Obesidad

¿Sabías que la obesidad puede influir en la depresión?

Hay evidencias convincentes de que existe una relación causal entre obesidad y depresión. Son varios los mecanismos que explican la correlación entre las dos alteraciones, que pueden incluso interactuar entre sí. Las vías biológicas comprenden varios mecanismos que se consideran implicados, en primer lugar, a través de la activación de las vías inflamatorias que a menudo intervienen en la ganancia de peso. La obesidad puede considerarse un estado inflamatorio que a su vez se ha asociado con la depresión. El segundo lugar, la desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HHS) y en especial su hiperactivación causante de hipercotisolismo, se observa a menudo en la depresión y se cree que es inducido por el estado propio depresivo. El hipercotisolismo que se considera uno de los signos fiables en psiquiatría biológica, es frecuente en la depresión, como consecuencia de las experiencias de estrés psicológico e induce diversos cambios metabólicos entre los que se cuentan los trastornos del metabolismo de las grasas. El tercer aspecto a considerar, un exceso de tejido adiposo en el cuerpo altera los niveles de secreción de neuropéptidos, como el neuropéptido Y e induce un estado de hipercotisolismo a través del eje hipotálamo-sistema nervioso simpático-sistema de inervación del tejido adiposo. Tanto los neuropéptidos como el cortisol afectan a la función del eje HHS y, por ende, al estado de animo con el consiguiente potencial desarrollo de un estado depresivo. Un cuarto elemento a tener en cuenta es que la obesidad está relacionada con la aparición de diabetes y aumento de la resistencia a la insulina. Por sus características, la hiperglucemia induce en ocasiones alteraciones cerebrales e incrementa el riesgo de depresión. En quinto y ultimo lugar, cabe citar la activación del sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso simpatice como parte del SNA, desencadena episodios de señalización intracelular que provocan lipolisis, modificando las concentraciones de lípidos e induciendo composición de grasa corporal. Los patrones de alimentación alterados y los trastornos alimentarios, así como los signos y síntomas físicos experimentados como consecuencia directa de la obesidad, son también factores de riesgo de depresión. La falta de actividad social y física, el estilo de vida sedentario y una dieta deficiente son comunes tanto en la obesidad como en la depresión.  La investigación ha demostrado que la actividad física puede actuar como mediadora de la asociación entre depresión y obesidad Es necesario tener en cuenta los efectos de los medicamentos psicotrópicos sobre el metabolismo. Se sabe que no solo los ATC sino también algunos ISRS y la mirtazapina (antidepresivo tetracíclico) inducen ganancia de peso. Además, como consecuencia de factores psicológicos o conductuales, como una dieta deficiente o falta de actividad física, los efectos pueden ser sinérgicos dando lugar a largo plazo a obesidad. En resumen, la depresión es una alteración frecuente con una prevalencia a lo largo de la vida del orden del 20% que presenta un pronostico menos favorable en caso de recidiva frecuente y episodios de larga duración. El tratamiento difiere de caso a caso en función de la sintomatología presentada y de su gravedad. El tratamiento farmacológico es cualquier caso eficaz afecta en ocasiones al estado metabólico. Junto con la ECV, el TDM alcanza una de las primeras posiciones en la lista de carga de enfermedad, siendo ambas concomitantes con frecuencia. Debido a las alteraciones metabólicas, y en especial a la obesidad, que parecen desempeñar un papel relevante en las interacciones entre la depresión y ECV, la interacción de la depresión y la obesidad también se ha estudiado en profundidad. La evidencia muestra una relación obesidad y depresión, de modo que la obesidad causa depresión después de varios años y viceversa. En segundo lugar, la complejidad de la asociación entre ambas alteraciones no es fácil de desentrañar, debido a los diferentes mecanismos subyacentes a ella, por una parte y a la heterogeneidad de la depresión en sí misma. A pesar de que existen evidencias de diversos factores biológicos, conductuales, psicológicos y farmacológicos que influyen en la asociación, los mecanismos de interacción subyacentes entre la obesidad y la depresión deben analizarse con más detalle.   (información extraída de Guía práctica de la medicina de la obesidad / Jolanta Urszula Weaver, 2019)

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La obesidad: causas y consecuencias en la salud

La obesidad que puede afectar a personas de cualquier edad y a los dos sexos por igual, se define en términos médicos considerando que una persona es obesa cuando su peso supera en un 20% el establecido en las tablas estándar de talla-peso-edad. El problema alcanza un grado tal de difusión en el mundo occidental que, en algunos países, más de la mitad de la población padece un exceso de peso y aunque no se pueda considerar como una enfermedad en sí misma, la obesidad es un factor de riesgo, es decir, causa directa o indirecta de numerosas dolencias y del agravamiento de otras muchas. Causas El origen más habitual de la obesidad se encuentra en el hecho de “comer demasiado”, entendiendo por ello el consumo de mayor cantidad de alimentos de los que el organismo utiliza. La cantidad de calorías que consume una persona depende de su trabajo, de su talla y de su constitución física; si los alimentos ingeridos no alcanzan a cubrir las necesidades calóricas consumidas, el organismo las extrae de sus reservas de grasa y el individuo en cuestión adelgaza. Por el contrario, si se toma alimento en exceso, el sobrante que no se haya quemado en calorías se convierte en ácido graso, que pasan a formar parte del tejido adiposo subcutáneo, apareciendo entonces la obesidad. Existe cierta predisposición hereditaria por la que algunas personas tienen tendencia a ganar peso con mayor facilidad que otras; ello se debe sobre todo a su metabolismo. Otra causa de obesidad se encentra en los hábitos familiares y en los patrones de conducta. Algunas familias, lejos de seguir una dieta equilibrada, tienen por costumbre hacer comidas copiosas y muy abundantes en componentes grasos y muy enérgicos, lo que se convierte en un hábito para todos sus integrantes, que lo mantendrán durante toda su vida. Esto afecta más a los niños cuando la madre desconoce lo que debe ser una dieta equilibrada y mantiene la antigua y errónea creencia de que cuanto más engorde su hijo más saludable estará. Existen motivaciones de origen psíquico y factores emocionales que también son causa de la aparición de la obesidad. Las personas que sufren una depresión u otras alteraciones psíquicas o emocionales tienen tendencia a buscar cierta compensación en la comida, ingiriendo una cantidad de sustancias alimentarias superior a la que precisan. Cuando, debido a esta actividad, engordan, se encuentran en un callejón sin salida, pues ello es motivo de depresión, preocupación o angustia, lo cual les inducirá a seguir comiendo demasiado para aliviar su tensión emocional. Asimismo, debe considerarse que hay un limitado número de causas de obesidad que son de origen orgánico, como las enfermedades de origen metabólico causadas por el funcionamiento insuficiente de la glándula tiroides, o la hiperfunción de la tiroides. La diabetes no controlada también puede ser causa de obesidad. Complicaciones Son numerosas las complicaciones que acechan a las personas obesas. En primer lugar, el sobrepeso implica una carga adicional para las articulaciones de la espalda y de las rodillas, principalmente, que con el tiempo puede provocar osteoartritis y osteoartritis. También es frecuente la formación de pies planos, pues el arco plantar tiende a reducirse bajo la acción de un peso excesivo. En casos de obesidad acusada, pueden producirse infiltraciones de grasa en los músculos abdominales, lo cual dificulta los movimientos del diafragma y causa insuficiencia respiratoria. Las personas obesas acostumbran a tener un índice de colesterol elevado, de cálculos en la vesícula biliar y favorece el engrosamiento de las arterias, y con ello, la probabilidad de padecer accidentes cerebrovasculares y trombosis coronarias. Por otra parte, la obesidad supone una sobrecarga para el sistema cardiocirculatorio, hecho especialmente importante en el caso de que exista algún tipo de patología cardiaca Tratamiento El tratamiento más razonable para evitar la obesidad consiste en someterse a un régimen dietético de adelgazamiento (hipocalórico) y, una vez alcanzado el peso adecuado a su edad y constitución, mantener una dieta equilibrada. Ello exige una fuerza de voluntad notable, pues en muchos casos deben eliminarse hábitos alimentarios muy arraigados. De todos modos, sirve de gran ayuda la espectacular mejora que observa el afectado en su forma física cuando consigue perder el sobrepeso que le agobia. Son desaconsejables, por los riesgos que entrañan y los indeseados efectos secundarios que puedan causar, los tratamientos consistentes en la administración de fármacos que inhiben el apetito (como, por ejemplo, las anfetaminas), así como las intervenciones quirúrgicas que están destinadas a reducir la absorción de los alimentos en el intestino. (información extraída de Guía medica familiar, 1994)

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Pickwick: el trastorno que afecta al sueño y la respiración

El síndrome de Pickwick es otro de los trastornos de sueño relacionados con la respiración. El trastorno es relativamente raro, existiendo a veces dificultades para diferenciarlo de la apnea del sueño. Los sujetos con síndrome de Pickwick son pacientes muy obesos, somnolientos, hipoventilados y con pulmones y cambios de fuerza respiratorios normales; por su parte, los pacientes con SAOS son obesos y presentan pautas respiratorias durante el sueño como resultado de un colapso en las vías aéreas superiores. Sin embargo, a pesar de sus similitudes, una diferencia importante que se establece entre ambos trastornos es que hay casos con pacientes con SAOS que no son obesos (Chiang, 1990). La sintomatología característica de este síndrome incluye obesidad, somnolencia e hipoventilación. Además, los pacientes afectados por este trastorno presentan otros síntomas entre los que cabe destacar (Chiang,1990): Disminución de la capacidad pulmonar Ventilación desigual Modificación del PH de los gases sanguíneos arteriales A pesar de la importancia de estos síntomas es importante tener en cuenta que el paciente puede recuperar su normalidad si reduce su peso corporal (para una mayor información de este síntoma véase Chiang, 1990). (extraído de Trastornos del sueño / Gualberto Buela-Casal, Ana Isabel Sánchez, 2002)

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