información sobre la conducta de los niños en situaciones diferentes. Esta escala consta de tres escalas de clasificación diferentes que miden dimensiones básicas de la personalidad y la conducta de los niños pequeños. Las seis conductas básicas que se miden con esta escala son la actividad, la adaptación, la aproximación/retraimiento, la intensidad emocional, la tendencia a la distracción y la perseverancia. Utilizando la Lista de Control de Achenbach para la Conducta Infantil, no encontramos ninguna diferencia significativa entre el grupo de estudio y el grupo de control por lo que respecta a los resultados de interiorización obtenidos de las respuestas tanto de los padres como de los maestros. Sin embargo, se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de estudio y de control en los resultados de exteriorización y totales por las respuestas tanto de los maestros como de los padres. Los perfiles de la Escala Ambiental Familiar indican por término medio puntuaciones altas en elementos tales como cohesión, expresividad, consecución, acentuación moral /religiosa y organización. La familia media estaba también orientada hacia la consecución, según lo demostró un resultado alto en consecución media. Los padres respondieron afirmativamente a los siguientes enunciados: siempre tratamos de hacer las cosas un poco mejor a la vez siguiente, salir adelante en la vida es muy importante para nuestra familia. También hubo altos valores medios en las categorías moral/religiosa y organización, ya que los padres contestaron a menudo verdadero a enunciados tales como los miembros de la familia tienen ideas estrictas sobre lo que está bien y lo que está mal y creemos que hay algunas cosas que hay que aceptar con fe. Los perfiles de la Batería de Evaluación del  Temperamento para Niños según las declaraciones de los padres y maestros son muy similares excepto para las categorías de tendencia a la distracción donde los profesores registraron puntuaciones significativamente superiores que las de los padres. Los individuos con Síndrome de Down obtuvieron puntuaciones levemente superiores que sus hermanos en todas las categorías a excepción de intensidad emocional y perseverancia; sin embargo, solo se llegó a una significación estadística en la categoría aproximación/retraimiento. Esto indicó que los niños con Síndrome de Down son más dispuestos a entablar relaciones sociales y disfrutan más con las nuevas actividades. Los padres a menudo mencionaron que el niño inmediatamente participa en una nueva situación de aprendizaje, el niño se sumerge en las nuevas actividades y situaciones sin la menor duda. Los estudios sobre la conducta, el temperamento y los factores ambientales indican que los niños con Síndrome de Down tienen más similitudes que diferencias con sus hermanos y hermanas y con los demás niños de la comunidad. Cuando se puntúan los datos sobre la conducta surge un perfil hiperactivo.   (Información extraída de Síndrome de Down: perspectivas psicológica, psicobiológica y socio educacional / Jean A. Rondal … [et al.], 1997)

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¿Qué Tratamientos y Apoyo Necesitan las Personas con Síndrome de Down?

El signo más evidente del mongolismo o síndrome de Down es un aspecto caracterizado por facciones pequeñas y ojos pequeños, almendrados y sesgados hacia arriba. Otros síntomas, no siempre presentes, consisten en flacidez, aplanamiento de la nuca, dedo meñique curvado y las rayas de la mano manifiestamente cortas y anchas. Cuando el niño afectado por el Síndrome de Down crece, se hacen evidentes otros síntomas. Las manos son siempre anchas y cortas, con el meñique corto e inclinado, y los pies, también cortos, aparecen con un espacio interdigital excesivo y una anchura total desproporcionada. Las anomalías cardiacas son también frecuentes (cerca del 35% de los casos), así como las hernias y los trastornos intestinales. Además de los síntomas y las consecuencias físicas, cabe mencionar como la principal característica de la enfermedad el retraso mental: los afectados siempre tienen un coeficiente de inteligencia inferior a 70 y con mucha frecuencia situado entre 40 y 60. Causas La causa del Síndrome de Down es una alteración en los cromosomas. La donación cromosómica normal es de 46, agrupados en 23 pares que corresponde a los cromosomas sexuales. En las células de los afectados de mongolismo existe un cromosoma de más, es decir 47, siempre en el grupo cromosómico 21. No se conoce con certeza la causa de la aparición de este cromosoma sobrante, pero está relacionada con la edad de la madre Prevención Puede practicarse a la gestante, hacia la semana 14 del embarazo, una prueba denominada amniocentesis, que permite diagnosticar si el feto está afectado por el Síndrome de Down. Esta prueba es aconsejable para todas las embarazadas mayores de 35 años y si existen antecedentes familiares de mongolismo en alguno de los progenitores. Tratamiento y desarrollo No existe tratamiento médico conocido para los afectados por el Síndrome de Down. Se han efectuado pruebas de administración masiva y continuada de vitaminas, en especial de vitamina E, que, en algunos casos aislados, han dado como resultado una mejoría relativa, sin que ello sea concluyente. El niño mongólico es tranquilo y sensible. Necesitado de afecto y atención, es conveniente estimular lo antes posible sus sentidos y contar con la ayuda de escuelas especializadas, que conseguirán mejorar al máximo su capacidad, con el fin de que el afectado pueda atender sus necesidades físicas más elementales, e incluso llegar a realizar algún trabajo sencillo y rutinario. (información extraída de Guía médica familiar, 1994)

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¿Se puede tener síndrome de Down y autismo?

Los pacientes de Síndrome de Down adicionan al retraso mental características conductuales en cierto modo opuestas al autismo, puesto que suelen ser alegres, simpáticos y con tendencia espontánea a la sociabilidad. No por ello dejan de ser en ocasiones difíciles de manejar a causa de su tozudez. Son obstinados y caprichosos. Aunque se detectan problemas psicopatológicos que requieren un diagnóstico y una atención especial, suelen presentarse menos problemas que los habituales en otras causas de retraso mental. Los problemas observados más frecuentemente son el trastorno de conducta de oposición desafiante, el trastorno de déficit de atención/hiperactividad y la conducta agresiva. En los adultos es relativamente común la depresión. La prevalencia del autismo en el síndrome de Down se ha estimado en un 5-9%. También se ha destacado el retraso en el diagnóstico de autismo en los niños con síndrome de Down. De todos modos, la frecuencia con la que se da el autismo en el síndrome de Down no solo no excede la que se puede hallar en el retraso mental del mismo nivel que el síndrome de Down, sino que incluso es posiblemente inferior, por lo cual es plausible pensar que el fenotipo conductual del síndrome de Down puede incluso representar un factor protector para el autismo. (extraído de Trastornos del neurodesarrollo / editores, Josep Artigas-Pallarés, Juan Narbona, 2011)

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