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¿Qué Medicamento es Bueno para el Trastorno Bipolar?

El trastorno bipolar es una afección mental caracterizada por cambios extremos en el estado de ánimo, que van desde episodios de manía (euforia y energía excesiva) hasta episodios de depresión (tristeza profunda y baja energía). Estos cambios pueden interferir significativamente con la vida diaria y el bienestar emocional de la persona. Afortunadamente, existen varios medicamentos eficaces para el tratamiento del trastorno bipolar. Es fundamental que el tratamiento sea supervisado por un profesional de la salud, ya que la medicación y las dosis adecuadas pueden variar según las necesidades individuales de cada paciente. Tipos de Medicamentos para el Trastorno Bipolar Estabilizadores del ánimo Los estabilizadores del ánimo son la base del tratamiento para el trastorno bipolar. Ayudan a prevenir tanto los episodios maníacos como los depresivos. Los más comunes incluyen: Litio: Es uno de los medicamentos más antiguos y efectivos para el tratamiento del trastorno bipolar. Ayuda a reducir la intensidad y frecuencia de los episodios maníacos y depresivos. Aunque es muy efectivo, requiere un seguimiento médico regular, ya que sus niveles deben mantenerse dentro de un rango terapéutico para evitar efectos secundarios. Valproato (ácido valproico): Es otro estabilizador del ánimo utilizado con frecuencia, especialmente en personas que no responden bien al litio. Además de estabilizar el ánimo, también se usa para controlar las convulsiones en personas con epilepsia. Lamotrigina: Este medicamento se utiliza principalmente para prevenir los episodios depresivos en el trastorno bipolar. Tiene menos riesgo de efectos secundarios que otros estabilizadores del ánimo y se utiliza comúnmente en la fase de mantenimiento del trastorno. Antipsicóticos atípicos Los antipsicóticos atípicos son medicamentos que se utilizan para tratar los episodios maníacos y mixtos del trastorno bipolar. Pueden usarse solos o en combinación con otros medicamentos. Algunos de los más comunes incluyen: Olanzapina: Se utiliza para tratar episodios maníacos y se puede usar en combinación con litio o valproato. Ayuda a controlar los síntomas de la manía, como la irritabilidad y la hiperactividad. Quetiapina: Este antipsicótico puede usarse tanto para los episodios maníacos como para los depresivos. Además, puede tener efectos sedantes que ayudan con el insomnio asociado al trastorno bipolar. Aripiprazol: Es otro medicamento antipsicótico que ayuda a controlar los síntomas de la manía y, en algunos casos, se utiliza como parte del tratamiento a largo plazo para evitar recaídas. Antidepresivos En ocasiones, se recetan antidepresivos para tratar los episodios depresivos del trastorno bipolar. Sin embargo, su uso debe ser cuidadosamente monitorizado, ya que en algunas personas pueden inducir un episodio maníaco. Los antidepresivos más comunes incluyen: Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): Como la fluoxetina o sertralina, se utilizan para tratar la depresión bipolar, pero siempre deben administrarse junto con un estabilizador del ánimo para prevenir la manía. Benzodiacepinas Aunque no son una solución a largo plazo para el trastorno bipolar, las benzodiacepinas pueden usarse en el tratamiento a corto plazo para reducir la ansiedad y los síntomas de insomnio, especialmente durante episodios maníacos o mixtos. Sin embargo, su uso debe ser cauteloso debido al riesgo de dependencia. Consideraciones Importantes Combinación de medicamentos: En muchos casos, el tratamiento para el trastorno bipolar puede requerir una combinación de medicamentos, ya que los diferentes tipos de episodios (maníacos, depresivos y mixtos) pueden responder mejor a diferentes fármacos. Monitoreo constante: Algunos medicamentos, como el litio y el valproato, requieren pruebas regulares de sangre para asegurar que los niveles sean terapéuticos y evitar efectos secundarios graves. Es esencial que los pacientes sigan las indicaciones de su médico y asistan a las consultas regulares. Efectos secundarios: Todos los medicamentos tienen el potencial de causar efectos secundarios. Es importante discutir estos posibles efectos con el médico antes de comenzar cualquier tratamiento, así como informar sobre cualquier efecto adverso que se experimente durante el tratamiento. Conclusión El tratamiento farmacológico para el trastorno bipolar puede ser altamente eficaz para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta condición. Sin embargo, cada paciente es único, por lo que el enfoque terapéutico debe ser personalizado. Además de la medicación, muchas personas con trastorno bipolar se benefician de la psicoterapia, el apoyo social y un estilo de vida saludable para manejar los episodios de manera efectiva. Siempre es fundamental contar con la supervisión médica adecuada para ajustar el tratamiento según sea necesario y evitar complicaciones.  

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¿Cuáles son los riesgos y beneficios de suprimir la medicación para el sueño?

Antes de empezar con un tratamiento del comportamiento para el insomnio persistente es deseable que el paciente deje la medicación somnífera. Es difícil hacer un seguimiento del progreso conseguido con el tratamiento en aquellos individuos que alteran su sueño mediante drogas. Por otro lado, todos los investigadores pueden relatar casos que han conocido, en los cuales la simple supresión de hipnóticos fue suficiente para eliminar los trastornos del sueño de una persona. Algunos pacientes están deseando desembarazarse de esta influencia externa. Otros se mostrarán reticentes a hacerlo o incluso se negarán en redondo. Dado que está claro que las medicaciones somníferas pueden de hecho causar insomnio y alterar las pautas de sueño, además de dar lugar a diferentes efectos secundarios, es del máximo interés para el paciente dejar las medicaciones para el sueño tomadas de forma regular y a largo plazo. La mayoría de los terapeutas del comportamiento no son médicos y por lo tanto no están preparados para adoptar esa decisión. Si el paciente ha estado tomando píldoras somníferas solamente de forma ocasional no deberían producirse consecuencias médicas por la eliminación de la droga. El médico debe planificar y supervisar un programa de retirada gradual. En muchos casos, la medicación somnífera solamente perpetúa el problema que pretendía aliviar. Se debería de avisar a los pacientes que durante el proceso de supresión es probable que experimenten insomnio de rebote transitorio durante varias semanas. No se quiere que se provoque su rápida vuelta a las drogas. Después de darles información completa sobre las drogas, debe de pedirse a los pacientes que concierten una entrevista para ver al médico que les recetó las píldoras. Los síntomas de la supresión varían en función de la dosis y del periodo de tiempo durante el cual se hayan usado las drogas. La educación previa sobre esto debería ayudar a la persona a ser firme cuando está dejando las drogas. Este proceso puede durar hasta cuatro semanas ya que mucha de estas drogas es de larga vida. Sin embargo, para la mayoría de los individuos 2 o 3 semanas suponen un tiempo suficiente. Con las drogas de corta vida, los síntomas de la supresión aparecen normalmente de inmediato, mientras que con las drogas de una vida más larga, como las benzodiacepinas puede ser que los problemas no aparezcan hasta pasados una semana. El médico debe plantearse un calendario de reducción regular y gradual de las drogas, disminuyéndose la cantidad a ingerir una o dos veces por semana. Durante este periodo el médico y el terapeuta deberán tener una buena dosis de paciencia y prestar un gran apoyo, y deberán recordar al paciente que está emprendiendo un proceso saludable que finalmente mejorará su sueño. Puede resultar útil discutir sobre las ventajas que el paciente obtendrá de unos sentimientos adquiridos de auto-eficacia. Estos comentarios sobre el abandono de la medicación para el sueño también son aplicables a la eliminación del alcohol como ayuda para dormir, siempre  y cuando la persona no sea alcohólica. En este último caso, puede ser necesario remitir al paciente a Alcohólicos Anónimos u otro programa de tratamiento de dependencias toxicas. Kirlim-Gray, Eagleston, Thoresen y Zarcone (1985) han publicado uno de los pocos informes empíricos sobre la supresión de la medicación para el sueño. Introdujeron a 6 mujeres dependientes de drogas en un programa de consulta individual breve que incluía estructura, apoyo y educación sanitaria. Otras 6 mujeres recibieron una terapia de grupo más extensa sobre cómo hacer frente a la tensión que les enseñó técnicas de relajación y cognitivas. Esta mujeres habían usado drogas o alcohol para inducir el sueño durante un periodo medio de 10 años, la mayoría de ellas durante siete noches a la semana. Después de estabilizar el uso de drogas, se redujo el consumo a un ritmo de una dosis clínica cada 1 o 2 semanas. Las mujeres del programa de consulta individual recibieron una media de 2 horas de orientación de grupo y 3 horas de contacto individualizado; aquellas que estaban aprendiendo a dominar los estados de tensión recibieron 24 horas de tratamiento de grupo. Las 12 mujeres consiguieron dejar totalmente la medicación para el sueño en un periodo de tiempo medio de 6,5 semanas. El sueño sin medicación no deterioró sino que mejoró ligeramente algunas medidas de EEG. Las que aprendieron a dominar los estados de tensión hicieron mayores progresos que las de consulta individualizada. Después de un periodo de seguimiento de 6 meses, ninguna de las mujeres había vuelto al uso de hipnótico cotidiano. La mitad estuvieron usando medicación no más de 2 veces al mes y la otra mitad de 1 a 4 veces por semana. Estos investigadores recomiendan los siguientes elementos clave para un programa de supresión de la medicación para el sueño: Un plan escrito del calendario de supresión Información sobre higiene del sueño para estimular un mejor sueño durante ese periodo Entrevistas y llamadas de teléfono breves y regulares para mantener la responsabilidad del paciente sobre la reducción de la medicación y para comprobar sus progresos Estimulo y apoyo firmes del profesional Control cotidiano de los diarios del sueño y del uso de la medicación El paciente dejaría de consumir drogas en un periodo de 2 a 4 semanas, incluso antes de empezar el diario del sueño en el momento inicial del tratamiento. A pesar de que la persona afectada puede estar impaciente por empezar la terapia, es sensato insistir en la idea de que el insomnio es un problema antiguo y que tampoco será tan duro esperar unas pocas semanas más antes de sentir alivio.   (Información extraída de Tratamiento del comportamiento contra el insomnio persistente Patricia Lacks, 1993)  

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¿Cómo Afectan las Drogas o Medicamentos al Desarrollo de Trastornos Psicóticos?

Las características esenciales del trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos son los delirios o alucinaciones prominentes (Criterio A) que se consideran debidos a los efectos fisiológicos de una sustancia/medicamento (es decir, una droga, un medicamento o una toxina) (Criterio B). Las alucinaciones que el propio sujeto identifica como inducidas por sustancias/medicamentos no se incluyen aquí, y se diagnosticarían como intoxicación por sustancias o abstinencia de sustancias, acompañada del especificador “con alteraciones de la percepción” (se aplica a la abstinencia de alcohol, la intoxicación por cannabis, la abstinencia de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos y la intoxicación por estimulantes). Un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos se distingue de un trastorno psicótico primario considerando el inicio, el curso y otros factores. Para las drogas deben encontrarse pruebas de consumo, intoxicación o abstinencia de sustancias en la historia, la exploración física o los hallazgos de laboratorio. Los trastornos psicóticos inducidos por sustancias/medicamentos surgen durante o poco después de la exposición a un medicamento, o tras la intoxicación o abstinencia de sustancias, pero pueden persistir durante semanas, mientras que los trastornos psicóticos primarios pueden preceder al inicio del uso de sustancias/medicamentos o pueden presentarse durante periodos de abstinencia prolongada. Una vez que se inician, los síntomas psicóticos pueden mantenerse mientras se continúe usando la sustancia/medicamento. Otro factor a considerar es la presencia de características que son atípicas de un trastorno psicótico primario (p.ej., una edad de inicio o un curso atípicos). Por ejemplo, la aparición de delirios de novo en una persona mayor de 35 años sin historia conocida de trastorno psicótico primario debería sugerir la posibilidad de un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. Incluso una historia previa de trastorno psicótico primario no descarta la posibilidad de un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. Por el contrario, algunos de los factores que sugieren que los síntomas psicóticos se explican mejor por un trastorno psicótico primario son la persistencia de síntomas psicóticos durante un periodo de tiempo sustancial (es decir, un mes o más) tras el fin de la intoxicación o la abstinencia aguda de una sustancia, o tras cesar el uso de un medicamento, y la presencia de antecedentes de algún trastorno psicótico primario recurrente. Deben considerarse otras causas de síntomas psicóticos incluso en los individuos con intoxicación o abstinencia de sustancias, puesto que los problemas por uso de sustancias no son infrecuentes entre los sujetos con trastornos psicóticos no inducidos por sustancias/medicamentos. Los trastornos psicóticos pueden asociarse a una intoxicación por los siguientes tipos de sustancias: alcohol, cannabis, alucinógenos como la fenciclidina y otras sustancias relacionadas, inhalantes, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, estimulantes (incluida la cocaína) y otras sustancias (o sustancias desconocidas). Los trastornos psicóticos pueden estar asociados a la abstinencia de los siguientes tipos de sustancias: alcohol, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, y otras sustancias (o sustancias desconocidas). Algunos de los medicamentos con los que se ha descrito la aparición de síntomas psicóticos son: anestésicos y analgésicos, agentes anticolinérgicos, anti convulsionantes, antihistamínicos, antihipertensivos y fármacos cardiovasculares, medicamentos antimicrobianos, fármacos anti parkinsonianos, agentes quimioterapéuticos (p.ej., ciclosporina, procarbazina), corticosteroides, medicamentos gastrointestinales, relajantes musculares, antiinflamatorios no esteroideos, otros medicamentos de venta sin receta (p.ej., fenilefrina, pseudoefedrina), fármacos antidepresivos y disulfiram. Las toxinas que se han descrito que pueden inducir síntomas psicóticos son: inhibidores de la acetilcolinesterasa, insecticidas organofosforados, sarín y otros gases nerviosos, monóxido de carbono, dióxido de carbono y sustancias volátiles como el combustible o la pintura.   (Información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)  

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¿Qué Consecuencias Tiene el Uso Inadecuado de los Fármacos?

La terapia de interacción recíproca no tiene ningún reparo en la utilización de fármacos psicotrópicos, así como admite con agrado tratamientos de homeopatía, acupuntura y otros tratamientos mecánicos o químicos que tienen suficiente experiencia clínica y que han demostrado ser efectivos. La única salvedad es utilizar estas herramientas químicas como ayudantes a la psicoterapia del conflicto básico. Solo con fármacos, solo con homeopatía o solo con acupuntura nos parece que no es suficiente. Es necesaria la psicoterapia, aunque muchas de estas disciplinas ya tienen incorporada esta cuestión en sus propios protocolos de intervención. En el modelo que utilizan los autores de este libro en los trastornos de pánico y en la agorafobia, es bastante común acoplar en el paciente una intervención farmacológica suficiente, adecuada y capacitante para cada caso. En numerosas intervenciones las dosis que se prescriben al paciente están por debajo del nivel terapéutico, con la consiguiente sensación de ineficacia que tiene aquel que sufre estos trastornos, pero también en ocasiones se han realizado tratamientos farmacológicos que han dejado K.O. al paciente por lo excesivo de la dosis. Adecuada en el sentido de adoptar para cada perfil de paciente un tratamiento a medida, de tal forma que detalles como repartir el tratamiento en varias dosis o en una sola, dependiendo del vínculo entre el psiquiatra y el paciente, pueden conseguir el éxito o el fracaso del tratamiento. El éxito del tratamiento farmacológico suele estar unido a la capacidad que tenga el facultativo de conseguir que éste lo realice tal como se le prescribe y durante todo el tiempo que se le prescribe; el fracaso en la mayoría de las ocasiones viene dado por la automedicación o por dejar de tomar parte o la totalidad del tratamiento antes de tiempo. Somos conscientes de que la eficacia suele ser una consecuencia de la ingesta del fármaco, pero para que esto sea así es necesario motivar al paciente par que lo haga y es ahí donde está la parte vincular psiquiatra-paciente. Si la relación es buena y hay un vínculo adecuado, es mejor que se tomen los medicamentos varias veces al día, en cada momento, y el paciente tendrá la imagen del médico, a su lado en cada toma. Mientras que, si la relación no es adecuada, con una sola dosis será suficiente, siempre que el medicamento pueda administrase así. Por último, capacitante tiene que ver con el equilibrio que hay que encontrar para que el paciente deje de sentir la angustia que lleva a la terapia, pero no se convierta en un vegetal. Cualquier protocolo de intervención en los procesos de miedo a tener miedo nos indica que son tres veces más eficaces los que conjugan durante dos tercios del tratamiento la intervención conjunta en psicoterapia con farmacoterapia y en el último tercio se estable la psicoterapia ya sin fármacos. También la investigación realizada a este respecto expresa la necesidad de conseguir equilibrar los desórdenes en distintos neurotransmisores en estos trastornos. Queda claro que todo el proceso farmacológico debe ser prescrito, regulado y revisado por un facultativo en medicina y/o psiquiatría. La automedicación puede no solo provocar un empeoramiento de estos trastornos, sino que en algunas ocasiones producirá desórdenes de otros niveles; sin embargo, la medicación prescrita por un profesional de la salud mental puede en algunos casos tardar en hacer efecto positivo, pero si se tiene un poco de paciencia se llega a conseguir descubrir la dosis y el activo adecuado para cada paciente. El tratamiento farmacológico en trastornos como la agorafobia o las crisis continuas de ansiedad, así como en algunos trastornos de fobia social y en casi todos los trastornos obsesivos-compulsivos cronificados, no es una cuestión de elección. En estos trastornos la comunidad psiquiátrica como psicológica debería asumir de una vez por todas que es una necesidad terapéutica sin la cual el paciente es posible que pueda cronificar su problema. El tratamiento debe ser biopsicosocial y de esta manera debemos integrar siempre el tratamiento psicoterapéutico, farmacológico y la intervención social. De no haberlo así, el porcentaje de éxitos disminuirá mucho. Si se hace un estudio amplio, nos daremos cuenta de que la mayoría sí necesita fármacos. Cuando la psicoterapia es realizada con protocolos en hipnosis, el nivel de mejoría del paciente se triplica (trabajos de Irving Kirsch), debido al trabajo sobre las estructuras límbicas y a la mejor capacidad del paciente de conseguir realizar sus deseos básicos. La realización de éstos produce una orden de apaciguamiento al cerebro que interviene en estos cuadros, activándose programas emocionales incompatibles con el de pánico u opuestos a él. Los fármacos más utilizados en el tratamiento de trastornos de pánico son: Benzodiacepinas Imidazopiridinas Azaspironas Antidepresivos: tricíclicos, ISRS. BENZODIACEPINAS Son agentes depresores del sistema nervioso muy selectivos. Actúan en particular sobre el sistema límbico. Las benzodiacepinas compartes estructura química similar y tienen gran afinidad con el complejo de receptores benzodiacepínicos en el sistema nervioso central. Su estructura presenta un anillo de benceno con seis elementos unido a otro anillo de diazepina con siete elementos. Cada benzodiacepina especifica se obtiene por sustitución de radicales en diferentes posiciones. El sistema nervioso central tiene unos receptores específicos para las benzodiacepinas, formando parte del complejo ácido gamma-amino-butírico o GABA. El GABA es un neurotransmisor con acción inhibitoria y sus receptores forman parte de un sistema bidireccional inhibitorio conectado entre diversas áreas del sistema nervioso central. Las benzodiacepinas amplifican la acción inhibitoria medida por el GABA y están distribuidas tanto por la médula espinal como por todo el cerebro, encontrándose en menor medida en las glándulas adrenales, riñones, glándula pineal y plaquetas. El tratamiento de benzodiacepinas para los trastornos de pánico y la agorafobia debe ser prescrito en los primeros momentos de la incorporación del tratamiento farmacológico con la idea de ir retirándolas según vayan haciendo efecto otros fármacos, tales como los ISRS, tricíclicos u otros. Las benzodiacepinas son muy eficaces para modular los efectos adversos de fármacos que tardan unas dos semanas en conseguir los efectos positivos y que en muchos casos pueden dar molestias que

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