Sexualidad

Por Qué Pierdo el Interés Sexual: Las Razones Más Comunes y Qué Hacer al Respecto

El deseo sexual fluctúa naturalmente a lo largo de la vida, pero cuando el interés disminuye de manera persistente, puede generar preocupación. A continuación, exploramos las razones más comunes detrás de esta situación y cómo abordarlas para recuperar el equilibrio en tu vida íntima. Razones Psicológicas Estrés y Ansiedad: Las preocupaciones diarias y el estrés pueden suprimir el deseo sexual. Depresión: Este trastorno afecta tanto la libido como la capacidad para disfrutar de las relaciones íntimas. Problemas de Pareja: Los conflictos emocionales, la falta de comunicación o las expectativas no cumplidas pueden impactar directamente en la sexualidad. ¿Qué hacer? Habla abiertamente con tu pareja sobre tus emociones. Considera la terapia psicológica o de pareja como un recurso valioso. Factores Físicos Desequilibrios Hormonales: Cambios en los niveles de testosterona, menopausia o problemas tiroideos pueden afectar el deseo sexual. Fatiga Crónica: La falta de energía puede disminuir el interés en la intimidad. Enfermedades Crónicas: Diabetes, problemas cardiovasculares o dolores persistentes son factores influyentes. ¿Qué hacer? Consulta a un médico para evaluar tus niveles hormonales y tu estado de salud general. Mejora tus hábitos de sueño y alimentación para aumentar tu energía. Efectos Secundarios de Medicamentos Antidepresivos, anticonceptivos hormonales o medicamentos para la presión arterial pueden tener un impacto negativo en la libido. ¿Qué hacer? Habla con tu médico sobre alternativas o ajustes en la medicación. Factores Culturales o Sociales Estigma Sexual: Tabúes culturales o religiosos pueden inhibir la expresión del deseo. Expectativas Irrealistas: Influencias de los medios o la pornografía pueden distorsionar la percepción de la sexualidad. ¿Qué hacer? Educa tu perspectiva sexual con información confiable. Busca grupos de apoyo o espacios seguros para dialogar sobre estos temas. Cómo Recuperar el Deseo Sexual Comunicación Abierta: Hablar con tu pareja sobre tus necesidades y preocupaciones. Autocuidado: Ejercicio regular, alimentación saludable y técnicas de relajación. Terapia Sexual: Un especialista puede ofrecer herramientas personalizadas para superar los desafíos. Conclusión La pérdida de interés sexual puede ser frustrante, pero es importante recordar que no estás solo. Identificar las causas subyacentes y tomar medidas proactivas puede marcar una gran diferencia en tu bienestar emocional y físico.  

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¿Es Normal Sentir Dolor Durante el Sexo?

El dolor durante el sexo es una preocupación que muchas personas experimentan, pero es un tema que a menudo se evita o se minimiza. Sin embargo, sentir dolor durante la actividad sexual no es algo que se deba ignorar, y puede ser indicativo de diversas causas físicas y emocionales. En este artículo, exploraremos las razones más comunes detrás del dolor durante el sexo y lo que se puede hacer al respecto. ¿Qué es el dolor durante el sexo? El dolor durante el sexo, conocido médicamente como dispareunia, se refiere a cualquier tipo de malestar o dolor que se experimenta durante o después de la penetración sexual. Este dolor puede ocurrir en diversas áreas del cuerpo, como los genitales, la pelvis o incluso la parte baja de la espalda. Puede variar en intensidad, desde molestias leves hasta un dolor intenso que puede interferir con la actividad sexual. Causas físicas comunes del dolor durante el sexo Existen varias razones físicas por las cuales una persona puede sentir dolor durante el sexo. Algunas de las más comunes incluyen: Sequedad vaginal La falta de lubricación adecuada puede causar fricción excesiva durante el sexo, lo que puede resultar en dolor o incomodidad. La sequedad vaginal puede ser el resultado de varios factores, como cambios hormonales, medicamentos, estrés o simplemente falta de excitación. Infecciones o enfermedades Las infecciones como las infecciones del tracto urinario (ITU), las infecciones por hongos, las enfermedades de transmisión sexual (ETS) o la vaginitis pueden causar dolor durante el sexo. Además, las enfermedades inflamatorias pélvicas pueden ser una causa subyacente. Endometriosis Esta es una afección en la cual el tejido que normalmente recubre el interior del útero crece fuera de él, causando dolor durante el sexo, especialmente durante la penetración profunda. La endometriosis también puede ir acompañada de dolor pélvico crónico y otros síntomas. Fibromas uterinos Los fibromas son tumores no cancerosos que pueden desarrollarse en el útero. Dependiendo de su tamaño y ubicación, pueden causar dolor o presión durante el sexo. Disfunción del suelo pélvico La disfunción del suelo pélvico ocurre cuando los músculos que soportan la pelvis están tensos, debilitados o fuera de lugar. Esto puede causar dolor durante el sexo, dificultades para alcanzar el orgasmo o sensación de presión en la zona pélvica. Problemas con el pene o la vulva En algunas personas, el dolor puede estar relacionado con condiciones específicas como el síndrome de la vulvodinia, que se refiere al dolor crónico en la vulva sin una causa aparente, o el síndrome de dolor peneano, que afecta a los hombres y puede estar relacionado con la sensibilidad del pene o la aparición de cicatrices. Causas emocionales y psicológicas del dolor durante el sexo El dolor sexual no siempre tiene una causa física; las emociones y los factores psicológicos también juegan un papel importante. Algunas causas emocionales comunes incluyen: Estrés y ansiedad El estrés puede afectar tanto a la mente como al cuerpo, e incluso puede alterar la respuesta sexual. La ansiedad, particularmente la ansiedad sobre el desempeño sexual o el miedo al dolor, puede hacer que los músculos se tensen, lo que puede llevar a incomodidad o dolor durante el sexo. Trauma o abuso sexual Las experiencias pasadas de trauma o abuso sexual pueden tener un impacto profundo en la salud sexual y emocional de una persona. El dolor durante el sexo podría ser el resultado de recuerdos o respuestas físicas asociadas con el trauma. Problemas en la relación Los conflictos de pareja, la falta de comunicación y las tensiones emocionales también pueden afectar la vida sexual. Las dificultades en la relación pueden contribuir a la falta de deseo, lo que puede generar incomodidad o dolor durante el sexo. ¿Qué hacer si experimentas dolor durante el sexo? Si experimentas dolor durante el sexo, es fundamental no ignorarlo y buscar soluciones adecuadas. Aquí hay algunas acciones que puedes considerar: Consultar a un profesional de la salud Es importante visitar a un médico o ginecólogo si el dolor persiste. Ellos pueden realizar pruebas para identificar si existe una condición médica subyacente que necesite tratamiento, como infecciones, endometriosis, o disfunción del suelo pélvico. Revisar los medicamentos Algunos medicamentos pueden afectar la lubricación y la función sexual, causando dolor. Habla con tu médico si sospechas que algún medicamento está influyendo en tu experiencia sexual. Mejorar la lubricación Si la sequedad vaginal es la causa, considera usar lubricantes a base de agua durante el sexo. Esto puede reducir la fricción y mejorar la comodidad. Terapia sexual Si el dolor está relacionado con factores emocionales o psicológicos, la terapia sexual puede ser útil. Un terapeuta especializado puede ayudarte a abordar el estrés, la ansiedad o el trauma que pueda estar afectando tu vida sexual. Fortalecer el suelo pélvico La fisioterapia del suelo pélvico puede ser beneficiosa para tratar la disfunción del suelo pélvico. Esto incluye ejercicios para relajar y fortalecer los músculos del área pélvica, lo que puede reducir el dolor y mejorar la función sexual. Conclusión Es importante recordar que no es «normal» sentir dolor durante el sexo, y que hay muchas razones por las cuales esto puede suceder. Identificar la causa del dolor es crucial para encontrar el tratamiento adecuado. Ya sea una cuestión física o emocional, buscar ayuda profesional es el primer paso hacia una vida sexual más cómoda y satisfactoria. No dudes en hablar con un médico o terapeuta si el dolor persiste, ya que tu bienestar sexual y emocional es fundamental.

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¿Sientes aversión sexual? Aquí te explicamos por qué ocurre

La aversión sexual, también conocida como trastorno de aversión sexual, es una condición en la que una persona siente un fuerte rechazo o incomodidad hacia la actividad sexual, a menudo acompañada de un sentimiento de ansiedad o incluso repulsión. Esta condición puede interferir significativamente en la vida de una persona, afectando tanto su bienestar emocional como sus relaciones de pareja. Es importante destacar que la aversión sexual no es lo mismo que una baja libido o la falta de deseo sexual. Mientras que la libido baja implica una falta de interés en el sexo, la aversión sexual se refiere a un rechazo activo hacia las actividades sexuales. Señales de Aversión Sexual Si estás comenzando a preguntarte si podrías tener aversión sexual, aquí hay algunas señales que podrían indicar la presencia de esta condición: Sentimiento de repulsión o incomodidad ante el sexo: Si piensas en la actividad sexual y experimentas una sensación de incomodidad, ansiedad o incluso asco, podrías estar lidiando con aversión sexual. Evitar el contacto físico o la intimidad: Evitar actividades sexuales o cualquier tipo de contacto físico que pueda llevar a la intimidad sexual es un indicio común de aversión sexual. Falta de deseo sexual: Aunque la falta de deseo sexual por sí sola no indica aversión, en algunos casos, las personas con aversión sexual experimentan una total ausencia de interés por el sexo. Sentimientos de ansiedad o pánico: Algunas personas con aversión sexual pueden experimentar ansiedad, miedo o pánico ante la idea de tener relaciones sexuales. Dolor durante o después del sexo: Si el sexo te resulta doloroso o incómodo, tanto física como emocionalmente, esto puede contribuir a la aversión hacia la actividad sexual. Culpa o vergüenza: Sentirse culpable o avergonzado por no disfrutar del sexo, o por rechazarlo, puede ser una consecuencia emocional de la aversión sexual. Causas Comunes de la Aversión Sexual Las causas de la aversión sexual pueden ser diversas y variar de una persona a otra. Algunas de las más comunes incluyen: Experiencias traumáticas previas: El abuso sexual, la violencia o cualquier otro tipo de trauma emocional relacionado con el sexo pueden crear una aversión duradera. Problemas de relación: Los conflictos de pareja, la falta de comunicación o una relación poco satisfactoria pueden afectar negativamente la actitud de una persona hacia el sexo. Trastornos psicológicos: Trastornos como la depresión, la ansiedad o el estrés pueden contribuir a la aversión sexual al disminuir el deseo o aumentar la incomodidad emocional. Factores físicos o médicos: Trastornos hormonales, infecciones o problemas de salud física también pueden desencadenar una aversión al sexo. Cultura y creencias: En algunas personas, los valores culturales o religiosos pueden influir en la forma en que perciben el sexo, llevándolas a rechazarlo. Soluciones para Superar la Aversión Sexual Si experimentas aversión sexual, hay soluciones y enfoques que pueden ayudarte a superar esta dificultad: Terapia psicológica: Un terapeuta especializado en problemas sexuales o terapia de pareja puede ayudarte a abordar las causas emocionales y psicológicas de la aversión sexual. Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC puede ser útil para cambiar patrones de pensamiento negativos y evitar que los temores o la ansiedad interfieran en la actividad sexual. Mejorar la comunicación en la pareja: Hablar abierta y sinceramente con tu pareja sobre tus sentimientos y preocupaciones puede aliviar tensiones y mejorar la relación. Educación sobre sexualidad: Informarte sobre sexualidad y aprender sobre el consentimiento, la intimidad y las preferencias personales puede ayudarte a redefinir tu relación con el sexo. Cuidado médico: Si la aversión sexual está relacionada con problemas de salud, como desequilibrios hormonales o dolor físico, es importante consultar a un médico para recibir tratamiento adecuado. Mindfulness y relajación: La práctica de técnicas de relajación o mindfulness puede ser útil para reducir la ansiedad y crear un ambiente más cómodo para la intimidad. Conclusión La aversión sexual es una condición que puede afectar profundamente la vida de una persona y sus relaciones. Reconocer los signos y entender sus causas es el primer paso hacia la recuperación. Si estás lidiando con la aversión sexual, no dudes en buscar apoyo profesional para encontrar las soluciones adecuadas que te ayuden a superar esta dificultad y mejorar tu bienestar emocional y sexual.  

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¿Es Raro o es Normal? Entendiendo las Parafilias

Las parafilias han sido un tema rodeado de misterio, estigmatización y malentendidos durante mucho tiempo. Con frecuencia, son interpretadas erróneamente en los medios y en la cultura popular, donde se asocian con conductas extremas o dañinas. Sin embargo, es fundamental abordar este tema con una perspectiva abierta y comprensiva para separar los mitos de la realidad. ¿Qué Son las Parafilias? El término «parafilia» proviene del griego «para» (al margen de) y «philia» (afecto o atracción). En términos simples, se refiere a una serie de intereses sexuales atípicos, donde la excitación sexual se asocia con objetos, situaciones, actividades o individuos que no forman parte de la norma heterosexual tradicional. En el campo de la salud mental, las parafilias son clasificadas de acuerdo con su impacto en el bienestar y la seguridad de la persona y de los demás. No todas las parafilias deben considerarse trastornos, ya que algunas son consensuadas y no implican daño. Lo importante es reconocer el contexto en el que estas se desarrollan y cómo afectan la vida de la persona involucrada. ¿Es Normal Tener Parafilias? La sexualidad humana es diversa, y lo que puede parecer inusual para una persona puede ser completamente aceptable para otra. Sin embargo, la normalidad en el ámbito sexual no se define por lo que es común, sino por el respeto mutuo, el consentimiento y el bienestar de todas las partes involucradas. Si bien algunas parafilias, como el fetichismo o la exhibicionismo, son relativamente comunes, otras son más raras. No obstante, tener una parafilia no significa necesariamente que haya un trastorno. Para que una parafilia se clasifique como un trastorno, debe causar malestar significativo en la persona o en otros, o debe implicar conductas dañinas o no consensuadas. Parafilias vs. Trastornos Parafilicos Las parafilias pueden clasificarse de diversas maneras, algunas más leves y otras más complejas, dependiendo de su naturaleza. Es importante señalar que, para que una parafilia sea considerada un trastorno, debe cumplir con ciertos criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5): Malestar o sufrimiento significativo: La parafilia debe generar angustia personal o dificultades en la vida diaria del individuo. Conducta no consensuada o perjudicial: Si las parafilias implican actividades sin el consentimiento de la otra parte o suponen un daño físico o emocional a otra persona, se consideran trastornos. Ejemplos incluyen el pedofilia, el voyeurismo no consensuado y el sadismo sexual. En cambio, las parafilias que no implican daño o coerción, como el fetichismo, el masoquismo o el travestismo, pueden ser parte de la variedad sexual humana sin que necesariamente se trate de un trastorno. Parafilias Comunes Algunas parafilias relativamente comunes incluyen: Fetichismo: Atracción sexual por objetos no humanos o partes del cuerpo que no son genitals. Exhibicionismo: Impulsos para mostrar los genitales a personas no deseadas, generalmente en un entorno público. Sadomasoquismo: La práctica de infligir o recibir dolor como parte de la excitación sexual. Voyeurismo: El deseo de observar a otras personas sin su conocimiento o consentimiento mientras están desnudas o involucradas en actividades sexuales. ¿Cuándo Buscar Ayuda? Si bien muchas personas con parafilias llevan una vida sexual satisfactoria y consensuada, cuando los impulsos parafílicos causan angustia, dificultades en las relaciones o conducen a comportamientos no consensuados, es esencial buscar ayuda profesional. Los psicólogos o terapeutas especializados en sexualidad humana pueden ayudar a las personas a comprender mejor sus deseos, establecer límites saludables y aprender cómo manejar sus impulsos. Desmitificando el Estigma Es fundamental reconocer que las parafilias no deben ser estigmatizadas sin tener en cuenta el contexto y la consensualidad de las prácticas involucradas. La sociedad a menudo perpetúa la idea de que las personas con parafilias son peligrosas o desviadas, pero este es un prejuicio que no refleja la realidad de las experiencias sexuales de las personas. El respeto, la educación y la comprensión son esenciales para ayudar a desmitificar las parafilias y promover un ambiente más inclusivo y respetuoso para la diversidad sexual. Como en todos los aspectos de la vida, la clave está en la empatía y el cuidado mutuo. Conclusión Las parafilias son una parte compleja y a veces incomprendida de la sexualidad humana. Mientras que algunas son inofensivas y consensuadas, otras pueden generar problemas serios que requieren atención profesional. Es importante separar los mitos de la realidad y tratar el tema con una mente abierta, libre de juicios, para fomentar una mayor comprensión y aceptación de la diversidad sexual.  

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Sexo y Ansiedad: ¿Cómo Superar el Miedo a la Intimidad?

La ansiedad y la intimidad son dos aspectos de la vida que, a menudo, se entrelazan de manera compleja. Para muchas personas, el miedo o la preocupación relacionados con el sexo pueden estar profundamente conectados con la ansiedad. Este artículo explora cómo la ansiedad puede afectar nuestra vida sexual, por qué puede surgir el miedo a la intimidad y, lo más importante, qué se puede hacer para superarlo. ¿Qué es el miedo a la intimidad? El miedo a la intimidad no solo implica temor al acto sexual en sí, sino también a la vulnerabilidad emocional que conlleva compartir momentos íntimos con otra persona. Puede manifestarse de diferentes maneras: desde la evitación de la relación sexual hasta el temor de no ser suficiente o de que el otro no se sienta satisfecho. En el contexto de la ansiedad, este miedo puede intensificarse aún más, afectando la capacidad de relajarse y disfrutar de la intimidad. La ansiedad puede generar pensamientos intrusivos, preocupaciones sobre el desempeño o el temor a ser juzgado, lo que hace que el acto de ser vulnerables con otra persona resulte abrumador. Causas comunes del miedo a la intimidad relacionado con la ansiedad Experiencias pasadas traumáticas Cualquier experiencia negativa o traumática relacionada con la intimidad, como abusos o relaciones pasadas poco saludables, puede llevar a la persona a desarrollar un miedo subconsciente hacia el sexo o la cercanía emocional. Baja autoestima Las personas con baja autoestima a menudo sienten que no son lo suficientemente buenas para ser amadas o deseadas. Este sentimiento de insuficiencia puede aumentar la ansiedad durante los momentos de intimidad, ya que temen que sus parejas no estén satisfechas o que los rechacen. Preocupación por el rendimiento La presión por “ser perfecto” en el sexo puede desencadenar una gran cantidad de ansiedad. Pensamientos como “¿y si no soy lo suficientemente bueno?” o “¿y si no puedo satisfacer a mi pareja?” pueden paralizar a las personas, bloqueando su capacidad de disfrutar del momento y de conectarse emocionalmente. Ansiedad generalizada Las personas con trastornos de ansiedad generalizada pueden experimentar un aumento de la tensión y preocupación en todas las áreas de su vida, incluyendo la intimidad. La ansiedad puede manifestarse como una sobrecarga de pensamientos negativos que afectan el deseo sexual y la capacidad de relajarse. ¿Cómo superar el miedo a la intimidad? Hablar abiertamente con tu pareja La comunicación abierta es clave para superar el miedo a la intimidad. Hablar con tu pareja sobre tus temores y ansiedades puede crear un espacio de comprensión mutua, donde ambos puedan trabajar juntos para manejar los miedos y construir una relación más segura. Trabajar en la autoestima El miedo a la intimidad a menudo está relacionado con la percepción que tenemos de nosotros mismos. Mejorar la autoestima y la autocompasión puede ser un paso fundamental para reducir la ansiedad. Practicar la autoaceptación y reconocer que todos somos dignos de amor y respeto es esencial para disfrutar de una vida sexual saludable. Desacelerar y disfrutar del momento En lugar de centrarse en el desempeño o en alcanzar un resultado perfecto, es importante aprender a disfrutar de la conexión emocional y la presencia con la pareja. Realizar actividades que fomenten la relajación, como masajes o simplemente abrazarse, puede reducir la presión y mejorar la intimidad de manera gradual. Consultar a un profesional Si el miedo a la intimidad está afectando seriamente la calidad de vida o las relaciones personales, buscar la ayuda de un terapeuta especializado en ansiedad o trastornos sexuales puede ser una opción eficaz. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es particularmente útil para abordar los patrones de pensamiento negativos que alimentan la ansiedad. Ejercicios de relajación y mindfulness El mindfulness y otras técnicas de relajación pueden ser herramientas poderosas para reducir la ansiedad en el contexto sexual. Practicar la atención plena durante los momentos íntimos puede ayudar a las personas a estar más presentes y menos preocupadas por lo que podría salir mal. No apresurarse Superar el miedo a la intimidad lleva tiempo, y cada persona avanza a su propio ritmo. Es importante ser paciente con uno mismo y permitir que el proceso de sanar y relajarse ocurra de manera natural. La intimidad es algo que debe desarrollarse con confianza, y esto no sucede de la noche a la mañana. Conclusión El miedo a la intimidad puede ser un desafío difícil de superar, especialmente cuando está vinculado a la ansiedad. Sin embargo, con la ayuda de la comunicación, el trabajo personal y el apoyo adecuado, es completamente posible superar estas barreras. La intimidad debe ser un espacio de conexión, no de miedo. Tomar pequeños pasos hacia la relajación y el disfrute, y buscar ayuda cuando sea necesario, puede ayudarte a disfrutar plenamente de tu vida sexual y emocional. Si el miedo o la ansiedad sobre la intimidad persisten, no dudes en consultar con un profesional que pueda guiarte en el proceso de sanación y ofrecerte las herramientas necesarias para sentirte seguro y tranquilo en tus relaciones íntimas.  

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¿Cuándo las fantasías se convierten en un problema?

La sexualidad humana es un ámbito complejo y diverso, donde las fantasías juegan un papel importante en la expresión de deseos y preferencias. Sin embargo, en algunos casos, las fantasías pueden llevarnos a una reflexión más profunda sobre si son saludables o si, por el contrario, podrían estar relacionadas con trastornos sexuales como las parafilias. Este artículo tiene como objetivo ayudar a comprender la diferencia entre una expresión saludable de la sexualidad y cuando las fantasías se vuelven problemáticas. ¿Qué son las fantasías sexuales? Las fantasías sexuales son representaciones mentales que nos permiten explorar nuestros deseos, intereses y necesidades en un plano imaginativo. Estas fantasías pueden ser un componente normal y saludable de la sexualidad, ya que nos permiten explorar nuestra identidad sexual sin necesidad de llevar a cabo esas prácticas en la vida real. Algunas personas disfrutan de fantasías sobre situaciones específicas, lugares, personas o roles. En la mayoría de los casos, estas fantasías no afectan negativamente la vida diaria de quien las experimenta, y se mantienen dentro de los límites de la privacidad y el consentimiento mutuo. ¿Qué es la parafilia? Las parafilias son trastornos sexuales en los cuales las fantasías, impulsos o comportamientos sexuales se enfocan en objetos, actividades o situaciones que se consideran atípicas o extremas. Aunque la fantasía en sí misma no siempre se considera patológica, es cuando estas fantasías afectan la calidad de vida o el bienestar de una persona o involucran a otras sin su consentimiento que se vuelve problemático. Algunas de las características que podrían indicar una parafilia incluyen: Persistencia: Las fantasías, impulsos o comportamientos parafílicos son recurrentes y persistentes, lo que significa que no se limitan a momentos ocasionales de exploración sexual. Dificultad para funcionar en la vida cotidiana: Cuando las fantasías interfieren con el trabajo, las relaciones interpersonales o el bienestar emocional, pueden indicar un problema. Falta de consentimiento: Las parafilias que involucran a otras personas sin su consentimiento, ya sea en la fantasía o en la realidad, pueden causar daño tanto a la persona afectada como a quien las experimenta. ¿Cómo diferenciar entre una fantasía sexual saludable y una parafilia? Consenso y responsabilidad: La clave para que una fantasía sexual sea saludable radica en el consentimiento. Las fantasías que involucran a otros deben ser consensuadas y respetuosas, ya sea en la imaginación o en la práctica real. Las parafilias, por otro lado, suelen involucrar la fantasía de actividades que no se basan en el consentimiento mutuo o que causan daño o malestar a otras personas. Impacto en la vida diaria: Las fantasías sexuales saludables no afectan negativamente la vida cotidiana ni las relaciones. Son algo privado y personal, pero no impiden que una persona funcione normalmente en su trabajo, sus relaciones o su bienestar emocional. Si una fantasía interfiere con estos aspectos de la vida, puede ser indicativo de un problema más profundo. Placer sin coacción: En una fantasía sexual saludable, el placer es mutuo, incluso en la imaginación. Las fantasías problemáticas pueden surgir cuando se percibe que se necesita algo específico o extremo para alcanzar el placer, lo que puede generar sentimientos de inseguridad o incomodidad en la persona. Fantasías y respeto propio: Las personas que tienen fantasías saludables pueden aceptarlas como una parte normal de su sexualidad sin sentirse culpables o avergonzadas. En cambio, si una fantasía se vuelve obsesiva o desproporcionada, o si una persona siente que su identidad sexual se reduce exclusivamente a una parafilia, podría ser hora de examinar más a fondo la situación. ¿Qué hacer si las fantasías se vuelven problemáticas? Si te das cuenta de que tus fantasías o impulsos sexuales están afectando negativamente tu vida o tu bienestar, es importante buscar ayuda profesional. Un terapeuta sexual o un psicólogo especializado en salud sexual puede ayudarte a explorar estas cuestiones de manera segura y sin juicio, y trabajar contigo para desarrollar una comprensión más saludable de tu sexualidad. En algunos casos, puede ser necesario un tratamiento especializado para abordar los trastornos parafílicos. Los enfoques terapéuticos incluyen la terapia cognitivo-conductual y, en ocasiones, el uso de medicamentos, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud. Conclusión Las fantasías sexuales son una parte natural y saludable de la sexualidad humana, pero es crucial reconocer cuándo se están volviendo problemáticas. Diferenciar entre una fantasía saludable y una parafilia requiere una comprensión profunda de cómo estas influencian nuestra vida y relaciones. Siempre que las fantasías se mantengan dentro de los límites del consentimiento y no interfieran con el bienestar personal, son parte de una sexualidad sana. Sin embargo, si se convierten en una fuente de angustia o daño, buscar ayuda profesional es el paso más importante para recuperar el equilibrio y la salud sexual.  

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¿Qué temas debes abordar cuando hables de sexo con un adolescente?

La adolescencia es una etapa de nuevas experiencias con los demás, las cuales, sin duda, están delimitadas por la aparición de una nueva forma de vivir y expresar la sexualidad. El deseo que siente el adolescente debe ser independiente y su mayor desarrollo intelectual le llevan a querer resolver sus propios problemas sin solicitar ayuda, aunque a veces no tenga la competencia suficiente para hacerlo, lo cual puede tener graves implicaciones para su sexualidad. Con el comienzo de la pubertad aparece también el deseo sexual. Es un deseo diferente de todos los que hasta ese momento se habían experimentado. El deseo sexual dirige la atención y la conducta hacia otras personas, provocando la necesidad de contacto, de comunicación de conocimiento mutuo. Esta nueva adquisición será la principal responsable de que algunos adolescentes decidan iniciarse en conductas propiamente sexuales antes de estar preparados para encajar emocionalmente los que éstas suponen. Las características de la conducta sexual de esta etapa son diferentes de las de periodos anteriores. Se trata de una conducta de mayor intensidad y mas impulsiva. Los chicos y las chicas pueden empezar a salir en pareja, iniciarse en besos y caricias de índole sexual, auto estimularse, tener fantasías homosexuales, etc. todos estos comportamientos son naturales tanto en adolescentes como en adultos y es importante que el adolescente no se sienta culpable por su práctica, ya que constituye el primer avance de lo que más adelante será una sexualidad bien desarrollada. Curiosidad, aprendizaje, acceder al mundo de los adultos, intercambio de afectos… de alguna forma, estas sensaciones y deseos permiten desarrollar relaciones y vínculos más allá del hogar paterno, lo cual es necesario para el proceso de socialización del adolescente. El desarrollo adecuado de habilidades de comunicación y de resolución de problemas; saber decir que no, expresar opiniones contrarias, pedir cambios y negociar con otras personas, ser capaces de establecer un grupo de amigos, conseguir citas, vencer la timidez, saber resolver los sentimientos y expresarlos correctamente, todas estas herramientas básicas en esta etapa para manejar los conflictos que en torno a la sexualidad se les van planteando La primera vez Les guste o no a los padres, la adolescencia es la etapa en que la mayoría de los chicos tiene sus primeras experiencias sexuales. En general, las características del entorno social influyen en que estas primeras experiencias sexuales sean cada vez más precoces. Dicha precocidad conlleva una serie de dificultades añadidas por varios motivos. En primer lugar, se suelen dar en un momento evolutivo en el que el resto de competencias, cuyo desarrollo debe ir parejo al de la sexualidad, no se ha completado. Este hecho implica que el adolescente no sepa gestionar los sentimientos y emociones que una relación tan intima le puede producir. Al mismo tiempo, la inexperiencia y la inmadurez, así como la ausencia en muchos casos de una educación sexual adecuada, o muy mediatizada por tópicos, conducen a creencias erróneas, mitificaciones, información parcial y ambigua, miedos, dudas, etc. que en muchos casos no superan la presión del grupo de iguales y pueden desembocar en embarazos no deseados, contagio de enfermedades, relaciones ajenas a un contexto afectivo, miedos, tensiones, problemas sexuales futuros, baja autoestima, etc. Cómo hablar de sexo con un adolescente La alternativa no puede ser la de prohibir las relaciones sexuales sino dar información adecuada y mantener una actitud de respeto por parte de los adultos. Este tipo de consecuencias desafortunadas tenderán a evitarse en mayor medida si se propicia en los adolescentes una aproximación a la sexualidad de manera progresiva, fomentando la idea de no tener prisa en tener relaciones sexuales completas y no obsesionándose por el aspecto puramente genital. Es importante asimilar que la educación sexual de los hijos no se improvisa, no es cosa de un día. Quien más quien menos, todos hemos sido “victimas” de la charlita de papá y mama, encabezada casi siempre por el consabido “hija creo que hay determinadas cosas que tienes que saber, porque ya no eres una niña” La realidad es que no existe o no debería existir una edad concreta para hablar sobre sexualidad con los hijos. No hay que esperar a la adolescencia para tener el primer encuentro comunicativo con ellos. Probablemente, a esa edad los hijos disponen ya de un alto porcentaje de información adulterada y equivoca. Nos hacemos cargo de que no siempre es fácil hablar con los hijos acerca del sexo. En muchas ocasiones, los padres se sienten abrumados ante la expectativa de tener que informar de determinadas cosas a sus hijos menores, razón por la que muchos de ellos reciben con alivio las negativas de sus hijos a hablar de algo que “ya conocen de sobra”. Obviamente, el hecho de que a los padres les resulte violento hablar de sexo con sus hijos no les exime de hacerlo, de ejercer su responsabilidad como formadores. Pensando en estas limitaciones, no tanto de índole intelectual cuanto emocional, se proponen una serie de pautas que pueden facilitar y orientar esta completa labor de los padres. Informar, ¿hasta dónde? Cuando un chico/a llega a la adolescencia, debe tener ya una determinada información sexual, como por ejemplo: Saber que la sexualidad es una forma de relación entre personas que supone una fuente de placer tanto físico como psíquico Saber que el cauce natural para tener hijos es la relación hombre-mujer Tener conocimientos básicos sobre los aspectos fisiológicos del aparato reproductor y los caracteres sexuales que diferencian al hombre de la mujer Saber lo que es la auto estimulación y la función que cumple Ir tomando conciencia de la importancia de implicar los sentimientos en la experimentación de la sexualidad. Ya en la adolescencia, nuestra forma de comunicación con los hijos deberá ser más clara y especifica. Hay que tener en cuenta que a diferencia de lo que ocurría en la niñez, ahora sí van a tener la oportunidad de poner en práctica la información que reciben. Al llegar a la adolescencia, el menor debería ser informado como mínimo de los siguientes temas: Es habitual,

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¿Cómo afectan las adicciones a la salud sexual y las relaciones íntimas?

Las drogas de abuso, como el alcohol, los opiáceos, la cocaína y el cannabis, son usadas por muchas personas, en ocasiones, debido a sus supuestas propiedades afrodisiacas. Hemos de saber que aparte de los efectos subjetivos, estas drogas afectan negativamente a la respuesta sexual. Los opiáceos alteran el eje hipotálamo hipófiso gonadal y producen un aumento de los niveles de prolactina, lo que interfiere en la respuesta sexual masculina y femenina. Los efectos de la intoxicación aguda de cocaína pueden parecer estimulantes principalmente por sus propiedades dopaminérgicas, pero a la larga, la intoxicación crónica causa disfunciones sexuales, debido principalmente a un aumento de prolactina. El cannabis, consumido en altas dosis, podría alterar el eje hipotálamo hipófiso gonadal y reducir la fertilidad. En general, el abuso de sustancias potencialmente tóxicas acaba produciendo efectos psicológicos, neurológicos, vasculares, hormonales o metabólicos que pueden alterar la esfera sexual. Sexualidad y enfermedad alcohólica De todas las adicciones que pueden afectar a la salud sexual, el alcoholismo es la que posee la más elevada prevalencia. El alcohol es una droga institucionalizada y totalmente insertada en nuestra cultura. Su consumo está ampliamente generalizado y se le suele atribuir erróneamente, la propiedad de facilitar el encuentro sexual. Contrariamente a esta suposición, se sabe que el alcohol es un tóxico depresor del sistema nervioso central cuya intoxicación aguda y aun más la crónica, perjudican la respuesta sexual Causas orgánicas y psicosociales Las disfunciones sexuales en la enfermedad alcohólica tienen un origen multifactorial son provocadas por causas orgánicas y causas psicosociales. Entre las causas psicosociales destacan la desinserción laboral y el rechazo social y familiar, que contribuyen a la pérdida de autoestima, uno de los principales problemas psicológicos del enfermo alcohólico. El deterioro de la relación familiar tiene una especial incidencia en las relaciones de pareja y en las relaciones sexuales. En las causas orgánicas intervienen factores metabólicos y de malnutrición, factores hepáticos, vasculares y neurológicos, así como factores endocrinos. Todo ello incide negativamente en los mecanismos de la respuesta sexual. Neurotransmisores alterados por trastornos metabólicos, alteraciones vasculares por deposito de lípidos, poli neuropatías y trastornos del SNC, y alteraciones del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, puesto que el alcohol tiene efectos tóxicos directos sobre las gónadas (testículos y ovarios) y el hígado (aumentando el catabolismo de la testosterona y su trasformación en estrógenos). Todos los factores, tanto los orgánicos como los psicosociales, contribuyen a producir graves problemas en la vida sexual del enfermo de alcoholismo crónico. Y esto influirá negativamente en las ya deterioradas relaciones de pareja y aumentará los graves problemas de autoestima que la enfermedad alcohólica produce. Sexualidad en la rehabilitación de la enfermedad alcohólica En la enfermedad alcohólica la persona va perdiendo la conexión con la vida. La desinserción laboral, la ruptura de relaciones sociales, la desestructuración familiar, la destrucción de las relaciones de pareja y la incapacidad creciente para disfrutar de la comida, de la sexualidad, de un paisaje o de muchas de las sensaciones que hacen que nos sintamos vivos, provocan el aislamiento de quien padece la enfermedad alcohólica respecto de su entorno vital. Por esta causa, cuando la persona con alcoholismo comienza su rehabilitación empieza también su retorno a la vida. Volver a vivir es una experiencia que no solemos tener los demás. Recuperar lo que se ha perdido suele revalorizar aquello que se poseía y proporciona una oportunidad especial para mejorarlo. La sexualidad suele ser una de las preocupaciones que los alcohólicos rehabilitados afrontan, cuando intentan recuperar su relación de pareja. El miedo al fracaso, la ansiedad de rendimiento y una autoestima aun muy deteriorada por un lado y los rescoldos de problemas anteriores en la pareja; además de los restos del efecto del alcohol sobre el organismo, por otro, pueden dificultar la reanudación de unas relaciones sexuales normalizadas. Ayudar a la persona alcohólica a superar todos estos obstáculos es fundamental. Así, la sexualidad puede ser un valioso instrumento un camino para ello. En la rehabilitación alcohólica, la pareja del enfermo es el apoyo más importante. En este sentido, es necesario investigar más a fondo, pero al parecer, las diferencias entre hombres y mujeres son palpables. Igual sucede en el caso de la violencia domestica generada por el alcoholismo. Los hombres alcohólicos suelen encontrar en sus parejas más apoyo que las mujeres alcohólicas. Es un aspecto más de las desigualdades, sobre las que hay que seguir trabajando para conseguir disminuirlas. La recuperación de las relaciones de pareja es imprescindible. La recuperación de la comunicación, del afecto y de la comprensión, y de la resolución de los conflictos son tareas importantes, pero se quedarán cortas sin la recuperación de la vida sexual. La sexualidad puede ser un magnifico puente para el reencuentro, un factor determinante para elevar la autoestima, un instrumento rehabilitador y en suma, una oportunidad para la enfermedad alcohólica. Sexualidad y tabaquismo El tabaquismo tiene efectos negativos sobre el sistema cardiovascular y sobre los neurotransmisores implicados en la respuesta sexual. Ello puede afectar al mecanismo vascular de los cuerpos cavernosos del pene y aumentar la prevalencia de disfunción eréctil entre los fumadores. Los hechos acumulados tras más de 2 décadas de investigaciones son contundentes: de acuerdo con la mayor parte de estudios publicados hasta la fecha, fumar duplica el riesgo de padecer impotencia en hombres de entre 30 y 40 años. El riesgo oscila, en  función del estudio, entre el 50 y el 60% de posibilidades con respecto a hombres no fumadores, aunque algunos trabajos lo elevan hasta un 80%. La cantidad de tabaco consumido para alcanzar estas cotas de riesgo sed sitúa alrededor de los 20 cigarrillos diarios y se considera que tiende a crecer paralelamente al consumo. Los diferentes componentes del humo del tabaco pueden tener un efecto sumatorio sobre la respuesta sexual. El efecto vasoconstrictor de la nicotina se suma el aumento del depósito de lípidos sobre las arterias helicinas de los cuerpos cavernosos del pene   (Información extraída de Introducción a la sexología clínica / Manuel Lucas Matheu, 2007)

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¿Es la anorgasmia un trastorno temporal o crónico?

Resulta impensable que una mujer de antes de 1950 tuviera preocupación porque las relaciones no culminaran con el orgasmo. La cultura de la época propiciaba que la sexualidad tuviera, entre otras, la función de débito conyugal, o sea, las satisfacciones de las necesidades del varón. Muchos quienes atribuyen un papel importante al informe Kinsey en la desmitificación de la pasividad de la mujer y la aparición subsiguiente de demandas sexuales propias, ajenas a los intereses del compañero. Pero de una reivindicación legítima se ha pasado a una auto exigencia, a veces cargada de ansiedad, lo cual está reproduciendo en la mujer muchos de los factores limitantes a los que ya se había adscrito el varón. Definición La décima revisión de la clasificación internacional de las enfermedades se refiere a  los trastornos sexuales en su capítulo 5 y hace referencia a la disfunción orgásmica cuando el “orgasmo no ocurre o está notablemente retrasado”. La definición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales es más completa: “ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o intensidad de la estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnóstico de trastorno orgásmico femenino debe efectuarse cuando la opinión médica considera que la capacidad orgásmica de una mujer es inferior a la que le correspondería por edad, experiencia sexual y estimulación sexual recibida”. En The Second International Consultation on Sexual Medicin se definió el trastorno del orgasmo como “a pesar de una adecuada excitación hay ausencia, notable disminución de la intensidad o retraso del orgasmo con cualquier tipo de estimulación”. Para los amantes de las clasificaciones, sería conveniente establecer un periodo concreto durante el cual otorgarle una entidad clínica si la anorgasmia se mantiene, ya que a lo largo de la vida de la mujer son muchas las ocasiones en que la respuesta sexual no va a culminar con la sensación orgásmica, sin que se pueda considerar por ello patológico. Habría también que establecer un tiempo de aprendizaje, a partir del cual determinar que existe anorgasmia, porque para la mayoría de mujeres este aprendizaje acontece después de un tiempo de iniciadas las relaciones sexuales. Son las mujeres con experiencia en masturbación las que más fácilmente responden de forma satisfactoria. En el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología (IASP) casi el 98% de las mujeres que acuden a consulta quejándose de anorgasmia primaria no se ha masturbado con anterioridad. La forma más fácil de experimentar el orgasmo es por auto estimulación, especialmente del clítoris, un método utilizado por el 95,2% de las mujeres que se masturban. La inserción digital es uno de las formas menos facilitadoras de la respuesta y conduce al orgasmo solo al 0,9% de las mujeres. Otras fórmulas útiles para algunas mujeres, pueden ser la simple presión de las piernas 2,7% acariciarse los pechos 1,2% o únicamente fantaseando. Entre las mujeres que acuden al IASP, la forma más fácil de acceder al orgasmo, además de la estimulación manual, es a través de la estimulación bucal, a continuación la penetración en cabalgada con estimulación manual al mismo tiempo, después la penetración a tergo (ella tendida boca abajo y él penetrando por detrás) con estimulación clitoridea, posteriormente, la penetración en cabalgada, sin estimulación y por último la postura del misionero. La presión sociocultural, como ver escenas eróticas en el cine o leer revistas donde se refieren orgasmos explosivos, hace que quienes no experimentan esa sensación se sientan limitadas, interpretando su sexualidad como pobre, lo cual favorece la evitación y la falta de entrenamiento para acceder a una respuesta satisfactoria. Clases de disfunciones orgásmicas Masters y Johnson distinguían: Disfunción orgásmica primaria: mujeres que nunca han tenido orgasmo Disfunción orgásmica circunstancial o anorgasmia situacional, referida a mujeres que han conseguido el orgasmo pocas veces y bajo circunstancias concretas Disfunción orgásmica fortuita: mujeres que rara vez han alcanzado el orgasmo Disfunción orgásmica secundaria: mujeres que han tenido orgasmo pero a partir de cierto momento dejan de experimentarlo Otros autores también consideran anorgasmia secundaria la posibilidad de experimentar orgasmo con la masturbación pero no con la pareja. El DSM-IV-TR diferencia entre: Anorgasmia de toda la vida: cuando nunca ha habido orgasmo, ni en pareja, ni por masturbación, que es la modalidad más frecuente Anorgasmia adquirida: cuando tras una época de haber tenido orgasmos con normalidad, se deja de experimentarlos de forma sistemática. La experiencia propia señala que la anorgasmia adquirida o secundaria es de peor pronóstico que la primaria y casi siempre coincide con una mala relación de pareja más o menos encubierta. De hecho, es muy normal la aparición de molestias ante casi todas las iniciativas de la pareja, como cambios de ritmos, posturas, olores, además de aparecer ideas intrusivas, en el sentido de considerar que la relación no va a ir bien. En todo caso, ante una anorgasmia secundaria habrán que descartar factores orgánicos, especialmente ciertos fármacos o investigar la posibilidad de que haya ocurrido un hecho traumático. Anorgasmia general: si la mujer es incapaz de sentir un orgasmo ya sea inducido por el coito o por la estimulación del clítoris, en ninguna circunstancia Anorgasmia situacional: cuando se alcanza el orgasmo pero solo en determinadas circunstancias especificas. En el IASP se detectan las siguientes formas de presentación: Nunca ha habido orgasmo bajo ninguna circunstancia Anorgasmia salvo en sueños Orgasmo solo con auto estimulación Solo por presión del chorro de agua de la ducha Solo aprentando las piernas Solo en estimulación manual propia Solo por estimulación manual propia y de la pareja Solo con estimulación oral Solo por estimulación manual de la pareja, pero no con auto estimulación Orgasmo con penetración y estimulación clitoridea al mismo tiempo Con unas parejas pero no con otras Unas cuantas veces en su vida Orgasmo de baja intensidad Que no quieren tener más de un orgasmo seguido Que no están seguras de tener orgasmos A estas distintas formas de presentación habría que añadirle el apellido de “con fácil excitabilidad o con difícil excitabilidad”   (Información

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¿Cómo influye el Síndrome de Down en la sexualidad y la vida familiar de los individuos?

El embarazo Las mujeres con Síndrome de Down pueden concebir y llevar a término un embarazo. Si bien su fertilidad parece estar relativamente disminuida. Se han descrito nacimientos vivos tanto con cómo sin el Síndrome de Down, cuyos padres eran hombres que no padecían este síndrome, dieron como resultado diez niños con Síndrome de Down, 18 sin Síndrome de Down, incluido un caso de gemelos y tres abortos espontáneos. Los bebés sin Síndrome de Down demostraron un número de anomalías congénitas superior a la media. Una revisión más reciente llevada a cabo en 1990 de la serie de Rani y otros de 31 embarazos de mujeres con Síndrome de Down agregaron un resultado de un embarazo normal a esta serie. Hace años se consideraba que los hombres con Síndrome de Down eran estériles. Un informe de 1989 de Sheridan y otros describe un bebé varón 46 XY nacido de un hombre con Síndrome de Down y una mujer sin Síndrome de Down. La paternidad se estableció mediante estudios citogenéticas y de ADN El matrimonio Un estudio realizado en 1973 por Edgerton sugirió que lo mismo sucede con muchos matrimonios dentro de la generalidad de la población, los matrimonios de personas mentalmente discapacitados suelen ser complementarios. En síntesis, las habilidades de un miembro de la pareja compensa las debilidades del otro y viceversa. Es de observar que en el estudio realizado en 1988 por Koller y otros de matrimonios entre personas mentalmente discapacitadas, ninguno de los miembros de la pareja tenía una discapacidad grave. La mayor parte de los sujetos casados incluidos en este estudio padecía una discapacidad leve y presentaba CI superior que el resto del segmento levemente discapacitado de la población general. Si bien las mujeres mentalmente discapacitadas presentaban más problemas maritales que las mujeres de la población general, casi la mitad de los sujetos hembra discapacitados parecían funcionar bien en sus matrimonios. No se observaron diferencias significativas de la tasa de problemas maritales entre los hombres mentalmente discapacitados y los controles “normales”. Los matrimonios con más problemas parecían ser aquellos en los cuales ambas partes de la pareja eran mentalmente discapacitados. A la luz de la tasa de divorcios actual que en los Estados Unidos es superior al 50% la tasa de fracasos en matrimonios con un miembro de la pareja discapacitado tal vez no representante necesariamente un riesgo conyugal desusado. Se cuentan con pocos datos sobre individuos con Síndrome de Down que se casan. Una encuesta realizada por Edwards describió a 38 personas casados con Síndrome de Down. De estos sujetos, 35 eran mujeres; los cónyuges de todas menos una no padecían el Síndrome de Down. La mayor parte de las parejas vivían en un medio estrecha y firmemente apoyados por familiares cercanos y personal de apoyo. Se dispone de poca información sobre la capacidad como padres de los individuos con Síndrome de Down, quizás porque son pocos los que funcionan como tales. La cuestión de la paternidad como derecho de las personas mentalmente discapacitados es una cuestión muy controvertida; muchos consideran que criar un hijo es una destreza que plantea demasiadas exigencias a las personas que padecen el Síndrome de Down. Parte de la literatura sobre abusos infantiles refleja la complejidad, la naturaleza controvertida y la historia negativa por lo que respecta a la aptitud de las personas con Síndrome de Down para la paternidad. Otros como Giovanna Nigro, consideran de una manera muy diferente a esos padres potenciales: “Conozco a muchas parejas levemente retrasadas que están criando a niños sanos y felices. Sus hijos no se desenvuelven peor que los cientos miles de niños nacidos de familias formadas por personas marginales, no consideradas retrasadas, cuyas limitaciones todos conocemos y a las que a veces llamamos “culturalmente desfavorecidas”. Los niños de estas parejas retrasadas en realidad se desenvuelven mucho mejor, ya que los padres retrasados saben que tienen deficiencias y saben que deben procurar el asesoramiento de profesionales” Aunque esta afirmación puede parecer excesivamente entusiasta, nos recuerda que no hay respuestas simples por lo que respecta a los individuos retrasados que quieren convertirse en padres.     (Información extraída de Síndrome de Down: perspectivas psicológica, psicobiológica y socio educacional / Jean A. Rondal … [et al.], 1997)  

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