Alcoholismo

¿Es seguro consumir algo de alcohol durante el embarazo?

El síndrome de alcoholismo fetal (SAF) es una condición que se produce en bebés cuando la madre consume alcohol durante el embarazo. El alcohol atraviesa la placenta y puede afectar el desarrollo del feto, lo que resulta en una variedad de problemas físicos, mentales y conductuales en el niño.    Características del Síndrome de Alcoholismo Fetal:   Defectos Físicos: – Rasgos faciales característicos, como ojos pequeños, labio superior delgado y surco nasolabial liso. – Crecimiento deficiente antes y después del nacimiento. – Anomalías en órganos internos, como corazón, riñones o huesos. – Problemas de visión u audición.   Problemas de Desarrollo y Conducta: – Retraso en el desarrollo cognitivo y del habla. – Dificultades en el aprendizaje y la memoria. – Problemas de atención y conducta, como hiperactividad o impulsividad. – Dificultades para regular las emociones.   Problemas de Salud Mental: – Mayor riesgo de trastornos psiquiátricos, como trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF), y trastornos del estado de ánimo.   Causas y Factores de Riesgo   – Consumo de alcohol durante el embarazo, especialmente en etapas tempranas. – La cantidad de alcohol consumida y la frecuencia de consumo pueden influir en el grado de daño al feto. – Factores genéticos y ambientales pueden aumentar la susceptibilidad de un feto al SAF.   Diagnóstico y Tratamiento   – El diagnóstico del SAF se basa en la observación de características físicas y problemas de desarrollo y comportamiento. – No hay cura para el SAF, pero el tratamiento temprano y la intervención pueden mejorar la calidad de vida del niño. – El enfoque del tratamiento suele incluir terapias para abordar los problemas cognitivos y conductuales, así como el apoyo educativo y emocional.   Prevención   – La prevención primaria implica evitar por completo el consumo de alcohol durante el embarazo. – La educación y la conciencia sobre los riesgos del consumo de alcohol durante el embarazo son fundamentales para prevenir el SAF.   El SAF es una condición prevenible, y la prevención comienza con la toma de conciencia y la toma de decisiones saludables durante el embarazo. Siempre es importante buscar orientación médica adecuada y apoyo si estás embarazada o planeas concebir.

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¿Cómo educar a los jóvenes sobre los riesgos del alcoholismo?

  Es fundamental para promover estilos de vida saludables y reducir los riesgos asociados con el consumo excesivo de alcohol. Aquí tienes algunas actividades que pueden ser efectivas para prevenir el alcoholismo en esta población:   Educación y Concienciación: – Organizar charlas y talleres en escuelas y comunidades sobre los riesgos del consumo de alcohol, los efectos en la salud y las consecuencias sociales. – Utilizar campañas de sensibilización atractivas y dirigidas específicamente a los jóvenes a través de medios de comunicación, redes sociales y materiales educativos.   Promoción de Estilos de Vida Saludables: – Fomentar la participación en actividades extracurriculares, deportes y pasatiempos que promuevan el bienestar físico y emocional. – Organizar eventos y actividades alternativas sin alcohol, como fiestas temáticas, excursiones, noches de cine, o eventos deportivos.   Desarrollo de Habilidades para la Vida: – Impartir programas de desarrollo de habilidades sociales y emocionales que ayuden a los jóvenes a lidiar con el estrés, la presión de grupo y la toma de decisiones. – Ofrecer talleres de resolución de problemas, comunicación efectiva y manejo del estrés.   Participación de la Comunidad: – Involucrar a padres, maestros, líderes comunitarios y otros adultos en la vida de los jóvenes para proporcionar modelos a seguir y apoyo. – Organizar actividades comunitarias que promuevan la cohesión social y fortalezcan los lazos familiares y comunitarios.   Acceso a Recursos y Apoyo: – Proporcionar información sobre servicios de asesoramiento, grupos de apoyo y líneas telefónicas de ayuda para jóvenes que necesiten orientación o apoyo emocional. – Crear espacios seguros y confidenciales donde los jóvenes puedan buscar ayuda sin temor a ser juzgados.   Legislación y Políticas: – Apoyar y promover la implementación y cumplimiento de políticas y regulaciones que restrinjan el acceso de los jóvenes al alcohol, como el aumento de la edad legal para beber y la prohibición de la venta de alcohol a menores. – Promover la responsabilidad social de los establecimientos que venden alcohol para prevenir la venta a menores de edad y promover prácticas de consumo responsable.   Modelos a Seguir: – Fomentar la participación activa de jóvenes en la comunidad como líderes y modelos a seguir para sus compañeros. – Destacar historias de éxito de jóvenes que han tomado decisiones saludables y han evitado el consumo de alcohol.   Al integrar estas actividades en programas educativos, comunitarios y familiares, podemos trabajar juntos para prevenir el alcoholismo en jóvenes y promover un futuro más saludable y próspero para ellos.

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¿Por qué los grupos de autoayuda son tan efectivos para superar la adicción al alcohol?

La estrategia de intervención incluida dentro de los grupos de autoayuda podría definirse siguiendo a Robinson (1986) como procesos de autocambio mutuo haciendo referencia al cambio personal producido como consecuencia de la influencia de las personas que integran el grupo. Esta definición del proceso de cambio se considera relevante a la hora de diferenciar las estrategias implicadas en otros procesos de cambio como el cambio sin terapia y el autocambio individual. El origen y proliferación de los grupos de autoayuda normalmente está unido a la falta de cobertura de una serie de servicios por parte de la administración. Esto no incluye únicamente a este tipo de grupos, sino también en el caso del alcoholismo al surgimiento de una serie de asociaciones dedicadas a atender a las personas con problemas de bebida. Normalmente estos grupos suelen tener en su origen una figura profesional que implanta, desarrolla y facilita la puesta en marcha de estos grupos que de este modo vienen a cubrir unas necesidades no satisfechas en ese momento. Algunos autores como Mowrer (1971) al referirse al gran auge en su país de esta serie de grupos los llega a clasificar como la nueva iglesia del siglo XXI al señalar que sustituyen a la iglesia por la pérdida progresiva de importancia social de ésta. Otros autores aluden a que el papel creciente de estos grupos es parte de lo que se conoce a partir de los años sesenta como el movimiento de “el poder del pueblo” o como una parte de una nueva cultura surgida tras la segunda guerra mundial y que se refleja en una mayor descentralización y desburocratización de la vida pública. Katz y Bender (1976) califican al movimiento de autoayuda en general como “el fenómeno social más importante de los últimos años” señalando que surgen como respuesta a los sentimientos de alineación y desesperanza producidos por la despersonalización y deshumanización de las instituciones y la sociedad. Después de enumerar los motivos de la aparición, mantenimiento y posible papel en el futuro de los grupos de autoayuda, debe mencionarse una serie de características de estos grupos. En primer lugar, siguiendo a Killilea (1976) podría hablarse de una serie de aspectos comunes como: experiencias comunes, la prestación de ayuda mutua, el principio de ayuda, la constitución de unas creencias y fuerza de voluntad colectiva así como la construcción de metas compartidas. Un aspecto que también señala este autor es el refuerzo de auto conceptos de normalidad en estas personas, lo cual en algunos grupos como A.A. resulta altamente discutible, creándose más bien en nuestra opinión una serie de auto conceptos diferenciadores de la personalidad normal en los integrantes de este grupo. Esto nos lleva en segundo lugar a considerar que no todos los grupos de autoayuda son iguales, presentando una serie de características diferenciadoras. En el caso del alcoholismo, el grupo de mayor renombre a nivel mundial es Alcohólicos Anónimos aunque en España, en Galicia, su contribución es superada por otros grupos como alcohólicos rehabilitados y las asociaciones de ex alcohólicos y de tratamiento de los problemas de bebida. Esto es así, por diversas razones como el menor impacto de los grupos de autoayuda en España y la financiación y los requisitos requeridos para ésta por parte de las instituciones estatales y autonómicas. De la diversidad de grupos de autoayuda expuestos puede deducirse la dificultad de referirse a su efectividad, entre otros motivos por falta de datos sistemáticos sobre su eficacia y resultados así como la falta de investigación sistemática y controlada. Similitudes entre el enfoque médico según Alcohólicos Anónimos Características básicas de la persona con problemas de bebida. Enfoque médico: el alcohólico neurótico se ahuyenta de la vida, presenta un cuadro de preocupación y ansiedad anormal, se retrae de su prójimo. Necesidad de cambiar. Enfoque médico: el alcohólico necesita un cambio de personalidad. Enfoque moral: el alcohólico necesita un cambio de corazón, un despertar espiritual. Metas u objetivos del tratamiento. Enfoque medico: el alcohólico tiene que encontrar un nuevo y dominante interés en la vida, tiene que “volver al rebaño”. Tiene que encontrar intereses y distracciones que ocupan el lugar del alcohol. Tipos de intervención. Enfoque médico: el alcohólico necesita ser analizado: debe experimentar una catarsis mental completa y sincera Resultado de la intervención. Enfoque médico: los defectos graves de personalidad deben ser eliminados por medio de un exacto conocimiento propio y de un ajuste realista a la vida. (Información extraída de Los problemas de la bebida, un sistema de tratamiento paso a paso: manual del terapeuta, manual de autoayuda / Bárbara McCrady, Rafael Rodríguez Villarino, José́ Manuel Otero-López, 1997)

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¿Cómo influye el alcohol en nuestras relaciones sociales y en los momentos de celebración?

Desde hace décadas en nuestra cultura se han ido configurando unos valores, actitudes y prácticas sociales, según las cuales, toda celebración festiva y grupal debe estar acompañada por el alcohol. Bodas, bautizos, cenas, fiesta mayores, tratos económicos, reuniones familiares y de amigos, salidas, etc., requieren de la presencia del alcohol, que actúa como elemento de sociabilidad. Refuerza al grupo y establece lazos entre sus miembros. El escote, el invite y la ronda son formas y expresiones de dicha sociabilidad. Los adultos, incluso los padres de los actuales jóvenes y adolescentes, fueron socializados en esta realidad. Para ello hay un patrón de consumo de alcohol, repetitivo y diario, asociado a las comidas y a las relaciones sociales y un consumo más intensivo en momentos de fiesta y celebración, que incluye también a las mujeres, a los adolescentes y a los jóvenes. El nuevo patrón de bebida emergente en los ochenta y consolidado en los noventa, rompe con el modelo anterior adulto. Se basa en un tiempo dualizado, en que el consumo se concentra en el fin de semana, trastoca la tradición sobre cuales alcoholes son los adecuados para según qué circunstancias, crea nuevas combinaciones y usos diferenciales; rompe las exigencias de moderación y control sobre los más pequeños, abriendo la puerta para que se den, mas allá del control ritual, consumos excesivos en edades muy tempranas; cambia los comportamientos de género, puesto que entre los más jóvenes los consumos de alcohol se equiparan entre todos. Este nuevo patrón que tiene más que ver con el modelo de la celebración que con el del uso cotidiano, permite a nivel simbólico, revalorizar el coloque y el desfase mimetizados en términos de los jóvenes por la expresión “coger el punto”. Emborracharse, sobrepasando el límite del puntillo es una actividad puntual, pero repetitiva en el ciclo anual, para gran parte de los jóvenes que están experimentan con sus límites. Tiene un carácter opcional y de celebración, puesto que la mayoría de sus salidas no se alcanza dicho punto, aunque para una minoría puede llegar a ser la pauta más seguida y buscada. Colocarse y desfasarse aparecen como la conducta opuesta a aburrirse y entre ambos polos quedan modalidades de consumo de alcohol más o menos intensivas, pero mucho más integradas. De lo que se trata es de relacionarse con los iguales, pero en determinados momentos en la relación con otros está bien valorado desfasarse: en momentos especiales, cuando se celebra algo no rutinario, etc. El problema se produce cuando se interpretan los consumos festivos, entendiéndolos no dese la diversidad, sino enfatizando la celebración del desfase, puesto que este tipo de discurso opera no solo en el imaginario adulto, sino también en el de los jóvenes ya que las variadas formas de beber se reducen a una única: la borrachera y el coloque. Lo que es puntual y representa un acontecimiento especial en los itinerarios vitales de la mayoría de los jóvenes y adolescentes, se convierte en algo cotidiano y normal. Queda inscrito en el orden simbólico dentro de los comportamientos juveniles como algo rutinario y ritualizado.   (Información extraída de Más allá́ del botellón: análisis socioantropológico del consumo de alcohol en los adolescentes y jóvenes / [Javier Elzo Imaz, Marina Teresa Laespada, Joan Pallarés], 2003)

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¿Qué impacto tiene la automedicación con alcohol y drogas en el desarrollo de la adicción?

La experimentación con el alcohol y las drogas parece ser un rito de pasaje para los adolescentes pero, en algunos casos, esta primera toma de contacto puede llegar a tener efectos permanentes. El origen de la adicción de la mayoría de los alcohólicos y demás toxicómanos se remonta a la edad de diez años, aunque pocos de los que han experimentado con el alcohol y las drogas terminan convirtiéndose en alcohólicos o toxicómanos. Por ejemplo, más del 90% de los alumnos que concluyen la enseñanza secundaria ya han probado el alcohol, pero solo el 14% de ellos llega a transformarse en alcohólico. Del mismo modo, solo un porcentaje inferior al 5% de los millones de norteamericanos que han probado la cocaína se han convertido en adictos. ¿Qué es pues lo que determina la diferencia entre uno y otro caso? Algunos pueden llegar a hacerse adictos convirtiéndose en camellos ocasionales, simplemente debido a su facilidad de acceso o a una subcultura miope que mitifica el uso de las drogas; un factor este último que aumenta el riesgo del abuso de drogas en cualquier entorno e incluso entre los muchachos más acomodados económicamente. Pero todo ello no responde a la cuestión de cuáles son los chicos que se hallan más expuestos a este tipo de trampas y presiones. ¿Quiénes van a tener simplemente una experiencia ocasional y quienes por el contrario son más propensos, a convertirlo en un hábito permanente? Una teoría científica al uso afirma que las personas que dependen del alcohol y de las drogas están utilizando esas sustancias como una especie de medicación que les ayuda a mitigar su ansiedad, su enojo y su depresión, puesto que les permiten calmar químicamente la ansiedad y la insatisfacción que les atormentan. En un seguimiento efectuado sobre varios cientos estudiantes de séptimo y octavo curso a lo largo de un par de años, quienes acusaron mayores niveles de angustia emocional mostraron posteriormente las tasas más elevadas de abuso de drogas. Eso también podría explicar por qué hay tantos jóvenes que prueban el alcohol y las drogas sin llegar a convertirse en adictos, mientras que otros se hacen dependientes casi desde el comienzo. Las personas más vulnerables a la adicción parecen encontrar en las drogas y el alcohol una especie de varita mágica que les ayuda a sosegar las emociones que les han atormentado durante muchos años. Como señala Ralph Tarter, psicólogo del Western Psychiatric Institute and Clinic de Pittsburgh: “hay personas que parecen biológicamente predispuestas y cuya primera toma de contacto con la droga es tan recompensante que los demás no podemos ni siquiera llegar a sospechar. Muchas personas que han logrado recuperarse del abuso de las drogas confiesan que cuando la tomaron, se sintieron normales por primera vez en la vida. Así pues, al menos a corto plazo, la droga actúa como una especie de estabilizador psicológico. Y en esto se basa la principal tentación a la que recurre el demonio de la adicción, ya que es capaz de provocar una sensación de bienestar a corto plazo, aunque a la larga termine abocando al desastre permanente. También existen ciertas pautas emocionales que parecen determinar que las personas tiendan a encontrar consuelo emocional en unas sustancias más que en otras. Hay dos caminos diferentes que conducen al alcoholismo. El primero de ellos se inicia cuando una persona que ha tenido una infancia llena de tensión y ansiedad descubre que el alcohol le permite mitigar la sensación de ansiedad. Es frecuente que estas personas sean hijos de alcohólicos que también recurren a la bebida para tratar de calmar su nerviosismo. Uno de los indicadores biológicos de esta pauta es la hiposecreción de GABA, uno de los neurotransmisores que regulan la ansiedad. Cuanto menor es el nivel de GABA mayor es el índice de tensión que experimenta el individuo. Cierto estudio puso de manifiesto que los hijos de padres alcohólicos presentan un bajo nivel de GABA y en consecuencia son sumamente ansiosos. Pero cuando estas personas ingieren alcohol, su nivel de GABA aumenta en la misma proporción en que disminuye su sensación de ansiedad. Los hijos de alcohólicos beben principalmente para aliviar la tensión y descubren en el alcohol una sensación de liberación que no saben conseguir de otro modo. Este tipo de personas es asimismo muy vulnerable al abuso de sedantes combinados con el alcohol, que también potencian el descenso del nivel de ansiedad. Un estudio neuropsicológico llevado a cabo con hijos de alcohólicos que a la temprana edad de doce años evidenciaban ya claros síntomas de ansiedad demostró que estos niños presentaban un pobre funcionamiento del lóbulo frontal. Esto significaba que pueden confiar menos que otros chicos en aquellas áreas cerebrales que podrían ayudarles a paliar la ansiedad o a controlar la impulsividad. Esta búsqueda desesperada de calma parece ser el indicador emocional de una susceptibilidad genética hacia el alcoholismo. Un estudio efectuado con 1300 parientes de alcohólicos demostró que los hijos de éstos que presentaban un elevado índice de ansiedad crónica, son quienes mayores riesgos tienen de abusar de la bebida. La conclusión de los investigadores que llevaron a cabo este estudio fue que, en estas personas, el alcoholismo constituye una forma de automedicación que les permite combatir los síntomas de ansiedad. El otro camino emocional que conduce al alcoholismo está ligado a un elevado nivel de agitación, impulsividad y aburrimiento. Durante la infancia, esta pauta se manifiesta como un comportamiento inquieto, caprichoso y desobediente y en la escuela primaria asume la forma de nerviosismo, hiperactividad y búsqueda de problemas, una tendencia que como se apunta, puede empujarles a buscar amigos problemáticos y terminar abocándoles a la delincuencia o al diagnostico de “trastorno de personalidad antisocial”. El principal problema emocional de estas personas (sobre todo en varones) es la agitación; su principal debilidad, la impulsividad descontrolada y su reacción habitual ante el aburrimiento, la búsqueda compulsiva del riesgo y la excitación. Los adultos que presentan esta pauta de conducta son incapaces de soportar la monotonía y están dispuestos a probarlo

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¿Cómo se relacionan el alcoholismo y el síndrome depresivo?

El abuso prolongado de alcohol causa ciertos trastornos psiquiátricos. Los pacientes alcohólicos refieren a menudo un humor depresivo, a la vez que evidencian, en relación a su uso de alcohol, multitud de síntomas afectivos, tales como astenia, anergia, tristeza, irritabilidad, insomnio, etc. Ya en 1936, la revista Lancet, publicaba un artículo que ponía de relieve la relación entre alcoholismo y trastorno maniaco-depresivo. Los síntomas depresivos son frecuentes en el alcoholismo. Un 40% de pacientes alcohólicos son diagnosticados de depresión. Se ha definido en los alcohólicos que sufren depresión una historia más larga de problemas asociada al uso de alcohol; más intentos de terapias de deshabituación; más patología física relacionada con el consumo de alcohol; y mayores problemas familiares y conyugales. La relación entre la enfermedad alcohólica y los trastornos afectivos es compleja y confusa. Temas tales como la naturaleza y prevalencia de sus síntomas, la concreta definición operativa de dichas entidades nosológicas, la dicotomía entre trastorno primario vs. Secundario, la concurrencia y evolución en el tiempo y el manejo terapéutico permanecen en controversia. Existen por lo menos cinco factores que contribuyen a la confusión entre alcoholismo y síndrome afectivo: El alcohol “per se” puede causar síntomas afectivos dependiendo del nivel de alcoholemia. Euforia durante la fase inicial a niveles elevados, frente a la tristeza e irritabilidad a niveles más bajos o decrecientes. El uso prolongado de alcohol da lugar a signos de depresión severa de forma temporal, con una clínica muy similar a la de los trastornos afectivos depresivos mayores, en especial en pacientes femeninos Algunos pacientes pueden iniciar o aumentar el consumo de alcohol durante episodios afectivos, en especial las fases maniacas. Otros, con su efecto euforizante, recurren a un uso creciente como forma de alivio o automedicación de su sintomatología depresiva. Los síntomas depresivos y los problemas por alcoholismo ocurren concomitantemente en otros trastornos psiquiátricos. Se han descrito esta asociación en los trastorno de personalidad de tipo antisocial por somatización o toxicomanía en las que el alcohol actúa como sustituto de la droga primaria. La enfermedad depresiva y el alcoholismo se hallan entre los trastorno de más alta prevalencia entre la población general; dada sus respectivas tasas de incidencia se puede estimar que una pequeña proporción de pacientes pueden estar afectos de forma independiente de ambos trastornos. Hay ciertas razones que avalan una relación biológica subyacente de tipo genético. Winokur y cols. Proponen una asociación familiar entre alcoholismo y depresión que da lugar a una entidad que se expresaría como una depresión de inicio temprano en las mujeres o como un alcoholismo en los hombres. La prevalencia del alcoholismo en parientes de primer grado de pacientes con trastornos afectivos es del 6-12% frente al 8% del grupo control. Sin embargo, los estudios de adopción y de prevalencia en familiares no apoyan esta estrecha relación genética entre alcoholismo primario y trastorno afectivo depresivo primario. Con respecto a la diferencia entre primario versus secundario, la mayores de autores tipifican a estos pacientes depresivos de Trastorno Depresivo Secundario, indicando que el alcoholismo ha precedido o acompañado al síndrome depresivo. No obstante, la severidad del cuadro clínico, la frecuencia de suicidios así como antecedentes familiares de trastorno psicótico y afectivo, sugieren que al menos un pequeño subgrupo pudiera padecer un trastorno depresivo primario atípico. Otra dificultad subañadida es la forma de llegar al diagnóstico de trastorno afectivo depresivo y alcoholismo. La escala de Hamilton para la depresión ha demostrado una buena sensibilidad y especificidad diagnóstica al revés que otros métodos tales como el inventario multifásico de personalidad. La evolución y curso de ambos trastornos ofrecen indicadores para el manejo práctico de estos pacientes. Generalmente debe considerarse como secundarios los síntomas afectivos, puesto que éstos desaparecen tras varios días o semanas de abstinencia, lo que no sucede cuando el trastorno afectivo es primario. En general, se puede concluir que el alcoholismo y los trastornos afectivos son probablemente enfermedades distintas con diferentes pronósticos y tratamientos. Sin embargo, frecuentemente los síntomas depresivos complican el curso de un alcoholismo a la vez que algunos pacientes depresivos aumentan sus ingestas de alcohol cuando enferman, siendo un 5-10% los que se pueden llegar a diagnosticar del alcoholismo secundario. Aunque desgraciadamente existen aún serias dudas sobre el tema del manejo terapéutico de los pacientes alcohólicos con síntomas depresivos, hay datos que apoyan el uso de litio y/o antidepresivos. Comparado con placebo, los pacientes alcohólicos disminuyen el consumo y requieren menos hospitalizaciones en el seguimiento. El litio podría estar especialmente indicado en alcohólicos que han presentado un empeoramiento del humor tras 3-4 semanas de abstinencia, si bien, no todos los estudios están de acuerdo en su eficacia. No debe dudarse en recurrir a la terapia con antidepresivos, principalmente tricíclicos, cuando los síntomas afectivos sean notoriamente severos, o la cualidad de estos sea endogenomórfica independiente de que se les clasifique como de trastorno afectivo secundario. Por otro lado, merece la pena, resaltar que el uso de una terapia antidepresiva no parece influir en la evolución de la enfermedad alcohólica primaria, en cuanto la prevención de recaídas en el uso de alcohol.   (Información extraída de Trastorno por dependencia del alcohol: conceptos actuales 1988 / P.A. Soler Insa, F. Freixa, F. Reina Galán, 1988)

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Tratamiento para el síndrome de abstinencia al alcohol

La característica esencial de la abstinencia de alcohol es la presencia de un síndrome de abstinencia característico que se desarrolla tras varias horas o pocos días después del cese (o la reducción) del consumo intensivo y prolongado de alcohol. El síndrome de abstinencia incluye dos o más síntomas que reflejan la hiperactividad autonómica y la ansiedad enumeradas en el Criterio B junto con los síntomas gastrointestinales. Los síntomas de abstinencia provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del funcionamiento. Los síntomas no deben ser atribuibles a otra afección médica y no se explican mejor por otro trastorno mental incluyendo la intoxicación o la abstinencia de otra sustancia. Los síntomas pueden aliviarse mediante la administración de alcohol o benzodiacepinas (p. ej., diazepam). Los síntomas de abstinencia suelen comenzar cuando las concentraciones en sangre de alcohol disminuyen notablemente (en el plazo de 4-12 horas) después de que se haya detenido o reducido el consumo de alcohol. Como reflejo del metabolismo relativamente rápido del alcohol, los síntomas de abstinencia de alcohol presentan el pico de intensidad durante el segundo día de abstinencia y son susceptibles de mejorar notablemente al cuarto o quinto días. Tras la abstinencia aguda, sin embargo, los síntomas de ansiedad, el insomnio y la disfunción autonómica pueden persistir hasta 3-6 meses con menor intensidad. Menos del 10% de las personas que desarrollan abstinencia de alcohol desarrollará alguna vez síntomas radicales (ej., una hiperactividad autonómica grave, temblores, delirium). Las convulsiones tónico-clónicas generalizadas ocurren en menos del 3% de las personas. Características asociadas Aunque la confusión y los cambios en la conciencia no son criterios básicos para la abstinencia de alcohol, puede aparecer un delirium. Tal y como ocurre con cualquier estado confuso y agitado, independientemente de la causa que la produzca, pues puede aparecer un estado confusional, además de una alteración de la conciencia y de la cognición y alucinaciones visibles, táctiles o (raramente) auditivas. Cuando se desarrolla el delirium de la abstinencia de alcohol, es probable que exista una afección medica importante a nivel clínico (ej., una insuficiencia hepática, una hemorragia gastrointestinal, las secuelas de un traumatismo craneoencefálico, una hipoglucemia). Prevalencia Se estima que aproximadamente el 50% de las personas con un trastorno de consumo de alcohol de clase media y altamente funcionales ha experimentado alguna vez un síndrome de abstinencia de alcohol completo. Entre las personas con este trastorno que están hospitalizadas o sin hogar, la tasa puede ser mayor del 80%. Menos del 10% de los individuos en abstinencia llega a desarrollar un delirium o convulsiones. Desarrollo y curso La abstinencia de alcohol aguda se manifiesta como un episodio que suele durar 4-5 días y que solo aparece tras periodos de consumo excesivo y prolongado. La abstinencia es relativamente rara en las personas menores de 30 años y el riesgo y la gravedad aumenta con la edad. Factores de riesgo y pronóstico Ambientales. La probabilidad de desarrollar abstinencia de alcohol aumenta con la frecuencia y cantidad de consumo de alcohol. La mayoría de las personas que presentan abstinencia bebe diariamente y consume grandes cantidades (aproximadamente más de ocho bebidas por día) durante varios años. Sin embargo, existen grandes diferencias entre individuos, con riesgo incrementado para las personas con afecciones medicas comórbidas, con antecedentes familiares de síndrome de abstinencia de alcohol (es decir, un componente genético), con historia personal de abstinencias previas y con consumo de fármacos sedantes, hipnóticos o ansiolíticos. Marcadores diagnósticos La hiperactividad autonómica en el contexto de unos niveles de alcohol en sangre modernamente altos, pero en descenso y los antecedentes de un consumo excesivo de alcohol prolongado aumenta la probabilidad de una abstinencia de alcohol Consecuencias Los síntomas de abstinencia pueden servir para perpetuar comportamientos con la bebida y contribuyen a la recaída, lo que ocasiona una alteración continuada del funcionamiento social y laboral. Los síntomas requieren que la desintoxicación se realice bajo supervisión médica, lo que implica el uso de recursos hospitalarios y la pérdida de productividad laboral. En general, la presencia de la abstinencia se asocia con un mayor deterioro funcional y con mal pronóstico. Diagnostico diferencial Otras afecciones médicas. Los síntomas de la abstinencia de alcohol pueden parecerse a algunas afecciones médicas (p. ej., hipoglucemia y cetoacidosis diabética). El temblor esencial, un trastorno que se da con frecuencia en los miembros de una misma familia, puede plantear erróneamente un diagnóstico de temblor asociado con la abstinencia de alcohol. Abstinencia de sedantes, hipnóticos o ansiolíticos. Esta abstinencia produce un síndrome muy similar al del alcohol. Comorbilidad Es más probable que aparezca abstinencia con un consumo de alcohol más grave y que se observa más a menudo en las personas con trastornos de personalidad antisocial y de conducta. Los estados de abstinencia también son más graves en las personas mayores, en las personas que también son dependientes de otras drogas depresoras (sedantes, hipnóticos o ansiolíticos) y en los individuos que han tenido más experiencias de abstinencia de alcohol en el pasado. (información extraída de DSM-5 manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales / American Psychiatric Association, 2014)

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Sustancias y sexualidad: lo que nadie te cuenta

El consumo de determinados fármacos o el abuso de ciertas drogas puede afectar negativamente a la respuesta sexual de distintas maneras, inhibiendo el deseo, dificultando la obtención de niveles satisfactorios de excitación o imposibilitando la obtención del orgasmo. En ocasiones su acción es directa sobre el funcionamiento cerebral y el sistema nervioso central, mientras que otras veces actúa afectando la producción de hormonas sexuales. Al valorar los efectos de la medicación sobre la sexualidad conviene tener presente que no todas las personas responden de la misma manera, viéndose algunas afectadas negativamente y no teniendo repercusión en otras. Las razones de esta variabilidad no han sido aún esclarecidas. El espectro de sustancias que pueden ocasionar un trastorno sexual es muy amplio. Cualquier droga que influya sobre los sistemas implicados en la respuesta sexual, neurológico, vascular o endocrino puede repercutir sobre el funcionamiento sexual. Dentro de este grupo estarían algunos medicamentos tomados para combatir la hipertensión o fármacos utilizados para el tratamiento de la depresión. Otro grupo de sustancias como el alcohol, la marihuana, la cocaína y los opiáceos, como la heroína y la morfina, tienen un claro efecto negativo sobre la sexualidad de aquellas personas que muestran un consumo continuado de las mismas.   (información extraída de Disfunciones sexuales femeninas / Mª José Carrasco, 2001)

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¿Qué enfermedades provoca el consumo de alcohol y tabaco?

La cultura occidental ha convertido la elaboración de las bebidas alcohólicas en un arte diverso y sofisticado. Los consumidores han aprendido a conocerlas y a disfrutar de sus ventajas, aunque socialmente se observan ciertas consecuencias como violencia, embrutecimiento e infinidad de accidentes como resultados de los excesos. El alcohol tiene el poder de relajación para hacer frente a la ansiedad. Mezcla con la desinhibición sentimientos tan opuestos como la extroversión y la depresión, la actividad y el sopor o la autosuficiencia con una frágil sensibilidad. Todas las personas conocen los efectos del exceso de alcohol en el organismo. No obstante, pocos saben las consecuencias que acarrea a los alcohólicos intentar dejar de beber asiduamente. Quienes lo hicieron, experimentaron temblores y convulsiones, además de alucinaciones desagradables y una completa desorientación mental, situación desconocida como delirium tremens, durante casi una semana, lo cual produce un deterioro mental irreversible en una elevada proporción de individuos. TABACO Y ALCOHOL El tabaco y el alcohol forman parte del entorno ambiental del individuo y son aceptados por la sociedad, la cual permite y fomenta su consumo. El tabaco proviene de la elaboración de diversas especies de plantas originarias de América, la más importante de las cuales es la Nicotina Tabacum, de la familia de las solanáceas. Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco crea una dependencia psíquica fuerte y una dependencia física leve. Se acepta según esto, que es la forma más extendida de dependencia de una droga. Los efectos nocivos son causados por los componentes del humo del tabaco, que son la nicotina,  el monóxido de carbono, las sustancias irritantes y los distintos compuestos cancerígenos, el principal de los cuales es el alquitrán. La nicotina es la sustancia química responsable de la dependencia del tabaco, del síndrome de abstinencia y del conjunto de molestias que se producen al dejar de fumar. Es el componente esencial que convierte al tabaco en una droga. El alquitrán está formado por un gran número de sustancias, algunas de ellas como los benzopirenos, con acción cancerígena. El monóxido de carbono es un gas integrante del humo del  tabaco. Tiene una gran capacidad de combinación con la hemoglobina de la sangre, disminuyendo la capacidad de ésta para transportar oxígeno a los diferentes tejidos del cuerpo, debido a lo cual, provoca sobre todo, trastornos de tipo nervioso y circulatorio. Las sustancias irritantes (como la acroleína) irritan las mucosas respiratorias y son las responsables de la tos típica del fumador. Las repercusiones que el hábito de fumar tiene sobre la salud del fumador pueden ser muy graves y también pueden tenerlas los fumadores pasivos. Es un error creer que los efectos negativos se limitan a una simple irritación que provoca tos o bronquitis. Está perfectamente demostrado que la expectativa de vida de los fumadores es más baja que la de los no fumadores, y que guarda relación con el consumo diario y con la edad en que se empezó a fumar ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR EL TABACO Entre las enfermedades más frecuentes que encontramos producidas por el tabaco: Inflamación e irritación de las vías respiratorias. Formación de tejido precanceroso en los bronquios y los pulmones que puede derivar en cáncer bronquiopulmonar. Bronquitis crónica y enfisema pulmonar Infarto y arteroesclerosis Gingivitis inflamatoria o ulcerosa. Cáncer de lengua, de mucosas y de suelo de la boca Cáncer de vías urinarias y de vejiga Complicaciones en el embarazo Úlceras gástricas, gastritis y esofagitis. PREVENCIÓN Y RECUPERACIÓN La prevención de las drogodependencias según los expertos tiene tres objetivos: El primero consiste en tratar de evitar la aparición de la drogodependencia antes de que se produzca. El segundo tiene como fin el descubrir cuanto antes la drogodependencia, de modo que permita atajarla o como mínimo evitar que siga progresando. El tercero tiene como objetivo frenar la drogodependencia e iniciar la recuperación del drogadicto. La prevención de la aparición de la drogodependencia es una batalla que hay que librar en varios frentes. El primero de ellos es el interior del grupo familiar, procurando proporcionar a los hijos la información precisa sobre las nocivas consecuencias del consumo de drogas y sobre todo potenciando un ambiente familiar donde el joven se sienta orientado y comprendido. Esta labor informativa debe ser complementada por la escuela, los medios de comunicación y la sociedad en general. Otra batalla para la prevención ha de ser librada por los administradores del Estado haciendo todo lo posible para reducir y eliminar la posibilidad de disponer de drogas por parte de los ciudadanos combatiendo el narcotráfico. Desgraciadamente, las medidas preventivas a veces no son suficientes y por ello, hay que estar atentos para detectar si alguien de nuestro entorno ha sido atrapado por la droga. Los síntomas son muy variados, según la droga que se esté administrando, pero los más visibles y comunes suelen consistir en un cambio muy notable del comportamiento que entraña el alejamiento del núcleo familiar, el descenso notable en el rendimiento escolar, el cambio de amigos, los cambios súbitos e injustificados de humor, el abandono de las que habían sido sus aficiones y mayor necesidad de dinero cuyo destino le resulta difícil explicar, entre otros. Si se han detectado estos síntomas la actitud a adoptar por parte de padres y educadores ha de consistir no solo y en primer lugar en evitar una actitud de rechazo, sino en propiciar además un acercamiento, con el fin de establecer un diálogo fructífero que permita al afectado comentar sus problemas con personas de su entorno, evitando así que solo se sienta comprendido por su “vasca” por el círculo de compañeros en su misma situación, quienes en nada podrán ayudarle. Son muchos los pasos que hay que dar y mucha la paciencia necesaria para ayudar a un drogodependiente en su recuperación e imposible enumerarlos aquí, por lo que es muy aconsejable contactar desde el primer momento con cualquiera de las muchas instituciones que se dedican a la recuperación de drogodependientes donde aconsejarán a los familiares sobre la actitud a seguir. Cuando el drogadicto ha llegado a

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¿Qué es el síndrome de Korsakoff y quién lo fundó?

Cuadro clínico característico de ciertas formas de alcoholismo crónico y que consiste en la asociación de síntomas mentales (desorientación temporospacial, amnesia de fijación y confabulaciones) y síntomas neurológicos de polineuritis (parestesias y algias, especialmente en las piernas), por lo que se conoce también como psicosis polineurítica alcohólica de Korsakov. Se presenta frecuentemente como evolución posterior de un acceso de delírium trémens. La etiología alcohólica es indirecta, pues la causa de este síndrome es la carencia crónica de vitamina B que acompaña al alcoholismo, pero también puede darse en otras enfermedades. El tratamiento consiste en la abstención de alcohol y la administración de aneurina y otras vitaminas del complejo B. Algunos casos se recuperan totalmente, pero buen número de ellos solo mejoran dejando síntomas residuales crónicos Fue descubierto por Sergey Korsakoff a finales del siglo XIX en relación a una serie de estudios que presentó y que desembocó en el término “psicosis de Korsakof” (que lleva su nombre) en el cual se dio cuenta de que los efectos del alcohol en consumidores habituales iban asociados una serie de desórdenes mentales acompañados de síntomas neuríticos. Korsakoff ha servido de inspiración para Europa occidental y muchos médicos han utilizado el síndrome para asociarlos a los casos en que se presenta amnesia.        

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