Insomnio

¿Cuál es el rasgo esencial del trastorno de insomnio?

El rasgo esencial del trastorno de insomnio es la insatisfacción con la cantidad o calidad del sueño con quejas sobre la dificultad para conciliar o mantener el sueño. Las molestias del sueño se acompañan de algún malestar clínicamente significativo o de un deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. La alteración del sueño puede ocurrir durante el curso de otro trastorno o afección médica, o puede ocurrir de forma independiente. Pueden aparecer diferentes manifestaciones del insomnio en diferentes momentos del periodo del sueño. El insomnio del comienzo del sueño (o insomnio inicial) consiste en la dificultad para quedarse dormido en el momento de acostarse. El insomnio de mantenimiento del sueño (o insomnio medio) conlleva frecuentes o largos despertares a lo largo de la noche. El insomnio tardío conlleva el despertar temprano con incapacidad para volverse a dormir. La dificultad para mantener el sueño es el síntoma individual del insomnio más frecuente, seguido por la dificultad para quedarse dormido, aunque la combinación de estos síntomas es generalmente la presentación más habitual. El tipo especifico de alteración del sueño suele variar con el tiempo. Los sujetos que se quejan en un determinado momento de dificultad para quedarse dormidos pueden quejarse posteriormente de dificultad para mantener el sueño o viceversa. Los síntomas de dificultad para quedarse dormido y dificultar para mantener el sueño se pueden cuantificar a través del autoinforme retrospectivo del sujeto, de los diarios de sueño o de otros métodos, como la actigrafía o la polisomnografía, aunque el diagnóstico del trastorno de insomnio se basa en la percepción subjetiva de la persona sobre el sueño o en la información de un cuidador. El sueño no reparador, la queja de que el sueño es de mala calidad y no deja al sujeto descansando al levantarse a pesar de una duración suficiente, constituye un síntoma frecuente que suele acompañar a la dificultad para iniciar o mantener el sueño o aparecer en solitario con menor frecuencia. Esta queja también se puede referir en asociación con otros trastornos del sueño. Cuando la queja de un sueño no reparador se presenta en solitario (ej., en ausencia de dificultad para iniciar y/o mantener el sueño), pero, por otra parte, se reúnen todos los criterios diagnósticos respecto a la frecuencia, la duración y el malestar y deterioro diurnos, se realiza el diagnóstico de otro trastorno de insomnio especificado o trastorno de insomnio no especificado. Aparte de los criterios de frecuencia y duración que se requieren para el diagnóstico, son útiles otros criterios adicionales para cuantificar la gravedad del insomnio. Estos criterios cuantitativos, aunque arbitrarios, se proporcionan solo a título ilustrativo. Por ejemplo, la dificultad para adquirir el sueño se define por una latencia subjetiva del sueño superior a 20-30 minutos, y la dificultad para mantener el sueño se define por un periodo de tiempo subjetivo en el que permanece despierto más de 20-30 minutos después de haber conciliado el sueño. Aunque no hay una definición estándar de despertar temprano, este síntoma conlleva despertarse al menos 30 minutos antes del tiempo programado y antes de que el tiempo total del sueño alcanza las seis horas y media. Es esencial tener en cuenta no solo la hora final del despertar, sino también la hora de acostarse la noche anterior. Un despertar a las 4 de la mañana no tiene la misma significación clínica en los que se acuestan a las 9 de la noche que los que se acuestan a las 11 de la noche. Tal síntoma puede reflejar también una disminución de la capacidad de permanecer dormido dependiente de la edad o un desplazamiento del horario del principal periodo de sueño, también dependiente de la edad. El trastorno de insomnio conlleva tanto alteraciones diurnas como dificultades de sueño. Entre ellas se encuentra la fatiga o la somnolencia diurna; lo último es más frecuente entre los sujetos mayores y cuando el insomnio es comórbido con otra afección médica o con un trastorno del sueño. El deterioro cognitivo puede determinar dificultades en la atención, la concentración y la memoria, e incluso para realizar habilidades manuales simples. Las alteraciones afectivas asociadas se describen típicamente como irritabilidad y menos frecuentes como síntomas de depresión o ansiedad. No todos los sujetos con alteraciones del sueño nocturno tienen molestias o deterioro funcional. El diagnóstico de trastorno de insomnio debería reservarse para aquellos sujetos que presentan malestar o deterioro diurno significativo en relación con la dificultad para dormir por la noche. El insomnio se asocia a menudo con una activación fisiológica y cognitiva y con factores de condicionamiento que interfieren con el sueño. La preocupación por el sueño y por el malestar que genera la incapacidad para dormir puede conducir a un círculo vicioso: cuanto más se esfuerza el sujeto por dormir, más frustración aparece y más empeora el sueño. Por tanto, la atención y los esfuerzos excesivos para dormir, que anulan los mecanismos normales para el inicio del sueño, pueden contribuir a la aparición del insomnio. Los sujetos con insomnio persistente pueden además adquirir hábitos de sueño desadaptativos (pasar demasiado tiempo en la cama, seguir un horario de sueño errático, siestas) y cogniciones desadaptativas (miedo a la falta de sueño, aprehensión ante el deterioro diurno, vigilancia del reloj) durante el curso del trastorno. Llevar a cabo tales actividades en un entorno en el que el sujeto ha pasado con frecuencia noches sin dormir puede agravar todavía más el despertar condicionado y perpetuar las dificultades del sueño. En cambio, el sujeto puede quedarse dorado más fácilmente cuando no intenta hacerlo. Algunos sujetos refieren también un sueño mejor cuando están lejos de sus dormitorios y sus rutinas habituales. El insomnio puede acompañarse de una variedad de quejas y síntomas diurnos, como fatiga, disminución de la energía y alteraciones del ánimo. Pueden presentarse síntomas de ansiedad, o de depresión que no cumplan los criterios de un trastorno mental especifico, así como una atención excesiva a los efectos percibidos a causa de la pérdida de sueño en el funcionamiento diurno. Los sujetos con insomnio

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¿Cómo dormir cuando tienes insomnio?

La actividad diaria produce un cansancio físico y mental y para recuperar las energías consumidas, es necesario dormir cierto número de horas cada día. Cada persona necesita diferente cantidad de horas de sueño. La mayoría de los adultos duermen algo menos de ocho horas, en tanto que los ancianos necesitan menos horas. Los niños, hasta cumplir el primer año de vida, duermen unas 16 horas de cada 24; a partir de los 18 meses las pautas de sueño del niño varían, y hacia los tres años dejan de dormir después de las comidas y se despiertan más temprano Los sueños Se desconoce con exactitud que origina los sueños, aunque según algunos estudios, si no se deja de soñar a una persona durante varias noches, se muestra irritable, inquieta y no puede concentrarse ni realizar tareas cotidianas; después, cuando se la deja dormir con tranquilidad, sueña más, como si necesitara recuperar los sueños perdidos. La acción de soñar demuestra que la actividad mental continúa mientras se duerme, aunque luego no se tenga la conciencia de haber soñado o no se recuerde lo soñado. Cada periodo de sueño tiene distintas fases, así durante la fase de movimiento rápido de los ojos, REM, llamada también paradójica, las ondas eléctricas cerebrales son más rápidas que en los periodos de sueño denominado ortodoxo. La frecuencia cardiaca, la respiración y la presión arterial experimentan fluctuaciones rápidas durante el sueño paradójico; la mayoría de los  músculos están relajados por completo, los reflejos están ausentes, los varones pueden experimentar erecciones y la sangre fluye con más rapidez en el cerebro y de manera más lenta en los músculos. Durante la fase ortodoxa del sueño las ondas cerebrales son amplias y lentas y aumenta el flujo sanguíneo hacia los músculos, facilitando la recuperación física. Ritmo del sueño El organismo humano regula la alternancia entre el sueño y la vigilia mediante una especie de reloj biológico, que indica la necesidad de un periodo de sueño diario. Resulta difícil modificar el ritmo biológico del sueño, lo que puede comprobarse cuando una persona viaja a zonas del mundo en las que existe una diferencia horaria con respecto a la suya inicial. Cuando una persona duerme, su cerebro puede ser estimulado por sensaciones físicas, como los cambios de temperatura o las sensaciones originadas por los sueños. Los sonidos y la luz son otros factores que influyen en el sueño. Los sonidos monótonos o los rítmicos y continuos como el producido por las ruedas del tren o por la lluvia, o una temperatura templada, inducen a la relajación y al sueño; por el contrario, una iluminación repentina, como el destello de un relámpago, puede interrumpir el descanso de una persona dormida. Con respecto al descanso, debe tenerse en cuenta el consumo de ciertos medicamentos o drogas, ya que algunas sustancias químicas y fármacos, como las anfetaminas, dificultan el sueño, mientras que los somníferos o el alcohol, entre otros, producen somnolencia. Insomnio Los adultos padecen insomnio con frecuencia, que puede manifestarse de diferentes maneras, ya sea como dificultad para conciliar el sueño o en las repetidas interrupciones de éste. El insomnio está causado, en muchos casos, por las preocupaciones, la tensión y la depresión, aunque también pueden causarlo el dolor, un medio ambiente incómodo o desconocido, la necesidad de orinar con frecuencia y numerosas enfermedades y trastornos, como la disnea, el asma o una indigestión. Las consecuencias se padecen durante el día siguiente, ya que la falta de sueño, conlleva la somnolencia, la falta de concentración y la irritabilidad. Existen muchas formas de combatir el insomnio, que consisten en esencia en facilitar la relajación antes de acostarse o en lograr un cansancio físico y las condiciones ambientales adecuadas para conseguir un sueño reparador. Cualquier dificultad para dormir que persista durante más de dos semanas debe ser comunicada y consultada con el médico para procurar identificar y tratar las posibles causas subyacentes. Los somníferos y los tranquilizantes deben ser considerados como un último recurso para resolver el problema, ya que producen adicción, y si no se toman a dosis adecuadas, pueden ejercer un efecto residual que ocasione somnolencia durante la vigilia. Sin embargo, existen situaciones de estrés y de tensión que requieren el uso de estos fármacos. Pero es importante administrarlos durante un corto periodo de tiempo, bajo prescripción médica y sin exceder las dosis adecuadas. Cómo evitar el insomnio Reducir el consumo de té, café y alcohol Evitar cenar tarde y en exceso Beber un vaso de leche caliente antes de acostarse Pasear al aire libre por la noche o al anochecer, el ambiente exterior ayudará al sosiego Realizar ejercicios físicos durante el día, porque el sedentarismo es el peor hábito para inducir al sueño Tomar un baño tonificante poco antes de acostarse No pensar en el trabajo ni en los problemas al ir a dormir Mantener relaciones sexuales satisfactorias Asegurarse de que el dormitorio tenga una temperatura agradable, entre 18 y 20º C Cuando una persona se encuentra inquieta y no puede dormir por la noche, le conviene levantarse y leer, mirar la televisión o realizar cualquier actividad antes de quedarse en la cama El sueño de los niños En general, los niños duermen cuando tienen sueño y durante el tiempo que necesitan. Cuando son pequeños no pueden inhibir el sueño ni despertarse de forma deliberada, ya que para ellos no existe el concepto del día ni de la noche. Cuando un bebé se despierta por la noche es recomendable no acudir de inmediato a su lado ni tomarlo en brazos, ya que en la mayoría de los casos el niño vuelve a dormirse enseguida; sin embargo si el llanto continúa puede ocurrir que el niño esté incómodo o se encuentre mal. El hábito de que el niño duerma en la cama de los padres es muy difícil de abandonar, por lo que es aconsejable evitarlo. Hacia el segundo años de vida es común que los niños sufran pesadillas y se despierten de forma brusca, gritando o llorando. En esos casos es importante

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¿Cómo combatir el insomnio?

El estrés y el insomnio constituyen uno de los círculos viciosos más frecuentes y perjudiciales de la agitada vida moderna, ya que las tensiones alteran la capacidad de conciliar el sueño y a su vez el insomnio genera más tensión, por lo que tanto el cuerpo como la mente se enfrentan con menos defensas a los problemas cotidianos. La importancia del sueño reside en que durante éste, mientras se descansa, tiene lugar una especie de limpieza y de reestructuración mental, así como una liberación de tensiones inconscientes, provocadas por la continua represión de los impulsos y los deseos que se experimentan durante la vigilia. En consecuencia, las personas que duermen mal o poco suelen sufrir notorios fallos de memoria, irritabilidad, depresión, lentitud de reacción y un deterioro de la percepción y del sentido de la realidad. Las investigaciones sobre el sueño han puesto de manifiesto que, para que éste sea adecuadamente reparador, es necesario que sea suficiente en duración y que se realice sin interrupciones. Se ha experimentado con individuos a los que se despertaba de forma reiterada, interrumpiendo repentinamente su sueño, y éstos han presentado luego síntomas de angustia, confusión y dificultades de coordinación. CÓMO COMBATIR EL INSOMNIO Las personas que padecen de insomnio deberían procurar ciertas comodidades que les facilitaran un descanso reparador. Una de ellas consiste en elegir un lugar y una postura adecuados para dormir. Una cama dura mantiene la columna vertebral en posición correcta mientras que una cama demasiado blanda, aunque pueda dar una falsa sensación de comodidad, perjudica los músculos de la espalda y del cuello. También resulta importante la elección de la almohada, ya que algunas, demasiado gruesas, son inadecuadas para la posición de las vértebras cervicales y dificultan la respiración durante el sueño. Una infusión de tila o melisa o un vaso de leche caliente endulzado con una cucharada de miel o de melaza ayudan a conciliar el sueño. El triptófano, uno de los aminoácidos esenciales contenido en la leche, facilita la producción de serotonina por parte del organismo, una sustancia fundamental para el sueño. Por el contrario, tanto fumar como tomar café u otro tipo de estimulantes antes de dormir mantienen el estado de vigilia, por lo que es aconsejable que los insomnes eviten estas costumbres. Una de las formas más características en que se presenta el insomnio consiste en dormirse con relativa facilidad y luego despertarse al poco rato. Lo mejor, en estos casos, es levantarse y realizar alguna actividad, en vez de permanecer en la cama obsesionándose por no poder conciliar el sueño. La falta de relaciones sexuales, así como una carencia afectiva, resultan una causa frecuente de tensión nerviosa, y pueden generar un insomnio como primer síntoma de un estado depresivo. En estas circunstancias, lo más adecuado sería intentar resolver dichas carencias, o bien consultar a un especialista en los trastornos del sueño. También pueden ser nocivos algunos cambios en los hábitos previos al descanso. Por ejemplo, el simple hecho de trasnochar varias noches seguidas puede perjudicar al sueño de las personas que no están acostumbradas a hacerlo, a pesar de que se encontrarán mucho más cansadas y aparentemente tendrán más ganas de dormir. Para algunas personas, la lectura es una ayuda para reposar el espíritu y les ayuda a conciliar el sueño. Por el contrario, para otras, el esfuerzo de atención y la actividad mental contribuyen más a desvelar que a adormecer. Algunos sostienen, por otra parte, que conciliar el sueño requiere cierto esfuerzo de concentración para relajarse y desechar las preocupaciones cotidianas, mientras que otros intentan llegar a la hora de dormir con el mayor cansancio posible. En resumen, todo depende de la costumbre o de la rutina más asimilada por cada persona, si bien resulta evidente que todo periodo de cambios provoca ciertos trastornos con consecuencias en el funcionamiento del organismo. EL EJERCICIO FÍSICO Y LA DIETA El ejercicio físico es importante para producir un cansancio saludable que acreciente los deseos de dormir. Sin embargo, no conviene practicarlo en los momentos previos a acostarse, debido a que la excitación que provoca puede resultar negativa. Por otra parte, una dieta pobre en vitaminas del grupo B y en minerales como calcio, cinc, magnesio y manganeso puede provocar insomnio. Esto puede solucionarse tomando una cucharada de levadura de cerveza o un caso de leche cada día. Cabe tener en cuenta que la hipoglucemia o bajo nivel de azúcar en la sangre, que se presenta en las mujeres, también puede ser causa de la aparición o el agravamiento del insomnio. Pero paradójicamente, consumir mucho azúcar blanco puede sobreexcitar los mecanismos neutralizadores del exceso, y provocar un mayor descenso del nivel de azúcar ENFERMEDADES QUE PROVOCAN EL SUEÑO Existen ciertas dolencias que, de forma directa o indirecta, son causas de somnolencia Quizás no se puede considerar que la enfermedad del sueño sea propiamente un trastorno que modifica negativamente las funciones del sueño, ya que se produce debido a un accidente: el organismo es invadido por cierto tipo de tripanosomas. El síndrome de Pickwick es una dolencia que se caracteriza por provocar un estado de somnolencia permanente acompañado de espasmos musculares, faciales cianóticas e insuficiencia cardiaca derecha. Por lo general, se presenta en personas con tendencia a la obsesidad y con ciertas afecciones respiratorias. También se puede observar somnolencia como síntoma de la osteomielitis enfermedad producida por estafilococos u otras bacterias que se introducen en el organismo y provocan una infección local en los huesos o en la médula ósea. Muchos psiquiatras consideran como estados de sueño, ciertos estados que dependen de causas diversas, como la amnesia cerebral, la anestesia, la asfixia, la hipertemia, el coma, la narcolepsia, la insolación, la inanición, el hipnotismo, la senilidad o la ingestión de sueros neurotóxicos. Todos estos casos presentan alteraciones celulares y secreciones internas, en particular de la glándula tiroidea, que libera hipnógenos en la sangre, cuya función es desintoxicante y reparadora. Otros estados o enfermedades que suelen provocar la somnolencia son la diabetes, los neoplasmas, la sífilis, la insuficiencia hepática y

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¿Cuáles son los tres tipos de insomnio?

El insomnio es un trastorno del sueño que se caracteriza por una reducción de la capacidad de dormir como consecuencia de factores psicológicos, biológicos y/o ambientales. Según el momento de la noche en que aparece el problema puede ser de tres tipos: De inicio, cuando existe dificultar para iniciar el sueño, con una latencia de sueño superior a 30 minutos De mantenimiento, caracterizado por despertares que se producen a mitad de la noche, con una duración superior a 30 minutos y De última hora, que implica un despertar precoz por la mañana con menos de 6,5 horas de sueño. Además, para tener una relevancia clínica, los síntomas deben presentarse tres o más veces por semana durante más de un mes. El insomnio es más frecuente en mujeres y ancianos, así como en personas que presentan problemas psicológicos como depresión y ansiedad. Tipos de insomnio El insomnio primario incluye tres subtipos: a) psicofisiológico ; b/ ideopático y c/por percepción inadecuada del estado de sueño Insomnio psicofisiológico. Está caracterizado por un nivel elevado de activación psicofisiológica asociado al inicio del sueño. En la mayoría de los casos, se ha observado que puede estar relacionado con factores ambientales tales como el dormitorio, la cama o determinadas conductas previas al dormir, de tal manera que el paciente duerme mejor cuando no está rodeado de estos factores. Existe una serie de factores que pueden ayudar a establecer el diagnóstico de este tipo de insomnio.  Algunos de los más importantes son: Paciente mejora una excesiva preocupación por el insomnio Cada noche realiza grandes esfuerzos para tratar de conciliar el sueño. Se ha observado que la persona puede dormirse sin problemas cuando no realiza este esfuerzo. El sueño mejora cuando el paciente duerme en ambientes diferentes al sueño Aunque el insomnio comienza durante un periodo de estrés, se mantiene un largo periodo de tiempo aunque el episodio de estrés haya finalizado Insomnio ideopático. Este tipo de insomnio originado en la infancia se define como una incapacidad para mantener un sueño adecuado Insomnio por percepción inadecuado del estado de sueño. Suele denominarse también insomnio subjetivo o experiencial. Se caracteriza por quejas sobre la deficiencia del sueño que no se ven corroboradas en el polisomnograma. Una segunda clasificación utilizada es la que distingue entre insomnio transitorio o insomnio persistente. El transitorio está provocado por diferentes factores, entre los que cabe destacar: alteraciones ambientales, cambios de horarios por viajes, alguna enfermedad pasajera, ansiedad, etc. Este tipo de insomnio se caracteriza por una dificultad para empezar a dormir, una dificultad para mantener el sueño o la presencia de despertares prematuros durante la madrugada. En la mayoría de los casos, el insomnio suele tener una duración de días o semanas. En el segundo caso, el insomnio crónico se puede presentar meses o años de evolución; el punto de corte se suele situar en tres o cuatro semanas. Se caracteriza por despertares frecuentes y dificultad para reanudar el sueño, aunque se diferencia en su duración y presenta una latencia de sueño prolongada. Entre las causas más comunes pueden citarse: dolores, dificultad para respirar, úlceras, asma y otros. El insomnio puede ser también secundario: a determinados trastornos psiquiátricos (depresión, ansiedad, etc.), alteraciones médicas (dolor), consumo de alcohol y otras sustancias, factores ambientales y otras alteraciones del sueño entre las que destaca: la apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas, movimiento periódico de las piernas, parasomnias, etc. Alguno de los factores que se han planteado como posible causa del insomnio son los siguientes: Síndrome de apnea del sueño Movimiento periódico de las piernas Síndrome de piernas inquietas Depresión y otros trastornos psiquiátricos Realizar conductas incompatibles con el sueño como por ejemplo leer o ver la televisión en la cama, hacer ejercicio físico antes de dormir, etc. Malos hábitos alimenticios: consumo de café, tabaco, té, chocolate, antes de dormir Abuso de fármacos, alcohol y drogas Hipersomnia ideopática Es un trastorno que se caracteriza por una somnolencia diurna excesiva que no puede explicarse por un déficit de sueño nocturno. El trastorno aparece entre los 15-20 años y una vez que se establece puede mantenerse a lo largo de toda la vida. A partir de los 50-55 se ha observado que la intensidad de los síntomas disminuye. Los síntomas más frecuentes son los siguientes: Somnolencia diurna, la cual es más intensa durante la realización de tareas monótonas o aburridas. Ataques de sueño Comienzo de sueño normal, salvo en algunos casos que aparecen dificultades para conciliar el sueño Sueño nocturno muy profundo Dificultades para despertarse Dolores de cabeza Alteraciones sexuales Trastornos psicológicos depresivos y neuróticos Hipersomnia recurrente El síndrome de Kleine-Levin es un trastorno del sueño que se caracteriza por episodios de somnolencia durante el día, que puede variar semanas, desapareciendo de forma espontánea. El síndrome suele comenzar en la adolescencia, siendo además más frecuente en varones que en mujeres. Aunque su etiología es más bien desconocida, el 50% de los casos, se han encontrado, días antes de la aparición del primer episodio de hipersomnia, procesos gripales o infecciones de las vías aéreas superiores. Los síntomas más frecuentes son: Episodios de hipersomnia que pueden aparecer de forma abrupta o gradual y que pueden llevar al paciente a dormir más de veinte horas diarias Deshibición sexual Hiperfagia (consumo de grandes cantidades de comida en un periodo corto de tiempo) Irritabilidad Depresión Alucinaciones La desaparición de estos síntomas suele producirse después de unos días. El periodo asintomático suele ser variable, oscilando aproximadamente desde unos días o semanas hasta varios meses; durante este tiempo la conducta de estos pacientes es normal y con el tiempo estos episodios disminuyen en frecuencia, duración o intensidad. Hipersomnia postraumática Es un trastorno del sueño que ocurre como resultado de una lesión que afecta al sistema nervioso central. Entre los síntomas más frecuentes del trastorno destacan: Somnolencia diurna, la cual es más intensa después de la lesión Cefaleas Déficit de memoria Fatiga Dificultad de concentración (extraído de Trastornos del sueño / Gualberto Buela-Casal, Ana Isabel Sánchez, 2002)

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