imagen corporal

¿Qué es la vigorexia y cómo afecta el deseo obsesivo de perfección física?

En una sociedad cada vez más obsesionada con la apariencia física y los estándares de belleza, han surgido múltiples trastornos relacionados con la imagen corporal. Entre estos, la vigorexia, o trastorno dismórfico muscular, ha ganado notoriedad por su carácter insidioso y su relación con el ejercicio físico y la musculación. ¿Qué es la Vigorexia? La vigorexia es un trastorno psicológico caracterizado por una preocupación obsesiva por desarrollar una musculatura cada vez mayor. A menudo, las personas afectadas por este trastorno no logran sentirse satisfechas con su apariencia física, incluso cuando han alcanzado un cuerpo musculoso y atlético. En lugar de ver los resultados positivos de su entrenamiento, se perciben como delgadas o poco musculosas, lo que las lleva a un ciclo de entrenamiento excesivo y dietas estrictas. Este trastorno afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque es más común en los primeros. Se cree que está influenciado por los estándares sociales que promueven un ideal de cuerpo masculino extremadamente musculoso y una figura femenina tonificada. En la búsqueda de ese ideal, quienes sufren de vigorexia suelen sobreentrenar, seguir dietas extremas y, en algunos casos, recurrir al uso de esteroides anabólicos u otros suplementos peligrosos. Causas de la Vigorexia La vigorexia es un trastorno complejo que puede tener múltiples causas, entre ellas: Factores socioculturales: La presión social y los medios de comunicación juegan un papel importante al exaltar un cuerpo musculoso como sinónimo de éxito y atractivo. Las redes sociales, con su constante comparación visual, también contribuyen a este fenómeno. Factores psicológicos: Baja autoestima, insatisfacción con la imagen corporal y una tendencia a desarrollar comportamientos obsesivos son factores de riesgo importantes. En algunos casos, la vigorexia puede estar relacionada con otros trastornos de la salud mental, como la ansiedad o la depresión. Factores biológicos: Se ha investigado si la vigorexia puede tener una base genética o estar relacionada con desequilibrios químicos en el cerebro que afectan la percepción de la imagen corporal. Síntomas de la Vigorexia Algunos de los síntomas más comunes de la vigorexia incluyen: Entrenamiento excesivo: Las personas con vigorexia pasan horas en el gimnasio, a menudo hasta el punto de la extenuación, y les resulta difícil descansar. Preocupación constante por el tamaño muscular: A pesar de tener un cuerpo musculoso, nunca se sienten lo suficientemente grandes o definidos. Dietas restrictivas: Siguen dietas extremadamente controladas, centrándose principalmente en el consumo de proteínas y evitando grasas y carbohidratos. Uso de esteroides u otros productos: En algunos casos, recurren al uso de suplementos peligrosos, como esteroides, para aumentar el crecimiento muscular. Consecuencias de la Vigorexia Este trastorno puede tener serias consecuencias para la salud física y mental. En el plano físico, el entrenamiento excesivo y las dietas extremas pueden llevar a lesiones, agotamiento y problemas metabólicos. El uso de esteroides, en particular, puede causar daño hepático, desequilibrios hormonales, problemas cardiovasculares y, en los casos más extremos, la muerte. A nivel mental, la vigorexia puede afectar las relaciones personales y la calidad de vida en general. La obsesión por el cuerpo puede llevar al aislamiento social, a un aumento de los niveles de ansiedad y, en algunos casos, a la depresión. Tratamiento de la Vigorexia El tratamiento para la vigorexia debe abordar tanto los aspectos físicos como los psicológicos del trastorno. La intervención de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, es crucial para tratar las causas subyacentes del trastorno, especialmente en lo que respecta a la percepción distorsionada del cuerpo. Psicoterapia: Las terapias cognitivo-conductuales son efectivas para ayudar a las personas a cambiar sus patrones de pensamiento negativos sobre su cuerpo y desarrollar una relación más saludable con el ejercicio y la alimentación. Intervención médica: En los casos donde hay uso de esteroides u otros productos peligrosos, puede ser necesaria la intervención de un médico para ayudar a restaurar el equilibrio físico. Educación y conciencia: Sensibilizar a la persona sobre los riesgos de los comportamientos excesivos y ayudarla a desarrollar una imagen corporal más realista es parte clave del tratamiento.

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¿A qué llamamos problemas de imagen corporal?

Hay una variedad de términos que se emplean en la literatura académica para los problemas de imagen corporal, pero no son claros y están mal definidos. Una imagen corporal negativa puede abarcar desde unos moderados sentimientos de falta de atractivo a una obsesión extrema por el aspecto físico que perjudique el funcionamiento normal. La insatisfacción corporal es el resultado de una discrepancia entre el yo percibido y el ideal. Dicha insatisfacción corporal se ha extendido tanto entre las mujeres que ahora se considera la norma. Rodin et al. (1984) acuñaron el término descontento normativo. El problema con el término insatisfacción corporal es que no tiene en cuenta el efecto que ésta tiene para un individuo en términos de angustia personal o niveles de funcionamiento. La imagen corporal se puede ver en una serie continua desde lo positivo hacia la aceptación o hacia lo negativo, pero también es importante identificar el grado de inversión o relevancia para la autoestima o la autoevaluación del individuo. Los pensamientos asociados a una imagen corporal negativa pueden describirse como “obsesivos” es decir repetitivos y molestos, o delirantes; distorsiones de la realidad que se mantienen en total convicción. Ideas o creencias sobrevaloradas podría ser un término más útil. Se sitúa a mitad del camino entre los dos en cuanto se refiere al grado de discernimiento en que, aunque estén arriesgadas, la cliente podría reconocer que no necesariamente son verdad. Gilbert y Miles proponen el concepto de vergüenza corporal como consecuencia de las críticas de los padres, las bromas de las compañeras o el abuso sexual. Según muestran los casos observados, la vergüenza corporal está coherentemente relacionada con una mayor vigilancia del cuerpo, menos satisfacción corporal, menor bienestar psicológico y más problemas alimentarios. Thompson propuso el concepto de trastorno de la imagen corporal, es decir, un persistente estado de insatisfacción, preocupación y malestar que está relacionado con algún aspecto de la imagen física. Debe estar presente cierto grado de deterioro en las relaciones sociales, las actividades sociales o el funcionamiento ocupacional. ¿Cómo se desarrolla el trastorno de la imagen corporal? La influencia más potent4e sobre la imagen corporal es la cultura. Los medios de comunicación ofrecen un continuo bombardeo de imágenes idealizadas de mujeres delgadas. Esto favorece la glorificación de la delgadez al equipararla con el atractivo, la felicidad, la categoría social y el éxito, mientras que al mismo tiempo relaciona la gordura con connotaciones negativas como la pereza, la fealdad y el fracaso. Así, el aspecto y en particular, la figura y el peso pasan a ser fundamentales para la autoevaluación de las mujeres y la valoración de sí mismas. Es probable que esto tenga influencia especial en la adolescencia cuando la principal tarea del desarrolla es el establecimiento de la identidad. La investigación realizada demuestra la existencia de vínculos entre las presiones socioculturales que fomentan la interiorización del ideal de delgadez y la insatisfacción corporal o la distorsión de la imagen corporal. Los estudios experimentales muestran cómo la exposición a las imágenes de delgadez de los medios y la presión interpersonal para ser delgada incremental la insatisfacción con el propio cuerpo. El trastorno de la imagen corporal es superior en las mujeres occidentales blancas o caucásicas, pero debido a la globalización, los individuos de las culturas no occidentales están cada vez más expuestos a los ideales de occidente. Diversos estudios han detectado una mayor incidencia de trastornos alimentarios con la occidentalización. La poderosa influencia negativa de los medios de comunicación occidentales fue demostrada en un estudio por Becker. Se identificaron índices de personas a dieta, alteraciones de la imagen corporal y trastornos alimentarios en muestras comparadas de 65 chicas de 17 años antes y después de que se introdujese en la televisión en Fidji. ¿Quién es vulnerable? Las personas para quienes el aspecto es decisivo en el concepto que tienen de sí mismas atienden de forma selectiva a los elementos relativos a él de cualquier material que se les presente. Los sentimientos y las creencias que tienen respecto a su imagen corporal son entonces activados por las imágenes de los medios. Los que ya invierten más en su aspecto son más vulnerables a los efectos de las imágenes idealizadas que transmiten los medios  de comunicación y son atrapadas en una espiral descendente en la que la imagen corporal negativa es exacerbada por una reiterada exposición a dichas imágenes. A la inversa, las mujeres con una baja inversión en su aspecto están protegidas del efecto psicológico negativo de dichas imágenes. Por tanto, los tratamientos de la imagen corporal tienen que ayudar a que la gente cambie tanto el grado de inversión personal en su aspecto como su tendencia a la atención selectiva y además, pensar de forma crítica y reconstruir las imágenes y los mensajes se nos presentan, concretamente aquellos que glorifican la delgadez y las dietas. Género Se ha descubierto que la preocupación por el aspecto físico tiene el doble de incidencia en las mujeres que en los hombres. La autoestima femenina a menudo está condicionada al grado de atracción percibido. Los mensajes culturales articulan los estándares de atractivo y falta de atractivo y expresan las expectativas basadas en el género que relacionan la feminidad y la masculinidad con ciertos atributos físicos. Cuando las mujeres definen la imagen de sí mismas de forma demasiado estricta por medio de una imagen corporal, esto es a costa de desarrollar un autentico sentido del yo. La preocupación por el cuerpo está creciendo entre los hombres, sobre todo, en la adolescencia y en los homosexuales adultos. Sin embargo, es menos probable que la evaluación que los hombres hacen de su cuerpo afecte a su autoestima general del modo en que afecta a las mujeres. En el caso de los hombres, hay pruebas de que la norma cultural en lo referente al cuerpo ideal cada vez tiene un carácter más muscular. Algunas imágenes masculinas idealizadas exceden el límite superior de musculosidad alcanzable sin un ejercicio intenso y/u esteroides anabolizantes. Las chicas aprenden a muy temprana edad a controlar cuidosamente

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¿Cómo afecta el trastorno dismórfico corporal a la autoestima?

Los individuos con trastorno dismórfico corporal (conocido como dismorfofobia) están preocupados por uno o más defectos percibidos en su apariencia física, por lo que se ven feos, poco atractivos, anormales o deformes (Criterio A). La percepción de los defectos no es observable o solo es apreciada levemente por los demás individuos. El espectro de preocupaciones va de “poco atractivo” o “no normal” a “horrible” o “como un monstruo”. Las preocupaciones pueden centrarse en una o varias zonas del cuerpo, más comúnmente en la piel (ej. percepción de acné, cicatrices, arrugas, palidez), el pelo (ej. adelgazamiento del pelo o excesivo vello facial en el cuerpo o la nariz. Sin embargo, cualquier área del cuerpo puede ser foco de preocupación (ej. ojos, dientes, peso, estómago, pechos, piernas, forma de la cara, labios, barbilla, cejas, genitales). Algunos individuos están preocupados por la asimetría percibida de algunas partes del cuerpo. Las preocupaciones son molestas consumen mucho tiempo y por lo general son difíciles de resistir o controlar. En respuesta a la preocupación se llevan a cabo comportamientos o actos mentales (ej. comparación) excesivos y repetitivos (Criterio B). El individuo se siente impulsado a realizar estas conductas que no son placenteras y pueden aumentar su ansiedad y disforia.  Estas conductas normalmente requieren bastante tiempo y son difíciles de resistir o de controlar. Los comportamientos comunes son: comparar la apariencia de uno mismo con la de otros individuos, comprobación repetitiva de los defectos percibidos usando superficies reflectantes o bajo examen directo, una excesiva preparación (ej. peinado, estilo, afeitado, depilación, arranque de pelo), el disimulo del aspecto (ej. aplicando maquillaje o cubriendo áreas que no les gustan con objetos tales como un sombrero, ropa, maquillaje o pelo), la comprobación de cómo se aprecian los defectos percibidos, tocando las partes que no les gustan para la comprobación, levantamiento de pesas o el ejercicio excesivo y la búsqueda de tratamientos cosméticos. Algunos individuos se broncean excesivamente para oscurecer la piel pálida o disminuir la percepción del acné, se cambian varias veces de ropa (para esconder los defectos percibidos) o realizar compras compulsivas (productos de belleza). Es frecuente rascarse la piel compulsivamente con el fin de mejorar la apariencia de los defectos percibidos, lo que puede causar daños en la piel, infecciones o ruptura de vasos sanguíneos. La preocupación debe causar un malestar clínicamente significativo o un deterioro en el ámbito social, laboral o de otras áreas importantes del individuo (Criterio C); generalmente se presentan ambas cosas. El trastorno dismórfico corporal se debería diferenciar de los trastornos de conducta alimentaria. La dismorfia muscular es una forma de trastorno dismórfico corporal que ocurre casi exclusivamente en los varones y consiste en la preocupación por la idea de que el cuerpo es demasiado pequeño o insuficientemente magro o musculado. Las personas con esta forma del trastorno en realidad tienen un cuerpo normal o incluso muy musculoso. También pueden estar preocupados por áreas del cuerpo tales como la piel o el cabello. Una mayoría (pero no todos) realiza levantamiento de pesas, dieta o ejercicio de forma excesiva, a veces causándose daños corporales. Otros utilizan esteroides anabolizantes, androgénicos y otras sustancias potencialmente peligrosas para tratar de hacer que su cuerpo sea más grande y musculoso. El trastorno dismórfico corporal por poderes es una forma de trastorno dismórfico corporal en que los individuos se preocupan por defectos que perciben en la apariencia de otras personas. La conciencia de enfermedad en relación con las creencias del trastorno dismórfico corporal puede variar de buena a ausente (ej. creencias son delirantes si consisten en la plena convicción de que el aspecto percibido es exacto y no está distorsionado). De promedio, la conciencia de enfermedad es escasa y un tercio o más de los individuos tiene realmente un trastorno dismórfico corporal con consecuencias delirantes. Los individuos con trastorno dismórfico corporal con creencias delirantes tienden a tener una mayor morbilidad en algunas áreas (ej. en las tendencias suicidas) pero esto puede explicarse por la mayor gravedad de los síntomas del trastorno dismórfico corporal cuando se acompaña de creencias delirantes Consecuencias asociadas  Muchas personas con trastorno dismórfico corporal tienen ideas delirantes de referencia y la creencia de que otras personas se fijan especialmente o se burlan de ellas debido a su aspecto. El trastorno dismórfico corporal está asociado con altos niveles de ansiedad, ansiedad social, evitación social, depresión, neuroticismo y perfeccionismo, así como con baja extroversión y autoestima. Muchas personas sienten vergüenza de su apariencia, dan excesiva importancia a su aspecto y son reticentes a desvelar sus preocupaciones a los demás. La mayoría de las personas recibe tratamiento cosmético para mejorar sus defectos percibidos. Los tratamientos más comunes son los dermatológicos y la cirugía, pero pueden recibir cualquier tipo de tratamiento (ej. dental, electrolisis). En ocasiones, las personas pueden llegarse a operar. El trastorno dismórfico corporal parece responder mal a estos tratamientos estéticos y a veces empeora. Algunas personas emprenden acciones legales o se muestran violentas contra el clínico porque no están satisfechas con el resultado estético. El trastorno dismórfico corporal se ha asociado con una disfunción ejecutiva y el procedimiento visual que genera un sesgo en el análisis y la codificación de los detalles en lugar de los aspectos integrales u holísticos de los estímulos visuales. Los individuos con este trastorno tienden a tener un sesgo de interpretación negativa y amenazante de las expresiones faciales y de las situaciones ambiguas. (Información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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