¿Qué Consecuencias Tiene el Uso Inadecuado de los Fármacos?
La terapia de interacción recíproca no tiene ningún reparo en la utilización de fármacos psicotrópicos, así como admite con agrado tratamientos de homeopatía, acupuntura y otros tratamientos mecánicos o químicos que tienen suficiente experiencia clínica y que han demostrado ser efectivos. La única salvedad es utilizar estas herramientas químicas como ayudantes a la psicoterapia del conflicto básico. Solo con fármacos, solo con homeopatía o solo con acupuntura nos parece que no es suficiente. Es necesaria la psicoterapia, aunque muchas de estas disciplinas ya tienen incorporada esta cuestión en sus propios protocolos de intervención. En el modelo que utilizan los autores de este libro en los trastornos de pánico y en la agorafobia, es bastante común acoplar en el paciente una intervención farmacológica suficiente, adecuada y capacitante para cada caso. En numerosas intervenciones las dosis que se prescriben al paciente están por debajo del nivel terapéutico, con la consiguiente sensación de ineficacia que tiene aquel que sufre estos trastornos, pero también en ocasiones se han realizado tratamientos farmacológicos que han dejado K.O. al paciente por lo excesivo de la dosis. Adecuada en el sentido de adoptar para cada perfil de paciente un tratamiento a medida, de tal forma que detalles como repartir el tratamiento en varias dosis o en una sola, dependiendo del vínculo entre el psiquiatra y el paciente, pueden conseguir el éxito o el fracaso del tratamiento. El éxito del tratamiento farmacológico suele estar unido a la capacidad que tenga el facultativo de conseguir que éste lo realice tal como se le prescribe y durante todo el tiempo que se le prescribe; el fracaso en la mayoría de las ocasiones viene dado por la automedicación o por dejar de tomar parte o la totalidad del tratamiento antes de tiempo. Somos conscientes de que la eficacia suele ser una consecuencia de la ingesta del fármaco, pero para que esto sea así es necesario motivar al paciente par que lo haga y es ahí donde está la parte vincular psiquiatra-paciente. Si la relación es buena y hay un vínculo adecuado, es mejor que se tomen los medicamentos varias veces al día, en cada momento, y el paciente tendrá la imagen del médico, a su lado en cada toma. Mientras que, si la relación no es adecuada, con una sola dosis será suficiente, siempre que el medicamento pueda administrase así. Por último, capacitante tiene que ver con el equilibrio que hay que encontrar para que el paciente deje de sentir la angustia que lleva a la terapia, pero no se convierta en un vegetal. Cualquier protocolo de intervención en los procesos de miedo a tener miedo nos indica que son tres veces más eficaces los que conjugan durante dos tercios del tratamiento la intervención conjunta en psicoterapia con farmacoterapia y en el último tercio se estable la psicoterapia ya sin fármacos. También la investigación realizada a este respecto expresa la necesidad de conseguir equilibrar los desórdenes en distintos neurotransmisores en estos trastornos. Queda claro que todo el proceso farmacológico debe ser prescrito, regulado y revisado por un facultativo en medicina y/o psiquiatría. La automedicación puede no solo provocar un empeoramiento de estos trastornos, sino que en algunas ocasiones producirá desórdenes de otros niveles; sin embargo, la medicación prescrita por un profesional de la salud mental puede en algunos casos tardar en hacer efecto positivo, pero si se tiene un poco de paciencia se llega a conseguir descubrir la dosis y el activo adecuado para cada paciente. El tratamiento farmacológico en trastornos como la agorafobia o las crisis continuas de ansiedad, así como en algunos trastornos de fobia social y en casi todos los trastornos obsesivos-compulsivos cronificados, no es una cuestión de elección. En estos trastornos la comunidad psiquiátrica como psicológica debería asumir de una vez por todas que es una necesidad terapéutica sin la cual el paciente es posible que pueda cronificar su problema. El tratamiento debe ser biopsicosocial y de esta manera debemos integrar siempre el tratamiento psicoterapéutico, farmacológico y la intervención social. De no haberlo así, el porcentaje de éxitos disminuirá mucho. Si se hace un estudio amplio, nos daremos cuenta de que la mayoría sí necesita fármacos. Cuando la psicoterapia es realizada con protocolos en hipnosis, el nivel de mejoría del paciente se triplica (trabajos de Irving Kirsch), debido al trabajo sobre las estructuras límbicas y a la mejor capacidad del paciente de conseguir realizar sus deseos básicos. La realización de éstos produce una orden de apaciguamiento al cerebro que interviene en estos cuadros, activándose programas emocionales incompatibles con el de pánico u opuestos a él. Los fármacos más utilizados en el tratamiento de trastornos de pánico son: Benzodiacepinas Imidazopiridinas Azaspironas Antidepresivos: tricíclicos, ISRS. BENZODIACEPINAS Son agentes depresores del sistema nervioso muy selectivos. Actúan en particular sobre el sistema límbico. Las benzodiacepinas compartes estructura química similar y tienen gran afinidad con el complejo de receptores benzodiacepínicos en el sistema nervioso central. Su estructura presenta un anillo de benceno con seis elementos unido a otro anillo de diazepina con siete elementos. Cada benzodiacepina especifica se obtiene por sustitución de radicales en diferentes posiciones. El sistema nervioso central tiene unos receptores específicos para las benzodiacepinas, formando parte del complejo ácido gamma-amino-butírico o GABA. El GABA es un neurotransmisor con acción inhibitoria y sus receptores forman parte de un sistema bidireccional inhibitorio conectado entre diversas áreas del sistema nervioso central. Las benzodiacepinas amplifican la acción inhibitoria medida por el GABA y están distribuidas tanto por la médula espinal como por todo el cerebro, encontrándose en menor medida en las glándulas adrenales, riñones, glándula pineal y plaquetas. El tratamiento de benzodiacepinas para los trastornos de pánico y la agorafobia debe ser prescrito en los primeros momentos de la incorporación del tratamiento farmacológico con la idea de ir retirándolas según vayan haciendo efecto otros fármacos, tales como los ISRS, tricíclicos u otros. Las benzodiacepinas son muy eficaces para modular los efectos adversos de fármacos que tardan unas dos semanas en conseguir los efectos positivos y que en muchos casos pueden dar molestias que
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