farmacología

¿Qué Medicamento es Bueno para el Trastorno Bipolar?

El trastorno bipolar es una afección mental caracterizada por cambios extremos en el estado de ánimo, que van desde episodios de manía (euforia y energía excesiva) hasta episodios de depresión (tristeza profunda y baja energía). Estos cambios pueden interferir significativamente con la vida diaria y el bienestar emocional de la persona. Afortunadamente, existen varios medicamentos eficaces para el tratamiento del trastorno bipolar. Es fundamental que el tratamiento sea supervisado por un profesional de la salud, ya que la medicación y las dosis adecuadas pueden variar según las necesidades individuales de cada paciente. Tipos de Medicamentos para el Trastorno Bipolar Estabilizadores del ánimo Los estabilizadores del ánimo son la base del tratamiento para el trastorno bipolar. Ayudan a prevenir tanto los episodios maníacos como los depresivos. Los más comunes incluyen: Litio: Es uno de los medicamentos más antiguos y efectivos para el tratamiento del trastorno bipolar. Ayuda a reducir la intensidad y frecuencia de los episodios maníacos y depresivos. Aunque es muy efectivo, requiere un seguimiento médico regular, ya que sus niveles deben mantenerse dentro de un rango terapéutico para evitar efectos secundarios. Valproato (ácido valproico): Es otro estabilizador del ánimo utilizado con frecuencia, especialmente en personas que no responden bien al litio. Además de estabilizar el ánimo, también se usa para controlar las convulsiones en personas con epilepsia. Lamotrigina: Este medicamento se utiliza principalmente para prevenir los episodios depresivos en el trastorno bipolar. Tiene menos riesgo de efectos secundarios que otros estabilizadores del ánimo y se utiliza comúnmente en la fase de mantenimiento del trastorno. Antipsicóticos atípicos Los antipsicóticos atípicos son medicamentos que se utilizan para tratar los episodios maníacos y mixtos del trastorno bipolar. Pueden usarse solos o en combinación con otros medicamentos. Algunos de los más comunes incluyen: Olanzapina: Se utiliza para tratar episodios maníacos y se puede usar en combinación con litio o valproato. Ayuda a controlar los síntomas de la manía, como la irritabilidad y la hiperactividad. Quetiapina: Este antipsicótico puede usarse tanto para los episodios maníacos como para los depresivos. Además, puede tener efectos sedantes que ayudan con el insomnio asociado al trastorno bipolar. Aripiprazol: Es otro medicamento antipsicótico que ayuda a controlar los síntomas de la manía y, en algunos casos, se utiliza como parte del tratamiento a largo plazo para evitar recaídas. Antidepresivos En ocasiones, se recetan antidepresivos para tratar los episodios depresivos del trastorno bipolar. Sin embargo, su uso debe ser cuidadosamente monitorizado, ya que en algunas personas pueden inducir un episodio maníaco. Los antidepresivos más comunes incluyen: Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): Como la fluoxetina o sertralina, se utilizan para tratar la depresión bipolar, pero siempre deben administrarse junto con un estabilizador del ánimo para prevenir la manía. Benzodiacepinas Aunque no son una solución a largo plazo para el trastorno bipolar, las benzodiacepinas pueden usarse en el tratamiento a corto plazo para reducir la ansiedad y los síntomas de insomnio, especialmente durante episodios maníacos o mixtos. Sin embargo, su uso debe ser cauteloso debido al riesgo de dependencia. Consideraciones Importantes Combinación de medicamentos: En muchos casos, el tratamiento para el trastorno bipolar puede requerir una combinación de medicamentos, ya que los diferentes tipos de episodios (maníacos, depresivos y mixtos) pueden responder mejor a diferentes fármacos. Monitoreo constante: Algunos medicamentos, como el litio y el valproato, requieren pruebas regulares de sangre para asegurar que los niveles sean terapéuticos y evitar efectos secundarios graves. Es esencial que los pacientes sigan las indicaciones de su médico y asistan a las consultas regulares. Efectos secundarios: Todos los medicamentos tienen el potencial de causar efectos secundarios. Es importante discutir estos posibles efectos con el médico antes de comenzar cualquier tratamiento, así como informar sobre cualquier efecto adverso que se experimente durante el tratamiento. Conclusión El tratamiento farmacológico para el trastorno bipolar puede ser altamente eficaz para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta condición. Sin embargo, cada paciente es único, por lo que el enfoque terapéutico debe ser personalizado. Además de la medicación, muchas personas con trastorno bipolar se benefician de la psicoterapia, el apoyo social y un estilo de vida saludable para manejar los episodios de manera efectiva. Siempre es fundamental contar con la supervisión médica adecuada para ajustar el tratamiento según sea necesario y evitar complicaciones.  

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¿Qué Revela la Neuroquímica del Cerebro sobre el TDAH?

Aunque no se conoce con exactitud las causas bioquímicas del TDAH, se acepta la existencia de una disfunción de los impulsos nerviosos en determinados circuitos frontoestriados mediados por la dopamina y la noradrenalina, lo que origina déficit ejecutivos en las funciones cognitivas. Los resultados de los tratamientos mediante psicoestimulantes apoyan la verosimilitud de estas hipótesis añadiendo que las personas con TDAH, que reciben tratamiento farmacológico basado en el metilfenidato, mejoran significativamente reduciendo los niveles de actividad y aumentando la atención. Explicaciones basadas en la dopamina La dopamina es un neurotransmisor inhibitorio derivado de la tirosina que se encuentra en los ganglios basales y en el cuerpo estriado. Es un neurotransmisor muy importante ya que modula numerosas funciones cerebrales implicadas en el TDAH, entre ellas los procesos sicológicos del SE y sus funciones y el control motor. Una de las teorías más prominentes de este trastorno es que existe una alteración en el gen de los receptores o de los transportadores de la dopamina y como consecuencia, se generan receptores menos sensibles a ella, o transportadores hipereficaces que la absorben tan rápidamente que no le dejan tiempo suficiente para adherirse a los receptores dopaminérgicos de una neurona vecina. Provocando la desregulación de la corteza frontal y de los circuitos subcorticales modulador por este neurotransmisor. Esta teoría explicaría el conocido como efecto paradójico del beneficio en los pacientes con TDAH del uso de agonistas dopaminérgicos como los psicoestimulantes. El fármaco más comúnmente utilizado en el tratamiento de personas con TDAH es el metilfenidato, ya que es muy efectivo en la reducción de los síntomas cardinales del trastorno. Concretamente, reduce los niveles de actividad y aumenta la atención, debido a que bloquea la recaptación de la noradrenalina y la dopamina en la neurona pre sináptica y aumenta la liberación de estas monoaminas en el espacio extraneural. Según el profesor Eric Taylor (2001) el metilfenidato bloquea el transportador de la dopamina (DAT) de manera más eficaz que el de la noradrenalina y mucho más que el de la serotonina. En las personas con TDAH, se ha encontrado un aumento del tono dipaminérgico en el estriado. Este hallazgo parece correlacionarse con la dimensión de hiperactividad. Por el contrario, presentan un descenso del tono de este neurotransmisor en el cíngulo anterior, lo que podría justificar las manifestaciones cognitivas propias del trastorno En definitiva, la disfunción en el proceso de trasmisión de la dopamina en los sujetos con TDAH, se manifiesta en un déficit en la inhibición conductual y el autocontrol, que impide a los sujetos hiperactivos ejecutar de forma adecuada los componentes psicológicos del SE y sus funciones, ambos necesarios para implicarse con éxito en actividades mentales. Explicaciones basadas en la noradrenalina Al igual que la dopamina, la noradrenalina es otro importante neurotransmisor que participa en numerosos procesos cognitivos que parecen funcionar de manera deficitaria en los sujetos con TDAH. El mantenimiento de un buen nivel de vigilancia y la atención dependen de la modulación que las catecolaminas ejercen sobre la corteza prefrontal y sus proyecciones hacia otras estructuras subcorticales. En todas estas estructuras existe una importante participación de neuronas catecolaminérgicas. La masa más compacta y densa de neuronas adrenérgica la constituye el locus coeruleus y sus axones se distribuyen por el tronco encefálico, la médula, el cerebelo, el hipocampo y especialmente por la corteza cerebral. Su distribución generalizada hace pensar que puede tener funciones múltiples, relacionadas con la excitabilidad o el mantenimiento de la activación y la regulación de la función correspondiente a las diferentes áreas en las que actúa. Su principal papel estriba en la regulación de los niveles de vigilancia y en la actividad mínima de la vigilia, definiendo claramente los niveles de atención, emoción e hiperexcitabilidad. En las personas con TDAH parece existir una alteración en la producción de este neurotransmisor. Los niveles de noradrenalina en el cortex pre frontal dorso lateral de estos sujetos podrían estar disminuidos mientras que el tono noradrenérgico desde el locus coeruleus parece estar incrementando Los psicoestimulantes como el meltifenidato alteran la producción, la liberación y el metabolismo de las monoaminas, entre ellas la noradrenalina, provocando una mejora en las sintomatologías nuclear del síndrome. El conocimiento de las bases neuroquímicas del TDAH permite que el tratamiento pueda abordarse de forma adecuada desde una perspectiva farmacológica, sin olvidar, que el correcto enfoque del tratamiento para estos pacientes debe ser multidisciplinar. De manera global se acepta que existe una disfunción en los circuitos frontoestriados mediados por la dopamina y la noradrenalina.     (Información extraída de El TDAH: ¿qué es?, ¿qué lo causa?, ¿cómo evaluarlo y tratarlo? / Rocío Lavigne Cerván, Juan Francisco Romero Pérez, 2010)  

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¿Cuáles son los riesgos y beneficios de suprimir la medicación para el sueño?

Antes de empezar con un tratamiento del comportamiento para el insomnio persistente es deseable que el paciente deje la medicación somnífera. Es difícil hacer un seguimiento del progreso conseguido con el tratamiento en aquellos individuos que alteran su sueño mediante drogas. Por otro lado, todos los investigadores pueden relatar casos que han conocido, en los cuales la simple supresión de hipnóticos fue suficiente para eliminar los trastornos del sueño de una persona. Algunos pacientes están deseando desembarazarse de esta influencia externa. Otros se mostrarán reticentes a hacerlo o incluso se negarán en redondo. Dado que está claro que las medicaciones somníferas pueden de hecho causar insomnio y alterar las pautas de sueño, además de dar lugar a diferentes efectos secundarios, es del máximo interés para el paciente dejar las medicaciones para el sueño tomadas de forma regular y a largo plazo. La mayoría de los terapeutas del comportamiento no son médicos y por lo tanto no están preparados para adoptar esa decisión. Si el paciente ha estado tomando píldoras somníferas solamente de forma ocasional no deberían producirse consecuencias médicas por la eliminación de la droga. El médico debe planificar y supervisar un programa de retirada gradual. En muchos casos, la medicación somnífera solamente perpetúa el problema que pretendía aliviar. Se debería de avisar a los pacientes que durante el proceso de supresión es probable que experimenten insomnio de rebote transitorio durante varias semanas. No se quiere que se provoque su rápida vuelta a las drogas. Después de darles información completa sobre las drogas, debe de pedirse a los pacientes que concierten una entrevista para ver al médico que les recetó las píldoras. Los síntomas de la supresión varían en función de la dosis y del periodo de tiempo durante el cual se hayan usado las drogas. La educación previa sobre esto debería ayudar a la persona a ser firme cuando está dejando las drogas. Este proceso puede durar hasta cuatro semanas ya que mucha de estas drogas es de larga vida. Sin embargo, para la mayoría de los individuos 2 o 3 semanas suponen un tiempo suficiente. Con las drogas de corta vida, los síntomas de la supresión aparecen normalmente de inmediato, mientras que con las drogas de una vida más larga, como las benzodiacepinas puede ser que los problemas no aparezcan hasta pasados una semana. El médico debe plantearse un calendario de reducción regular y gradual de las drogas, disminuyéndose la cantidad a ingerir una o dos veces por semana. Durante este periodo el médico y el terapeuta deberán tener una buena dosis de paciencia y prestar un gran apoyo, y deberán recordar al paciente que está emprendiendo un proceso saludable que finalmente mejorará su sueño. Puede resultar útil discutir sobre las ventajas que el paciente obtendrá de unos sentimientos adquiridos de auto-eficacia. Estos comentarios sobre el abandono de la medicación para el sueño también son aplicables a la eliminación del alcohol como ayuda para dormir, siempre  y cuando la persona no sea alcohólica. En este último caso, puede ser necesario remitir al paciente a Alcohólicos Anónimos u otro programa de tratamiento de dependencias toxicas. Kirlim-Gray, Eagleston, Thoresen y Zarcone (1985) han publicado uno de los pocos informes empíricos sobre la supresión de la medicación para el sueño. Introdujeron a 6 mujeres dependientes de drogas en un programa de consulta individual breve que incluía estructura, apoyo y educación sanitaria. Otras 6 mujeres recibieron una terapia de grupo más extensa sobre cómo hacer frente a la tensión que les enseñó técnicas de relajación y cognitivas. Esta mujeres habían usado drogas o alcohol para inducir el sueño durante un periodo medio de 10 años, la mayoría de ellas durante siete noches a la semana. Después de estabilizar el uso de drogas, se redujo el consumo a un ritmo de una dosis clínica cada 1 o 2 semanas. Las mujeres del programa de consulta individual recibieron una media de 2 horas de orientación de grupo y 3 horas de contacto individualizado; aquellas que estaban aprendiendo a dominar los estados de tensión recibieron 24 horas de tratamiento de grupo. Las 12 mujeres consiguieron dejar totalmente la medicación para el sueño en un periodo de tiempo medio de 6,5 semanas. El sueño sin medicación no deterioró sino que mejoró ligeramente algunas medidas de EEG. Las que aprendieron a dominar los estados de tensión hicieron mayores progresos que las de consulta individualizada. Después de un periodo de seguimiento de 6 meses, ninguna de las mujeres había vuelto al uso de hipnótico cotidiano. La mitad estuvieron usando medicación no más de 2 veces al mes y la otra mitad de 1 a 4 veces por semana. Estos investigadores recomiendan los siguientes elementos clave para un programa de supresión de la medicación para el sueño: Un plan escrito del calendario de supresión Información sobre higiene del sueño para estimular un mejor sueño durante ese periodo Entrevistas y llamadas de teléfono breves y regulares para mantener la responsabilidad del paciente sobre la reducción de la medicación y para comprobar sus progresos Estimulo y apoyo firmes del profesional Control cotidiano de los diarios del sueño y del uso de la medicación El paciente dejaría de consumir drogas en un periodo de 2 a 4 semanas, incluso antes de empezar el diario del sueño en el momento inicial del tratamiento. A pesar de que la persona afectada puede estar impaciente por empezar la terapia, es sensato insistir en la idea de que el insomnio es un problema antiguo y que tampoco será tan duro esperar unas pocas semanas más antes de sentir alivio.   (Información extraída de Tratamiento del comportamiento contra el insomnio persistente Patricia Lacks, 1993)  

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¿Qué Tipos de Antidepresivos Se Utilizan para Tratar la Depresión?

Los antidepresivos son los medicamentos más habitualmente utilizados para el tratamiento de la ansiedad social. A pesar de que su nombre “antidepresivo” no debe llevarnos a engaño. Los antidepresivos son útiles para el tratamiento de un amplio abanico de problemas psicológicos, entre los que se halla el trastorno de ansiedad social. De hecho, parecen servir para el tratamiento de este problema independientemente de que el individuo esté o no deprimido. Existen varios tipos de antidepresivos que pueden ser útiles para el tratamiento de la fobia social. Inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) Los ISRS son a menudo el tratamiento de elección de la fobia social. De hecho, la paroxetina (Paxil) fue el primer fármaco en recibir la aprobación de la FDA para el tratamiento del trastorno de ansiedad social. La paroxetina también está disponible en una fórmula de liberación continua, comercializada con el nombre de Paxil CR. Otro ISRS aprobado por la FDA es la sertralina (Zoloft). Aunque solo dos ISRS se hayan visto oficialmente aprobados para el tratamiento del trastorno de ansiedad social, no existen evidencias de que otras medicaciones funcionen mejor o peor, para este problema, que la mayoría de los otros ISRS. En la práctica, cualquier ISRS puede ser utilizado para el tratamiento de los problemas ligados a la ansiedad social. Otros ISRS que han demostrado ser eficaces para el tratamiento del trastorno de ansiedad social son la fluvoxamina (Luvox), el citaprolam (Celexa) y el escitaprolam (comercializado con el nombre de Lexapro en los Estados Unidos y de Cipralex en Canadá). Algunas investigaciones realizadas al respecto, aunque no todas, también han puesto de relieve, en este sentido, la eficacia de la fluoxetina (Prozac) Aunque los efectos secundarios varíen levemente entre los distintos ISRS, los más comunes son náuseas, diarrea, dolor de cabeza, sudor, aumento de la ansiedad, temblores, disfunciones sexuales, aumento de peso, sequedad bucal, palpitaciones, dolor de pecho, mareo, tics, estreñimiento, aumento del apetito, fatiga, sed e insomnio. Pero uno no debe desalentarse por esta larga lista de efectos secundarios, porque la mayoría de las personas solo experimentan unos pocos efectos y también hay quienes no experimentan ninguno. Se trata de efectos muy manejables que, si bien tienden a empeorar durante las primeras semanas de tratamiento, pueden ser gestionados manteniendo la dosis baja hasta que la persona se habitúa a la medicación. Por otro lado, ciertos efectos colaterales (como, por ejemplo, el aumento de peso y las disfunciones sexuales) tienden a mantenerse a menos que se interrumpa la administración del fármaco o se reduzca la dosis. Los efectos de los ISRS empiezan a advertirse entre las dos y cuatro semanas de tratamiento y operan, según se cree, modificando la tasa cerebral de serotonina, un neurotransmisor implicado en la transmisión de información de una neurona a la siguiente. También se cree que la serotonina tiene que ver con la regulación de las emociones y otros aspectos del funcionamiento psicológico. Aunque el tratamiento con ISRS suele ser relativamente fácil de interrumpir, es más probable que la interrupción del tratamiento con paroxetina, al ser metabolizado más rápidamente por el cuerpo, genere más problemas de abstinencia. Su interrupción, en consecuencia, debe ser más gradual. Los síntomas de abstinencia más comunes durante la interrupción de la administración de paroxetina son perturbaciones del sueño, agitación, temblores, ansiedad, náusea, diarrea, boca seca, vómitos, disfunciones sexuales y sudoración. Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina (ISRSN) La venlafaxina XP es el único ISRSN que, según la investigación realizada ha demostrado ser útil para el tratamiento del trastorno de ansiedad social. De hecho, la FDA lo ha aprobado para este propósito. A diferencia de lo que ocurre con los ISRS, la venlafaxina actúa tanto sobre el sistema de la serotonina como sobre el de la norepinefrina, dos sistemas que parecen estar ligados a la ansiedad y a la depresión. Son muchos los estudios bien controlados al respecto que sugieren la utilidad de la venlafaxina para el tratamiento de la fobia social, aunque, como sucede con los ISRS, su efecto tarda en presentarse varias semanas. Los informes de los efectos secundarios más habituales de la venlafaxina son sudores, náuseas, estreñimiento, pérdida de apetito, vómitos, somnolencia, dolor de cabeza, vértigos, nerviosismo, aumento de la ansiedad y disfunciones sexuales. Los síntomas de abstinencia que acompañan a su rápido abandono son perturbaciones del sueño, mareos, nerviosismo, sequedad de boca, ansiedad, náuseas, sudores y problemas sexuales. La duloxetina (Cymbalta) es otro ISRSN reciente que ha demostrado ser útil para la depresión y otras formas de ansiedad. Con excepción del único estudio publicado al respecto (Crippa et al.,2007), todavía no se han estudiado sus efectos para el tratamiento de la ansiedad social, de modo que su recomendación sería prematura Antidepresivos noradrenérgicos y serotonérgicos específicos (NaSSA) El único NaSSA específico es un medicamento llamado mirtazapina (Remeron). Como sucede con los ISRNS, la mirtazapina opera modificando las tasas de norepinefrina y serotonina. Aunque se trata de la más nueva de las familias de antidepresivos mencionados hasta ahora, algunos estudios iniciales sugieren su eficacia para el trastorno de la ansiedad social. Sus efectos secundarios más habituales son la somnolencia, el aumento de peso, la sequedad de boca, el estreñimiento y la visión borrosa. Inhibidores de la monoamminooxidasa (IMAO) Los IMAO afectan a tres sistemas de neurotransmisores del cerebro, la serotonina, la norepinefrina y la dopamina. El IMAO más estudiado para el tratamiento de la fobia social es la fenelzina (Nardil), que ha demostrado claramente aliviar los síntomas de la fobia social. Su efecto terapéutico, como sucede con los demás antidepresivos, solo empieza a notarse al cabo de varias semanas. A pesar de su eficacia, los IMAO rara vez se utilizan en la práctica clínica debido a que las restricciones dietéticas y efectos colaterales tienden a ser peores que los de los demás medicamentos. La toma de cualquier IMAO debe ir acompañado de la evitación de alimentos que contengan una sustancia llamada tiramina, entre los que cabe destacar los quesos fermentados, los extractos de carne, los plátanos muy maduros,

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¿Cómo Afectan las Drogas o Medicamentos al Desarrollo de Trastornos Psicóticos?

Las características esenciales del trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos son los delirios o alucinaciones prominentes (Criterio A) que se consideran debidos a los efectos fisiológicos de una sustancia/medicamento (es decir, una droga, un medicamento o una toxina) (Criterio B). Las alucinaciones que el propio sujeto identifica como inducidas por sustancias/medicamentos no se incluyen aquí, y se diagnosticarían como intoxicación por sustancias o abstinencia de sustancias, acompañada del especificador “con alteraciones de la percepción” (se aplica a la abstinencia de alcohol, la intoxicación por cannabis, la abstinencia de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos y la intoxicación por estimulantes). Un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos se distingue de un trastorno psicótico primario considerando el inicio, el curso y otros factores. Para las drogas deben encontrarse pruebas de consumo, intoxicación o abstinencia de sustancias en la historia, la exploración física o los hallazgos de laboratorio. Los trastornos psicóticos inducidos por sustancias/medicamentos surgen durante o poco después de la exposición a un medicamento, o tras la intoxicación o abstinencia de sustancias, pero pueden persistir durante semanas, mientras que los trastornos psicóticos primarios pueden preceder al inicio del uso de sustancias/medicamentos o pueden presentarse durante periodos de abstinencia prolongada. Una vez que se inician, los síntomas psicóticos pueden mantenerse mientras se continúe usando la sustancia/medicamento. Otro factor a considerar es la presencia de características que son atípicas de un trastorno psicótico primario (p.ej., una edad de inicio o un curso atípicos). Por ejemplo, la aparición de delirios de novo en una persona mayor de 35 años sin historia conocida de trastorno psicótico primario debería sugerir la posibilidad de un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. Incluso una historia previa de trastorno psicótico primario no descarta la posibilidad de un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos. Por el contrario, algunos de los factores que sugieren que los síntomas psicóticos se explican mejor por un trastorno psicótico primario son la persistencia de síntomas psicóticos durante un periodo de tiempo sustancial (es decir, un mes o más) tras el fin de la intoxicación o la abstinencia aguda de una sustancia, o tras cesar el uso de un medicamento, y la presencia de antecedentes de algún trastorno psicótico primario recurrente. Deben considerarse otras causas de síntomas psicóticos incluso en los individuos con intoxicación o abstinencia de sustancias, puesto que los problemas por uso de sustancias no son infrecuentes entre los sujetos con trastornos psicóticos no inducidos por sustancias/medicamentos. Los trastornos psicóticos pueden asociarse a una intoxicación por los siguientes tipos de sustancias: alcohol, cannabis, alucinógenos como la fenciclidina y otras sustancias relacionadas, inhalantes, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, estimulantes (incluida la cocaína) y otras sustancias (o sustancias desconocidas). Los trastornos psicóticos pueden estar asociados a la abstinencia de los siguientes tipos de sustancias: alcohol, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos, y otras sustancias (o sustancias desconocidas). Algunos de los medicamentos con los que se ha descrito la aparición de síntomas psicóticos son: anestésicos y analgésicos, agentes anticolinérgicos, anti convulsionantes, antihistamínicos, antihipertensivos y fármacos cardiovasculares, medicamentos antimicrobianos, fármacos anti parkinsonianos, agentes quimioterapéuticos (p.ej., ciclosporina, procarbazina), corticosteroides, medicamentos gastrointestinales, relajantes musculares, antiinflamatorios no esteroideos, otros medicamentos de venta sin receta (p.ej., fenilefrina, pseudoefedrina), fármacos antidepresivos y disulfiram. Las toxinas que se han descrito que pueden inducir síntomas psicóticos son: inhibidores de la acetilcolinesterasa, insecticidas organofosforados, sarín y otros gases nerviosos, monóxido de carbono, dióxido de carbono y sustancias volátiles como el combustible o la pintura.   (Información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)  

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¿Qué Consecuencias Tiene el Uso Inadecuado de los Fármacos?

La terapia de interacción recíproca no tiene ningún reparo en la utilización de fármacos psicotrópicos, así como admite con agrado tratamientos de homeopatía, acupuntura y otros tratamientos mecánicos o químicos que tienen suficiente experiencia clínica y que han demostrado ser efectivos. La única salvedad es utilizar estas herramientas químicas como ayudantes a la psicoterapia del conflicto básico. Solo con fármacos, solo con homeopatía o solo con acupuntura nos parece que no es suficiente. Es necesaria la psicoterapia, aunque muchas de estas disciplinas ya tienen incorporada esta cuestión en sus propios protocolos de intervención. En el modelo que utilizan los autores de este libro en los trastornos de pánico y en la agorafobia, es bastante común acoplar en el paciente una intervención farmacológica suficiente, adecuada y capacitante para cada caso. En numerosas intervenciones las dosis que se prescriben al paciente están por debajo del nivel terapéutico, con la consiguiente sensación de ineficacia que tiene aquel que sufre estos trastornos, pero también en ocasiones se han realizado tratamientos farmacológicos que han dejado K.O. al paciente por lo excesivo de la dosis. Adecuada en el sentido de adoptar para cada perfil de paciente un tratamiento a medida, de tal forma que detalles como repartir el tratamiento en varias dosis o en una sola, dependiendo del vínculo entre el psiquiatra y el paciente, pueden conseguir el éxito o el fracaso del tratamiento. El éxito del tratamiento farmacológico suele estar unido a la capacidad que tenga el facultativo de conseguir que éste lo realice tal como se le prescribe y durante todo el tiempo que se le prescribe; el fracaso en la mayoría de las ocasiones viene dado por la automedicación o por dejar de tomar parte o la totalidad del tratamiento antes de tiempo. Somos conscientes de que la eficacia suele ser una consecuencia de la ingesta del fármaco, pero para que esto sea así es necesario motivar al paciente par que lo haga y es ahí donde está la parte vincular psiquiatra-paciente. Si la relación es buena y hay un vínculo adecuado, es mejor que se tomen los medicamentos varias veces al día, en cada momento, y el paciente tendrá la imagen del médico, a su lado en cada toma. Mientras que, si la relación no es adecuada, con una sola dosis será suficiente, siempre que el medicamento pueda administrase así. Por último, capacitante tiene que ver con el equilibrio que hay que encontrar para que el paciente deje de sentir la angustia que lleva a la terapia, pero no se convierta en un vegetal. Cualquier protocolo de intervención en los procesos de miedo a tener miedo nos indica que son tres veces más eficaces los que conjugan durante dos tercios del tratamiento la intervención conjunta en psicoterapia con farmacoterapia y en el último tercio se estable la psicoterapia ya sin fármacos. También la investigación realizada a este respecto expresa la necesidad de conseguir equilibrar los desórdenes en distintos neurotransmisores en estos trastornos. Queda claro que todo el proceso farmacológico debe ser prescrito, regulado y revisado por un facultativo en medicina y/o psiquiatría. La automedicación puede no solo provocar un empeoramiento de estos trastornos, sino que en algunas ocasiones producirá desórdenes de otros niveles; sin embargo, la medicación prescrita por un profesional de la salud mental puede en algunos casos tardar en hacer efecto positivo, pero si se tiene un poco de paciencia se llega a conseguir descubrir la dosis y el activo adecuado para cada paciente. El tratamiento farmacológico en trastornos como la agorafobia o las crisis continuas de ansiedad, así como en algunos trastornos de fobia social y en casi todos los trastornos obsesivos-compulsivos cronificados, no es una cuestión de elección. En estos trastornos la comunidad psiquiátrica como psicológica debería asumir de una vez por todas que es una necesidad terapéutica sin la cual el paciente es posible que pueda cronificar su problema. El tratamiento debe ser biopsicosocial y de esta manera debemos integrar siempre el tratamiento psicoterapéutico, farmacológico y la intervención social. De no haberlo así, el porcentaje de éxitos disminuirá mucho. Si se hace un estudio amplio, nos daremos cuenta de que la mayoría sí necesita fármacos. Cuando la psicoterapia es realizada con protocolos en hipnosis, el nivel de mejoría del paciente se triplica (trabajos de Irving Kirsch), debido al trabajo sobre las estructuras límbicas y a la mejor capacidad del paciente de conseguir realizar sus deseos básicos. La realización de éstos produce una orden de apaciguamiento al cerebro que interviene en estos cuadros, activándose programas emocionales incompatibles con el de pánico u opuestos a él. Los fármacos más utilizados en el tratamiento de trastornos de pánico son: Benzodiacepinas Imidazopiridinas Azaspironas Antidepresivos: tricíclicos, ISRS. BENZODIACEPINAS Son agentes depresores del sistema nervioso muy selectivos. Actúan en particular sobre el sistema límbico. Las benzodiacepinas compartes estructura química similar y tienen gran afinidad con el complejo de receptores benzodiacepínicos en el sistema nervioso central. Su estructura presenta un anillo de benceno con seis elementos unido a otro anillo de diazepina con siete elementos. Cada benzodiacepina especifica se obtiene por sustitución de radicales en diferentes posiciones. El sistema nervioso central tiene unos receptores específicos para las benzodiacepinas, formando parte del complejo ácido gamma-amino-butírico o GABA. El GABA es un neurotransmisor con acción inhibitoria y sus receptores forman parte de un sistema bidireccional inhibitorio conectado entre diversas áreas del sistema nervioso central. Las benzodiacepinas amplifican la acción inhibitoria medida por el GABA y están distribuidas tanto por la médula espinal como por todo el cerebro, encontrándose en menor medida en las glándulas adrenales, riñones, glándula pineal y plaquetas. El tratamiento de benzodiacepinas para los trastornos de pánico y la agorafobia debe ser prescrito en los primeros momentos de la incorporación del tratamiento farmacológico con la idea de ir retirándolas según vayan haciendo efecto otros fármacos, tales como los ISRS, tricíclicos u otros. Las benzodiacepinas son muy eficaces para modular los efectos adversos de fármacos que tardan unas dos semanas en conseguir los efectos positivos y que en muchos casos pueden dar molestias que

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¿Son necesarios los tranquilizantes para la ansiedad?

El nombre genérico de los tranquilizantes se aplica a distintos fármacos con diferentes acciones y aplicaciones, que se comercializan casi siempre en forma de píldoras. Existe una distinción entre tranquilizantes mayores y menores; los primeros se utilizan para tratamientos psiquiátricos, mientras que los segundos, entre los que figuran barbitúricos (somníferos) y las benzodiacepinas, son de uso más extendido y en demasiados casos, indiscriminado. Todos tienen numerosos efectos secundarios perjudiciales para el organismo, causan adicción y si se suspende su consumo de un modo brusco, causan síndromes de abstinencia muy desagradables. Por todo ello deben administrarse con precaución, durante cortos periodos de tiempo, por prescripción y bajo control médico, no debiendo ser consumidos por las embarazadas, niños y aquellas personas que tengan que realizar tareas que requieran atención, como conducir un vehículo Tranquilizantes mayores Los tranquilizantes mayores se usan para los tratamientos de la psicosis y otros trastornos mentales como la esquizofrenia, las manías y el delirium tremens, éste originado por la abstinencia de bebidas alcohólicas. Entre los más usados se encuentran la reserpina, el haloperidol, la butirofenona, las tioxantinas, las fenotiacinas y sus derivados. Estos fármacos se conocen como neurolépticos, que proviene de las palabras griegas neuro (nervio), y lepto (atar). El efecto básico que producen consiste en la indiferencia emocional, aunque sin alteración de las percepciones ni de las funciones intelectuales. Entre sus efectos secundarios están las disfunciones sexuales, como la frigidez, las inhibiciones en la eyaculación y la disminución del deseo. Al anular las emociones también inhiben la iniciativa de las personas que los consumen, así como su capacidad afectiva. Cuando se administran estos fármacos suelen producirse un incremento de apetito, con el considerable aumento de peso. También pueden producir, cuando se consumen dosis altas, estreñimiento, retención urinaria, irregularidad menstrual, alergias de la piel, trastornos hepáticos y otros problemas más graves, como Parkinson, arritmia cardiaca, bruscos ataques de parálisis muscular, tics involuntarios, que afectan a los músculos de la cara y excitación. Pueden considerarse como medicamentos peligrosos ya que como tienen un alto índice de tolerancia, el organismo se acostumbra a ellos con facilidad, además aun cuando se administren en dosis muy bajas, pueden producirse los efectos antes mencionados. Los tranquilizantes mayores deben administrarse con suma precaución y solo en aquellos casos en que el paciente sufra delirios y manías persecutorias que pongan en peligro su vida o la de los demás. Tranquilizantes menores Los tranquilizantes menores tienen un efecto depresivo sobre la función cerebral. A pesar de sus múltiples efectos secundarios y de gran adicción que producen, son consumidores en grandes cantidades en todo el mundo, e incluso algunos médicos los prescriben de forma habitual. Dentro de los tranquilizantes menores pueden distinguirse dos tipos distintos: los barbitúricos y las benzodiacepinas. Barbitúricos Los barbitúricos o somníferos, se utilizan para tratar la ansiedad, como inductores del sueño y en los casos de epilepsia. Existen diferentes tipos de barbitúricos para lograr acciones distintas; por ejemplo, el pentotal que se utiliza como anestésico en las intervenciones quirúrgicas, es de acción breve. Entre sus efectos secundarios figuran los trastornos del hígado y del riñón, el dolor en las articulaciones, las erupciones cutáneas, la hipotensión, el estreñimiento y los problemas cardiacos. En dosis medias y altas pueden producir falta de coordinación motriz, confusión mental, falta de reflejos e irritabilidad. Una sobredosis puede causar la muerte del paciente y cuando dejan de administrarse, causan un síndrome de abstinencia que muchas veces requiere tratamiento hospitalario y se manifiesta con alucinaciones y convulsiones Benzodiacepinas Los compuestos derivados de las benzodiacepinas se comercializan nombres como el diacepan, el nitracepam y el clorodiacepóxido, entre otros. Administrados en dosis pequeñas deprimen parcialmente el sistema nervioso y actúan como sedantes. Utilizados en dosis altas actúan como hipnóticos o inductores del sueño y relajantes musculares. Como los anteriores, producen dependencia física y si se suspenden de manera brusca su administración se padece un síndrome de abstinencia parecido al de la heroína, es decir, un malestar general con temblores, escalofríos, secreciones nasales y retortijones que en este caso, además, se presentan con lentas convulsiones. Los efectos secundarios que causan pueden ser depresión respiratoria, excitabilidad, vértigos y disminución de la capacidad intelectual, expresada con amnesia, aturdimiento y dificultad para hablar, entre otros síntomas. Por ello están contraindicadas para aquellas personas que deban hacer uso de su coordinación mental o corporal, por ejemplo, si tienen que hacer un examen o conducir un vehículo. Fármacos anti adrenérgicos Las personas que padecen ansiedad acusan ciertos síntomas como tensión muscular, temblores, aceleración del ritmo cardiaco, sudoración y molestias digestivas. En los casos de ansiedad crónica, el médico puede prescribir medicinas anti adrenérgicas que interrumpen y bloquean estas emociones del sistema nervioso simpático y de esta manera evitar posibles trastornos físicos, como la hipertensión o las enfermedades cardiacas que pueden derivar de esta dolencia. Entre las sustancias anti adrenérgicos o betabloqueantes, se incluye el propanodol que reduce la frecuencia de las contracciones del corazón. Alternativas naturales Las personas que padecen ansiedad, estrés o insomnio tienen la posibilidad de recurrir a tratamientos naturales en lugar de consumir tranquilizantes que a la larga solo agravan el problema Realizar algunas actividades físicas, ejercicios de relajación y de respiración, como deportes, yoga y paseos al aire libre ayuda a aliviar las tensiones Algunas hierbas naturales, como la manzanilla o la tila, preparadas en infusión, pueden ser un buen recurso para facilitar el sueño. (Extraída información de Guía médica familiar, 1994)

¿Son necesarios los tranquilizantes para la ansiedad? Leer más »